junio 30, 2014

TIEMPO DE MUNDIAL... tercer tiempo: de lo cómico al absurdo.



Desde hace mucho tiempo en la escuela (por lo menos las francesas a las cuales asistí) nos enseñaban que las obras teatrales podían (¿debían?) clasificarse en tres géneros: la tragedia, la comedia y una especie de mezcla entre estas dos, la tragicomedia.

Como mis escasísimos lectores saben… el primer medio tiempo de mi particular partido contra la Parca, encajaba evidentemente en el género de la tragedia.
El segundo medio tiempo, en algunos de sus aspectos tenia muchos visos de emparentarse con la tragicomedia.

Faltaba la comedia (difícil de imaginar en una situación tal)… así que me invente un tercer tiempo para dedicarlo a esta… lo inventado es la jalada del “tercer tiempo” y no las anécdotas del mismo… todos sabemos (o deberíamos de saber) que este “tercer tiempo” es un invento de las televisoras, supuestamente para el análisis del partido que acaba de concluir… pretexto para su real propósito, inundar la pantalla de anuncios publicitarios.

Se trata de tres comentarios a cargo, voluntariamente o no, de tres de los médicos que me atendieron en este trance, en la unidad coronaria.

El primero, al lado de mi cama, me dijo que “había llegado a urgencias con un corazón de gelatina… pero que saldría de esta con un corazón hecho una “licuadora.” Esta todavía no funciona del todo… pero ya me pregunto qué otra cosa que mi propia sangre podre licuar cuando esto suceda.

El segundo, (siempre sonriente y con ganas de gastar alguna broma) me dijo que a cual Santo le rezaba, porque a partir de hoy mismo iba a cambiar de Santo y rezarle al mío… porque me sentía demasiado mal o por pudor, no le dije que era agnóstico y que por lo tanto no le rezaba nunca a ningún Santo… y que si tal era su voluntad que repensara un poco su religiosidad y en lugar de cambiar de Santo se volviera agnóstico o ateo (según la conclusión a la cual hubiese llegado)

El tercero, sin duda (en mi opinión) el de mayor “comicidad”… me dijo que si a pesar de lo que me había sucedido, seguía vivo era sin duda porque tenía una misión que cumplir en esta vida (o puede ser que haya dicho sobre esta tierra, la verdad no me acuerdo con toda precisión) y que tenía que terminarla… lo malo es que no me dijo cual era esta misión… y que yo mismo la ignoro… de no ser la de seguir viviendo… preguntándome ¿por qué? ¿con cuál propósito?

No sabré decir si estos tres comentarios de tantos médicos tienen un cierto grado de comicidad (voluntaria o no)… pero por lo menos empatan con un cuarto genero del teatro… el del absurdo. Siendo que en muchas ocasiones de la comicidad nace el absurdo y del absurdo nace la comicidad.

Como escribió en alguna parte (ignoro la cual) Paul Auster: “la vida es simultáneamente trágica y cómica, al mismo tiempo que absurda y profundamente significativa.”

junio 26, 2014

TIEMPO DE MUNDIAL... anecdotario del segundo medio tiempo.


Antes que nada, quiero subsanar un olvido en el Primer medio tiempo de mi muy particular partido:
Encontrándome en la unidad coronaria… cada noche o cada vez que me sentía francamente mal… advertía, al médico de turno o a la enfermera presente, no con voz de suplica, sino con la fuerza de una orden (toda la fuerza que me permitía mi estado)… que en caso de un segundo infarto, nadie intentara reanimarme, que me dejaran partir con la mayor paz posible. Claro esta que dudo mucho que en este supuesto caso algún miembro del personal medico hiciera caso de mi deseo… por su posible religiosidad o por la ética profesional de cualquier medico (el famoso juramento de Hipócrates)… cualquiera, todos, se hubiesen empeñado en tratar de salvarme la vida una vez mas.
Aprovecho para afirmar (reafirmar por enésima vez), mi convicción al derecho de toda persona de decidir poner fin a su vida si tal es su soberana decisión… lo que en el campo de la medicina se conoce como el derecho a la eutanasia.


