diciembre 20, 2010

¿Ultimo? comunicado de "Misteriosos desaparecedores", después de la liberación del "jefe Diego".

A los medios de comunicación nacionales e internacionales.


La humillación de los poderosos...

El día de ayer, apelando a su profesionalismo, enviamos la parte primera del Boletín-Epílogo de una desaparición. Hoy de nueva cuenta informamos que Diego Fernández de Cevallos Ramos será liberado, por lo que volvemos a solicitar la publicación del Boletín-Epílogo.

Atte:

Los ex misteriosos desaparecedores.

EPÍLOGO DE UNA DESAPARICIÓN


Primera de tres.

Los clásicos no establecieron ningún principio que prohibiera matar, fueron los más compasivos de todos los hombres, pero veían ante sí enemigos de la humanidad que no era posible vencer mediante el convencimiento. Todo el afán de los clásicos estuvo dirigido a la creación de circunstancias en las que el matar ya no sea provechoso para nadie. Lucharon contra la violencia que abusa y contra la violencia que impide el movimiento. No vacilaron en oponer violencia a la violencia.

Bertolt Brecht

En México vivimos inmersos en un clima de creciente violencia destructiva que las mafias del gobierno permiten y fomentan, porque sólo así pueden ocultar la sistemática represión, tratar de controlar el descontento social e impedir, por el momento, que se generalice la lucha popular. Las formas de la violencia son cada vez más crueles y abominables; el conflicto no sólo ha dejado decenas de miles de personas muertas, sino terror e incertidumbre entre los vivos. La distancia entre el discurso de gobierno y las prácticas corruptas que lo caracterizan son una clara muestra de que los más altos funcionarios y las instituciones del Estado mexicano están coludidos con el crimen contra quien dicen estar luchando.

Esta contradicción inicial desata una cadena ininterrumpida de mentiras difundidas ampliamente por los medios de comunicación con los que están coludidos; esta difusión forma parte de la violencia cultural que promueve, legitima y justifica la violencia directa que el gobierno sostiene, así como de la violencia del hambre, del desempleo, de la migración, de la delincuencia infantil y juvenil, de la trata de blancas. En fin, de esa violencia silenciosa que obliga a gritar ¡Ya Basta!

Vemos día a día la impunidad militar, los levantones policiales para entregar víctimas al narco y la convivencia evidente entre presidente de la república, gobernadores, senadores, diputados, jueces, generales y jefes policiacos con los grandes capos, incluso, es posible afirmar que la alta burocracia y los sectores reaccionarios de la clase política, son quienes forman parte de las mafias más criminales en nuestro país. La guerra que el gobierno dice sostener en aras de la paz, no combate la raíz del problema ni a los verdaderos delincuentes, los de cuello blanco, que con base en fobaproas, rescates empresariales, privatizaciones (concesiones de carreteras, contratos secretos del petróleo, de fibra óptica y otros recursos naturales) se enriquecen y adquieren la facultad de poner y quitar gobiernos.

Sin embargo la violencia más sofisticada, la que a diario nos golpea y quizá la que menos reconocemos como violencia, es la que parece no venir de ninguna persona; es la violencia estructural invisible presentada siempre como “estragos”, “golpes” o crisis internacionales que parecen nunca terminar para Nosotros pueblo y que nos son presentadas como avances. El duopolio televisivo y los gobernantes quieren que creamos en los avances y en la modernidad mientras hay más despidos, menos oportunidades de encontrar empleos productivos y un salario que cada día vale menos. Esa modernidad no es con la que soñamos ni la que queremos heredar a nuestros hijos.

La pobreza, para muchos la miseria, es una constante amenaza de muerte y es mucho más poderosa que todos los grupos de sicarios juntos; la vida es reducida a su condición de supervivencia sin ninguna posibilidad de un desarrollo auténticamente humano. Estas condiciones acercan a millones de personas más a la muerte que a la vida y frente a este peligro (del que Ellos, los grupos privilegiados, se benefician funcionalizando la pobreza al máximo) no se encontrarán soluciones concretas a menos que lo hagamos Nosotros.

Así, la violencia visible-directa, la invisible-estructural (de la que parece no haber ningún responsable) y la cultural, son promovidas y sustentadas por los gobiernos; éstos, no son la representación política de todos los mexicanos, sino quienes velan por los intereses de una restringida porción de la población, que privilegian especialmente a un restringido número de familias que encabezan el control del poder, la clase privilegiada, que se hace carne y hueso en un entramado altamente sofisticado y eficiente de grupos y personajes clave, que con una planeación meticulosa y una larga carrera, se siguen colocando en posiciones estratégicas para continuar beneficiándose a costa de todo un país. El gobierno es mafioso porque protege los intereses de los grandes ricos, de los dueños de todo, de los que saquean nuestros recursos naturales y trafican con todo desde personas hasta armas, drogas e influencias. Es un gobierno que sirve a las mafias aliadas al capital trasnacional, también mafioso.

Desde allí operan por dentro y por fuera de la ley grandes intereses económicos y políticos, en un entramado múltiple de lazos familiares, de compadrazgo, de arreglos de conveniencia, secretos, pactos, complicidades, bendecidos por la cúpula de poder de la Iglesia católica y una certeza que los identifica: pertenecer a un grupo definido al que son leales, conscientes de ser Ellos quienes tienen el poder y la riqueza repartida entre sus manos.

Para Nosotros la violencia (la visible y la aparentemente invisible) se traduce en un constante peligro de muerte, debido por un lado, a la intensificación de los conflictos que el saqueo mafioso genera para obtener mayores ganancias, y por otro de manera cotidiana por las condiciones de pobreza y miseria que reduce la vida a una lucha por la supervivencia y al andar diario por un estrecho pasillo de 60 pesos por familia; se vive al día y no hay posibilidad de progreso. Vivimos en amenaza de muerte al tener acceso restringido a la alimentación, a la salud, a los servicios, a los derechos y a conocer la justicia. Como así son las cosas, nos toca perder y como nos habíamos resignado, dejamos de sentir la violencia de no poder vivir bien. En ese sentido también Nosotros volvimos “normal” la violencia; violento no es solo lo que muestran los muertos, violento es también lo que ocultamos los vivos.

La sociedad mexicana, como podemos ver, está divida en dos: Ellos y Nosotros, Ellos ricos y Nosotros pobres, cuyos mundos y realidades son totalmente opuestos pero existen y se desarrollan al mismo tiempo; es la historia que Ellos difunden como la evolución de un solo proyecto al que discursivamente pertenecemos por igual y al mismo nivel todos los mexicanos. Ellos aplauden los discursos del gobierno en los que se alude al avance y bienestar en México, pues los confirman en su nivel de vida que constantemente mejora (mejor alimentación, vestido, educación, salud, bienes muebles e inmuebles, lujos, vacaciones y descanso, etc.); sólo en su cerrado círculo el progreso es realidad.

Ellos acumulan riqueza por todos los medios, unos por la vía legal-permisible y otros de forma ilegal-criminal; ambos son lo mismo, pues siempre tienen la posibilidad (al ser Ellos quienes legislan) de transformar lo ilegal en ley y viceversa; en realidad no son extrañas las revelaciones de que la mayoría de las veces quienes viven para acumular riqueza no distinguen en sus círculos entre quienes respetan las leyes y entre quienes no lo hacen. Lo que pasa es que unos ocupan cargos dentro de las instituciones del Estado y pueden, desde dentro, operar en su favor y ser muy legales. Los intereses políticos y económicos son dos frentes de una misma estrategia que viene fundida y defendida por la violencia. El gobierno mexicano se sostiene con el uso legal e ilegal de la violencia directa e indirecta, estructural y cultural, que lo construyen como salvaguarda de una suerte de “demonio” engendrada por sí mismo.

Quienes encabezan al Estado sostienen discursivamente que procuran alcanzar la paz perpetua y el bienestar en un futuro (que nunca llegará de ese modo), y por tal fin justifican su propio ejercicio de la violencia destructiva. Esta utopía de la paz estatal, construye el argumento de legitimidad de la muerte en el presente. El peligro de muerte que Nosotros vivimos es producto del enfrentamiento de grupos de poder económico que luchan por el poder político. Su manera de actuar dentro del aparato estatal despersonaliza decisiones que repercuten en la vida de personas concretas; la decisión burocrática agranda la distancia entre el funcionario y la gente de a pie, manejando públicamente la ficción de que hacen política con base en el bien común, aunque la comunidad esté excluida, en todos los sentidos, de dicha actividad.

Que el mundo de la política siempre sinónimo de corrupción e injusticia es una afirmación común que sintetiza el sentir generalizado y que la estructura estatal y sus funcionarios se encargan día a día de renovar; sin embargo la actividad política debe construirse con otro sentido, considerándola como la capacidad de todos para decidir de manera real y directa sobre los asuntos de la vida en sociedad, así como de fundar y de alterar la legalidad que rige la convivencia humana en pos del bienestar colectivo; la socialidad no debe existir para someter de una vez y para siempre, sino constituirse como la organización a la que se le puede dar forma a través de las decisiones de todos los integrantes. La organización, la instrucción y la disciplina son armas eficaces y hasta ahora son Ellos los que han sabido aprovecharlas. ¿Qué es lo que hace que siendo Ellos tan pocos, puedan someter a tantos Nosotros? Una de las respuestas más certeras es el uso exclusivo que Ellos hacen de la fuerza del Estado; sin embargo, que Ellos sean los que poseen el monopolio total y definitivo del uso de la violencia y la ejerzan solo cuando es justo y necesario en aras del bien para todos es una mentira que nos hemos propuesto derrumbar.

Por paradójico que parezca, la historia de la humanidad demuestra que, para generar las condiciones humanas de existencia, se necesita en ciertos momentos ejercer la violencia como una adecuación social que hace permisible terminar con ciertas formas de vida para generar otras. La violencia destructiva, como la que ejerce el gobierno, sólo concibe destruir sin construir algo superior y distinto que constituya verdaderamente un estado mejor de vida y no sólo para unos pocos. La violencia es constructiva cuando es rebeldía frente a la amenaza de muerte, cuando enfrenta a la muerte personificada por quienes nos someten a la miseria. La violencia, al tener rostro de muerte, nos es presentada como injustificable, sobre todo si atenta contra el poder establecido.

