abril 27, 2008

Geografia política ¿horizontal o vertical?



PERTINENCIA DE LA PERPETUACION

DE LA SEPARACION ENTRE

IZQUIERDA Y DERECHA.

El 28 de agosto del año 1789, reunidos en Versailles, los diputados de la Asamblea Constituyente tenían que decidir si se le respetaba (reconocía) al Rey un derecho de veto de carácter absolutorio o solo relativo (acotado). Con la finalidad meramente practica de facilitar el conteo de los votos, los partidarios de un derecho de veto absoluto por parte del Rey se pusieron a la derecha del presidente de la asamblea mientras quienes eran partidarios de un mayor control sobre el monarca se posicionaron a su izquierda. El resultado del debate se saldo por una victoria… del centro: se llego a un compromiso, el poder de veto del Rey seria de carácter suspensivo.
Como para tantas otras cosas la Revolución francesa había dado nacimiento a la geografía política Izquierda/Derecha que perduraría hasta nuestros días.

Hoy en día, en la casi totalidad de las naciones que se vanaglorian de regirse mediante el sistema político conocido como Democracia, perdura la clásica separación entre Derecha e Izquierda. Aunque en los hechos, siendo la verdadera separación de naturaleza mas vertical que horizontal, seria mas apropiada una geografía política de tipo vertical que separara los “de arriba” y los “de abajo” (como en el periodo de la Convención Nacional francesa, de 1792 a 1795, entre los de la Montaña y los del Pantano) que la vigente separación horizontal entre la derecha y la izquierda.

Desde la Revolución francesa, tanto a lo largo de los siglos XVIII, como XIX y gran parte del XX, la batalla ideológica entre la izquierda y la derecha se zanjo mediante manifestaciones, revueltas, sublevaciones, revoluciones, guerras civiles, asesinatos selectivos o cruentas represiones. Desde hace varias décadas, la lucha por la supremacía ideológica (con la institucionalización y el ejercicio del poder resultantes) dejo el derramamiento de sangre… se civilizo… todos (casi todos) se pusieron de acuerdo en que la única lucha legitima era la que se daba en las urnas. Cualquier traslado de la lucha electoral a la calle es inmediata y unánimemente condenada y de ser necesario reprimida (con toda la fuerza que haga falta y hasta mas… y si hace falta, hasta mucho mas).

¿Que son la Derecha y la Izquierda?
Tiempo atrás cada una a su manera era un proyecto político, es decir una construcción de la polis (una comunidad de individuos que viven juntos, de hecho o por decisión propia), de acuerdo a algunos postulados y principios que definían y orientaban la naturaleza de las relaciones entre quienes integraban dicha comunidad. Principios que se daban en torno a dos ejes principales, la creación y reparto de la riqueza (el dominio de la economía) así como la traducción política de las relaciones de dominación, la “institucionalización” de las relaciones de poder en el seno de la comunidad.
Hoy, en los tiempos del consenso democrático que reina en casi todo el orbe, izquierda y derecha ya no son mas que reminiscencias de este pasado, unos conceptos sin sustancia (o por lo menos sin traducción o consecuencias reales), que algunos quieren, a como de lugar, mantener vigente para que el juego electoral siga otorgando la legitimidad requerida tanto por ganadores como por perdedores (que esperan ser algún día ser los ganadores), mientras otros quisieran borrar para siempre, por inoperante y manifiestamente innecesaria, dado que la historia (entendida como la “lucha política” por la supremacía) llego prácticamente a su fin (salvo honrosas y desesperadas excepciones) tras la indiscutida e indiscutible victoria del capitalismo neoliberal sobre la totalidad de la faz de este planeta.

Antes de proseguir en esta dirección, un poco de nostalgia… al modo en que uno se despide de lo que fue y nunca mas volverá a ser (por lo menos bajo la forma que conocimos).
Para esta remembranza, mas que referirnos a la izquierda y la derecha como conceptos políticos (superados, agotados o por lo menos en vía de “fusión” en un único centro, con mínimos matices), lo haremos en el sentido de ¿que es ser de izquierda o ser de derecha? (lo cual tiene todavía cierta pertinencia para una gran parte del “público espectador”).