Si en el precedente texto, a mi manera, conté, el primer medio tiempo de este particular partido entre la Ciencia Médica y la Parca (definitivamente, entre “La Faucheuse” francesa, la “Huesuda” mexicana y la “Parca” griega, me decanto por esta última)… porque no seguir contando el partido… el segundo medio tiempo.

No hay duda que el primer medio tiempo fue, por mucho, el más dramático, el más emocionante, el más épico, el realmente vital… en el cual en una lucha a muerte, esta quedo provisionalmente vencida, por un estrecho marcador de uno a cero.

Después llego el medio tiempo, el del retorno a los vestidores, para descansar de esta lucha titánica… y en vista del resultado, cambiar la estrategia, que por lo pronto ya no consiste en morir o vencer, sino mas simplemente en como consolidar este resultado favorable a la vida y contrario a la muerte.

He aquí el desarrollo… casi en tiempo real, casi en vivo, de este segundo medio tiempo… insufrible para los espectadores, aburrido y tedioso hasta más no poder.
Que se juega despacito, sin ganas, sin emoción, con total apatía (para los futboleros, como Messi en sus últimos partidos de esta pasada temporada en el Barça)
Además, con un único jugador de este lado de la cancha, atado las veinticuatro horas del día a un aparato que le proporciona oxigeno y cuyo tubo no le permite ir más allá de quince metros.

Claro que podría aprovechar este tiempo para leer la docena de libros que, bien colocados en su estantería o regados por toda la casa, esperan a que alguien los abra.
Escuchar la música que le agrada… ver las películas que le complacería mirar por primera vez o ver nuevamente las que mas le gustaban antes de entrar en esta cancha… pero ni eso… solo el aburrimiento, el tedio… y la intoxicación de los numerosos partidos de fut que se juegan en otras canchas… allá por Brasil.

Es casi una tragicomedia… decenas y decenas de partidos que atrapan su atención y lo dejan prácticamente todo el día clavado en su sillón frente a la pantalla… cuando la lectura, la escritura y el oír su música era lo que más gozaba… pero hoy (salvo la escritura por pequeños momentos como estos) paradójicamente no puede disfrutar porque se siente sin la fuerza mental que esto demanda.
 Si tiempo atrás ( no tanto) Marx dijo que la religión era el opio del pueblo… hoy que Dios ha muerto… sin pretender ser el Marx de hoy… afirmo que las pantallas de toda índole (TV, Ipad, Smartphone, etcétera) son una parte más que relevante del opio del pueblo, de su atomización, individuación, pérdida del sentido de pertenencia, extravió de la tan importante significación e vivencia del “Bien Común”, de las libertades y los deberes que implica ser un verdadero “ciudadano” (miembro de una comunidad de la cual por decisión propia, en igualdad de condiciones que todos los demás miembros, participa en las decisiones que marcan su presente y construyen su porvenir, tanto el suyo propio como el de la comunidad) y no un apático espectador (en 1967 el filosofo y teórico situacionista Guy Debord, publico el libro “La Sociedad del Espectáculo”… dentro de 3 años este libro cumplirá 50 años… y sigue siendo uno de los más relevantes para entender nuestra actual sociedad.)

Así que después de este paréntesis pseudosociológico, ante la pobreza del espectáculo en mi particular cancha… solo contare algunos de los raros momentos más relevantes… anécdotas.


La comida.
Empezaremos con una generalidad… pero que tiene gran importancia… quizás la mayor… la comida (el acto de comer) antes era un placer, incluso en algunas ocasiones especiales un verdadero gozo… ahora es solo una obligación fisiológica mas… la ingurgitación, a disgusto, de algo insípido… solo variando el grado de esta insipidez (lo siento por Marina que se esfuerza y pone todo su empeño en tratar de cocinar algo que me guste, o por lo menos no me disguste.)


Los buitres capitalistas.
Desde mi primer día de internamiento en la unidad coronaria, mi esposa Marina tuvo que soportar un sin número de llamadas telefónicas, a todas horas del día e incluso en alguna ocasión de la noche. Llamadas de un tal Despacho Muñoz que nos ordenada pagar un adeudo de alrededor de 340 pesos de una tarjeta bancaria (Banamex para no nombrarla) que el mismo banco había cancelado desde el 13 de octubre del 2013 (por gastos sospechosos que habían detectado y que efectivamente no había yo realizado)… esto, evidentemente sin dar razón alguna del porque… simplemente ordenando y amenazando de las repercusiones legales en caso de no proceder a tal pago.

