mayo 27, 2008

TOMAR LA PALABRA

Me acuerdo de mis veinte años… de esta tarde de mayo… del año 68... haberme subido a la silla del estrado… haber, por primera vez de mi vida, tomado la palabra… haber empezado diciendo “la anarquía no es el desmadre sino la organización del caos”… sonrojarme… sudar… callarme… bajarme.

Desde entonces… cuarenta años de silencio.






EL DEBER DE LA PALABRA


Pierre Clastres


Hablar, es ante todo detentar el poder de hablar. O más aún el ejercicio del poder asegura el dominio de la palabra: sólo los amos pueden hablar. Con respecto a los sujetos: conminados al silencio del respeto, de la veneración o del terror. Palabra y poder mantienen relaciones de tal naturaleza que el deseo de una se realiza en la conquista del otro. Príncipe, déspota o jefe de Estado, el hombre de poder es siempre no sólo el hombre que habla, sino la única fuente de palabra legítima: palabra empobrecida, pobre pero rica en eficiencia pues se llama mando y no quiere sino la obediencia del ejecutor. Extremos inertes por sí mismos, poder y palabra no subsisten el uno sin el otro, cada uno de ellos es sustancia del otro, poder y palabra se establecen en el acto mismo de su encuentro. Toda toma de poder es también una ganancia de palabra.

Todo ello concierne en primer lugar a las sociedades fundadas en la división: amos-esclavos; señores-sujetos; dirigentes-ciudadanos, etc. La marca primordial de esta división, su lugar privilegiado de despliegue, es el hecho masivo, irreductible, quizás irreversible, de un poder separado de la sociedad global en el que sólo algunos miembros lo detentan, de un poder que, separado de la sociedad, se ejerce sobre ella y, si fuese necesario, en contra de ella. Lo que aquí ha sido designado es el conjunto de las sociedades con Estado, desde los despotismos más arcaicos hasta los Estados totalitarios más modernos, pasando por las sociedades democráticas en las que el aparato de Estado, si bien liberal, no aloja menos en sí el amo lejano de la violencia legitimada.

Vecindad, buena vecindad de la palabra y del poder: he aquí que suena claro a nuestros oídos largo tiempo acostumbrados a la escucha de aquella palabra. Ahora bien, no se pude desconocer esa enseñanza decisiva de la etnología: el mundo salvaje de las tribus, el universo de las sociedades primitivas o aún - y es lo mismo - de las sociedades sin Estado, ofrece extrañamente a nuestra reflexión esta alianza ya revelada, pero para las sociedades con Estado, entre el poder y la palabra. Sobre la tribu reina su jefe y este igualmente reina sobre las palabras de la tribu. En otros términos, y particularmente en el caso de las sociedades primitivas americanas, el indígena, el jefe - el hombre de poder - detenta también el monopolio de la palabra. No es necesario preguntar a estos salvajes: ¿quién es vuestro jefe? sino mas bien: ¿quién de entre ustedes es el que habla? Amo de las palabras: numerosos grupos nombran así a su jefe.

No se puede pues, al parecer, pensar el uno sin la otra, el poder y la palabra, puesto que su vínculo, claramente metahistórico, no es menos indisoluble en la sociedades primitivas que en las formaciones estatales. Sin embargo sería poco riguroso ceñirse a una determinación estructural de esta relación. En efecto, el corte radical que divide a las sociedades, reales o posibles, según sean estatales o no, este corte no dejaría indiferente el modo de enlace entre poder y palabra. ¿Cómo se opera esto en sociedades sin Estado? El ejemplo de las tribus indígenas nos enseña.

En ellos se revela una diferencia, a la vez la más aparente y la más profunda, en la conjugación de la palabra y del poder. Esta diferencia radica en que si en las sociedades con Estado, la palabra es el derecho del poder, en las sociedades sin Estado, por el contrario, la palabra es el deber del poder. O bien, para decirlo de otro modo, las sociedades indígenas no reconocen a su jefe el derecho a la palabra por el hecho de ser su jefe: exigen del hombre destinado a ser su jefe que pruebe su dominio sobre las palabras. Hablar es para el jefe una obligación imperativa, la tribu quiere oírlo: un jefe silencioso ya no es un jefe.

Y que no se preste a equívocos. No se trata aquí del placer, tan vivió en muchos salvajes, hacia los bellos discursos, por el talento oratorio, por el afán de hablar. No se trata aquí de cuestiones de estética, sino de política. En la obligación de que el jefe sea hombre de palabra se advierte en efecto toda la filosofía política de la sociedad primitiva. Allí se despliega el verdadero espacio que ocupa el poder, espacio que no es el que pudiera creerse. Y es la naturaleza de este discurso cuya repetición la tribu vela cuidadosamente, es la naturaleza de esta palabra guía que nos indica el lugar real del poder.