¿Quiénes solían ser de Izquierda?
Esencialmente, los integrantes de las capas populares, refiriéndose al nivel de la renta económica. Los trabajadores, quienes en el mercado vendían lo único que podían vender, su fuerza de trabajo, los que a cambio de la percepción de su único medio de subsistencia aceptaban vender esta fuerza a quienes poseían los medios de producción y tenían a bien obsequiarles esta única y honrosa posibilidad… trabajar.
Pero también, y a menudo, algunos “intelectuales”, cuyo resultado de su “actividad pensante” los llevaba, esencialmente por razones humanistas, a denunciar el “estado reinante de las cosas”, tomando partido (el intelectual comprometido) por los desheredados.
¿Quiénes eran de Derecha?
Pues quienes, “generosamente” proporcionaban a los demás la posibilidad de subsistir, los poseedores del capital, quienes tenían a su disposición quienes trabajaran para ellos.
También, y a menudo, quienes en el ejercicio de su actividad profesional habían adquirido una cierta independencia y creían haber abandonado la suerte de los parias (o por lo menos tenían la ilusión de ser sus propios amos, y esto gracias a su esfuerzo y su tesón). También una gran proporción de quienes a pesar de ser “trabajadores” y parte integrante de la “borregada”, habían logrado integrar la dichosa “clase media”, definida como tal por su capacidad de consumo, y por lo tanto tenían mucho mas cosas que perder además de sus cadenas.
Para los dirigentes, quienes mandan y ejercen el poder, la cosa era mas compleja. En un sistema básicamente capitalista quienes disfrutaban de esta posición se consideraban (eran considerados) de derechas si ejercían el poder en representación de los “dueños del capital”. Quienes, desde la “oposición” pretendían luchar para que fuesen ellos quienes detentaran el poder pretendiendo representar los intereses de los trabajadores, se decían de izquierdas. Como quienes llevaban esta lucha en “el mundo del trabajo”, entiéndase los sindicalistas. En cuanto a quienes ejercían el poder en las Republicas pretendidamente socialistas, estos se consideraban obviamente de izquierdas… cuando en realidad no eran mas que burócratas procurando su propio interés, en tanto que burócratas, es decir en tanto que miembros prominentes del aparato bicéfalo que conjugaba las tomas de decisiones tanto económicas como políticas. Lo cual era también el caso en el sistema capitalista… nada mas que de manera disfrazada mediante la bien aceitada mecánica de la democracia representativa.

¿Cuáles eran los valores, las actitudes, los comportamientos de la Izquierda, o de quienes se decían de izquierda?
Indiscutiblemente… la Igualdad… la Justicia. No la igualdad a secas, no solo el “ante la ley todos somos iguales en derechos”... sino en los hechos. De que me sirve la libertad de movimiento si no tengo con que hacerla efectiva, pagar lo que esta me cuesta. De que me sirve tener la posibilidad de ir a la escuela, pretender que esto permitirá subirme al “ascensor social” si mi “herencia cultural” y mi posición en la “escala socioeconómica” me lo impiden. No el simple “a cada quien según sus meritos” sino “a cada quien según sus necesidades.”
La Solidaridad. No pensar ni actuar en función de mi propio y egoísta interés, sino también el de mis semejantes, de quienes conmigo conforman la comunidad en la cual vivo, de la cual formo parte y sin la cual no solo no puedo ni siquiera vivir sino no existo, literalmente no soy nadie.
También el ser (o por lo menos considerarse) Progresista. El creer que el orden natural de las cosas no es tan natural y que este no solo puede cambiarse sino que debe cambiarse. Que la fatalidad no existe o por lo menos que uno puede no aceptarla, rebelarse. Que somos dueños de nuestro destino, que podemos cambiarlo si tal es nuestra voluntad.
¿Cuáles eran los valores, los comportamientos, las actitudes de la derecha, o de quines se decía de derecha?
Esencialmente… la Autoridad… el Orden. El saber… y aceptar… que hay quienes mandan y quienes obedecen, quienes poseen lo superfluo y quienes carecen de lo indispensable… que siempre ha sido así y lo seguirá siendo… que así es el orden natural de las cosas.
Por supuesto (y en parte como consecuencia u origen de lo anterior) la Religión y la Tradición, sin olvidar la Familia y la Patria.
También el Trabajo, la virtud del Esfuerzo… condiciones del Éxito (obviamente individual). Aquí la justicia no es un derecho sino una sanción, una recompensa. Aquí nada de solidaridad, sino la Compasión y la Caridad. Aquí nada de “a cada quien según sus necesidades”, sino “a cada quien según sus meritos”. Es el reino de la meritocracia que lo puede todo, vence todo, iguala todo y todos.
Y todo esto con el fin ultimo de alcanzar la Seguridad… que significa la protección a su persona y sus bienes… pero ante todo el aseguramiento de la permanencia, del inmovilismo. El hombre de derecha era esencialmente Conservador.