El discurso gubernamental la repudia e invita a preservar el orden, o protestar dentro de los marcos institucionales que no operan de acuerdo al fin para el que fueron creados, como un recurso que le queda para seguir operando bajo la cara de la legalidad y la democracia, presentándose como el resultado histórico de las luchas del pasado. Así, lo violento es presentado como lo anti-estatal; la única política permitida es la actividad esencialmente no-política, acompañada de la resignación. La violencia cultural es la más sofisticada porque guarda al Estado bajo un marco de aceptabilidad y muestra a los enemigos de quienes lo comandan, o sea, a los que luchan contra el mal gobierno, como enemigos de toda la sociedad.

Pero ¿este gobierno mafioso es el único viable en nuestro país? Sabemos que no, otro México es posible y lo tenemos que construir Nosotros los de abajo, desde las organizaciones obreras, campesinas, ecologistas, de colonos, de víctimas de la delincuencia y crímenes del ejército y policías. Nos toca a nosotros, al pueblo mexicano organizado de diferentes formas y recurriendo a todos los medios, armados y no armados, ir construyendo con nuestra rebeldía organizada, un nuevo México en el que todos podamos ser y vivir con dignidad.

El ejercicio de la violencia es para Nosotros un recurso ineludible, pero necesita de un proyecto en el que su uso sea solamente un medio necesario; el proyecto no puede reducirse a destruir otro. Nuestro proyecto es recuperar lo que la vileza de los poderosos nos arrebata, y es nuestra condición humana; nuestro proyecto es de rehumanización de todos los que no formamos parte de su selecto círculo, a diferencia de Ellos que sólo buscan su propio beneficio. Pensar y hacer política pasa por evaluar las condiciones de existencia, nuestras relaciones sociales e inter-personales, transformarlas en cada acto y hacerse cargo de la vida pública. El Estado construye toda disidencia como el enemigo exterminable, todo en el mismo cajón de la criminalidad, y con ello impide que se desarrollen formas organizativas que resuelvan nuestras necesidades y satisfagan nuestras expectativas y legítimas demandas. Hay un punto en el que no se puede hacer nada y las reglas del juego, a las que Ellos mismos no se atienen, nos son aplicadas con toda la violencia estatal-destructiva. La existencia de Ellos como minoría poderosa y dominante y sus formas de operar persistirán sólo en la medida en que Nosotros lo hagamos aceptable.

Fraternalmente:

RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL

¡CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD, NI PERDON NI OLVIDO!

Invierno de 2010.


Segunda de tres.

Los poderosos llaman ley a su propia violencia y crimen a la de los oprimidos por eso, los oprimidos debemos luchar por el establecimiento de una nueva ley frente a los crímenes de los poderosos, por todos los medios, incluida la violencia

En México coexisten dos países distintos. Uno es habitado por menos del 10% de la población; son Ellos quienes participan en la política y aplauden los discursos del gobierno de progreso y bienestar porque los viven; es la empresa dirigida y sostenida por quienes poseen y gozan de la mayor parte de la riqueza del país. En contraste el otro México es habitado por más del 90% de la población; y aunque somos la gran mayoría no tenemos ningún peso en las decisiones políticas y económicas.

¿Es posible conocer a los individuos que decidieron el destino de un país entero? El proyecto neoliberal en México se concretó gracias a la actuación de diversos personajes en acuerdo y complicidad. En la figura de Carlos Salinas de Gortari se identifica más claramente el inicio de esta etapa destructiva, cruzando varios intereses y procesos; es un actor principal y es miembro de los círculos más restringidos del control de poder de ese entramado mafioso. Salinas impuso transformaciones (diseñadas desde la cúspide del poder capitalista) en sintonía con Estados Unidos, que no ha abandonado su histórica política intervencionista, apoyado por la elite empresarial y política mexicana de su partido (PRI) y algunos importantes aliados políticos; ha permanecido tras bambalinas desde que dejó la presidencia. De sus más preciados aliados podemos señalar como principal cómplice a un miembro destacado del partido de la oposición leal (PAN), Diego Fernández de Cevallos Ramos, un cacique panista inmensamente rico gracias a su triple carácter de funcionario del estado, empresario y abogado de demandas en contra del erario público.

El Jefe Diego es otro nudo por donde atraviesan múltiples historias turbias. Ahora conocemos de cierto los modos de los trabajos y oficios con los que se maneja, las personas con las que trata y algunas de las que han sido sus más logradas empresas. Con nada que ocultar la mafia ha sido enumerada en las cartas elaboradas y dirigidas por el propio Diego a sus benefactores, reclamándoles apoyo económico en correspondencia a su lealtad y a sus servicios: Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Alberto Bailleres, Claudio X González, Lorenzo Servitje, Lorenzo Zambrano, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Quintana, Ignacio Loyola, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda, Norberto Rivera Carrera, Roberto Madrazo, Jorge Hank Ronh, Santiago Creel, Enrique Peña Nieto, Carlos Romero Dechamps, Elba Esther Gordillo, entre otros. Se establecen diversas relaciones entre empresarios, políticos, la Iglesia, el narcotráfico, las redes de crimen organizado, el ejército, los grupos paramilitares, las televisoras, etc. Estas relaciones están regidas por entendidos más allá de la legalidad, por dentro y fuera de toda apariencia de normatividad; son feudos de una maraña de poderes en pugna y con el control del país.

Diego Fernández de Cevallos acumula una larga pero poco honrosa carrera de impunidad y enriquecimiento. Por ejemplo, como amigo y abogado del millonario Alberto Bailleres (Presidente de Grupo Bal y dueño de El Palacio de Hierro y Seguros GNP), defendió a la empresa MetMex Peñoles contra las madres de más de 11,000 niños envenenados por la contaminación ocasionada por la fundidora en Torreón Coahuila. Ni las movilizaciones ni demandas penales de los afectados tuvieron éxito, pues la poderosa empresa estaba jurídicamente blindada contra las demandas populares gracias a las artes litigantes de su abogado a quien la justicia es lo que menos importa.

Uno de los principales logros de la historia de México, fue haber logrado la separación de la Iglesia católica y el Estado. Debe añadirse a los libros de texto que esa lucha culminó con una amable reconciliación cuyo mediador fue el mismo Diego Fernández de Cevallos en complicidad con los más altos mandos de la Iglesia y Carlos Salinas de Gortari. Ellos modificaron en 1992 los artículos constitucionales 3, 5, 24, 27 y 130 y en julio del mismo año se promulgó la Ley de Asociaciones Religiosas y de Culto Público, así como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Estado mexicano y la Santa Sede, representando el inicio de una inédita etapa en la historia contemporánea de México, cuyas consecuencias políticas y sociales empiezan a perfilarse. Iglesia como aparato aliado de las elites y parte fundamental de éstas a través de la historia, además de fungir como vínculo con los pobres; es más bien un supra Estado, férreamente centralizado, feudal, totalitario y ultraconservador. A través del jefe Diego y Carlos Castillo Peraza del PAN, se selló un nuevo pacto entre la Iglesia y el Estado, dotándolas de permiso para acumular bienes materiales heredables, además de la facultad de intervenir en la educación. Para hacer oficial el reconocimiento, las Iglesias debieron solicitar su registro ante la Secretaría de Gobernación. No resulta sorpresivo que el primer registro, el oficio 001, sea de la Iglesia Apostólica Romana, cuya copia enmarcada con una agradecida dedicatoria (Para Diego Fernández de Cevallos. Con gratitud y cariño. G. Prigione) cuelga en el despacho de Diego Fernández de Cevallos. Esta ley sustituía a la de 1926, cuando Calles selló la separación Iglesia-Estado iniciada por Benito Juárez.

Ahora sabemos que la revelada relación entre los gobiernos mexicanos y el narcotráfico ha sido una constante. Lo que en un inicio fue un jugoso negocio controlado con acuerdos y cuotas pactadas se ha convertido en un mercado en disputa donde el gobierno no ha dejado de favorecer al ala que lo ha nutrido. Desde finales de los ochentas la diferencia entre el narco y el Estado comenzó a desdibujarse y no se sabía quién era quién. Raúl Salinas bajo el consentimiento de su hermano Carlos, Mario Arturo Acosta Chaparro, Francisco Quiroz Hermosillo, Nazar Haro, Juan Sandoval Íñiguez, Rubén Figueroa (padre e hijo), Diódoro Carrasco, Ulises Ruiz, Mario Marín, Jorge Tello Peón, Genaro García Luna, por mencionar a algunos de sus principales actores, han sido contacto y beneficiarios, y no podía faltar Diego Fernández de Cevallos. Su relación con la muerte del Señor de los Cielos (desmentida por García Calderoni) y haber recibido algunos millones de dólares procedentes del narco, parecen asuntos menores en comparación con la estrecha relación del gobierno y el desarrollo y consolidación del narcotráfico en México. México vive el contexto más violento desde la Revolución mexicana, como consecuencia del proyecto Irán-contra, impulsado por el gobierno de los Estados Unidos desde la década de los ochenta, por medio del cual permitió el tráfico de drogas de Latinoamérica a la Unión Americana, pactando con personajes de la talla de Pablo Escobar, Caro Quintero y el propio Señor de los Cielos, a cambio de recursos para combatir los movimientos insurgentes en Centroamérica. El gobierno de Estados Unidos fomentó la actividad del narco, sin importar las implicaciones que esta actividad tenía en los lugares donde se promovía (sobre todo Colombia y México) a cambio de exterminar a la disidencia política; la herencia que nos queda del Irán-contra es el inmenso poder económico y de combate que acumularon los carteles del narcotráfico en nuestros países. México fue cómplice de dicho plan, y ahora todos Nosotros pagamos las consecuencias del crecimiento del narcotráfico a niveles que ni el Estado puede controlar, además de la falsa guerra emprendida, pues es absurdo luchar contra quien uno mismo ha creado.