¿Qué dice el jefe? ¿Qué es una palabra de jefe? Es, en primer lugar, un acto ritualizado. Casi siempre el líder se dirige al grupo cotidianamente, al alba o al crepúsculo. Extendido en su hamaca o sentado cerca del fuego, él pronuncia con voz fuerte el discurso esperado. Y su voz, por cierto, necesita potencia para hacerse oír. Nada de recogimiento, nada de silencio mientras habla el jefe, cada uno sigue tranquilamente, en sus ocupaciones como si de nada se tratara. La palabra del jefe no es dicha para ser escuchada. Paradoja: nadie presta atención al discurso del jefe. O mas bien se finge la desatención. Si el jefe como tal debe someterse a la obligación de hablar, las gentes a las cuales se dirige, en revancha deberán parecer no oírlo.

Y, en esencia estos no pierden, si es posible decirlo, nada. ¿Por qué? Porque literalmente, el jefe no dice nada. Su discurso consiste esencialmente en una celebración, numerosas veces repetida, de las normas de vida tradicional: “Nuestros antepasados se sintieron bien por vivir como vivían. Sigamos su ejemplo y de este modo llevaremos juntos una existencia tranquila”. He aquí más o menos a qué se reduce un discurso de jefe. Comprendemos así que no es algo inquietante para aquellos a quienes va dirigido.

¿Qué quiere decir hablar en este caso? ¿Por qué el jefe de la tribu debe hablar para no decir nada? ¿A qué demanda de la sociedad primitiva responde esta palabra vacía que emana del lugar aparente del poder? Vacío, pues el discurso del jefe no es un discurso de poder: el jefe está separado de la palabra porque está separado del poder. En la sociedad primitiva, en la sociedad sin Estado, el poder no se encuentra del lado del jefe: de lo cual resulta que su palabra no puede ser palabra de poder, de autoridad, de mando. Un orden: es lo que el jefe no sabría dar, he aquí el tipo de plenitud rehusada a su palabra. Aquel jefe lo bastante loco para soñar, no tanto con el abuso de poder que no posee, sino con el uso mismo del poder: a un jefe que quiere ser jefe se lo abandona: la sociedad primitiva es el lugar del rechazo de un poder separado, puesto que ella misma y no el jefe es el lugar real del poder.

La sociedad primitiva sabe, por naturaleza, que la violencia es la esencia del poder. En este saber radica el cuidado constante por mantener separados uno de otro el poder y la institución, el mando y el jefe. Y es el campo mismo de la palabra quien asegura la demarcación y traza la línea de división. Constriñendo al jefe a moverse sólo en el elemento de la palabra, es decir, en el extremo opuesto a la violencia, la tribu se asegura que todas las cosas permanezcan en su lugar, que el eje del poder se reparta en el cuerpo exclusivo de la sociedad y que ningún desplazamiento de fuerzas venga a alterar el orden social. El deber de palabra del jefe, ese flujo constante de palabra vacía que debe a la tribu, es su deuda infinita, la garantía que prohíbe al hombre de palabra llegar a ser hombre de poder.





mayo 25, 2008

NOS ASOMAMOS AL PRECIPICIO... PERO NO TODO ESTA PERDIDO.



Domingo 25 de mayo del 2008, 09:49 horas... solo el calendario y la hora que aparece en mi computadora me aseguran que realmente estas sean la fecha y la hora reales… reales para quien, en que lugar del planeta… para mi en un espacio y tiempo determinado… determinado para quien… en función de que… mi realidad es la realidad de todos… o solo Mi realidad.
El punto es que me puse frente a esta computadora para hacer la programación de la producción de la semana que viene…¿porque?... porque se supone que es parte de mi trabajo…¿cuál es mi trabajo?... ¿que sentido tiene hacer este trabajo?... siquiera tiene algún sentido… digo para mi… ya se que posiblemente… para quienes mandan… tenga algún sentido… aunque dudo que este sentido vaya mucho mas allá del simple gozo que puede procurar el sentimiento de creer que ejercemos algún dominio… no importe de que naturaleza ni en que ámbito, ni sobre que o quien… lo importante es que dominemos… ejercitamos la dominación… y esto es lo que realmente cuenta… nos trajeron a este mundo sin preguntarnos… nos aventaron aquí… sabemos que este paso será breve e inconsistente… no éramos nada … y a la nada regresaremos… por lo que lo único que puede cargar de algún sentido nuestra pasajera presencia en el mundo de los vivos… y lo no vivo… es la dominación… el sentimiento que no somos una nada en la nada… dado que algo, alguien… depende de nuestro poder… la imprescindible sensación de poder… que solo otorga la dominación… si el poder de los dioses es crear... el de los hombres es dominar... la sensación de que algo o alguien esta sometido a nuestro dominio… nuestra voluntad... sometido por la fuerza… quizás… seguramente… el dominio siempre es el ejercicio de una fuerza… pero para nuestras modernas mentes… desarrolladas mentes… el máximo gozo del ejercicio de la dominación es el que proviene de nuestra mente mas que de nuestro cuerpo… porque creemos que ahí es donde radica la humanidad… nuestra humanidad… en la mente… la de todos … y la nuestra… el razonamiento… la capacidad de distinguir entre el bien y el malo… la verdad no existe… los valores absolutos tampoco… no… simplemente distinguir entre lo conveniente y lo inconveniente… para nosotros... para mi... es una simple cuestión de intereses… y no de valores… de lo que se trata no es de juzgar... valorar… sino de calcular… benditas sean las matemáticas… que seria de nosotros… de nuestra moderna humanidad… sin las matemáticas.
Dostoyesvki escribió… en alguna parte… no me acuerdo donde… aunque supongo que en algún trozo de papel… al no ser que en alguna pared de alguna cárcel… o algún manocomio... si es que alguna vez en su vida piso un manicomio… cárcel, manicómio… los dos únicos espacios donde la humanidad organizada como tal permite que el encerado en su cuerpo y su mente… pueda volar.
Decía…escribía… Dostoyevski… dijo… escribió… que… si dos mas dos no pueden ser mas que cuatro… ya no hay mas vida sino muerte.
La razón matemática… hija del deseo de la dominación… la sin razón de la vida… de nuestra vida… madre de nuestro deseo de dominación… del ejercicio del poder… sobre lo que sea, quien sea… muerto Dios… madre de la razón matemática… madre del utilitarismo… madre del economicismo… madre de la mercantilización de la vida toda.
No pretendo el regreso de Dios… del engaño… del temor… pretendo la llegada de una humanidad liberada de toda dominación… del ejercicio de todo poder… una vida en la cual el sentimiento de la existencia… MI existencia… y el gozo… MI gozo… se multiplique… se ensanche… con el gozo del sentimiento de la existencia de todos los demás…