En el plano de la economía ¿que significaba ser de izquierda o de derecha?
Ser de izquierda, quería decir estar a favor de la intervención del Estado, ya sea en mayor o menor grado, ya sea que este fuese el único o principal actor económico o simplemente un órgano planificador, orientador, arbitro, un ente esencialmente destinado a asegurar un mejor reparto de la riqueza.
Ser de derecha, quería decir ser liberal, partidario del Mercado y la Libre Competencia, pero sin condenar dogmáticamente la intervención del Estado cuando esta favorecía objetivamente los intereses del capital, como por ejemplo la política económica socialdemócrata del “estado de bienestar”.




Pero hoy, TODO ESTO HA CAMBIADO…enormidades.
Valores que ayer se consideraban como de izquierda son hoy de derecha… y viceversa.
Quienes ayer eran consideradas como personas de izquierda porque a la hora de votar lo hacían por partidos de izquierda hoy votan por partidos de derecha… y quienes votaban por la extrema izquierda (o lo que se consideraba como tal como los partidos comunistas), votan hoy por partidos de extrema derecha. Como también los hay que ayer votaban por los partidos de derecha y hoy votan por partidos de izquierda… o que se consideran como tales.
Políticas (económicas… pero no solo) que ayer se consideraban de derecha son hoy aceptadas y practicadas por la izquierda. Aquí si, la inversa no ocurre… y ahí esta el meollo del asunto.

En las sociedades desarrolladas o primer mundistas, sin necesidad de disparar un solo tiro (o tan pocos que ya no nos acordamos), en las ultimas tres o cuatro décadas, la batalla ideológica entre la izquierda y la derecha ha sido ganada por esta ultima… y por nocaut. Si bien es cierto que en las sociedades menos desarrolladas… o en vía de desarrollo… o emergentes (he aquí los vocablos son parte de esta victoria) se requirió (y en algunos casos se requiere todavía) de un mayor numero de tiros para vencer una resistencia en algunos casos mas tenaz, lo cierto es que la victoria también ha sido en la gran mayoría de los casos por nocaut… y solo en unos cuantos por puntos…a sabiendas de que quienes se autoerigen en árbitros pueden, y no se privan de hacerlo, recurrir a algunas de las armas mas poderosas, como pueden ser la corrupción y el chantaje… y si hay quien se resiste mas allá de lo “razonablemente aceptable” entonces si se recurre al convencimiento por las armas mas letales… habiendo tomado la precaución de tildarlo previamente de retardatario, de enemigo del progreso… y si hace falta, de terrorista.

El problema con las nociones (o conceptos) de Izquierda y Derecha es que si antes estas definían una posición ideológica relacionada con la organización política de la colectividad (el quien y como de la toma de decisiones en el seno de la comunidad), hoy estas solo tienen (adquieren) sentido insertándose en el juego electoral de la democracia representativa… cuando la política, como tal, se encuentra en vía de desaparición.
Todas las antiguas fuerzas políticas, democráticas o no, que pretendían gobernar los hombres y las cosas se han rendido sin condiciones abandonando esta añeja pretensión a gobernar por la simple administración de la economía. Hoy, la política (lo político) se resume a la “gobernanza”, que significa alcanzar la mayor eficiencia “managerial” posible sometiéndose sin condición alguna a la ¿racionalidad? de las leyes del mercado, al reino de la divina “mano invisible” que, en forma providencial, concilia los intereses egoístas de quienes (individuos, empresas, carteles, organizaciones de toda índole) participan en la economía (en una feroz y descarnada competencia) con el interés colectivo. La arcaica búsqueda del querido Jean Jacques Rousseau en pos de la mejor manera de poder expresar la Voluntad General ha sido definitivamente desplazada por la modernidad del imperio del Management.