Encontrándome ya en casa me toco contestar una primera.de estas llamadas, a la cual intente explicar mi estado de salud y que fueran un poco mas explícitos en cuanto al supuesto adeudo… obviamente sin tener en consideración mi estado de salud ni obtener aclaración alguna. Unos cuantos minutos después, nueva llamada del dicho despacho con los mismos mandamientos y amenazas… imposible de establecer un dialogo con alguien (cuesta trabajo emplear el término “alguien” en lugar de “algo”) que no esta dispuesto a escuchar y establecer un dialogo… asi que me exalto muchísimo… le grito, ya no me acuerdo que, con toda la fuerza de la cual soy capaz… terminando diciéndole “mire terminare con solo tres palabras DEJE  DE CHINGAR.

Evidentemente que siguieron chingando, hasta que haciendo intervenir el Banco, el asunto se aclaro  (para ellos, no para mí) y… para poner fin a este injustificado e insoportable acoso se  pago el inexistente adeudo con todos y sus intereses y recargos por el tiempo transcurrido.
Lector… quizás no entiendas el porqué de la integración de  esta “anécdota” en la historia de este segundo medio tiempo… simplemente porque encontrándome como me encontraba y con la exaltación con la cual conteste, esta anécdota bien hubiera podido transformarse en algún tipo de arritmia… y de ahí para adelante.

Sabía desde siempre que, como parte del sistema financiero actual que obtiene enormes ganancias especulativas, simplemente moviendo un dinero que no le pertenece de un lado a otro… se empeña en acosar, anónimamente y sin dar explicación alguna, durante más de una semana un simple tarjetahabiente por una suma de 340 pesos que no debe (consultando el Buro de Crédito, este retorta que la tarjeta en cuestión fue cancelada y con un saldo de cero.) Concluyendo, sabia que estas instituciones financieras eran una plaga que vivía de la especulación, unos “chupa sangre”… hoy se que también son UNOS BUITRES.


El pato.
Padeciendo de un cierto grado de incontinencia urinaria desde la total extirpación (o prostatectomia radical) de mi próstata cuando se detecto un cáncer en la misma… me veo en la obligación de vaciar mi vejiga cada tres o cuatro horas en la noche (en realidad lo mismo durante el periodo diurno)
Convaleciente, para no levantarme en la noche,  he decidió hacer uso del recipiente conocido en el ambiente hospitalario como “pato”, cuyo contenido vacio en una cubeta que se encuentra al lado de mi cama.

Todo marcha bien… hasta que una noche, al querer alcanzar el pato, este se cae… ¡¡¡mierda!!! Sin bajarme de la cama me estiro lo más que puedo para llegar al suelo buscándolo a tiendas… sin encontrarlo.
¿Qué hago… llamo a Marina que dúreme en la cama contigua? Ni pensarlo… está agotada y necesita dormir.
Entonces me estiro todavía más… y lo encuentro, mejor dicho lo toco. Pero no alcanzo a atraparlo… se resbala. Un último esfuerzo… milagro… encuentro la asa del famoso pato y logro subirlo a mi cama.
Lo uso… pero siento que mi corazón de desboca… ¿a cuántas pulsaciones latera?... ¿no hare una arritmia (lo más temido en esta época de recuperación)?... antes de que la posibilidad se vuelva temor… me quedo dormido. En la mañana siguiente… todo queda en un mal recuerdo.


Primera salida… obviamente al cardiólogo.
Hoy tengo mi primera cita con mi cardiólogo. Ya en su consultorio… las preguntas… la medición de la presión arterial y las pulsaciones… y el electrocardiograma.