Sabiendo que… por lo pronto me resulta todavía imposible sustraerme del todo a mis obligaciones laborales… pero que poco a poco voy ganando… centímetro a centímetro… esta liberación… cumpliré… si no hoy… por lo menos mañana… con mi obligación de planear la producción semanal… pero que… eso si… y porque así lo vengo haciendo desde principios de este año… no averiguare nunca en que grado dicha programación se cumple…y ni siquiera si se cumple…. de igual modo que seguiré asistiendo a las juntas del Consejo… por la tertulia… o el chacoteo previo… pero dejare de intervenir… y mucho menos presentar algún reporte… en el cual no creo… como tampoco nadie cree… en la utilidad… de ninguno.
Todos sabemos que solo se trata de cumplir con una cierta liturgia… y que terminado el Consejo… todos los asistentes son plenamente conscientes de la perfecta inutilidad del mismo… y que bueno que así sea… todavía hay alguna esperanza… nos asomamaos al precipicio... pero no todo esta perdido.... todavia podemos disfrutar del vértigo... antes de saltar... para caer... para volar... antes de caer... trascender su condición... espejismo... ¿utopía?

mayo 06, 2008

¿RESISTENCIA CIVIL PACIFICA O RESISTENCIA CIUDADANA ARMADA?


¡Hermosa fotografía!


¿Qué vemos?
La clausura de lo que los medios describen como “la mas alta tribuna política” del país.
¡Un secuestro!... ¡un atentado!... ¡Dios, que horror!... ¡un sacrilegio!... persignémonos… el mismo Satanás, disfrazado de “Peje”, ha osado mancillar de su odio por las instituciones (que como siempre nos dieron los padres de la Patria) la impoluta tribuna desde la cual los representantes del Pueblo (¡nuestros representantes!) cumplen, con republicana abnegación (lastima que en tiempos normales los mismos fariseos se pasen el tiempo despotricando a toda hora contra estos mismos representantes de la voluntad popular), con su sagrada misión de expedir las leyes que nos gobiernan.
Un artero atentado de unos cuantos “violentos” (a las ordenes de un emulo de algunos de los mas emblemáticos carniceros y dictadores de la historia mundial) contra lo que permite y garantiza la convivencia pacifica de los mexicanos. Desde 2006 el linchamiento mediático (que se esconde casi siempre el anonimato) es el deporte favorito de la derecha mexicana heredera del sinarquismo.
Me permito abrir un breve paréntesis, ¿por qué será que en compañía de Hitler, Musolini y Pinochet se les ocurre mencionar a Huerta (que pobrecito se queda muy chiquito en comparación con los demás mencionados) pero se olvidan de Franco?.


A esta virulenta denigración, quienes acostumbran apoyar a AMLO (todo el mundo sabe que estas iniciales son las de Andrés Manuel López Obrador, también apodado por sus enemigos “peje” o simplemente “el señor López” o a ultimas fechas el “señor peje”) claman alto y fuerte que la pretendida arremetida de de AMLO contra las instituciones es una exageración, una deformación, un embuste, una exageración de la verdadera intención de AMLO, la cual se limita a intentar detener la encubierta privatización de PEMEX.