Un único pero mas que representativo ejemplo, la evolución de la plataforma ideológica del Partido Socialista Francés.
En 1905, al momento de su creación el PSF se dice ser “un partido de clase cuya finalidad es la socialización de los medios de producción e intercambio transformando la sociedad capitalista en una sociedad colectivista o comunista”
En 1969, al partido considera que “por ser demócratas consecuentes, los socialistas estiman que una verdadera democracia no puede existir en una sociedad capitalista”, sin embargo “la lucha de clases” ya es sustituida por la “emancipación de los trabajadores” y la socialización deja de ser “revolucionaria” para tornarse “progresiva”.
En 1990, encontrándose en el poder desde hace dos años, El PS se proclama “a favor de una economía mixta respetuosa de las leyes del mercado”.
Hoy, la declaración de principios del partido, dada a conocer hace algunos días, menciona que “ser socialista es no satisfacerse del mundo tal como es (¡siguen siendo progresistas y rebeldes!)… la igualdad esta en el corazón de nuestro ideal (¡menos mal!)… “la predistribución de la riqueza es condición indispensable para hacer realidad la igualdad de los derechos… sigue siendo necesario conciliar los intereses particulares con el interés general”… por lo que “los socialistas son partidarios de una economía social y ecológica de mercado, una economía regulada por el poder publico… la regulación es una función fundamental del Estado para poder conciliar la economía de mercado con la democracia y la cohesión social”.
Si separamos el grano de la paja, que tenemos. Simple y sencillamente, el reconocimiento de que la economía de mercado, si bien es portadora de desigualdad (mitigada por la regulación), es insustituible.

¿Por qué este “corrimiento” de la izquierda hacia la derecha y no uno de la derecha hacia la izquierda?. La respuesta parece bastante obvia. Porque en un sistema dominado por la economía en el cual la política ha sido desde siempre la puesta en práctica de una “política económica”, se requiere de una cierta base económica para poder sustentar una política económica, sea cual sea esta.
Sobre las ruinas de la segunda guerra mundial (respuesta a la gran crisis capitalista de 1929 y el terror al vigor del “peligro rojo”) y hasta medianos de los años setentas se dio un periodo de bonanza económica. Todos los países occidentales (en oposición a los del área dominada por la URSS) del hemisferio norte experimentaron unas tasas de crecimiento nunca antes vistas, principalmente basadas en el nacimiento y expansión de lo que se dio en llamar la sociedad de consumo. El famoso circulo virtuoso, mayor crecimiento, mayor poder adquisitivo, mayor consumo, mayor producción, repetido al infinito. La existencia de este circulo virtuoso con su consecuencia socioeconómica “natural” la expansión de la clase media (o sea la integración al consumo de una gran parte del “proletariado”) permitieron lo que se conoció como la política económica del “Estado del bienestar” o el “Estado providencia”.
Es sobre esta base que en el periodo que se conoce como el de las “treinta gloriosas” (los treinta años que van de 1945 a 1975) los partidos que se decían de izquierda, de los socialdemócratas a los comunistas, vieron crecer su influencia ideológica (llegando a traducirse en su llegada al poder en algunos países). Sin olvidar el muy importante papel jugado por los grandes sindicatos que “encuadraban” las demandas, “jalaban” las políticas sociales y “acompañaban” el crecimiento de la influencia de los partidos dichos de izquierda.
Sin embargo a partir de la mitad de los años setentas, cerrado el intermedio de la “revuelta libertaria” del 68 (posible, y quizás desencadenado, gracias precisamente a este largo periodo de crecimiento económico), este modelo empezó a dar sus primeros signos de agotamiento, a la vez que se desencadenaba una ofensiva ideológica a gran escala y muy bien montada (encabezada por Milton Friedman, Friedrich Hayek y mas tarde Francis Fukuyama quien decretaría el fin de la historia) que propugnaba la necesidad del regreso a la ortodoxia de la teoría liberal, culpando a la política keynesiana de todos los males, distorsiones y desequilibrios que empezaban a darse en las principales economías del planeta (a notar el empleo del termino “principales economías” y no principales Estados o principales naciones).
En muy poco tiempo se conjugo la indiscutible supremacía de la ideología liberal (o neoliberal) con la concreta aplicación de las principales orientaciones y medidas económicas que se sustentaban en esta ideología neoliberal:
La preponderancia del capitalismo financiero sobre el capitalismo productivo (el valor económico real de los activos del planeta es ahorra tres veces inferior a los instrumentos financieros emitidos tomando como referencia estos activos), con todos los “desajustes” inherentes (concentración acelerada de la riqueza a la par de la exclusión de millones de hombres con el consiguiente incremento de los flujos migratorios), la ampliación de la parte de la especulación y la corrupción como motores de la actividad económica, los importantes cambios tecnológicos (con la aparición y el muy rápido desarrollo de la informática, y en forma general la simultaneidad del incremento de la velocidad con el encogimiento del tiempo y el espacio) y científicos (con principalmente todo lo ligado a la biogenética), la globalización con la exacerbación de la competencia a nivel mundial (ya no se compite con el vecino que se encuentra en el mismo espacio nacional, sino con competidores ubicados en espacios lejanos y entornos sociopolíticos y socioeconómicos muy diferentes al de uno), la privatización de sectores enteros de la actividad económica (que se inscribe en una “política” general de privatización de las ganancias y socialización de las perdidas), la perdida de las competencias del Estado nacional a favor de los organismos, empresas y entidades multinacionales, transnacionales o supranacionales (tanto del ámbito privado como del ámbito publico).
El resultado es el ya comentado, de la absoluta y apabullante preponderancia de la lógica economicista y utilitarista que responde a las solas leyes del mercado con la mercantilización de todas las áreas de la actividad humana incluyendo la vida misma. Viéndose la política engullida por la economía y la izquierda privada de toda posibilidad de poder “hacer realidad” sus postulados ideológicos… y por lo tanto perder toda su credibilidad al verse “en la obligación” de adaptar sus políticas (que se reducen a una simple tarea de gestión) a dicha realidad cuando accede al poder.