De entrada me advierte de que ya nunca tendré un electrocardiograma “normal”, dado que una parte del tejido del corazón sufrió una necrosis por falta de oxigenación como consecuencia del infarto.
Después, frente a su escritorio intenta explicarme (por lo menos es lo que entendí) que básicamente se puede desmenuzar un electro en tres partes, la cuales deben de tener una cierta “longitud”. En mi caso la primera parte es más corta de lo debido, la segunda es normal y la tercera, al revés de la primera, es más larga de lo debido… que no hay de que preocuparse… que con el tiempo, los medicamentos y la “rehabilitación cardiaca” (que se lleva a cabo en el mismo hospital) estas disparidades deberían de corregirse para aproximarse mucho a la normalidad.
¿En cuánto tiempo?... no hay regla escrita, es distinto para cada paciente… para él lo más importante es la “rehabilitación cardiaca”… que de momento no puedo empezar, hasta que el neumólogo lo autorice.

Tengo entendido que el programa de ejercicios de dicha rehabilitación, depende de una primera prueba de esfuerzo. Estando en Terapia intermedia, me visito en dos ocasiones el cardiólogo a cargo de esta rehabilitación… le pregunte por los riesgos de la tal  prueba de esfuerzo con un corazón muy maltratado y convaleciente… me dijo que la prueba tiene en consideración este hecho… que él estará presente monitoreando en todo momento los signos vitales… que algunos pacientes van muy bien (de acuerdo al estado de su corazón), que otros menos y que el equipo presente tiene que intervenir (caso de posible arritmia de menor o mayor gravedad… y que algunos… simplemente mueren en el intento (nunca supe si lo me dijo en serio o como una broma... de mal gusto)
Decididamente no hare esta prueba de esfuerzo, no solo hasta que el neumólogo la autorice… pero también mi cardiólogo.
La verdad es que creo que cuando me toque… antes de empezarla…del puro temor, mi corazón latera a mil por hora… y exigiré tener a la mano un mando que me permita personalmente ponerle fin cuando así lo sienta necesario.

Al término de la consulta mi cardiólogo me dice que debería de solicitar que me trasladen a mi coche en una silla de rueda. Me niego… si en mi casa voy de una lado a otro caminando sin problema, no veo porque la necesidad de una silla de rueda para ir hasta mi coche. No insiste mas, recalcándome únicamente que en este momento no puedo solicitar de mi corazón demasiados esfuerzos… y que si salgo a la calle, tendrá que ser en silla de ruedas… definitivo… no saldré, me quedare en mi casa.


Los familiares me visitan.
Independientemente de mi hijo Xavier y mi nieta Niaya…todos los días, o casi todos, tengo la visita de mis familiares (en realidad los de Marina: mis cuñados, mis cuñadas, mis sobrinos y sobrinas… sin olvidar mi suegra) que vienen para ver la evolución de mi recuperación…. se quedan algunos minutos…las preguntas de rigor…y las respuestas también de rigor… la verdad no les hago gran caso…visitas de cortesía… que se tienen que agradecer… y agradezco. Son Sampietro… soy Torrent… con todo lo que esto representa… ahí está toda la diferencia. Cuando salí con Marina y me case con ella… me aceptaron y desde entonces siempre me han respetado… los acepte y siempre los respete. Evidentemente que hay más simpatía o cercanía (por lo menos de mi parte) para los sobrinos y las sobrinas que conocí desde que nacieron... el ver crecer una flor en tierra, viva, es siempre más “emotivo” que el talló de una flor que te regalan. 

Hay que admitir que la falta de un verdadero cariño… proviene también (sobre todo) de que trabajando en sus empresas textiles (cuando mi verdadero profesión era periodista), económicamente les debo todo… que fueron mis patrones y yo su empleado (por lo menos siempre así lo considere, ignoro si por su parte fue lo mismo). Relación de subordinación que para alguien cuyo ideario se resume a “no aceptar nunca la sumisión, no ejercer nunca la dominación” supuso un cumulo de acciones (despidos, sanciones disciplinarias, defender la posición de la empresa en las revisiones de las condiciones contractuales, etcétera) de las cuales no puedo enorgullecerme sino todo lo contrario… mas, si uno siempre tiene la posibilidad (mas no la valentía) de decir NO. Es lo que elegantemente, en el día con día, nombramos como “compromisión”… cuando, al llegar el tiempo de la reflexión uno lo siento, como lo que es… traición… a sí mismo. En estas condiciones de subordinación laboral y económica… se puede dar y sentir un verdadero  respeto mas no un verdadero cariño… por lo menos no por mi parte.