En lo coyuntural puede que así sea, que solo se busque parar la reforma (que en realidad solo será pospuesta, la magnitud de los intereses en juego es demasiada para que un pretendido debate nacional pueda cancelarla) pero no hay duda de que la “dimensión simbólica” de la clausura de la tribuna si expresa un explicito rechazo de las actuales instituciones, o por lo menos un severo cuestionamiento de las mismas.
¿Por qué no asumir esta dimensión que es real, porque negarla?. Que el Poder aproveche la oportunidad para desacreditar el acto, la persona y el proyecto político, es normal. Serian idiotas de no hacerlo…pendejos de no sacar partido de lo que ellos consideran como un graso error… o se esfuerzan en presentar como tal. Que nuestros poderosos caballeros se enfundan en la armadura de la legalidad, el respeto al estado de derecho y otras falacias por el estilo, para salir en defensa de la ultrajada dama, es su rol… pero que los supuestos partidarios de AMLO se quejen de esta actitud, es sencillamente pueril.


El mismo López Obrador manda las instituciones a la mierda, pero acepta jugar en la cancha de estas con sus reglas… cuando todos sabemos (o deberíamos de saber) que en política quien acepta jugar en la cancha del adversario respetando las reglas del juego diseñadas e impuestas por el, acepta de antemano su derrota. La tan cacareada (o vilipendiada) resistencia civil pacifica es solo un tapa rabo que oculta la anticipada capitulación de quien la promueve. Como quedo mas que demostrado con el famoso “plantón de Reforma”, se trata de una resistencia que inmoviliza la creciente disposición de muchos a la lucha en vez de llevarla (la disposición como tal y no quienes están dispuestos a) a la única acción de resistencia que representa una verdadera amenaza para el poder… la inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.


Después de la elección presidencial del 2006, el señor López Obrador (y con el muchos de quienes depositaron en el su esperanza en que ahorra si, “primero los pobres”) tomo conciencia de que las instituciones y la legalidad no son mas que los instrumentos que permiten a quienes detentan el verdadero poder y lo ejercen a través de sus representantes (que el poder se encarga de presentar como los representantes no solo de quienes supuestamente lo eligieron sino de la abstracción “Pueblo”) hacerse del mismo, ejercerlo, disfrutarlo y asegurar su permanencia en el mismo. Sin embargo, no se atreve a tirar las conclusiones políticas (en el sentido de las acciones a tomar para combatir al poder o por lo menos ofrecerle resistencia) de esta “toma de conciencia.” Acampa en una posición intermedia entre una acción respetuosa de la legalidad (haciendo uso de los instrumentos “permitidos” por esta) y otra que iría mas allá de esta legalidad. Es como si un boxeador tuviese las dos manos atadas al cuerpo y aceptase que le desataran una de estas para pelear con un adversario que pudiese hacer uso de sus dos manos. Esto además de que fuese un peso súper pluma y su contrincante un peso pesado, que el réferi fuera empleado de su adversario y que este no solo tuviese el uso de sus dos manos sino un arma en cada una de ellas. Siguiendo con esta metáfora, lo primero que tendría que hacer (si es que quiere seguir con vida) es bajarse del ring, para no volver a subirse en el, desatarse la otra mano, tratar el también de conseguir armas (aunque sean menos sofisticadas que las de su adversario), acosarlo y golpearlo de improviso antes de retirarse de inmediato y repetir la dosis.


Creamos nuestra existencia y nuestra comunidad… o cuando menos resistamos.


¿Por qué quedarse en la cancha del adversario, porque esta dualidad, recurrir a acciones que a veces se desarrollan en el seno mismo de las instituciones (las utilizan, tratan de aprovecharlas) y a veces en sus orillas… pero eso si siempre respetuosas de la legalidad?. El argumento de mas peso, al que siempre se recurre, es el que dice que adentrarse en el camino de la ilegalidad lleva irremediablemente a la violencia, la perdida de gran parte de los seguidores, exponiéndolos a la represión desatada por la bestia que solo espera este momento (este garrafal error) para aniquilarlos. El otro es el que da por un hecho que una vez subido al tren de la violencia, ya no hay retorno posible y que visto la disparidad de las fuerzas, la derrota es mas que segura. Lo cual es una sola y misma cosa, un solo y mismo resultado, la derrota fruto de la previa aniquilación… no sola política sino física.


Posiblemente, pero no todo es el empleo de una fuerza bruta contra otra de misma naturaleza. Aquí también no se trata de atacar al enemigo empleando sus mismas tácticas, sus mismas armas, en el campo escogido por el o al que nos quiere llevar. Se trata de atacarlo en donde mas le duele, con el máximo de daños (que generalmente no son daños relacionados con la perdida de vidas humanas) en su estructura, en las áreas vitales para su sobrevivencia como entidad encargada de todo lo que posibilita y asegura el optimo funcionamiento de la maquinaria proveedora de las bases materiales y el sustento cultural del conglomerado de individuos que integran un determinado espacio organizado en función de la dominación de unos sobre otros.