A través de esta compleja y poderosa mafia, Diego Fernández de Cevallos fue pieza central para concretar el cambio de México a un Estado mínimo (sin responsabilidades sociales y de economía abierta, privatización y apertura comercial a capitales trasnacionales), además de diversos cambios de legislación que implicaron quiebres históricos para México. Desde la legitimación del fraude realizado contra Cuauhtémoc Cárdenas, la venta de las empresas paraestatales, la privatización de la banca mexicana, la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, hasta el reconocimiento jurídico de la Iglesia católica (dando vuelta atrás a más de 100 años de lucha por la separación de la Iglesia y el Estado) y la reforma al artículo 27 de la Constitución (considerado como el máximo triunfo de la Revolución de 1910), aniquilando no una forma de producción económica (los ejidos) sino la base de la identidad de muchas culturas; conocemos a los responsables directos de la actual realidad mexicana.

Estas personas, fieles a una lógica que niega de facto el derecho a la vida digna de la mayor parte de la población mexicana, han prostituido los bienes y recursos de la nación, se han servido de ella, la han disfrazado, mutilado y traicionaron su historia a cambio, se hincharon de poder político y económico. Es alta traición llevar adelante todas estas operaciones e igualmente grave legalizar su operación garantizando su impunidad al armarse una propia justicia; ni siquiera en su lógica son inocentes. Han tenido la osadía de abanderar y operar un proyecto anti-patriótico que renuncia a honrar la memoria histórica y que confina a la gente a la miseria como forma general de la existencia.

El país se desmorona ante sus ojos atónitos que no dan crédito a lo que ven; se deshace por causa suya sin que discursos y fanfarrias mediáticas puedan convencernos de que vamos con rumbo cierto a la solución de los múltiples problemas que históricamente persisten en el país; la nación se desangra a borbollones y no desean admitir que ellos y solamente Ellos, han saciado su hambre de riqueza desmedida y poder político inconmensurable a costa de una patria exangüe y anémica.

Más de 30,000 muertos sin contar a aquellos que deambulan en el anonimato; más de 200, 000 encarcelados por haber encontrado como opción de vida la delincuencia; casi 8 millones de jóvenes desocupados que bien podrían alimentar los grupos delincuenciales, de esquiroles o la drogodependencia. La pérdida progresiva de visión de futuro y de perspectiva para los jóvenes que miran como opción de vida el enriquecimiento rápido a través de su inserción dentro del mágico mundo de la cultura de las televisoras o dentro de las huestes del narcotráfico. La extinción de fuerzas de trabajo para defender los intereses de Ellos, a través de la privatización de empresas y recursos del país; la pauperización de condiciones de trabajo y de salarios para mantener fuentes de empleo. La militarización del país, la criminalización de la disidencia política, la paramilitarización de las policías, la extinción de los derechos humanos bajo argucias legales y extralegales, entre éstas la impunidad de los militares bajo el concepto de fuero militar, el incumplimiento de las garantías individuales plasmadas en la Constitución para dar paso a la inconstitucional figura del arraigo.

Este es un fragmento del México que han dejado como saldo para nosotros una larga dictadura, la seudo-transición y las complicidades partidistas. Si recortamos nuestra descripción a los últimos 25 años ¡qué curioso! encontramos a los mismos delincuentes que habíamos denunciado antes y entre ellos a Diego Fernández de Cevallos.

Estos delincuentes de cuello blanco han saqueado a la Patria, han organizado sus grupos y acciones para poder gozar del poder y enriquecerse de manera prepotente bajo el manto de su protección. Han aprovechado sus estancias en los órganos estatales y se han servido de ello para obtener ilegal e ilegítimamente beneficios económicos, políticos e ideológicos para ser Ellos y solamente Ellos los únicos y eternos beneficiarios.

Aseguran el nombramiento de Secretarios de Estado, de Seguridad Pública, Procuradores Generales de la República, Gobernadores y Presidentes municipales de algunas entidades, Senadores, Diputados, Asambleístas y diversos cargos de elección popular para posicionarse política y económicamente. Negocian y pactan reconocimientos y prebendas para asegurar su lugar en el poder político y económico. Defienden fraudes políticos, económicos y jurídicos y los apoyan económica, ideológica y políticamente; sin menospreciar las jurídicas y judiciales. Hasta parece un retrato hablado. La impunidad les cubre a lo largo de su vida como aureola de santidad. Niegan para sí mismos que el pueblo, las organizaciones de que disponen y sus redes de acción no los alcanzarán con su brazo de justicia y legitimidad; sin embargo esto no es así.

Ellos se manejan de acuerdo a principios y valores que en la práctica niegan la posibilidad de vida plena para Nosotros. Han gozado de la posibilidad de ejercer la violencia de manera legal e ilegal, visible e invisible no sólo contra las expresiones armadas organizadas sino en escarmientos contra cualquier demostración de hartazgo e insubordinación social. Estos principios y valores son reproducidos todos los días por individuos con poder local (en las colonias, en los municipios, en pueblos y ranchos) que de manera miserable maltratan y menosprecian a la gente aprovechando la constante de la pobreza. La transformación de todo esto pasa por erradicar estas conductas que encuentran en el provecho del ejercicio impune del poder económico, político, religioso, etc. su hábitat para garantizar sus privilegios a costa de los demás.

No se les están imputando responsabilidades abstractas sino crímenes concretos, hay actos solapados y manejos que aun dentro de su propio estado de derecho son injustificables; el crimen es su práctica y el cinismo su estampa. Nosotros, construyendo poder popular, nuevas formas de justicia y sanciones podremos mostrar que nadie, ni siquiera Ellos permanecerán impunes.

Fraternalmente:

RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL

¡CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD, NI PERDON NI OLVIDO!

Invierno de 2010.

Tercera de tres.

La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Artículo 39 constitucional

A estas horas

ay, amigos míos, artesanos,

pintores, astrónomos, marineros,

estamos despiertos. Es trabajo

nuestro el de arreglar algunas cosas.

Bertolt Brecht

Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su pasado oscuro lo alcanzó. Y, muy a su pesar, tuvo que responder de algunos de sus actos y verse en el espejo de nuestra mirada espejo que al hacerlo prisionero reflejó su hechura de corrupto, prepotente y voraz expropiador, demostrando un hecho fundamental: siempre que como pueblo nos atrevamos a luchar contra la injusticia, no habrá felonía que quede impune.

Diego Fernández de Cevallos Ramos (DFCR) es uno de los políticos que mayor responsabilidad tienen en el sostenido proceso de hecatombe económica, política y social que la elite dominante ha impuesto y desplegado en nuestro país de 1982 a la fecha, por medio de un entramado mafioso que opera dentro y fuera de las instituciones estatales; este proceso depredador vino a profundizar, bajo la criminal bandera neoliberal, las de por sí deterioradas condiciones de vida de los hombres y mujeres que viven en México, generando la mayor contrarreforma y el mayor retroceso histórico en nuestro país en lo que a bienestar social se refiere.

DFCR es uno de los políticos que más se ha caracterizado por el abuso del poder, el tráfico de influencias y el enriquecimiento a costa del erario y de los bienes de la nación, legislando en pro de los grandes monopolios (financieros, de comunicaciones, alimentos, construcción, transportes, etc.) asesorando a las mafias del poder y litigando a favor de los grandes capos del narcotráfico. Es uno de los principales cómplices y operadores del fraudulento proceso electoral que se ha perpetrado sistemáticamente en nuestro país, desde el ocultamiento del fraude que impuso en 1988 a Carlos Salinas de Gortari en la presidencia mediante la quema de boletas electorales hasta la organización del fraude que en 2006 impuso a Felipe Calderón Hinojosa. Es uno de los principales encubridores de los responsables de la guerra sucia y contrainsurgente desplegada por el régimen priista y ahora por el PAN contra los movimientos sociales, armados o no, convirtiéndose en uno más de los cómplices de la existencia de incontables perseguidos, torturados, asesinados, presos y desaparecidos por motivos políticos. Es un responsable directo de la inserción subordinada de México al bloque de países capitaneados en nuestro continente por el imperialismo estadounidense y, en consecuencia, del desmantelamiento industrial, la ruina del campo, la masiva migración, de la pauperización de la vida en general y el saqueo de nuestros recursos.

En breve, Diego Fernández de Cevallos Ramos es un operador de la oligarquía neoliberal y de la ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias, un mercenario de los juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis y un defensor de los grandes capos de la droga. Por ello su aprehensión fue una actividad pensada y realizada como un acto de desagravio.

Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los descalzonados, como él nos denomina; una demostración de que nadie, por poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad.

Pocas veces se había percibido el miedo, la confusión y el enojo que una imagen puede generar en la poderosa elite gobernante, como lo hizo la primera foto del jefe Diego cautivo que empezó a circular en internet, y que los medios de comunicación se vieron obligados a difundir. En ella se le pudo observar no con la prepotencia ni el cinismo de los que ha hecho gala el trasnochado encomendero a lo largo de su vida personal y política, sino en la total indefensión, casi parecida a la que vivimos y a la que hemos sido sometidos la mayoría de mexicanos, sólo que con una notable diferencia: A Diego le fue respetada su integridad física sin el desprecio que por la vida humana demuestra el poder con Nosotros.

Con base en los resultados de este acto, consideramos necesario compartir la convicción de que si quienes somos pueblo logramos organizarnos en una sola voluntad política nacional, en una colosal fuerza social organizada, podremos hacer frente común a la injusticia y a la impunidad, a fin de derrotar a nuestros opresores y acordar la organización de una sociedad verdaderamente humanizada. Y pese a tener innumerables imputaciones en su contra y de que miles de ciudadanos exigen su legítima ejecución, conscientes estamos de que la verdadera solución a la crisis que vive el país no está en liquidarlo, sino en la capacidad del pueblo para organizarse y retomar las riendas de su propio destino, recurriendo a todos los medios a su alcance.

Como parte del pueblo organizado decidimos realizar una tarea, la responsabilidad es nuestra. Creemos firmemente que reapropiarse del uso constructivo de la violencia es legítimo y hemos actuado en consecuencia.