Pero no me quejo, no cualquier patrón trata a sus empleados (aun si estos son parientes)… como me trataron a mi… pagándome mucho más que lo que mi labor valía en el mercado del trabajo y siempre respetando mi persona y mi trabajo… como dicen aquí en México “nunca se metieron conmigo”… es de agradecerse… y se los agradezco.

No es mi intención ni voluntad herir los sentimientos de nadie…  si alguno o algunos de los aludidos, de verdad llego o llegaron a sentir por mi algo que se parezca a un verdadero cariño… les pido mil disculpas por haberlo puesto en duda,


Peso.
Llegue al hospital pesando 84 kilos, lo cual para una estatura de 1.73 metros es obviamente demasiado. No me considero obeso (la palabra o el concepto de moda que hoy es designado como culpable de todos los malos… al tiempo que sirve para culpabilizar individualmente a todos de su estado de salud… y, como parte del proceso de mercantilización, constituye el perfecto pretexto para desarrollar a gran velocidad y envergadura un nuevo “nicho de mercado”  Te lavo el coco, a toda hora del día y de la noche incitandote a comer productos chatarra, te culpo por tu obesidad, te incito a la compra de miles de productos para bajar de peso (obviamente que ninguno sirve) y al final de la cadena, después de sufrir decenas de enfermedades debidas a tu obesidad (de la cual eres el único culpable) te vendo un ataúd a tu medida para que descanses en paz sin que este te apriete por todos lados) pero si “pasado de peso” ( o como dicen quienes saben de esto, en “sobrepeso”)

Hoy, después de salir  del hospital y estar “recuperándome en mi casa (“hospitalizado en casa” como dijo un médico) peso entre 75 y 76 kilos… dependiendo del momento y las circunstancias, si acabo de comer o no, si acabo de evacuar o no. ¡¿Cuál será mi ignorancia de la lengua de Cervantes, si antes de ingresar hospital (donde la oí por primera vez), desconocía esta palabra, la cual para mí era simple e inequívocamente “ir al baño”. 

Obviamente mis piernas ya no son más que palitos, mis brazos se parecen a los de los antiguos espantapájaros (que no espantaban a ningún pájaro sino únicamente a los borrachitos que llegado la noche intentaban llegar a su casa por el camino más corto y discreto, o sea atravesando los campos.) Mi reloj que antes me apretaba la muñeca ahora baila en ella, contento de haber reconquistado su libertad de movimiento.

Para mi desgracia (¡se ve tan fea una barriga prominente!) lo único que quedo tal cual es mi panza, su talla, su circunferencia. ¿Sera que como para los camellos y dromedarios, esta reserva de grasa sirve (es utilizada por el cuerpo) como ultima fuente de energía en caso de “pasar hambre”? 
Me viene a la memoria que mi madre que si había pasado mucha hambre durante la guerra civil española y mucho mas todavía en la posguerra (no fue hasta el año 1947 que alcanzo en Francia a mi padre, de la cual era novia desde antes de  la guerra, o durante el transcurso de esta… increíble, novios durante ocho años correspondiendo únicamente por carta. Por cierto guardo un dibujo que le hizo mi padre a su novia desde el campo de concentración de Argeles, también existía un magnifico porta retrato esculpido en un hueso, pero desgraciadamente esta se ha extraviado)… cuando dejaba algo en el plato o me rehusaba a comer algo que no era de mi agrado, me decía “¡Como se nota que nunca has pasado hambre!”... pero nunca insistio.


Para terminar.
Falta mucho para una total recuperación y en este segundo medio tiempo pueden suceder todavía muchas anécdotas trágicas, cómicas o tragicómicas… pero siento que para no seguir aburriendo al posible lector, llego el momento de suspenderlo.

Espero que dentro de algunos días tenga la suficiente fuerza mental para seguir con mi texto POURQUOI PAS DEMAIN, que será parte esencial de mi legado a mis hijos.


 


junio 17, 2014

TIEMPO DE MUNDIAL… CIENCIA MÉDICA: UNO, LA HUESUDA: CERO… aunque todos sepamos cual es el marcador final y quien se alza con la victoria.



