diciembre 19, 2011

DEMOCRACIA, MERCADOS Y TECNOCRACIA


"Substituir al gobierno de los hombres, la administración de las cosas"
Saint Simon.

Mi suegra, de casi noventa años, española exiliada en México después de la guerra civil, se dice de izquierda (por mimetismo simbiótico con las ideas y acciones de un venerado esposo de formación comunista y oficial del ejercito republicano) y anticlerical furibunda (que no es lo mismo que atea)… pues bien… antes de las pasadas elecciones generales españolas me permití provocarla diciéndole que lo natural era que “por traidor” el Partido Socialista Obrero Español perdiera dichas elecciones, que lo natural era que las ganara el odiado fascistoide Partido Popular que aunque fuese un lobo disfrazado de cordero, lobo era… cuando el pretendido socialista era un cordero mutado a lobo que pretendía seguir siendo cordero.
Provocación que se quedo sin contestación, pero con mirada reprobatoria… insinuando que el traidor… era yo.

En Aragón, tenemos unos amigos, “militantes profesionales” (con cargos de nosotros desconocidos) del PSOE cuyo varapalo de las anteriores elecciones autonómicas y municipales no había menguado su “fe” en un posible “reposicionamiento” del partido para las siguientes elecciones generales… que la vigilia del fatídico 20 N (sería interesante y de provecho estudiar el significado de esta nueva “moda” que consiste en designar ciertos eventos de la vida política por el día seguido de la inicial del mes correspondiente a la fecha en el cual se escenificaron… una corazonada me dice que tiene precisamente que ver con el concepto de escenificación) todavía creían (insistiría nuevamente en que tenían “fe”) que si bien la derrota era su horizonte, esta podría darse por una diferencia de tres a cuatro puntos porcentuales.
Al día siguiente, al teléfono y no en su presencia (lo cual tiene su importancia) se les notaba tristes, preocupados… pero no destrozados… con los suficientes ánimos para seguir adelante. Pensé: encomiable… pero… ¿hacia dónde, en qué dirección?

Encontrándonos en un punto de la geografía aragonesa el día de las elecciones, y visitando algunos parientes (algunos más lejanos que otros)… percibimos… uno, que quienes creíamos “ser de izquierdas”, agobiados y temerosos, iban a votar o habían votado “por un cambio” (¿Quién llamaba a votar por un cambio?)… dos, que algunos habían decidido hacer uso de su derecho a no acudir al encuentro con las urnas… tres, que quienes habían sido toda la vida “de derechas” no expresaban su victoria anticipada con particular alegría ni festejo, sino mas bien alguna inexpresada pero palpable preocupación “por lo que les esperaría a partir del siguiente día… intuyendo quizás que sus “lideres” no eran mas que títeres en manos de desconocidas, invisibles y vampiresas “fuerzas” que seguirían con su insaciable sed de la sangre de los indefensos corderitos (importando muy poco de qué lado se situaran estos en la geografía política.)
Al día siguiente, pensé: victoria pírica para unos cuantos (en relación a las anteriores elecciones generales del 2008, el PP incremento su caudal de votos en apenas un poco más de quinientos mil)… verdadero descalabro para otros tantos (en relación a las mismas anteriores elecciones generales, el PSOE perdió un poco más de cuatro millones y medio de votos)… sacrificios, profundo malestar (miseria tanto física como sicológica) y desasosiego para todos, hayan votado a quien hayan votado… salvo, claro está, para los bribones de siempre que salen ganando, sean quienes sean los vencedores y los vencidos en las urnas.

Personalmente, el resultado… me satisfizo… con una preocupación, sin embargo, al leer al día siguiente, en la columna “Puntada sin hilo” del periódico PUBLICO, esta última gota: “Y la gota más terrible: Se reunieron más falangistas en el Valle de los Caídos que indignados en la Puerta del Sol”.

¡¿Satisfecho?!... quizás no sea la palabra exacta… demasiada masoquista… digamos, mejor… que me congratulo.

No porque los españoles (no todos, solo quienes son un verdadero estorbo, casi prescindibles pero son todavía necesarios, solo el noventa por ciento que cumple a la perfección, sin quejarse demasiado, conscientemente o no, su función de abono para que el otro diez por ciento recoja los frutos y se los coma) como antes los irlandeses, los portugueses y los griegos, hoy los italianos y estos mismos españoles, mañana los franceses, pasado mañana los alemanes y con ellos todos los europeos, en espera de que les toque el turno a todos los demás terrícolas… vayan a “pasar las de Caín”.
No… sino porque de dos cosas una… o los amos se salen con la suya una vez mas y encuentran la manera de perpetuarse entre los de su especie sin necesidad de mantener en vida (en condición de humanos) a los demás, como tampoco haga falta mantener con vida al planeta que los alumbro (al fin que la muerte y una “vida artificial” también son fuentes de ganancia)… o se empieza a luchar decididamente, vigorosamente, inteligentemente, etcétera, por la vida, contra esta elite parasitaria y su sistema de dominación: político (institucional o factico) social (quizás prioritariamente el mediático, pero de hecho la totalidad de las relaciones verticales que se rigen por el binomio mando/obediencia y la sumisión, expresa o encubierta, impuesta o falsamente voluntaria), pero ante todo económico (cuestionando y contestando al: ¿que, como, con que finalidad; producir, distribuir, consumir, intercambiar?)… en suma, cuestionar la totalidad del entramado de las relaciones que constituyen el actual sistema de convivencia entre los individuos y su relación con las fuentes naturales de la vida… cuestionarlo, combatirlo, derribarlo… imaginando y construyendo, en una perpetua dialéctica entre proyecto y acción, las nuevas relaciones de una nueva convivencia.