Regresando al porque de la “indecisión” de AMLO, lo mas probable es que la razón ultima de esta no radique tanto en el temor a una posible represión con la consiguiente derrota, sino mas bien al hecho definitorio de que la finalidad ultima del movimiento lopezobradorista no es “la implantación de un nuevo orden”, sino ocupar las instituciones que le permitan el ejercicio del poder y a partir de esta ocupación (toma del poder mediante acciones siempre enmarcadas en la legalidad) tratar de implementar sus políticas. Lo cual, sea dicho de paso, resultaría mas que difícil, para no decir imposible, dado que la realidad del poder no se encuentra en las instituciones políticas (que no son mas que una simulación, una engañosa representación) sino en las relaciones de fuerza en el campo social y económico.
La implantación de un nuevo orden no puede ser fruto de la ocupación de unas “instituciones tapa rabo”, (cuya función es precisamente de impedir todo cambio de orden, simulando un supuesto cambio de políticas que asegure la perennidad del orden vigente, el famoso “que todo cambie para que todo permanezca igual”). Cualquier cambio, que pretenda la implantación de un orden cuyas bases y finalidades sean la verdadera democracia (que no es la democracia representativa, sino el gobierno de la polis por el pueblo para el pueblo, dándole al termino pueblo su significado de “agregado” de quienes en el respeto de la autonomía de su humanidad integran la comunidad en la vida de la cual participan) y la solidaridad (entendida esta básicamente como la aplicación del precepto de “a cada quien según sus necesidades”). No puede nacer mas que sobre las ruinas del orden anterior y ser el resultado de la espontaneidad de los actores que van edificando (sin guías ni plan preconcebido por estos mismos) el nuevo orden con el único propósito de edificar una comunidad de hombres en la cual se haya desterrada la gangrena de la dominación. Por esto convendría sustituir el termino “edificando” por el de “creando”, siendo quienes participan de esta gesta los creadores de su propia humanidad, la cual pasa por la creación de la comunidad que sustente (posibilite) dicho proceso de creación… la libre creación de su propia existencia, al tiempo que participa en igualdad de condiciones de la creación de la comunidad en la cual desarrolla su propia existencia. Dándose la creación de la existencia del individuo y la creación de la comunidad en un movimiento simultáneo y simbiótico (en su sentido primero de duradero y recíprocamente provechoso), siendo la primera condición de la creación de la segunda y esta a su vez condición de la creación de la primera.


La adjetivisación critica y casi “natural” (de todo sujeto pensante normalmente constituido) a semejante pretensión será sin duda la de utópica y mesiánica… sin olvidar la mas puramente marxista (de parte de quienes se dicen o consideran marxistas por haber saciado su sed de teorización revolucionaria al abrevadero de las organizaciones marxistas leninistas) de la “falta de condiciones objetivas” o cualquier irresponsable desvarió bajo el influjo de la “enfermedad senil” de un izquierdismo, de la índole que sea.


Quizás podamos darle su parte de crédito a tal adjetivisación (únicamente en cuanto a lo “tardado” de tal creación mas no a su imposibilidad), pero lo que si resulta incomprensible (y por lo tanto imperdonable) es que no se intente, ni de la mas remota manera, oponerse a la vigencia del orden presente… resistir a su dominio sobre la vida… nuestra vida. ¡Si la ausencia de uno en este espacio y tiempo, se puede todavía llamar vida!.




Inmovilicemos su imperiosa necesidad de movilidad.


Frente a un aparato mediático totalmente controlado por quienes detentan el poder, y la firme disposición de los poderes fácticos y quienes los representan en las instituciones de recurrir al empleo de la violencia del Estado (sin la mas mínima consideración humanitaria y, al contrario, con todo el peso de la Ley) la resistencia civil pacifica no tiene la mas mínima posibilidad de presentar una efectiva resistencia a los embates de quienes no están dispuestos a ver disminuido el ejercicio de SU poder cuando son SUS intereses los que se encuentran juego. Cuando así les convenga, podrán aparentar dar marcha atrás (como hoy con la mas que calculada concesión al desarrollo de un debate sobre “el rescate de PEMEX”, cuando la decisión ya esta tomado y los contratos firmados) pero será solo en función de consideraciones de orden táctico, sin ceder en lo esencial y con la intención de dar un paso atrás… para tomar mejor impulso y llegar unos cuantos centímetros mas allá de la meta inicial.


Antes de proseguir, llego el momento de una importante aclaración previa.
Como lo exprese en el transcurso de este texto y anuncie desde el titulo mismo de la entrada, lo que se rechaza, por inoperante, es lo que se viene llamando como “Resistencia civil pacifica”, sugiriendo sustituirlo por el de “Resistencia ciudadana armada”.
Ciudadana y no civil, porque hoy en día la acepción de “civil” refiere a todo lo que no es parte de los órganos de gobierno. Cuando la acepción de “ciudadana” refiere a lo que no somos… y no quieren que seamos… miembros activos de la comunidad a la cual pertenecemos, participando activamente, según nuestra buena voluntad y haciendo uso de nuestra libertad, en la toma de las decisiones que involucran nuestra propia existencia y la de la comunidad como tal.
Armada y no pacifica, porque aunque rechacemos el empleo del terrorismo como arma política (terrorismo significando la muerte deliberada inflingida a seres humanos que no tienen mas responsabilidad política que la de su pasividad, la cual es parte de su libertad y no puede tener otra sanción que no sea su propia vergüenza al disfrutar de los bienes y servicios de la comunidad sin haber participado en su creación y/o la toma de decisión que la precedió) sabemos que una resistencia efectiva requiere del empleo de artefactos que las autoridades consideran como armas… y lo son… como explosivos, armas de autodefensa (de fuego o blancas)… pero también todo los objetos (materiales o no como por ejemplo los virus informáticos) que puedan servir a combatir el enemigo, pegándole, con la mayor efectividad posible, donde mas le duele.
La inmovilización de su imperiosa necesidad de movilidad.