Esta tarea es parte de un proyecto más grande e importante: participar en la construcción del poder popular para transformar este país transnacionalizado en una verdadera patria digna, libre y nuestra. ¿O es mucho soñar con que las riquezas de México sean para la mayoría de los mexicanos? ¿Es ambicioso soñar con un país productivo que pueda dar trabajo y remuneración digna a sus hijos? ¿Es un sueño guajiro pensar que somos los 90 millones de pobres quienes debemos tener la posibilidad real de tomar las decisiones importantes en el modelo económico, político y cultural que deseamos? ¿Es mucho pedir un México para todos los mexicanos?

Fraternalmente:

RED POR LA TRANSFORMACIÓN GLOBAL

¡CONTRA LA INJUSTICIA Y LA IMPUNIDAD, NI PERDON NI OLVIDO!

Invierno de 2010.





De ciertos cruces y ciertas conjunciones.



Se me pone la piel de gallina, el corazón me late mas fuerte… como en aquel primero de enero de 1994.

No se quiénes son estos “Misteriosos desaparecedores” que hoy firman su comunicado como la “RED POR LA TRANSFORMACION GLOBAL”… pero aun así suscribo, en su casi totalidad, el contenido de su comunicado (en tres partes)… ¡Ojala!, no sea una vez mas una llamarada de petate… porque la pradera está seca… muy seca… y cualquier chispa puede provocar un incendio de proporciones mayores.

Sera una posición pequeñoburguesa, contrarrevolucionaria, todo lo que quieren… incluso una clara manifestación de mi esquizofrenia y/o bipolaridad... pero me complace imaginar que se crucen la actual violencia “criminal” y algún tipo de violencia revolucionaria. No para que estas se nutran la una de la otra (lo cual sería una verdadera desgracia para el movimiento revolucionario en cuestión) pero porque la violencia, dicha “legitima”, del Estado, se vería atrapada entre dos fuegos cruzados… me relamo por anticipación.

Sobre todo tomando en cuenta que todo indica que una organización criminal del tipo de “la Familia michoacana” dispone de una indudable base social.

Para emplear el vocabulario marxista, se daría una circunstancia objetivamente favorable… si no por la victoria de algún movimiento revolucionario (hace tiempo que no creo en la posibilidad de tal cosa)… si para un trago muy amargo para quienes detentan y ejercen la dominación… por el puro placer de ver algún David asestar un buen golpe al Goliat de turno.


De alguna seria duda.


Lo anterior fue escrito antes de tener la oportunidad de ver al jefe Diego en las pantallas de televisión.
Después de haberlo visto... ya no se qué pensar y no puedo descartar la posibilidad de que el tal secuestro haya sido un montaje... ¿de quien?... ¿con que fin?
Es que después de haber podido apreciar su envidiable semblante físico y su estupendo estado de animo (ya quisiera yo tenerlos... sin haber sido secuestrado durante mas de siete meses)... parece que a este señor lo tuvieron secuestrado en un hotel de cuatro estrellas, con buen restauran, gimnasio y servicio de peluquería... solo se les olvido proporcionarle lo necesario para que pudiera recortar su barba (que por cierto le da un cierto aire de profeta mesiánico... que alguien debería de saber aprovechar.)

diciembre 13, 2010

"ESTADO DE ALARMA", lecciones de la militarización en democracia.



El 4 de diciembre, en el primer día de un largo puente, el 80% de los controladores aéreos españoles cesan de tajo el trabajo, provocando la cancelación de la totalidad de los vuelos y dejando en tierra a miles de viajeros, la gran mayoría turistas que se movilizaban a sus destinos de descanso.
En unas cuantas horas, el gobierno decreta el “estado de alarma” que se encuadra en la Ley Orgánica de 1981, la cual en algunos de sus artículos regula los estados de alarma, de excepción y de sitio.
Estado de alarma cuyos supuestos para poder ser declarado son graves alteraciones del orden público de diferente índole, como epidemias, contaminaciones, terremotos, inundaciones e incendios de gran magnitud y la paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad.

Es la primera vez, desde la llegada de la democracia, que algún gobierno español (en este caso pretendidamente socialista) declara la adopción del estado de alarma… ES GRAVISIMO… es la militarización, no solo de una función o un servicio proporcionado por el Estado, sino de los trabajadores que ejercen esta función o prestan este servicio. Así reza el Real decreto 1673/2010 del 4 de diciembre: "Se declara el estado de alarma [...] Todos los controladores de tránsito aéreo al servicio de AENA pasan a tener la consideración de personal militar y quedan sometidos a las leyes penales y disciplinarias militares. La duración del estado de alarma es de 15 días naturales".

En claro, significa que estos trabajadores pasan a depender directamente de la estructura de mando militar, y que para cualquier asunto relativo al desempeño de su trabajo dependen ya no de las leyes civiles sino de las establecidas en el código militar. Así lo aclaro el mismísimo vicepresidente primero del Gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba, al explicar ante la prensa que en base al decreto en cuestión "los controladores pasan a estar movilizados", lo que supone que "en caso de no asistir al trabajo estarían incurriendo en delito de desobediencia tipificado en el Código Penal Militar". Advertencia que otros miembros del gobierno (entre ellos la ministra de economía Elena Salgado) se encargaron de apoyar, precisando que los controladores podrían haber incurrido en un delito de "sedición" previsto en el Código Penal Militar, delito por el cual la pena es de uno a diez años de prisión, cuando se trate de los meros ejecutores, y de dos a quince cuando se trate de los promotores.
A la semana de que haya entrado en vigor el real decreto, se abrieron 440 expedientes disciplinarios, pidiendo el fiscal hasta ocho años de cárcel para los controladores.

GRAVISIMO… porque si hoy se trata de unos trabajadores que, según el gobierno, “defienden privilegios intolerables”… mañana podrá ser cualquier agrupamiento de trabajador que para defender sus condiciones de trabajo ante la embestida del capital o el Estado por recortar sus derechos (lo cual ya sucede a diario) pare de trabajar… no recurriendo y atendiendo a la legislación vigente que hace de la huelga un mera manifestación de carácter simbólico… sino recurriendo a una verdadera huelga… que no es otra cosa que el derecho que se toma un colectivo de trabajadores de dejar de cumplir con su función de productor (ya sea de cualquier producto o servicio, material o virtual) de acuerdo a modalidades que pongan en jaque de la manera mas efectiva posible el proceso de producción (que una vez mas abarca tanto la fabricación de algún objeto material, como la transmisión del conocimiento, la investigación teórica o aplicada, y un sinnúmero de etcéteras).
¿Aun perjudicando los intereses de miembros de la comunidad ajenos al colectivo en cuestión? Coartada que siempre esgrimen tanto el Capital como el Estado (no como entidades abstractas sino como personas de carne y hueso así como corporaciones, organizaciones e instituciones que detentan y ejercen el poder, tanto económico como político). Escondiéndose, claro está, detrás del daño que se causa a los pobres e indefensos ciudadanos que no tienen nada que ver en el asunto, y a los cuales se les conculca derechos individuales (obviamente considerados como superiores a cualquier derecho colectivo) tales como el derecho a la libre circulación.
Obviamente que la respuesta es un SI rotundo. Porque lo que cada huelguista ejerce y/o defiende cuando deja de trabajar, no es SU derecho, sino EL derecho… no se trata del derecho de cada uno de los miembros de la comunidad considerados como meros individuos sino del derecho de cada persona en tanto que miembro de la comunidad en la cual este vive (y no a la cual este pertenece) y conforma (por el simple hecho de participar de las relaciones, de todo tipo, que se establecen y dan en dicha comunidad).
Lo que con mucha habilidad, y valiéndose del control que ejercen sobre las mentes a través del poder mediático, quienes detentan y ejercen la dominación voltean como una vulgar tortilla.
Así, cuando todos los medios de comunicación nos llenan nuestros sentidos de la vista y el oído con terroríficas imágenes de caos y encendidos discursos defendiendo el tant traído derecho a la libre circulación que se esgrime en cada manifestación y huelga de los transportes, no es el derecho que tienen Juan y María a circular libremente entre un punto y otro del espacio urbano o la geografía campirana que defienden… no defienden ningún derecho a la libre circulación, lo que hacen con tanta vehemencia es la defensa del imperativo que tiene cada (mal llamado) ciudadano a desplazarse para cumplir con sus obligaciones como productor y consumidor… su posibilidad de ir sin obstáculo ni demora a su centro de trabajo o a su espacio de consumo.

En este caso, al gobierno (el español en este caso, pero aplica para cualquier otro gobierno) le resulto particularmente fácil recurrir a la vieja pero siempre muy efectiva táctica de desplazar el enfrentamiento entre quienes detentan el poder y quienes están sometidos al mismo, hacia un enfrentamiento en el interior mismo de la “clase” que conforman los dominados.
Los controladores aéreos fueron presentados como un pequeño grupo de privilegiados que defendían sus privilegios… unos escandalosos privilegios… de los cuales obviamente no disfrutan la gran masa de los trabajadores comunes y corrientes.
Lo que no dijo el gobierno, es:
Uno, que el movimiento de los controladores no era, ni solo ni esencialmente, porque les tocaban sus privilegios, sino porque unos días antes, el gobierno, atendiendo, con la mayor prontitud, los reclamos de los mercados que para hacerse oír atacaban la deuda española, había tomado una serie de medidas que incluían la parcial privatización (en una proporción de 49%) de AENA y puesto los aeropuertos de Barajas en Madrid y El Prat en Barcelona bajo una administración cien por cien privada. Medidas que… sea dicho de paso… incluía la supresión del subsidio de 426 euros a los parados.
Dos, que si de parar los pies a quienes disfruten de privilegios, se trata… porque no tocar los privilegios (fiscales, salariales, y de toda naturaleza) de los cuales gozan los altos ejecutivos de los bancos y los grandes consorcios (multinacionales o no)… sin contar los que nacen a la sombra de la corrupción de toda índole y la economía del crimen íntimamente ligada a todas las estructuras legitimas de poder (sin cuales trasvases entre una y otras, no podría subsistir).
Tres, que si tanto escándalo e indignación le ocasionan los privilegios de los controladores, porque no le provocan el mismo escándalo e indignación la reforma laboral que pone en bandeja de plata a los patrones el despido de los trabajadores, la reforma de las pensiones que alarga el tiempo de trabajo y abarata las pensiones, la continua pérdida del poder adquisitivo y el imparable incremento del desempleo. Sera que también se trata de poner fin a tantos privilegios de los cuales gozan los trabajadores… en detrimento de la heroica (e incomprendida) lucha que libran las elites económicas y políticas para que el país (¿el de ellos o el nuestro?) salga bien librado en la batalla sin cuartel que se libran entre ellos quienes en cada espacio nacional detentan el poder (¿para su beneficio o para el nuestro?)