Admitido como insuperable el modelo liberal demócrata, en los tiempos y espacios electorales (los únicos legítimos y por lo tanto permitidos) la batalla ideológica y programática entre la Izquierda y la Derecha, se da sobre insignificantes matices que se intenta presentar como insalvables diferencias.
Aceptada esta preponderancia ideológica sobre lo principal y básico, en los intervalos entre una elección y otra, la batalla entre la Izquierda y la Derecha se reduce casi exclusivamente a lo que se conoce como las cuestiones “societales” (o de hábitos y costumbres) que tienen que ver con la moral, la ética, las relaciones entre individuos o entre estos (como individuos o colectivos determinados por la pertenencia a un grupo especifico o constituido sobre la base de ciertas semejanzas o afinidades) y el Estado.

En ninguno de los dos momentos (tiempo de elecciones o intervalo entre elecciones) jamás se cuestionan las relaciones de poder y/o dominación relacionadas con la organización misma de la comunidad en la cual viven los individuos, siempre pretendidamente autónomos y libres. Podemos debatir y pelearnos (de preferencia entre expertos y frente a unas cámaras para que sentado en nuestro sillón o acostado en nuestra cama podamos relativizar, preguntarnos, tomar partido, incluso cuestionarnos… antes de apagar la luz y dormir del bien merecido sueño de quienes han cumplido con su diario deber) sobre el aborto, la discriminación hacia los homosexuales, la clonación, la eutanasia, las violaciones a los derechos humanos o incluso los abusos del poder… pero jamás cuestionarlo como tal, jamás preguntar ¿qué producir, como, para quien? o ¿quién decide, de que, como, porque?

Y si en ocasión de la toma de alguna decisión realmente trascendental (con importantes repercusiones sobre el estatus quo vigente) por parte de quien “gobierna”(o mejor dicho atiende los intereses de quienes representa… que no son quienes lo eligieron) llega a surgir alguna diferencia de fondo entre quien ocupa el poder y quien pretende ocuparlo, entonces poco importa si los actores son de derecha o de izquierda, si la medida es de derecha o de izquierda… los limites de la acotada y mediatizada democracia representativa surgen a la luz del día (para empezar chantaje a la tolerancia, la convivencia pacifica, el respecto de la legalidad, después el linchamiento mediático, y si es necesario el recurso al uso del monopolio de la violencia)… simplemente porque lo que se encuentra en juego no es el calificativo que se le pueda atribuir en relación a una determinada posición en el tablero político sino el poder como tal, su ejercicio y disfrute.