Hoy, la base del nuevo orden económico (de la totalidad el “orden” como tal) es la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, personas y mercancías en general, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.).
Base (tanto operativa como “valorativa” en el sentido de creadora de valor de cambio… y no de uso) que a su vez descansa en gran medida sobre el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión. Al carecer de energía este “orden” carecerá de la movilidad y velocidad que requiere para mantenerse como tal… como orden.
Movilidad, velocidad y gasto energético que al ser las fuerzas motrices que aseguran el óptimo desempeño de este orden, al tiempo que constituyen su esencia misma, son también su principal talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera mas apropiada su nombre).
Se trata de estorbar, obstaculizar, frenar, bloquear, congelar, detener, inmovilizar, paralizar el movimiento y las comunicaciones, como tales, en tanto que tales… y en forma particular la producción y transporte de la energía.


Desde la simple acción individual, hasta acciones masivas y concertadas de organizaciones sociales y/o políticas, pasando por la de pequeñas células clandestinas y autónomas (cuyo principio es el de tomar el mínimo de riesgos, para provocar en un mínimo de tiempo, el máximo daño posible… sin lideres mediáticos, manifiestos o reivindicaciones). Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales se dan los movimientos y tienen lugar las comunicaciones (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.)


Insistiendo en la acción (individual o concertada) sobre el lugar de trabajo. Desde el mas simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de paros y huelgas, pasando claro esta por la joya de 21 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades). Quizás sea la mas arriesgada de todas dado que puede ser la mas visible, la acción cuya autoría es la mas evidente (aunque tratándose de una acción bien pensada y armada, resulta bastante difícil dar con la “autoría intelectual” de la misma, siempre y cuando el previo trabajo de inteligencia consistiendo en detectar los infiltrados e informadores haya sido bien llevado a cabo) pero tiene también la gran virtud de ser la que involucra de forma directa la principal victima de este orden: el trabajador (no solo en el sentido habitual del obrero manual que labora en una fabrica, sino todo aquel que se ve en la obligación de vender su fuerza o capacidad de trabajo con la única finalidad de asegurar su supervivencia física y la de quienes dependen económicamente de el o del núcleo familiar).
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde pueden oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.
Tercera, porque es en estas acciones de resistencia en el lugar de trabajo mismo que se “desarrolla” la toma de conciencia de que los propietarios de los medios de producción (empresarios privados o el Estado) son prescindibles, que los trabajadores son perfectamente capaces de implementar la autogestión de sus centros de trabajo coordinándolos entre ellos, produciendo y distribuyendo sus productos ya no en función de una lógica de mercado o los dictados de alguna burocracia, sino de unas necesidades sociales definidas por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Repórtense a las exitosas experiencias libertarias de los años 36 y 37 en plena guerra civil española, la toda primera etapa de los soviet en los primeros días de la revolución soviética, las experiencias de los “consejos obreros” de principios del siglo XX en Alemania e Italia. Todos exitosos a pesar de las adversas condiciones… y por lo tanto, todos reprimidos a sangre y fuego por quienes defendían la perennidad del Mercado o los intereses de las burocracias pretendidamente comunistas.


De locura y vampiro.


Las buenas almas (¿en perdición?) que se pasean (quizás por la Alameda) dirán que alguien que acepta hacer el ridículo escribiendo semejantes sandeces es sin lugar a dudas en “resentido social” (expresión que, al estarse poniendo de moda desde hace algún tiempo, es síntoma inequívoco del ensanchamiento de la brecha social y del recrudecimiento de la correspondiente confrontación entre sus beneficiarios y quienes padecen su exclusión)… pero siento mucho informarles a estas buenas almas que se equivocan rotundamente… no soy un resentido social, sino algo mucho peor (no se me preocupen, para mi y no para ustedes) un “traidor”. Traidor a mis origines y a mis ideales (dos palabras u conceptos quizás grandilocuentes… pero que, al igual que para todos, son mis raíces… y dicen por ahí que cuando las raíces se secan o pudren, la planta muere.) Una toma de posición de este calibre, una actitud tan esquizofrenica, es sin duda alguna lo que permite que cada mañana pueda verme en el espejo sin vomitar o cortarme las venas (proceder del romántico imaginario del siglo antepasado que hoy en día se sustituye por la mas prosaica toma de la adecuada cantidad de antidepresivos o cualquier tipo de píldoras para dormir el sueño eterno).
En cuanto a quienes sustituyen prontamente problemáticas de hondas raíces sociales por la sencilla salida de alguna vergonzante enfermedad mental (como lo eran antes las enfermedades venéreas)… y tachan mi actuar de locura, simplemente les digo que confunden la enfermedad con el remedio… y que un error de esta magnitud debería de llevarlos a cuestionar seriamente su propia pertenencia a la humanidad… la verdadera humanidad y no ese remedo de humanidad en que todos nos hemos hoy convertidos.
No hay duda de que la asimilación consentida, la servidumbre voluntaria y la traición a sus origines e ideales son tan o mas poderosas que el empleo de la violencia coercitiva.
No hay duda de que la sobrevivencia de este sistema que niega cotidianamente y destruye a fuego lento la humanidad de quienes sobreviven en el, rebajándolos al simple estatuto de signos y mercancía… debe mucho a peroratas como estas… hasta el día en que en lugar de dedicar su tiempo a esta terapia se desate una inmensa ola de acusadores suicidios… o mucho mejor, de atentados (u cualquier otra acción) que paren en seco este sistema… lo inmovilicen… corten de un tajo las venas por las cuales circulan la savia que lo alimenta y le da vida… y pare la hemorragia de quienes día con día se desangran.

