septiembre 11, 2007

QUE HACER CON MI CADAVER



Si el Ser es producto del azar o la necesidad…
y el Vivir nos es dado…
el EXISTIR ES NUESTRA OBRA.

Así, en una anterior “entrada” alentaba hijos y sobrinos a hacer lo posible para vivir su humanidad… EXISTIR.

Pero parece también que todo tiene un fin (en la aceptación de terminación y no de finalidad)… el cual llamamos MUERTE.
El fin de la VIDA, el paro de las funciones orgánicas (químicas y muchas otras cuya denominación ignoro) que mantienen en vida nuestro CUERPO.
Y en el instante mismo de la muerte del cuerpo se apaga nuestra luz, nuestra EXISTENCIA, la CONSCIENCIA de sabernos vivos en un tiempo y espacio con los cuales nos relacionamos… los objetos inanimados (naturales o elaborados, que utilizamos o ignoramos) los seres vivos (animales o vegetales, que ignoramos o aprovechamos) los demás seres humanos (que ignoramos, amamos u odiamos) las estructuras sociales (que ignoramos, padecemos o soñamos), el cosmos (del cual venimos y al cual regresamos).

Algunos creen en una disociación del cuerpo y ese “algo mas” (alma, espíritu, energía, aura, etc.) que expresa, posibilita la persistencia de nuestra existencia mas allá de la muerte, la desaparición (lenta o casi instantánea, putrefacta o humeante) de nuestro cadáver.

Todos (absolutamente todos) quisiéramos creer en esta perpetuación pero por alguna oscura razón (he aquí quizás el vocablo responsable de esta incredulidad) algunos no creemos en esta dualidad… y sin embargo queremos (lo admitamos o no) permanecer.

Nos consolamos de esta perdida, la hacemos sobrellevadera… pensando en que permaneceremos en el recuerdo, la memoria, de quienes nos sobrevivan (cuando sabemos que este recuerdo es mas evanescente que el humo)… heredando bienes (que como todos los bienes materiales son perecederos y que nuestros herederos se encargaran de aprovechar y dilapidar… sin pensar un solo momento en nosotros y quizás maldiciéndonos)… heredando a nuestros seres mas queridos (u odiados) una “actitud ante la vida” unos “valores” que traicionamos cuando así nos conviene y que sabemos para ellos “inservibles” porque su vida es otra y se regirá de acuerdo a otras circunstancias… los mas afortunados, quienes hayan creado alguna obra, participado del “avance” (o retroceso) de la humanidad, dejando su indeleble huella… no serán mas que esto… una huella… un nombre y apellido en los sistemas que almacenen la memoria colectiva… hasta que esta a su vez desaparezca.


Exceptuando, claro esta, la cuestión de saber si tenemos que esperar a que la huesuda nos lleve (sorpresivamente o después de habernos resistido) o si tenemos que ir deliberadamente a su encuentro… para afirmar por ultima vez nuestra existencia… el ejercicio de nuestra voluntad.

He aquí el salto mortal… sin red protectora.
¿Que quiero que advenga de mi cuerpo después de mi muerte?

La criogenización… además de mucha lana… hace falta mucha fe en el progreso de la "ciencia"… la cual no tengo… por lo que queda descartada.

Todas las variantes del entierro del cadáver (desde el traje de madera, hasta la mortaja, llevado en tierra o colocado en un nicho de concreto… me parece la mas “natural” o (contradictoriamente) la mas acorde a la tradición cultural de la cual provengo… aunque prefiero la tierra al concreto (precisamente por mas natural)… lastima de la putrefacción que es tan inestética y de las tantas películas de muertos-vivientes (que me hacen pasar un tan mal rato).
Pero con la ventaja de que después de décadas, y a veces siglos, alguien, con algún propósito o sin el, podría “descubrir” mi esqueleto… y con bombos y platillos anunciar a lo que quedara de la humanidad el hallazgo del “eslabón perdido”.