Para terminar esta parte, que mejor conclusión que la de un anónimo ciudadano que estos días y en esta ocasión se expreso en alguno foro de internet: "Cualquier huelga que toque los cojones a los intereses de estado, es decir, a los intereses de la patronal española, podrá ser atacada a partir de ahora sin ninguna piedad. Militares, policías y guardias civiles se encargarán de ello. Sólo hace falta un Consejo de ministros, más una firmita del Rey. Eso es lo que hay, y, lo peor, es lo que habrá de aquí en adelante cada vez con menos vergüenza. El estado se ha mostrado en su más íntima naturaleza fascista. Los ciudadanos, bueno, mejor dicho, esas masas de robots alienados que comen, duermen, follan, trabajan y consumen, también han demostrado que están para lo que se les mande. Quítame todos los derechos que tengo... ¡pero no me toques mi viaje de puente!"




Sin embargo, si la militarización (particularmente en tiempos de democracia) es gravísima… esta asonada también tiene su parte alentadora en cuanto a lo que la motivo.
Los controladores aéreos, al igual que los trabajadores que unas cuantas semanas atrás bloquearon los accesos a una gran parte de las refinerías de Francia (para protestar contra el alargamiento en dos años de la edad de la jubilación), se valieron de su posición estratégica en lo que es primordial, constitutivo del actual “Orden neoliberal”… las comunicaciones y la disposición de energía, que son esenciales para su funcionamiento.
El bloquear, detener, interrumpir el libre flujo de las comunicaciones así con la libre disposición de la energía, son acciones que ponen en jaque a todo el sistema, lo paralizan.
So pretexto de defender o garantizar ciertas libertades y/o derechos individuales (como, una vez mas, la libre circulación) desde hace algunas décadas y coincidiendo con la implementación de neoliberalismo, los Estados han legislado el derecho a la huelga de tal manera que este es hoy prácticamente inoperante… al quitarle lo que precisamente hacia su fuerza: el interrumpir de forma masiva e intempestiva el proceso de producción de las mercancías y/o la prestación de ciertos servicios.
Además de estas nuevas legislaciones, la globalización en si misma transforma a menudo en contraproducente cualquier huelga en una determinada unidad de producción… cuando no resulta ser el pretexto que la empresa multinacional o transnacional estaba esperando para “deslocalizar” de una vez la “empresa problema” (o "externalizar" sus funciones) cerrando la fuente de trabajo que alberga unos trabajadores que, además de sus salarios exageradamente altos que le restan competitividad, le proporcionan dolores de cabeza.
Solo la huelga general tendría la capacidad de doblegar la parte empresarial o el Estado contra los cuales se dé algún movimiento de reivindicación o inconformidad… pero en una sociedad de la cual han sido desterrados el valor de la solidaridad y el sentimiento de pertenencia a una comunidad, sustituyéndolos por el individualismo y la competencia a ultranza, y en la cual el desempleo de naturaleza estructural llego para quedarse ad eternum… resulta mas que utópico pensar hoy en esta “arma o forma de lucha” a la cual hace unas décadas se recurría, cuando no bastaba su simple mención para que se tomaran en consideración las demandas de quienes amenazaban con estallarla.

Pero todo cambio tiene también su lado positivo… y la extrema dependencia del nuevo orden de sus comunicaciones y su gasto energético… son una suerte para quienes quieren atreverse a enfrentarlo.
Basta que unas cuantas personas estén determinadas a emprender acciones (que pueden ir desde los mas simples a los mas sofisticados bloqueos o sabotajes) contra los centros neurálgicos que aseguran la circulación de los flujos de información o los que procesan, almacenan o transportan las fuentes de energía… para que la maquina se detenga, se paralice.
Como también, a la inversa, puede ser la acción conjunta y coordinada de millares de personas anónimas… como actualmente en el caso de la respuesta cibernética a los ataques del gobierno norteamericano y ciertos bancos o entidades que se dedican a la transferencia de fondos y medios de pago por internet, contra el portal Wikileaks y el encarcelamiento de su fundador Julián Assange. Una manifestación libertaria por excelencia... lastima para mí que se requiera de ciertas "habilidades computacionales" que no poseo.
En fin… que la trombosis que infarta el miocardio puede matar con la misma certeza que una bala en pleno corazón… pero silenciosamente, sin derramamiento de sangre... incluso, si la cosa esta bien hecha, sin autor material ni intelectual del homicido.
¡¡Basta que nos atrevamos!!... a dejar de ser los eternos sumisos que agachan la cabeza.

Actualización de fecha 15 de diciembre. El gobierno español (con los señores Zapatero y Rubalcaba a su cabeza) prorrogo el “estado de alarma” hasta el 15 de enero.
Actualización de fecha 30 de diciembre. La fiscalia de Madrid que lleva este caso, acaba de anunciar que el cargo contra los controladores será el de sedición, delito que conlleva penas de 8 a 10 años de prision... precisando que "no ve descabellado" solicitar el embargo de los bienes personales de los controladores para cubrir las posibles indemnizaciones a las cuales tengan eventualmente derecho quienes se hayan vistos afectados por su paro.
Siempre supimos que el Partido Popular era el heredero, por voluntad propia, del franquismo… pero es una vergüenza que un gobierno emanado de un partido que se pretende socialista quiera disputarle al PP esta herencia… de seguir por este camino no dudamos de que lo lograra… con creces.

diciembre 08, 2010

WIKILEAKS: Democracia, no... Justicia, menos


Complemento a la anterior entrada.
Después de que Amazon (entre otros) se negara a seguir “albergando” Wikileaks y PayPal, Mastercard, Visa y varios mas se rehusaran a seguir “transfiriendo” las aportaciones de quienes apoyan financieramente a Wikileaks, por presiones del aparato político estadounidense… Julián Assange fue arrestado hoy 7 de diciembre en Londres (después de haberse presentado voluntariamente) como presunto culpable del delito de ¡¿”ataque sexual por sorpresa”!? (no es broma, es el delito realmente imputado)… acusado en Suecia por dos mujeres… una que dice ¡¿haber sido violada mientras dormía!? y otra que admite haber tenido una relación sexual, en un principio consentida pero luego contra su voluntad ¡¿cuando ella se negó a proseguir con dicha relación al percatarse de que su compañero no llevaba preservativo!?. ¿Usted que opina mi querido Watson?
Obviamente que las autoridades inglesas, le denegaron la libertad bajo fianza, por lo que Assange permanecerá en prisión, por lo pronto hasta el 14 de diciembre… a la espera de que sea deportado a Suecia, antes de ser extraditado a los Estados Unidos… donde se le acusa de traición (a pesar de no ser ciudadano norteamericano) e incluso de terrorista… a la vez que algunas voces de políticos (quiero suponer que de segundo orden) piden simplemente asesinarlo.

Si las filtraciones y las reacciones de los gobiernos implicados por estas demostraban fehacientemente que la pretendida, y tan cacareada, democracia, no es tal… este último episodio nos viene a confirmar que si no hay democracia… tampoco (menos) hay justicia.
En este sistema pretendidamente democrático, el aparato judicial (en términos políticos, la “justicia” no es mas que un concepto hueco sin mas sustancia que la de figurar en letras de oro en los frontispicios de los edificios públicos) es la institución cuya función es la de defender los intereses de quienes detentan el poder (de quienes mandan) mediante la aplicación, a su conveniencia, de las Leyes por ellos mismos elaboradas y aprobadas… no para conformar el (también tan cacareado) Estado de Derecho, que supuestamente asegura la pacifica convivencia entre quienes integran la comunidad, sino para mantener incólume el estatus quo de la relación de mando/obediencia sobre la cual (hasta el día de hoy y bajo cualquier régimen político) descansa toda organización social. Todos sabemos (porque lo experimentamos a diario) que la pretendida pacifica convivencia no es mas que el eufemismo que oculta la real sumisión.

En dos palabras (o un poco mas)… NI LA DEMOCRACIA NI LA JUSTICIA EXISTEN… solo existe LA RELACION DE MANDO/OBEDIENCIA… que es la negación misma de toda posible Democracia y Justicia… que no son mas que bonitas palabras para esconder la dominación y la inequidad.

diciembre 01, 2010

¡FUERA MASCARAS!



Después de haber dado a conocer decenas de miles de documentos secretos del Pentágono relacionados con los conflictos armados en Irak y Afganistán, el portal Wikileaks dio a conocer mas de 250,000 documentos exponiendo, tal cual, la correspondencia secreta o confidencial entre las embajadas y consulados de los USA en decenas de países y el Departamento de Estado.
En su gran mayoría esta correspondencia revela de la manera mas descarnada que para el Estado norteamericano todos los demás, sean aliados o enemigos, no son mas que peones sobre el tablero de ajedrez de las relaciones internacionales que no son mas que lo que son: relaciones de poder.
Como se dice coloquialmente, la casi totalidad de los Estados aludidos “salen mal parados”, ninguneados, considerados como simples vasallos, adversarios o enemigos potenciales… y sin embargo, hasta la fecha, no hay ninguna reacción adversa de los Estados o gobernantes del mas alto nivel directamente señalados. No solo esto, muchos se dicen horrorizados por este hecho y se muestran solidarios con la indignación del gobierno gringo… simplemente porque ellos mismos, todos los Estados, sea cual sea su régimen político, utilizan estas mismas prácticas… de ellas se nutren para defender sus intereses (que no son o distan mucho de ser los de sus supuestos representados.)