¿Quién, quienes, se atreverán a clavarle la estaca al corazón de este vampiro?

mayo 01, 2008

Mayo del 68 visto con ojos de hoy


Lo utópico es pensar que el actual sistema capitalista puede reproducirse de forma indefinida. La catástrofe se avecina. De ahí la actualidad de la consigna de Mayo del 68: "Seamos realistas, pidamos lo imposible".

SLAVOJ ZIZEK

Reflexión tomada del diario “El País”, del 01/05/2008… sin su permiso dado que a mi juicio la transmisión de conocimientos, ideas y experiencias no puede ni debe sujetarse a las leyes de la Economía o del Poder.
La reflexión es del autor y no del medio que la publica.

Uno de los graffiti que aparecieron en los muros de París en Mayo del 68 decía: "¡Las estructuras no andan por la calle!". Pero la respuesta de Jacques Lacan fue que eso era precisamente lo que había ocurrido en 1968: las estructuras salieron a la calle. Los sucesos más visibles y explosivos fueron la consecuencia de un desequilibrio estructural, el paso de una forma de dominación a otra, en términos de Lacan, del discurso del amo al discurso de la universidad.

Existen buenos motivos para mantener una opinión tan escéptica. Como dicen Luc Boltanski y Eve Chiapello en The New Spirit of Capitalism, a partir de 1970 apareció gradualmente una nueva forma de capitalismo, que abandonó la estructura jerárquica del proceso de producción al estilo de Ford y desarrolló una organización en red, basada en la iniciativa de los empleados y la autonomía en el lugar de trabajo. En vez de una cadena de mando centralizada y jerárquica, tenemos redes con una multitud de participantes que organizan el trabajo en equipos o proyectos, buscan la satisfacción del cliente y el bienestar público, se preocupan por la ecología, etcétera. Es decir, el capitalismo usurpó la retórica izquierdista de la autogestión de los trabajadores, hizo que dejara de ser un lema anticapitalista para convertirse en capitalista. El socialismo, empezó a decirse,no valía porque era conservador, jerárquico, administrativo, y la verdadera revolución era la del capitalismo digital.

De la liberación sexual de los sesenta ha sobrevivido el hedonismo tolerante cómodamente incorporado a nuestra ideología hegemónica: hoy, no sólo se permite, sino que se ordena disfrutar del sexo, y las personas que no lo logran se sienten culpables. El impulso de buscar formas radicales de disfrute (mediante experimentos sexuales y drogas u otros métodos para provocar un trance) surgió en un momento político concreto: cuando "el espíritu del 68" estaba agotando su potencial político. En ese momento crítico (a mediados de los setenta), la única opción que quedó fue un empuje directo y brutal hacia lo real, que asumió tres formas fundamentales: la búsqueda de formas extremas de disfrute sexual, el giro hacia la realidad de una experiencia interior (misticismo oriental) y el terrorismo político de izquierdas (Fracción del Ejército Rojo en Alemania, Brigadas Rojas en Italia, etcétera). La apuesta del terrorismo político de izquierdas era que, en una época en la que las masas están inmersas en el sueño ideológico del capitalismo, la crítica normal de la ideología ya no sirve, así que lo único que puede despertarlas es el recurso a la cruda realidad de la violencia directa, l'action directe.

Recordemos el reto de Lacan a los estudiantes que se manifestaban: "Como revolucionarios, sois unos histéricos en busca de un nuevo amo. Y lo tendréis". Y lo tuvimos, disfrazado del amo "permisivo" posmoderno cuyo dominio es aún mayor porque es menos visible. Aunque no hay duda de que esa transición fue acompañada de muchos cambios positivos -baste con mencionar las nuevas libertades y el acceso a puestos de poder para las mujeres-, no hay más remedio que insistir en la pregunta crucial: ¿tal vez fue ese paso de un "espíritu del capitalismo" a otro lo único que realmente sucedió en el 68, y todo el ebrio entusiasmo de la libertad no fue más que un modo de sustituir una forma de dominación por otra?