Como en todo cuento macabro respetuoso de las reglas del género… eran alrededor de las doce horas de la media noche.

El hombre de una cierta edad, digamos así como dos tercios de siglos… había terminado su casi diario ejercicio de  lo que según el consistía en su “masturbación neuronal”.

Fue entonces, al preciso momento de apagar su computadora… que un intenso y repentino dolor le oprimió el pecho, irradiando este hacia el brazo izquierdo.

No había casi duda… un infarto al miocardio… la pinche Huesuda quería llevárselo a su cama.

Traicionera pensó… hacía mucho tiempo que el cuándo de su muerte no le preocupaba, había vivido lo que se había atrevido a vivir (poco en realidad)… en cambio tenia años cavilando sobre el cómo. Ni el diagnostico de un cáncer de próstata lo había asustado. Desde el padecimiento sin consecuencias de un pequeño infarto cerebral, y la subsiguiente “limpieza” de su carótida derecha… el sabia que la Parca se lo llevaría como consecuencia de un “accidente cerebro vascular”. Este era su verdadero temor, la posible invalidez corporal y/o mental… lo había conducido a imaginar todos los escenarios posibles para el suicidio, ya fuese de su propia mano ya fuese asistido por una tercera persona.

Así que no podía dejar este mundo como consecuencia de un infarto al corazón… durante algunos minutos le pidió a la Huesuda que lo dejara en paz, que se fuera por alguien más, que era pésimo amante y no le serviría de gran cosa tenerlo en su cama.

Pero indiferente a su suplica… esta seguía insistiendo en su propósito, cada vez con mayor dolor y malestar.

Entendiendo que no lograría zafarse de sus garras… busco ayuda.

Primero de su cariñosa esposa de toda la vida… después de algún discípulo de Galeno y Ambroise Pare, esto si de preferencia un poco mas versado y actualizado en el arte del cuidado de este órgano cuyos latidos, hasta hace poco tiempo, definían el paso de la vida a la muerte.

Decididamente la Huesuda había pensado en todo… imposible de conseguir una ambulancia… así que fue en su coche que la esposa se dirigió con él a Medica Sur.

Ante el incremento del dolor, el desafortunado héroe de este cuento, decidió no seguir hacia Medica Sur… seguro que no llegaban a tiempo. Un paréntesis… ¿si no le temía a la muerte porque esta prisa y esta angustia, porque este “inexplicable”, irracional apego a la vida?

A cuatro o cinco cuadras de su domicilio hacia poco tiempo que habían abierto un nuevo hospital todo de cristal por fuera… se hace una alta en el camino, se ingresa… resulta que este aparentemente modernísimo hospital es un cascaron vacio… el personal de urgencias no sabe bien a bien como proceder, no hay cardiólogo de guardia.

¡¡Vámonos cuando antes!! 

Mientras tanto, la esposa ha conseguido una ambulancia y contactado el cardiólogo PT, quien nos espera en urgencias de Medica Sur… ultimo obstáculo, el paciente ya en la ambulancia… esta no sale sin haber antes pagado la ¿atención recibida?

En camino o llegando… el infartado pierde el conocimiento y no se acordara de nada de lo sucedido hasta su ingreso… en vida… a la unidad coronaria… por lo que entran al relevo uno o varios comentadores ajenos.

Por lo que dicen “los papeles” (y estos no acostumbran mentir) llego en paro cardiorrespiratorio… le aplicaron el procedimiento de resucitación (masaje cardiaco, desfibrilador)… le colocaron con la mayor celeridad posible un stent en la artera obstruida (el cardiólogo dirá que la principal)… alguien le pide su identidad y fecha de nacimiento… contesta acertadamente… ha vuelto… ni tiempo le ha dado de rememorar su vida y ver la pretendida lucecita… seguro que la Parca habrá hecho un terrible berrinche, cuando pensaba que ya era suyo y se lo arrancaron de las manos.

Por lo pronto, la señora ciencia médica y la pericia de los médicos… le ganaron la partida a la traicionera Huesuda.