Se supone que en democracia, los electores eligen sus representantes. Todos sabemos que esto es una gran mentira… que elegimos los representantes de poderes otros que el presunto poder del pueblo, el de las verdaderas elites (económicas, políticas, mediáticas, etcétera) y los supuestos o autonombrados expertos.
Por lo que estas revelaciones tienen que considerarse (entre muchas otras cosas) como un recordatorio a quienes nos gobiernan… que si, como lo pretenden, vivimos en democracia, tenemos el derecho de saber lo que “nuestros” representantes hacen con el poder que les hemos delegado y no otorgado… en democracia (incluso la representativa… si no es que con mayor razón), la rendición de cuentas debe ser permanente (no puede ni debe resumirse al simple voto de castigo) y por lo tanto implica que los gobernados estén veraz y permanentemente informados del actuar político de sus representantes y de quienes gobiernan en su nombre... sin pretender aludir a la verdadera democracia que supone la disolución de la separación entre gobernantes y gobernados.
En democracia (la verdadera, que todavía es un sueño o una utopía) el secreto de Estado no tiene lugar, como la razón de Estado no tiene razón de ser.


Lo que todos los Estados demuestran con su condena a Wikileaks (que algunos califican de acción criminal y otros  de terrorista)… es que se burlan de sus súbditos cuando pretenden hacerles creer que son democráticos.


Semejanzas


El lenguaje político fue diseñado para que las mentiras sonasen verdaderas y el asesino sonase respetable.

George Orwell.

noviembre 17, 2010

LA IDEOLOGIA SOCIAL DEL AUTOMOVIL

El texto que sigue, publicado en la revista francesa “Le Sauvage” en el año 1973, fue escrito por el acérrimo critico (libertario y ecologista de la primera hora) del capitalismo, André Gorz hace ya 37 años… y como dicen en francés “no tiene ni una arruga.”

Lástima que nuestros gobernantes de todos los partidos y niveles (incluido los que se dicen de izquierda, como Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard que alguna vez gobernaron, o gobiernan en la actualidad, nuestra caótica e insufrible ciudad de México) no hayan tenido la oportunidad de leerlo antes de seguir aplicando la tradicional política de urbanización a favor del uso intensivo del automóvil… aunque la verdad sea dicho, de poco les hubiese servido… ya que como siempre regresamos a la eterna pregunta de ¿para los intereses de quienes gobiernan “nuestros” gobernantes, a quienes representan realmente?



El mayor defecto de los automóviles es que son como castillos o fincas a orillas del mar: bienes de lujo inventados para el placer exclusivo de una minoría muy rica, y que nunca estuvieron, en su concepción y naturaleza, destinados al pueblo. A diferencia de la aspiradora, la radio o la bicicleta, que conservan su valor de uso aun cuando todo el mundo posee una, el automóvil, como la finca a orillas del mar, no tiene ningún interés ni ofrece ningún beneficio salvo en la medida en que la masa no puede poseer uno. Así, tanto en su concepción como en su propósito original, el auto es un bien de lujo. Y el lujo, por definición, no se democratiza: si todo el mundo tiene acceso al lujo, nadie le saca provecho; por el contrario, todo el mundo estafa, usurpa y despoja a los otros y es estafado, usurpado y despojado por ellos.

Resulta bastante común admitir esto cuando se trata de fincas a la orilla del mar. Ningún demagogo ha osado todavía pretender que la democratización del derecho a las vacaciones supondría una finca con playa privada por cada familia francesa. Todos entienden que, si cada una de los trece o catorce millones de familias hiciera uso de diez metros de costa, se necesitarían 140,000 kilómetros de playa para que todo el mundo se diera por bien servido. Dar a cada quien su porción implicaría recortar las playas en tiras tan pequeñas –o acomodar las fincas tan cerca unas de otras– que su valor de uso se volvería nulo y desaparecería cualquier tipo de ventaja que pudieran tener sobre un complejo hotelero. En suma, la democratización del acceso a las playas no admite más que una solución: la solución colectivista. Y esta solución entra necesariamente en conflicto con el lujo de la playa privada, privilegio del que una pequeña minoría se apodera a expensas del resto.

Ahora bien, ¿por qué aquello que parece evidente en el caso de las playas no lo es en el caso de los transportes? Un automóvil, al igual que una finca con playa, ¿no ocupa acaso un espacio que escasea? ¿Acaso no priva a los otros que utilizan las calles (peatones, ciclistas, usuarios de tranvías o autobuses)? ¿No pierde acaso todo su valor de uso cuando todo el mundo utiliza el suyo? Y a pesar de esto hay muchos demagogos que afirman que cada familia tiene derecho a, por lo menos, un coche, y que recae en el “Estado” del que forma parte la responsabilidad de que todos puedan estacionarse cómodamente y circular a ciento cincuenta kilómetros por hora por las carreteras.

La monstruosidad de esta demagogia salta a la vista y, sin embargo, ni siquiera la izquierda la rechaza. ¿Por qué se trata al automóvil como vaca sagrada? ¿Por qué, a diferencia de otros bienes “privativos”, no se le reconoce como un lujo antisocial? La respuesta debe buscarse en los siguientes dos aspectos del automovilismo.

1. El automovilismo de masa materializa un triunfo absoluto de la ideología burguesa al nivel de la práctica cotidiana: funda y sustenta, en cada quien, la creencia ilusoria de que cada individuo puede prevalecer y beneficiarse a expensas de todos los demás. El egoísmo agresivo y cruel del conductor que, a cada minuto, asesina simbólicamente a “los demás”, a quienes ya no percibe más que como estorbos materiales y obstáculos que se interponen a su propia velocidad, ese egoísmo agresivo y competitivo es el advenimiento, gracias al automovilismo cotidiano, de una conducta universalmente burguesa. [...]

2. El automovilismo ofrece el ejemplo contradictorio de un objeto de lujo desvalorizado por su propia difusión. Pero esta desvalorización práctica aún no ha causado su desvalorización ideológica: el mito del atractivo y las ventajas del auto persiste mientras que los transportes colectivos, si se expandieran, pondrían en evidencia una estridente superioridad. La persistencia de este mito se explica con facilidad: la generalización del automóvil individual ha excluido a los transportes colectivos, modificado el urbanismo y el hábitat y transferido al automóvil funciones que su propia difusión ha vuelto necesarias. Hará falta una revolución ideológica (“cultural”) para romper el círculo. Obviamente no debe esperarse que sea la clase dominante (de derecha o de izquierda) la que lo haga.

Observemos estos dos puntos con detenimiento.

Cuando se inventó el automóvil, este debía procurar a unos cuantos burgueses muy ricos un privilegio absolutamente inédito: el de circular mucho más rápido que los demás. Nadie hubiera podido imaginar eso hasta ese momento. La velocidad de todas las diligencias era esencialmente la misma, tanto para los ricos como para los pobres. La carreta del rico no iba más rápido que la del campesino, y los trenes transportaban a todo el mundo a la misma velocidad (no adoptaron velocidades distintas sino hasta que empezaron a competir con el automóvil y el avión). No había, hasta el cambio de siglo, una velocidad de desplazamiento para la élite y otra para el pueblo. El auto cambiaría esto: por primera vez extendía la diferencia de clases a la velocidad y al medio de transporte.

Este medio de transporte pareció en un principio inaccesible para la masa –era muy diferente de los medios ordinarios. No había comparación entre el automóvil y todo el resto: la carreta, el ferrocarril, la bicicleta o el carro tirado por caballos. Seres excepcionales se paseaban a bordo de un vehículo remolcado que pesaba por lo menos una tonelada y cuyos órganos mecánicos extremadamente complicados eran muy misteriosos y se ocultaban de nuestro campo de visión. Pues un aspecto importante del mito del automóvil es que por primera vez la gente montaba vehículos privados cuyos sistemas operativos le eran totalmente desconocidos y cuyo mantenimiento y alimentación había que confiar a especialistas.

La paradoja del automóvil estribaba en que parecía conferir a sus dueños una independencia sin límites, al permitirles desplazarse de acuerdo con la hora y los itinerarios de su elección y a una velocidad igual o superior que la del ferrocarril. Pero, en realidad, esta aparente autonomía tenía como contraparte una dependencia extrema. A diferencia del jinete, el carretero o el ciclista, el automovilista dependería de comerciantes y especialistas de la carburación, la lubrificación, el encendido y el intercambio de piezas estándar para alimentar el coche o reparar la menor avería. Al revés de los dueños anteriores de medios de locomoción, el automovilista establecería un vínculo de usuario y consumidor –y no de poseedor o maestro– con el vehículo del que era dueño. Dicho de otro modo, este vehículo lo obligaría a consumir y utilizar una cantidad de servicios comerciales y productos industriales que sólo terceros podrían procurarle. La aparente autonomía del propietario de un automóvil escondía una dependencia enorme.

Los magnates del petróleo fueron los primeros en darse cuenta del partido que se le podría sacar a una gran difusión del automóvil. Si se convencía al pueblo de circular en un auto a motor, se le podría vender la energía necesaria para su propulsión. Por primera vez en la historia los hombres dependerían, para su locomoción, de una fuente de energía comercial. Habría tantos clientes de la industria petrolera como automovilistas –y como por cada automovilista habría una familia, el pueblo entero sería cliente de los petroleros. La situación soñada por todo capitalista estaba a punto de convertirse en realidad: todos dependerían, para satisfacer sus necesidades cotidianas, de una mercancía cuyo monopolio sustentaría una sola industria.

Lo único que hacía falta era lograr que la población manejara automóviles. Apenas sería necesaria una poca de persuasión. Bastaría con bajar el precio del auto mediante la producción en masa y el montaje en cadena. La gente se apresuraría a comprar uno. Tanto se apresuró la gente que no se dio cuenta de que se le estaba manipulando. ¿Qué le prometía la industria automóvil? Esto: “Usted también, a partir de ahora, tendrá el privilegio de circular, como los ricos y los burgueses, más rápido que todo el mundo. En la sociedad del automóvil el privilegio de la élite está a su disposición.”