La cremación… tan o mas antigua que el entierro… con la inigualable ventaja de que (testamento de por medio) puede ser el pretexto ideal para que los seres que quisimos y nos quisieron (o por lo menos así lo creemos o nos lo hicieron creer) puedan emprender un interesante viaje para, con una lagrima en los ojos, esparcir nuestras cenizas (o lo que se supone que son) cerca del lugar donde pasamos nuestra perra vida (si es que son escasos los recursos) o al otro lado del mundo (de preferencia en algunos de los lugares paradisíacos con los que algunas noches soñamos, si es que la herencia alcanza para tanto… y están dispuestos a dilapidar una parte de esta en este viaje… de propósito mas que incierto).
Lastima que, de la manera mas irracional que sea, el ancestral temor a ser quemado vivo me impida disfrutar de esta modalidad.
Aunque haciendo abstracción de este ¿infundado? temor y del gasto que pueda representar la ceremonia del esparcimiento de mis cenizas, creo que el depositarlas al pie de un árbol frutal seria la solución que mas me agradaría… al saber que al morder la manzana prohibida quien lo hiciera no solo seria el digno sucesor de Adán y Eva sino que, sabiéndolo o sin saberlo, ingeriría un poco de mis restos mortales…. los cuales tarde o temprano (dependiendo del grado de madurez de la susodicha manzana) regresarían a la tierra... empezando un nuevo ciclo… que no me atrevería a llamar “vital”.

Porque pase lo que pase, sea cual sea el destino de mi cadáver, de alguna manera u otra, bajo una forma u otra, este (mis despojos mortales… los mios) pasaran a ser parte de alguna cadena alimenticia… participando así del principio de la vida.

Que bueno que redescubrí lo que me enseñaron en secundaria, a saber que “nada se crea, todo se transforma” (quizás les falto precisar “salvo la vida”… pero no seamos aguafiestas).
De alguna forma… haciendo gala de mi mayor optimismo… y asimilando arbitrariamente la vida al ser (en tanto que presencia) puedo asegurar que… SOY INMORTAL… aunque solo tenga que ver con la inmortalidad “corporal”… aun siendo únicamente bajo la forma de alimento para animales, animalitos, bacterias, microorganismos, plantas, etc.


PD: Definitivamente, que me incineren… se aseguren que las cenizas que les entregan son efectivamente las mías… si la lana alcanza, las esparcen en un lejano y paradisíaco rincón de este globo terráqueo (si todavía existe un tal lugar) que tendré a bien mencionar en mi testamento…y si no alcanza, que las pongan al pie de un árbol frutal… el cual deberán regar concienzudamente… esperar a que este de fruto… para morderlo “à belles dents”.

septiembre 04, 2007

PARA PENSARSE



Tanta hambruna… y pedir PAN.

Tanta tristeza… y pedir TRABAJO.

Mucho me temo que el pan mitigara su hambruna pero que el trabajo ahondara su tristeza.

¡Que no habría manera de exigir pan sin necesidad de pedir también trabajo!

QUINTAESENCIA DEL FUTURO


Consideraciones económicas… y otras.


Definitivamente 25 centavos es muy barato… para que sea negocio.


Por mínima que sea la inversión de la cabina y del producto proporcionado para llevar a cabo el suicido… 25 centavos son muy pocos.

Aun si el producto fuese propiedad del suicida y el servicio proporcionado por el negociante se limitara al alquiler de la cabina… 25 centavos seguirían siendo muy pocos.

Con mayor razón si la privacidad ya no existiera… falta de algún rincón particular privado (tipo sala de baño u otro)… o de un espacio natural anónimo y discreto (tipo bosque u otro)… y que el suicidio en publico a plena luz del día fuese penado con la pena de muerte… definitivamente 25 centavos no seria negocio.


Al no ser que se pudiese asimilar a un acto filantrópico… y por lo tanto…deducible de impuestos.

Al no ser que la demanda (natural o inducida por alguna efectiva campaña publicitaria) fuese mucha y que por lo tanto la utilidad se sustentara en el volumen (de los suicidas) más que en el precio unitario del servicio proporcionado.

Al no ser que, realmente, la vida no valga nada …y que por lo tanto el negocio sea subsidiado por el Estado… quien, después de un minucioso y exhaustivo estudio de costo/beneficio, hubiera encontrada la solución final al problema de sus déficit de toda índole.
¡Por fin un subsidio que te permite dejar de subsidiar!

Conclusión: descartada la primera por inminentemente inmoral (valerse del suicidio de los demás para pagar menos impuestos... ¡que sinvergüenza!) las otras dos posibilidades son factibles… o se trata de un negocio privado que se sustenta en una demanda exponencial… o se trata de un subsidio que por fin permite al Estado dejar de subsidiar.

En el primer caso porque la vida no vale nada… y en el segundo porque mantenerla resulta demasiado oneroso.