En el pequeño cubículo de la unidad coronaria en el cual me instalaron… no hay ni día ni noche, el tiempo no pasa, no transcurre… solo, cuando toso,  el intenso dolor secuela de la reanimación. En una escala del uno al diez, me piden evaluar la intensidad del dolor… contesto que este es subjetivo y no puedo determinarlo… es el tipo de pregunta que siempre me ha encabronado… por carecer de parámetros objetivos.

¿Por suerte? me ha tocado el cubículo 3… cuya puerta deslizante se ha colgado y resulta extremadamente difícil cerrar por lo que queda entreabierta… permitiendo asomarme al espacio donde se concentran enfermeras y médicos. Uno de estos trae unos pants del Real Madrid,… cuando soy un Culé empedernido… el breve dialogo no se prolonga.

Oigo una voz, a la vez suave y chillante, que sin saber porque ni de donde, me es conocida… cuando la distingo la reconozco…es la doctora que por sus ojazos y su peineta he nombrado “La Andaluza”. Su presencia es un bálsamo… quizás hasta me enamore por última vez. El enamoramiento… en estas circunstancias, lo único que realmente hace que la vida sea otra cosa que un corazón que palpita, unos pulmones que respiran y una vejiga que se vacía. Un día llega sin su peineta, los pelos sueltos… ¿tendré la osadía de decirle que ya nos es “mi Andaluza”?... obviamente no.

EL mejor y único momento agradable del día… el baño en la cama… me parece del orden del milagro… y sin saber si lo logro del todo, no puedo no tratar de conversar con la o las enfermeras que me lo proporcionan.

Antes de que se me olvide… un sentido y grandísimo agradecimiento a todas las enfermeras, así como, aunque mas lejano, todo el cuerpo médico (bajo la supervisión de mi apreciado cardiólogo de cabecera el Dr Paris Troyo), que me cuidaron, estando al pendiente de que la Parca no se reapareciera.
 
Persistente traicionera… parece ser que esta quiso hacer de las suyas durante dos noches… sin lograr llevarme a su lado.

En la segunda de estas noches… me sentí muy agitado… y sintiendo su fétido aliento a mi lado… pedí al enfermero de guardia que tuviese a bien colocarme en posición vertical, dotarme de una hoja de papel y un bolígrafo. Pude apreciar una cierta indecisión de su parte, pero ante la insistencia de mi reclamo accedió… en esta hoja me despedí de mi familia… con las palabras propias de toda despedida… solicitándoles de favor abrir en mi computadora el archivo “mis últimas voluntades” y tratar de cumplirlas en la mayor medida posible… a sabiendas de que mis hijos harían hasta lo imposible, mas no así el resto de la familia a quienes con toda seguridad les parecería una “babosada” fuera de lugar… para la muerte y la envoltura corporal del que se ha ido, como para todo lo demás, hay reglas inamovibles que tienen que sujetarse al “debido decoro”.
No sé si lo que hizo el enfermero de guardia es contrario al protocolo… pero le agradezco infinitamente su comprensión y humanidad.

Desde el primer o segundo día, mi cardiólogo PT me informo que tenía otras tres arterias coronarias obstruidas por las cuales solo pasaba un hilito de sangre. Me expuso que en estos casos habían dos escuelas (por lo menos es lo que entendí)… la más antigua que aconsejaba proceder a la colocación de los correspondientes stents en un periodo de veinte a treinta días después de la colocación del que me salvo provisionalmente la vida… y otra, más moderna, que, dependiendo de la recuperación del corazón, pretendía que una espera de dos o tres días era suficiente… anunciándome que en su opinión era recomendable proceder a esta angioplastia a la brevedad posible antes de abandonar la unidad coronaria. Haciendo gala de mi ignorancia le dije que él era el experto y que era su decisión.
Si se me permite abro un nuevo paréntesis  para comentar que hemos entrado en la época en que quienes ejercen la dominación y el poder son “los expertos”… lo cual, exceptuando algunos casos como los del famosísimo doctor nazi Josep Mengele y los partidarios del Transhumanismo, me parece perfectamente legitimo en el campo de la ciencia médica… pero extremadamente peligroso cuando estos “expertos” pretendiendo serlo en política  o en economía dirigen a su antojo los destinos del planeta y quienes en ella habitan.