La gente se lanzó a comprar coches hasta que, al ver que la clase obrera también tenía acceso a ellos, advirtió con frustración que se le había engañado. Se le había prometido, a esta gente, un privilegio propio de la burguesía; esta gente se había endeudado y ahora resultaba que todo el mundo tenía acceso a los coches a un mismo tiempo. ¿Pero qué es un privilegio si todo el mundo tiene acceso a él? Es una trampa para tontos. Peor aún: pone a todos contra todos. Es una parálisis general causada por una riña general. Pues, cuando todo el mundo pretende circular a la velocidad privilegiada de los burgueses, el resultado es que todo se detiene y la velocidad del tráfico en la ciudad cae, tanto en Boston como en París, en Roma como en Londres, por debajo de la velocidad de la carroza; y en horas pico la velocidad promedio en las carreteras está por debajo de la velocidad de un ciclista.



Nada sirve. Ya se ha intentado todo. Cualquier medida termina empeorando la situación. Tanto si se aumentan las vías rápidas como si se incrementan las vías circulares o transversales, el número de carriles y los peajes, el resultado es siempre el mismo: cuantas más vías se ponen en funcionamiento, más coches las obstruyen y más paralizante se vuelve la congestión de la circulación urbana. Mientras haya ciudades, el problema seguirá sin tener solución. Por más ancha y rápida que sea una carretera, la velocidad con que los vehículos deban dejarla atrás para entrar en la ciudad no podrá ser mayor que la velocidad promedio de las calles de la ciudad. Puesto que en París esta velocidad es de diez a veinte kilómetros por hora según qué hora sea, no se podrá salir de las carreteras a más de diez o veinte kilómetros por hora.

Esto ocurre en todas las ciudades. Es imposible circular a más de un promedio de veinte kilómetros por hora en el entramado de calles, avenidas y bulevares entrecruzados que caracterizan a las ciudades tradicionales. La introducción de vehículos más rápidos irrumpe inevitablemente con el tráfico de una ciudad y causa embotellamientos y, finalmente, una parálisis absoluta.

Si el automóvil tiene que prevalecer, no queda más que una solución: suprimir las ciudades, es decir, expandirlas a lo largo de cientos de kilómetros, de vías monumentales, expandirlas a las afueras. Esto es lo que se ha hecho en Estados Unidos. Iván Illich resume el resultado en estas cifras estremecedoras: “El estadounidense tipo dedica más de 1,500 horas por año (es decir, 30 horas por semana, o cuatro horas por día, domingo incluido) a su coche: esto comprende las horas que pasa frente al volante, en marcha o detenido, las horas necesarias de trabajo para pagarlo y para pagar la gasolina, los neumáticos, los peajes, el seguro, las infracciones y los impuestos [...] Este estadounidense necesita entonces 1,500 horas para recorrer (en un año) 10,000 kilómetros. Seis kilómetros le toman una hora. En los países que no cuentan con una industria de transportes, las personas se desplazan exactamente a esa velocidad caminando, con la ventaja adicional de que pueden ir adonde sea y no sólo a lo largo de calles de asfalto.”

Es cierto, añade Illich, que en los países no industrializados los desplazamientos no absorben más que de dos a ocho por ciento del tiempo social (lo cual corresponde a entre dos y seis horas por semana). Conclusión: el hombre que se desplaza a pie cubre tantos kilómetros en una hora dedicada al transporte como el hombre motorizado, pero dedica de cinco a seis veces menos de tiempo que este último. Moraleja: cuanto más difunde una sociedad estos vehículos rápidos, más tiempo dedican y pierden las personas en desplazarse. Pura matemática.

¿La razón? Acabamos de verla. Las ciudades y los pueblos se han convertido en infinitos suburbios de carretera, ya que esta era la única manera de evitar la congestión vehicular de los centros habitacionales. Pero esta solución tiene un reverso evidente: las personas pueden circular cómodamente sólo porque están lejos de todo. Para hacer un espacio al automóvil se han multiplicado las distancias. Se vive lejos del lugar de trabajo, lejos de la escuela, lejos del supermercado –lo cual exige un segundo automóvil para que “el ama de casa” pueda hacer las compras y llevar a los niños a la escuela. ¿Salir a pasear? Ni hablar. ¿Tener amigos? Para eso se tienen vecinos. El auto, a fin de cuentas, hace perder más tiempo que el que logra economizar y crea más distancias que las que consigue sortear. Por supuesto, puede uno ir al trabajo a cien kilómetros por hora. Pero esto es gracias a que uno vive a cincuenta kilómetros del trabajo y acepta perder media hora recorriendo los últimos diez. En pocas palabras: “Las personas trabajan durante una buena parte del día para pagar los desplazamientos necesarios para ir al trabajo” (Iván Illich).

Quizás esté pensando: “Al menos de esa manera puede uno escapar del infierno de la ciudad una vez que se acaba la jornada de trabajo.” “La ciudad” es percibida como “el infierno”; no se piensa más que en evadirla o en irse a vivir a la provincia mientras que, por generaciones enteras, la gran ciudad, objeto de fascinación, era el único lugar donde valía la pena vivir. ¿A qué se debe este giro? A una sola causa: el automóvil ha vuelto inhabitable la gran ciudad. La ha vuelto fétida, ruidosa, asfixiante, polvorienta, atascada al grado de que la gente ya no tiene ganas de salir por la noche. Puesto que los coches han matado a la ciudad, son necesarios coches aun más rápidos para escaparse hacia suburbios lejanos. Impecable circularidad: dennos más automóviles para huir de los estragos causados por los automóviles.

De objeto de lujo y símbolo de privilegio, el automóvil ha pasado a ser una necesidad vital. Hay que tener uno para poder huir del infierno citadino del automóvil. La industria capitalista ha ganado la partida: lo superfluo se ha vuelto necesario. Ya no hace falta convencer a la gente de que necesita un coche. Es un hecho incuestionable. Pueden surgir otras dudas cuando se observa la evasión motorizada a lo largo de los ejes de huida. Entre las ocho y las 9:30 de la mañana, entre las 5:30 y las siete de la tarde, los fines de semana, durante cinco o seis horas, los medios de evasión se extienden en procesiones a vuelta de rueda, a la velocidad (en el mejor de los casos) de un ciclista y en medio de una nube de gasolina con plomo. ¿Qué permanece de los beneficios del coche? ¿Qué queda cuando, inevitablemente, la velocidad máxima de la ruta se reduce a la del coche más lento?

Está bien: tras haber matado a la ciudad, el automóvil está matando al automóvil. Después de haber prometido a todo el mundo que iría más rápido, la industria automóvil desemboca en un resultado previsible. Todo el mundo debe ir más lento que el más lento de todos, a una velocidad determinada por las simples leyes de la dinámica de fluidos. Peor aún: tras haberse inventado para permitir a su dueño ir adonde quiera, a la hora y a la velocidad que quiera, el automóvil se vuelve, de entre todos los vehículos, el más esclavizante, aleatorio, imprevisible e incómodo. Aun cuando se prevea un margen extravagante de tiempo para salir, nunca puede saberse cuándo se encontrará uno con un embotellamiento. Se está tan inexorablemente pegado a la ruta (a la carretera) como el tren a sus vías. No puede uno detenerse impulsivamente y, al igual que en el tren, debe uno viajar a una velocidad decidida por alguien más. En suma, el coche no posee ninguna de las ventajas del tren pero sí todas sus desventajas, más algunas propias: vibración, espacio reducido, peligro de choque, el esfuerzo necesario para manejarlo.

Y sin embargo, dirá usted, la gente no utiliza el tren. ¡Pues claro! ¿Cómo podría utilizarlo? ¿Ha intentado usted ir de Boston a Nueva York en tren? ¿O de Ivry a Tréport? ¿O de Garches a Fontainebleau? ¿O de Colombes a L’Isle-Adam? ¿Ha intentado usted viajar, en verano, el sábado o el domingo? Pues bien, ¡hágalo! ¡Buena suerte! Podrá entonces constatar que el capitalismo-automóvil lo ha previsto todo: en el instante en que el coche estaba por matar al coche, hizo desaparecer las soluciones de repuesto. Así, el coche se volvió obligatorio. El Estado capitalista primero dejó que se degradaran y luego que se suprimieran las conexiones ferroviarias entre las ciudades y sus alrededores. Sólo se mantuvieron las conexiones interurbanas de gran velocidad que compiten con los transportes aéreos por su clientela burguesa. El tren aéreo, que hubiera podido acercar las costas normandas o los lagos de Morvan a los parisinos que gustan de irse de día de campo, no servirá más que para ganar quince minutos entre París y Pontoise y depositar en sus estaciones a más viajeros saturados de velocidad que los que los transportes urbanos podrían trasladar. ¡Eso sí que es progreso!

La verdad es que nadie tiene alternativa. No se es libre de tener o no un automóvil porque el universo suburbano está diseñado en función del coche y, cada vez más, también el universo urbano. Por ello, la solución revolucionaria ideal que consiste en eliminar el automóvil en beneficio de la bicicleta, el tranvía, el autobús o el taxi sin chofer ni siquiera es viable en las ciudades suburbanas como Los Ángeles, Detroit, Houston, Trappes o incluso Bruselas, construidas por y para el automóvil. Estas ciudades escindidas se extienden a lo largo de calles vacías en las que se alinean pabellones idénticos entre sí y donde el paisaje (el desierto) urbano significa: “Estas calles están hechas para conducir tan rápido como se pueda del trabajo a la casa y viceversa. Se pasa por aquí pero no se vive aquí. Al final del día de trabajo todos deben quedarse en casa, y quien se encuentre en la calle después de que caiga la noche será considerado sospechoso.” En algunas ciudades estadounidenses el acto de pasearse a pie de noche es considerado un delito.

Entonces, ¿hemos perdido la partida? No, pero la alternativa al automóvil deberá ser global. Para que la gente pueda renunciar a sus automóviles, no basta con ofrecerle medios de transporte colectivo más cómodos. Es necesario que la gente pueda prescindir del transporte al sentirse como en casa en sus barrios, dentro de su comunidad, dentro de su ciudad a escala humana y al disfrutar ir a pie de su trabajo a su domicilio –a pie o en bicicleta. Ningún medio de transporte rápido y de evasión compensará jamás el malestar de vivir en una ciudad inhabitable, de no estar en casa en ningún lugar, de pasar por allí sólo para trabajar o, por el contrario, para aislarse y dormir.