Cada día son mas numerosos los “politólogos” que en la prensa (escrita, radiofónica o televisiva) se preguntan el porque del desprestigio de los politicos (cuando en realidad muchos de ellos participan mas que activamente en esta labor), del desinterés del común de los mortales por la política, del incremento del abstencionismo, de la pertinencia de la persistencia en el uso de los conceptos de izquierda y derecha.
Como ya se dijo al principio, hay quienes contestan afirmativamente a esto ultimo y quienes lo hacen por la negativa, sin embargo todos (sean considerados de izquierda o de derecha) lo hacen dentro de la lógica del sistema, situándose “en el” y no desde una perspectiva de oposición (y menos de confrontación) con este, ni siquiera de simple cuestionamiento.
Quienes dicen que no, saben que hoy en día , a la hora en la que los políticos ya no gobiernan sino que son simples administradores que con sus decisiones buscan simplemente contribuir a la promoción y defensa de los intereses de quienes los encumbraron donde se encuentran, con la finalidad de que estos logren los mejores resultados posibles en la lucha sin cuartel (contra sus competidores como contra quienes representan los “obstáculos internos” que, ambos, se tienen que vencer o eliminar) por la obtención y el reparto de las ganancias y la dominancia (en todos sus aspectos), esta diferenciación entre izquierda y derecha es no solo vetusta sino sin sustento alguno.
Quienes dicen que si, lo hacen pensando en que si esta oposición derecha/izquierda es hoy en día efectivamente en gran medida artificial y caduca, esta sigue teniendo un valor nada despreciable dado que por su misma simplificación reduccionista contribuye a la perpetuación de la participación de los individuos al mayor engaño de la dizque democracia representativa, consistiendo en creer que al votar por algún candidato (al puesto que sea) en el cual se reconocen con el cual se identifican (el mimetismo entre las creencias y las representaciones personales y las del candidato, la pertenencia, mas que a una misma ideología, a una misma “sensibilidad”) eligen a su representante, a quien creen que gobernara de acuerdo con los intereses de quienes votaron por el... como si su voto tuviese un efecto vinculatorio, de carácter obligatorio, entre las promesas y las realizaciones… como si tuviesen la mas mínima posibilidad de pedir cuentas.
Esta ultima “opción” es evidentemente la que mas conviene para los intereses del sistema, la que le permite su legitimación cada determinado lapso de tiempo. Además con la ventaja de que al ser “democrática” se refrenda la opción en un sistema no solo respetuoso de la voluntad libremente expresada por la mayoría, sino “deseado” por unanimidad… dado que los votos se reparten “naturalmente” y en proporciones cada día mas idénticas… entre un centro derecha que recoge cerca de un 50% y un centro izquierda que obtiene el también cerca de un 50%… dejando así constancia del amplio y patente rechazo a toda oposición antisistema calificada hoy de peligrosa aventura y mañana de enemiga de la concordia, la paz y la seguridad… por lo tanto de terrorista… y que por lo tanto hay que tratar como tal.

En cuanto a la fortaleza de las convicciones de los profesionales de la política… no hay mejor prueba de esta que la multitud de enroques y tránsfugas de un partido hacia otro a la hora de la verdad (es decir de posicionarse y escoger su bando para tener las mejores oportunidades de ser electos)… sin ningún pudor y vergüenza son carretadas de izquierdistas que se pasan a la derecha e igual numero de derechistas que se pasan a la izquierda.

Dicho todo lo anterior no es de extrañarse que la gran mayoría de quienes participan de esta farsa al introducir su voto en la urna, no se la crean… lo saben tan bien que por lo general no votan por una opción o alguna alternativa (que no existe) sino en contra de la que les parece que seria todavía peor que la que “escogen” (o creen escoger). No se vota “a favor de” sino contra, se trata de descartar la peor opción. Es por lo mismo que los candidatos y partidos se abstienen (se cuidan) de no hacer hincapié en las virtudes de sus programas, sino que todo el esfuerzo propagandístico se centra en descalificar el oponente. Es también lo que explica el fulgurante “éxito” del tan cantado voto útil.