Muchos elementos indican que las cosas no son tan sencillas. Si observamos nuestra situación desde la perspectiva del 68, debemos recordar su verdadero legado: el 68 fue, en esencia, un rechazo al sistema liberal-capitalista, un no a todo él. Es fácil reírse de la idea del fin de la historia de Fukuyama, pero la mayoría, hoy día, es fukuyamaísta: se acepta que el capitalismo liberal-democrático es la fórmula definitiva para la mejor sociedad posible y que lo único que se puede hacer es lograr que sea más justa y tolerante. La única pregunta que cuenta hoy es: ¿respaldamos esta naturalización del capitalismo, o el capitalismo globalizado actual contiene antagonismos lo suficientemente fuertes como para impedir su reproducción indefinida?

Dichos antagonismos son (por lo menos) cuatro: la amenaza inminente de la catástrofe ecológica; lo inadecuado de la propiedad privada para la llamada "propiedad intelectual"; las implicaciones socio-éticas de los nuevos avances tecnocientíficos (sobre todo en biogenética); y las nuevas formas de apartheid, los nuevos muros y guetos. El 11 de septiembre de 2001, cayeron las Torres Gemelas; 12 años antes, el 9 de noviembre de 1989, cayó el Muro de Berlín. El 9 de noviembre anunció los "felices noventa", el sueño del "fin de la historia" de Fukuyama, la convicción de que la democracia liberal había ganado, de que la búsqueda se había terminado, de que la llegada de una comunidad mundial estaba a la vuelta de la esquina, de que los obstáculos a ese final feliz digno de Hollywood eran meramente empíricos y contingentes (bolsas locales de resistencia cuyos líderes no habían comprendido aún que había pasado su hora). Por el contrario, el 11-S es el gran símbolo del fin de los felices noventa de Clinton, el símbolo de la era que se avecina, en la que aparecen nuevos muros en todas partes, entre Israel y Cisjordania, alrededor de la Unión Europea, en la frontera entre Estados Unidos y México.

Los tres primeros antagonismos antes citados afectan a los elementos que Michael Hardt y Toni Negri denominan "comunes", la sustancia común de nuestro ser social, cuya privatización es un acto violento al que hay que resistirse por todos los medios, incluso violentos, si es necesario. Son los elementos comunes de la naturaleza externa, amenazados por la contaminación y la explotación (el petróleo, los bosques, el hábitat natural); los elementos comunes de la naturaleza interna (la herencia biogenética de la humanidad), y los elementos comunes de la cultura, las formas inmediatamente socializadas de capital "cognitivo", sobre todo el lenguaje, nuestro medio de comunicación y educación, pero también las infraestructuras comunes del transporte público, la electricidad, el correo, etcétera.

Si se hubiera permitido el monopolio a Bill Gates, nos encontraríamos en la absurda situación de que un individuo concreto poseyera literalmente todo el tejido de software de nuestra red esencial de comunicación. Lo que estamos comprendiendo de manera gradual son las posibilidades destructivas, hasta la autoaniquilación de la propia humanidad, que se harán realidad si se da carta blanca a la lógica capitalista de encerrar esos elementos comunes. Nicholas Stern tiene razón al caracterizar la crisis climática como "el mayor fracaso de mercado de la historia humana". ¿Acaso la necesidad de establecer el espacio para una acción política mundial que sea capaz de neutralizar y canalizar los mecanismos de mercado no sustituye a una perspectiva propiamente comunista? Así, la referencia a los "elementos comunes" justifica la resurrección de la idea de comunismo: nos permite ver el "encerramiento" progresivo de esos elementos comunes como proceso de proletarización de quienes, con él, quedan excluidos de su propia sustancia.

Así, en contraste con la imagen clásica de los proletarios que no tienen "nada que perder más que sus cadenas", todos corremos el peligro de perderlo todo; la amenaza es que nos veamos reducidos a vacíos sujetos cartesianos abstractos, carentes de todo contenido sustancial, desposeídos de nuestra sustancia simbólica, con nuestra base genética manipulada, seres que vegetan en un entorno inhabitable. Esta triple amenaza a todo nuestro ser nos vuelve a todos, en cierto sentido, proletarios, y la única forma de no convertirse en ello es actuar de antemano para prevenirlo.

Lo que mejor condensa el auténtico legado del 68 es la fórmula Soyons realistes, demandons l'impossible! ("Seamos realistas, pidamos lo imposible"). La verdadera utopía es la creencia de que el sistema mundial actual puede reproducirse de forma indefinida; la única forma de ser verdaderamente realistas es prever lo que, en las coordenadas de este sistema, no tiene más remedio que parecer imposible.

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Si les interesa conocer un poco mas del “pensamiento” del filosofo esloveno Slavoj Zizek pueden ingresar a la siguiente pagina web donde encontraran unos nueve textos suyos bastante “interesantes”… y de paso adentrense en los multiples y sugerentes recovecos de esta formidable pagina acrata.

http://caosmosis.acracia.net/?cat=95