Esta noche, a mis expensas, justo frente a mi cubículo se dio uno reunión de ocho a diez cardiólogos que debatían (o por lo menos es lo que me pareció… y el parecer es la única verdad) de mi caso y mi próxima angioplastia. No entendía sus argumentos médicos… pero lo que me quedaba claro era que unos se pronunciaban a favor, otros en contra y algunos se refugiaban en la abstención… que sea lo que Dios, o en este caso el Dr PT mande.
A partir de este momento me considere como un conejillo de india.

A medida que se aproximaba el momento de la intervención… era cada vez más obvio que un conjunto de médicos (incluso quizás una que otra enfermera) se preparaban para asistir a la misma.

Llegado el momento de entrar a la sala de angioplastia, me percate que, como en las salas destinadas al interrogatorio de los sospechosos, uno de los costados era constituido por un gran vidrio, sin que yo pudiese distinguir quienes se encontraban del otro lado, pero ellos si pudiendo asistir al espectáculo… del éxito o el fracaso… lo que me hizo decir a algún medico cercano, que esta operación se parecía demasiado a un espectáculo… pensado para mí mismo “Show Time”.

Sedado mas no anestesiado, podía escuchar sonidos y distinguir con bastante claridad los médicos que se encontraban a mí alrededor… pero preferí guardar los ojos cerrados casi a lo largo de toda la operación.

¡¡Terminamos… fue todo un éxito!!  Me pareció que unos querían festejar y otros regresar a sus domicilios o sus acostumbradas actividades.

Al abandonar la sala para mi regreso a la unidad coronaria, vi algunos familiares… sonrientes. Más adelante me comentarían que les habían enseñado un video de la intervención… y que era increíble ver como se “iluminaba” el corazón cuando el stent dejaba fluir la sangre. Una de mis cuñadas, profesora de biología, pedirá el video para enseñárselo a sus alumnos.

Dos o tres días más de recuperación en mi cubículo 3 de la unidad coronaria… y me suben a Cuidados Intermedios donde me quedare otros dos o tres días… antes de emprender el regreso a mi casa.

Me salvaron la vida… regrese al mundo de los vivos… pero ya sin poder degustar las crujientes baguettes, los quesos maduros franceses, los embutidos de toda clase y nacionalidad, el paté, las yemas de huevo con azúcar, las copitas de un buen vino.
Lo que llegado a una cierta edad, constituye uno de los pocos, sino el único, placer de la vida.

Me quedara mi acostumbrada y placentera (a veces incluso gozosa) masturbación neuronal (por lo pronto tengo que terminar el texto “Pourquoi pas demain” que dejare en legado a mis hijos)… pero ya no será lo mismo.

Regrese a casa justo para ver empezar el mundial de futbol… pero ya sé que, sin las botanas y las cubas o el tequilito, esta borrachera futbolera será insípida.

En mi particular partido… se que de momento voy ganándole a “La Faucheuse” (versión francesa de la Huesuda mexicana y la Parca griega)… pero también sé que el final del partido está siempre se alza con la victoria… una vez más, hasta que el árbitro silbe el final del partido, cavilare sobre el cómo.


Posdata que pretende ser de agradecimiento (me disculparan por mi parquedad, pero quienes me conocen saben que no estoy muy versado en este género y sentimiento)
Agradezco a mi cariñosa y tierna esposa Marina, que cuando le era permitido, estuvo en permanente contacto conmigo, alentándome... además de todo lo que representa tener que cuidarme desde la casa (sin duda lo más arduo y difícil.)
Agradezco a mis hijos Xavier (que se vino desde Bielsa) y Emilio (que se vino desde Barcelona) su reconfortante presencia y muestras de cariño.
Agradezco a mi nuera Andrea, que se vino desde Barcelona, a la mayor brevedad posible sin solicitar un permiso especial en su trabajo.
Agradezco a toda la familia mexicana, así como a toda mi familia francesa (geográficamente desde lo lejos, pero sentimentalmente cerca) por su apoyo y muestras de cariño.
Agradezco a todos los familiares y amigos (más de mis hijos o de la familia que propios) que vinieron a visitarme sin poder verme.
Por último un grandísimo agradecimiento a mi pequeña nieta Niaya, que me trajo al hospital un estupendo dibujo, lleno de corazones y amor.