“La gente –escribe Illich– romperá las cadenas del transporte todopoderoso cuando vuelva a amar como un territorio suyo a su propia cuadra, y cuando dude acerca de alejarse muy a menudo.” Pero precisamente para poder amar el “territorio” será necesario que este sea habitable y no circulable, que el barrio o la comunidad vuelvan a ser el microcosmos, diseñado a partir y en función de todas las actividades humanas, en que la gente trabaja, vive, se relaja, aprende, comunica, y que maneja en conjunto como el lugar de su vida en común. Cuando alguien le preguntó cómo la gente pasaría su tiempo después de la revolución, cuando el derroche capitalista fuera abolido, Marcuse respondió: “Destruiremos las grandes ciudades y construiremos una nuevas. Eso nos mantendrá ocupados por un tiempo.”

Estas nuevas ciudades serán federaciones o comunidades (o vecindades) rodeadas de cinturones verdes cuyos ciudadanos –y especialmente los escolares– pasarán varias horas por semana cultivando productos frescos necesarios para sobrevivir. Para sus desplazamientos cotidianos dispondrán de una completa gama de medios de transporte adaptados a una ciudad mediana: bicicletas municipales, tranvías o trolebuses, taxis eléctricos sin chofer. Para viajes más largos al campo, así como para transportar a sus huéspedes, un conjunto de coches estará disponible en los estacionamientos del barrio. El automóvil habrá dejado de ser una necesidad. Todo cambiará. El mundo, la vida, la gente. Y esto no habrá ocurrido por arte de magia.



Mientras tanto, ¿qué se puede hacer para llegar a eso? Antes que nada, no plantear jamás el problema del transporte de manera aislada, siempre vincularlo al problema de la ciudad, de la división social del trabajo y de la compartimentación que esta ha introducido entre las diferentes dimensiones de la existencia. Un lugar para trabajar, otro para vivir, otro para abastecerse, otro para aprender, un último lugar para divertirse. El agenciamiento del espacio continúa la desintegración del hombre empezada por la división del trabajo en la fábrica. Corta al individuo en rodajas, corta su tiempo, su vida, en rebanadas separadas para que en cada una sea un consumidor pasivo a merced de los comerciantes, para que de este modo nunca se le ocurra que el trabajo, la cultura, la comunicación, el placer, la satisfacción de las necesidades y la vida personal puedan y deban ser una sola y misma cosa: una vida unificada, sostenida por el tejido social de la comunidad. ~

noviembre 16, 2010

minimalista... por PRIMORDIAL


¿SOY UN CUERPO DOTADO DE ESPÍRITU,
O UN ESPÍRITU DOTADO DE CUERPO?

noviembre 03, 2010

CONTRA EL TRABAJO... DEFENDER LA ALEGRIA, ORGANIZAR LA RABIA.


¡Se acabo! Los trabajadores de todas las refinerías francesas en huelga y/o bloqueadas votaron el regreso al trabajo, los estudiantes y alumnos de los colegios salieron de vacaciones (para disfrutar del acostumbrado receso de principios de noviembre), las últimas manifestaciones fueron menos concurridas, la ley modificando el régimen de las pensiones de retiro fue aprobada por las dos cámaras del parlamento.
Una vez mas los trabajadores tuvieron que plegarse a los designios, no de sus supuestos representantes, sino de los representantes de le élite político económica cuyos intereses y privilegios tienen el encargo de proteger y (de ser posible) ampliar.
Una vez mas, después del entusiasmo de una lucha “que prometía”… la pesadumbre de la derrota, la amargura y la rabia de la impotencia.

Normalmente no soy particularmente nacionalista ni patriota, al igual que mi padre, mas bien me considero ciudadano del mundo (aunque “ciudadano” no sea mas que un eufemismo para ocultar la realidad de la dominación y la explotación)… sin embargo y contradictoriamente, en estos días no pude dejar de sentirme orgulloso de ser francés (por haber nacido en Francia y ser “culturalmente” francés, aunque español de sangre) cuando vi la respuesta de los trabajadores y estudiantes franceses a la pretensión de Sarkozy de modificar el régimen de las jubilaciones en Francia, particularmente en lo que tiene que ver con pasar de 60 a 62 años la edad del retiro.

Desde siempre, y especialmente en el famoso Mayo del 68 (del que tuve la suerte de ser participe), los trabajadores y estudiantes franceses han estado a la vanguardia de las reivindicaciones que tienen que ver con la CALIDAD DE LA VIDA o la defensa de esta.
En mis dos primeras experiencias laborales en Francia (hace ya alrededor de 40 años) me resulto mas que evidente que los trabajadores “pensaban” sus vidas en función de dos situaciones: sus vacaciones y su retiro… es decir los dos momentos de sus vidas en las que el trabajo no era parte de esta.
Por esto también el Mayo del 68 francés, en su esencia y su praxis, fue mas una revuelta existencial que un movimiento de reivindicaciones socioeconómicas. No en balde los principales eslóganes eran “changeons la vie” (cambiemos la vida), “l’imagination au pouvoir” (la imaginación al poder), “demandons l’impossible” (pidamos lo imposible), etcétera. Por esto también, después de tres semanas de manifestaciones y una huelga general, las organizaciones comunistas estalinistas de entonces, el PCF (partido comunista francés) y la CGT (principal sindicato francés ligado al partido comunista) viendo que la revuelta tenía un marcado matiz libertario traicionaron el movimiento y entraron en connivencia con el gobierno para desbaratarlo mediante los “acuerdos de Grenelle”.

En el ultimo numero de la revista francesa “Le Nouvel Observateur” (en un principio uno de los portavoces de lo que se llamo la “segunda izquierda”, pero hoy en día de una izquierda que ha aceptado el mercado como sistema económico) se podía leer: “para salvar a sus pensiones los franceses están dispuestos a aceptar sacrificios financieros, mas no así a sacrificar su tiempo libre… Con el alargamiento del tiempo de vida disfrutando de buena salud… por fin van a poder vivir como se les antoja, para ellos mismos… cultivar su jardín, arreglar su casa, vivir al sol, viajar… es una evidencia que ciega, las horas felices empiezan a la salida del trabajo, los días felices el viernes o antes, las semanas y meses felices al empezar las vacaciones… lo que es cierto para el día, la semana, los meses, el año, lo es para las edades de la vida… la jubilación no es un retiro, es un rito inaugural, el principio de algo… por esto el partido mas grande de Francia, el que trasciende las clases y todas las ideologías, es el partido del tiempo libre. La vida empieza a los 60 años… atrasar dos años este renacer es vivido por los franceses como una verdadera agresión existencial contra la idea que se hacen de la felicidad… ¿Arcaísmo o anticipación? No lo sé pero en ninguna otra parte como en Francia esta revolución camina en los espíritus y había empezado a materializarse en las leyes. Para la civilización industrial y capitalista, es una derrota sin precedente”.
Una visión y apreciación, que me parecen certeras… lástima que una vez mas esta pretendida derrota del sistema se quedo por enésima vez en los espíritus… no pudo materializarse en los hechos.

En su ofensiva emprendida desde los años ochenta contra el Estado del bienestar, el “neocapitalismo” y sus esbirros no han parado de recortar, palmo a palmo, los derechos sociales de los trabajadores. Derechos que si bien tienen que ver con la solidaridad como cimiento y “amalgama” de las relaciones sociales contra el individualismo a ultranza, la cultura de la conquista, la competencia y la competitividad como valores supremos, cuestionan en su esencia misma el trabajo en tanto que la actividad económica y social en la cual se expresan y materializan las relaciones de explotación y dominación (de hecho el binomio dominación/sumisión) propias del imperante sistema capitalismo.
Las manifestaciones y los paros en contra del incremento en dos años del tiempo de trabajo, fue un movimiento, mayoritariamente apoyado por los franceses (mas del 70% según todos los sondeos de opinión) porque se inscribía en la antigua tradición del cuestionamiento del trabajo, que viene siendo un cuestionamiento del sentido de la vida.
Tal como lo expresa el sociólogo francés Philippe Godard, “lejos de ser superior a las demás actividades humanas, el trabajo es la mas vil, ya que por el lugar que ocupa en la vida y las relaciones sociales, impide la creación e invención de otras relaciones. Si privar al hombre de su trabajo equivale a privarlo de su cerebro y sus manos, hacer de este un zombi dado que no sabe hacer otra cosa que trabajar o recomponer sus fuerzas para empezar un nuevo ciclo de trabajo, entonces tenemos que constatar que nuestra evolución ha reducido el hombre a un ser cuyos cerebro y manos solo sirven un fin: trabajar”.


Otro aspecto que me resulto particularmente gratificante (y porque no decirlo hasta excitante) de estas protestas, fue ver que por primera vez desde 1968, se dieron varias tentativas de llevar a la práctica (aunque solo sea en su primera modalidad, con los bloqueos de las refinerías) la consigna de los “autónomos libertarios” de hoy (heredada de la tradición anarquista de ayer) de “¡Bloqueo, sabotaje, huelga salvaje, ocupación, destrucción, retención… luchemos armados con toda la fuerza de nuestra rabia!”
“Rabia”, palabra que a mi parecer expresa con la mejor pertinencia el sentimiento que (quizás de impotencia, pero portador de una mayor radicalidad) embarga a la juventud de hoy que poco a poco, en la experiencia misma de su vida, hace la conjunción entre la pauperización de sus condiciones materiales de vida y el binomio dominación/sumisión que las sustentan.


Hace unos cuantos días, vi en el periódico español “Publico” un artículo sobre un colectivo estudiante de la facultad de ciencias políticas de la universidad de Madrid, con una foto de unos estudiantes de dicho colectivo frente a una manta que rezaba: “DEFENDER LA ALEGRIA… ORGANIZAR LA RABIA”… sin duda el mejor de los programas de resistencia contra este mundo que te lleva a pelearte con tus semejantes para ganarles el puesto de trabajo que te permitirá conseguir (por un rato) el mínimo necesario para tu diaria subsistencia a cambio de perecer de hastió.