En resumen la distinción entre derecha e izquierda se encuentra hoy vacía de todo contenido, no tiene hoy ninguna razón de ser. La única razón por la cual esta permanece en el mundo de la política “politiquera” (la verdadera ya no existe) es la persistencia de su “utilidad” en el proceso de legitimación, tanto del sistema electoral en si como del candidato que resulta vencedor, como de paso también del candidato derrotado a quien le otorga el estatus de legitimo opositor.
La verdadera oposición no es entre la Derecha y la Izquierda, sino entre quienes mandan y quienes obedecen, quienes ejercen la dominación y quienes aceptan su sumisión… entre los de “arriba” y los de “abajo”.
Uno de los pocos que entendieron esta “verdad” (aunque quizás todavía a medias) es el EZLN… con su eslogan “abajo y a la izquierda” (aunque quiero suponer que al emplear la palabra izquierda se refieren al lugar del corazón y no al habitual posicionamiento político.)

abril 08, 2008

DIGNIDAD, PRECIO Y MERCADO



Todo tiene o un precio o una dignidad. Se puede sustituir lo que tiene un precio por su equivalente; en cambio lo que no tiene precio, y por lo tanto equivalencia, es lo que posee una dignidad.

Emmanuel Kant, 1785.


Por lo tanto para preservar un mínimo de dignidad en nuestras sociedades seria necesario establecer algunos santuarios en los cuales el Mercado fuese terminantemente proscrito.

Dany Robert Dufour, 2007.


Puras buenas intenciones y utópica pretensión dado que la vida misma, todo lo vivo, hasta la vida humana, ya fueron absorbidos por la Mercancía. Hoy todo tiene un precio o esta en vía de tenerlo.

Yo, sin fecha presente y con futuro más que previsible.

APARIENCIA, SEDUCCION Y EFICIENCIA


Jean Baudrillard ha escrito muchos textos y libros cuya temática tiene que ver con la centralidad de las nociones de la apariencia y la seducción en esta época que se da en definir como posmoderna.


Libros todos muy interesantes para mi, pero que se quedaban en la teorisación, sin “conexión” directa con situaciones concretas, vividas por mi… hasta que hace unas cuantas semanas pude presenciar una situación en la cual la apariencia y la seducción eran centrales.Fue en la ciudad de León, en una “feria” denominada ANPIC cuya finalidad es poner en contacto proveedores y potenciales compradores de la industria del calzado. Aburrido por tal liturgia, decidí apartarme y sentarme en una “área de consumo”… no para consumir cualquier bebida, sino para leer.

Resulto que dicha área se encontraba a un lado del “stand” de la empresa multinacional Coats (cuya aparente razón por estar en esta feria radicaba principalmente en la fabricación de hilos para la industria del calzado).

Trabajando yo mismo para una empresa que se dedica también a la fabricación de hilos, no era la primera vez que me tocaba ver, o estar cerca de un stand de Cotas. Desde muchos años antes me había percatado que dicha empresa era la que hacia el mayor esfuerzo para intentar aparentar lo que se cree entender como “modernidad”… destacar de la “medianidad” de las demás empresas mediante la puesta en escena de una cierta espectacularidad, principalmente basada en unos juegos de luces y sonidos “apoyando” (tratando de resaltar) la presencia de jóvenes y guapas edecanes.

Sin embargo, en esta ocasión, la puesta en escena de esta apariencia y seducción me pareció mucho mas acentuada que en las anteriores ocasiones.

Sobra decir que el producto que se supone querer vender (canalizar hacia el potencial cliente) se encontraba prácticamente ausente de la escenificación. Casi ninguna presencia de hilo como tal (real), solo imágenes, ilustraciones estilizadas, en busca de una perfección fotográfica (pretendidamente artística) que las alejaba a todas luces de la realidad más real y común. Aquí no se trata de que el cliente pueda acercarse al producto, ver su textura, tocarlo, mucho menos verlo “trabajar” en alguna maquina, sino presenciar (que es mucho mas que ver) la perfección (la cual como todos sabemos no es de este mundo). En este sentido era muy sintomático que el poco producto real estuviese presentado en unas jaulas de vidrio.

Si no hay producto, ¿hace falta que haya vendedores?.

El personal “profesional” se reducía al mínimo indispensable; tres vendedores uniformados que hacían todo lo posible para tratar de pasar desapercibidos. Nada de llamar la atención del posible cliente que deambulaba por los pasillos. Harían preguntas técnicas… porque, cuanto, cuando… y de lo que menos se trata es de entrar en este terreno.

Tratándose de recurrir a la seducción y no a la racionalidad, la atracción es clave… y que mas atractivo que la conjunción de juventud, belleza y sexo.

Dos edecanes de sexo femenino, de entre dieciocho y veintidós anos, verdaderas exponentes de los actuales cánones de la belleza centroeuropea, súper delgadas, con la vestimenta que se requiere no únicamente para resaltar (como venia sucediendo hasta ahorra) las redondeces que se requieren en los lugares que se requieren (bustos y nalgas) sino también de manera muy explicita el sexo que resalta un short tan pegajoso que parece una segunda piel.
Muy llamativa novedad, el edecán de sexo masculino.
Joven efebo (sin duda hombre pero con una apariencia lo suficientemente afeminada), vestido con un jean lo suficientemente pegajoso para que resalte en forma muy evidente lo abultado de su sexo masculino, así como una camiseta que resalta la musculatura de sus brazos, torso, pectorales y abdominales.

Obviamente, toda esta juventud, belleza y sexo tan explicito no se encuentra en el stand para informar, contestar preguntas técnicas… sino para atraer la vista. Incluso ni tratan de atraer el paseante hacia el stand, abordándolo, buscando entablar alguna conversación. No parecen ni siquiera seres humanos…son parte de la decoración, son objetos, maniquíes dotados del don de la palabra… pero, como se acaba de mencionar, no para intentar entablar alguna conversación con los posibles clientes… sino para hablar animadamente entre ellos. En las casi dos horas que los estuve observando fue lo único que hicieron, hablar entre ellos, sin interesarse en lo mas mínimo en el entorno. Ni en los “técnicos” (que sea dicho de paso no hacían tampoco otra cosa que hablar entre ellos) ni en quienes pasaban y se los quedaban viendo.

No se que habrá sucedido después de que me canse de observarlos de reojo mientras trataba de seguir leyendo. Pero en todo este tiempo, y de todos los que tenia en mi campo de visión, este stand fue sin lugar a dudas el menos visitado de todos.

Al día siguiente, faltando todavía mas de una hora para que se diera por terminada la feria, fueron de los primeros (sino los primeros) en cerrar el stand e irse.

A que fue Coats a esta feria. A hacer puro acto de presencia, no creo.

Habrán leído Baudrillard y se habrán convencido de que en la posmodernidad la eficiencia mercantil (obligatoria antesala de la eficiencia productiva) pasa por la apariencia y la seducción. No lo creo tampoco.

Lo extraño del caso es que una compañía que viene a exponer productos cuyos potenciales compradores son industriales, y no consumidores finales, emplee estrategias de apariencia y seducción cuando se supone que dichos compradores potenciales toman sus decisiones en base a supuestos racionales, básicamente fundados sobre la productividad y en ultima instancia la eficiencia.

La espectacularidad de la cual forman parte la apariencia y la seducción no esta peleada con la racionalidad y la eficiencia, sino que ya forma parte de estas… aun para quienes lo intuyen, sin saberlo.

Lo mas probable no es que Coats lo intuya sino que lo sabe. Lo extraño del caso siendo que juega en una cancha que ya no es la suya con unas reglas del juego que no son todavía las de los demás.

De todas las empresas presentes en esta feria, Coats es posiblemente la única que se pueda calificar de multinacional y/o transnacional. La única que seguramente ya dejo el capitalismo industrial “a la vieja usanza” para integrarse al nuevo capitalismo financiero. El capitalismo en el que las empresas que antes producían bienes lo siguen haciendo (aunque muchas se han transformadas y no lo hacen mas) pero ya se manejan de acuerdo a las nuevas reglas del juego en las cuales las ganancias ya no son una exigencia de los “dueños” sino de los accionistas (lo cual es una gran diferencia tanto en cuanto a las exigencias como en cuanto al método de consecución de estas), y estas ya no dependen esencialmente de la venta de los productos fabricados sino de las transacciones financieras para las cuales la producción y venta de bienes no son mas que el “soporte” material.
Si así fuese, y estoy plenamente convencido de que lo es, que importancia tiene para una empresa de este calado exhibir productos para una industria manufacturera productora de calzado en un espacio en el cual esta producción se encuentra en franco declive por haberse ido a otros espacios mas rentables para quienes se aferran al viejo capitalismo industrial.

La presencia de Coats en la ANPIC no tenia mas razón de ser que la de mostrarse (exhibirse ella y no sus productos)… y consecuentemente escogió la mejor manera de hacerlo… la que la sitúa en mayor sintonía con “las estrategias de comunicación” de esta nueva fase del capitalismo… que pasan por la apariencia y la seducción.