Desde la creación de este blog (que defino como un ejercicio de “masturbación neuronal”), hace ya más de seis años, numerosas fueron las entradas en las que se intento exponer, analizar y defender la tesis (para mi central) de que tanto la democracia como el estado de derecho son unas falacias cuya finalidad es la de perpetuar unas relaciones de dominación que se fundamentan en “el reino de la economía y la razón instrumental”… por lo que me parece vano, ocioso, y hasta trivial, hacerlo por enésima vez.
Sin embargo, desde la crisis (reductoramente mal llamada) financiera del 2008 hasta la actual crisis (también reductoramente mal llamada) de las deudas soberanas y el euro, asistimos (como espectadores) a una acelerada mutación del sistema dicho de democracia representativa, que evidencia de manera bastante nítida su carácter de falacia.

Hasta hoy, en todas las sociedades integradas por un cierto número de individuos, en un determinado espacio geográfico, la cuestión del poder y su ejercicio en cuanto a una estructuración del mismo que asegure la convivencia (de preferencia, pero no forzosamente, pacifica) de los miembros que la integran, la problemática del gobierno, como traducción (generalmente pero no forzosamente institucionalizada), de la relación de mando/obediencia, y su legitimación, se han materializado sobre la base de “categorías” que responden a la pregunta: “¿a titulo de qué?” estos miembros de la comunidad están llamados a ejercer la autoridad sobre los que les deben obediencia y sumisión.

Probablemente, el mas antiguo de estos títulos sea el de la fuerza. Manda el mas fuerte. El que dispone de los medios necesarios para imponer su autoridad mediante la fuerza, sean estos, desde los albores de la humanidad, la pura fuerza física o la de las armas… pero también, mas recientemente, la de la Ley que otorga a quien manda el derecho al legitimo uso de la violencia. Proceso de legitimación (propio de una sociedad “civilizada” dirán los “modernos”) el cual siempre, en todos los tiempos y todas las latitudes, sirvió y sigue sirviendo para encubrir y disfrazar el origen, la fuente primera (y de ser necesario, el recurso ultimo), de toda autoridad: la fuerza.

Probablemente siguió el de la filiación, sea esta humana, divina o una combinación de las dos. Quien tiene el poder lo recibe de Dios (cualquier divinidad sirve), le fue otorgado y lo ejerce en su nombre… o le fue transmitido por sus antepasados quienes ya detentaban la autoridad, heredando asi las funciones propias del poder sin mas meritos o virtudes que los del linaje que el nacimiento le otorga. Obviamente que el poder contar con el empoderamiento del padre terrenal a la vez que con la del padre celestial tenia sus ventajas. Si la modernidad se encargo de borrar del mapa político la aristocracia, tanto terrenal como celestial (quedando solo sus remanentes conocidos como nepotismo), en la esfera económica, en numerosos casos, la aristocracia de la riqueza sigue gozando de buena salud. Aunque, la verdad sea dicha, hoy en día, en muchas de las principales firmas, la propiedad está en manos de entidades financieras y fondos; en cuanto a la dirección de las mismas esta se encuentra en manos de administradores y gestores cuyos nombramientos tienen poco que ver con la filiación… y mucho con la pertenencia al cerrado circulo de una elite que se reproduce mas “in vitro” (el ser parte del medio propicio y tener a su disposición las técnicas apropiadas) que por la clásica y natural (pero poco eficiente por demasiada aleatoria) relación sexual.

He aquí que hemos topado con los “títulos” que hoy en día rigen (por lo menos en los Estados occidentales económicamente más “desarrollados”) las relaciones de dominación (con sus correspondientes “expresiones políticas”), la intemporal plutocracia (u oligarquía) y la modernísima tecnocracia.
Sin embargo, con el afán de seguir con una cierta lógica (para la estructura misma del texto), es conveniente abordar antes el que, desde la llegada de la modernidad (en mi modesta opinión, por ahí de 1789) sirve de coartada y taparrabo a todos los demás… la democracia.

La definición (o caracterización) más conocida de “democracia” es sin duda la del presidente Lincoln: el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. La cual, en sentido estricto, remite a que la soberanía reside en la totalidad (todos y cada uno) de quienes conforman la comunidad que se da este estructura de gobierno, los cuales toman las decisiones de acuerdo a la voluntad colectiva (o general) del grupo. Lo cual implica que sus miembros son libres e iguales y plantea la cuestión del cómo se expresa y genera esta voluntad general simbiosis de las voluntades particulares de los iguales.
Lo cual solo se da en la “democracia directa”, que supone la participación directa, sin intermediación alguna, de los iguales. Solo se puede generar mediante una estructura asamblearia (que va del ámbito mas elemental, concreto y próximo, al mas complejo, abstracto y general) en la cual los delegados en cada uno de los niveles de la misma son comisionados que transmiten el mandato asambleario acordado en su propio nivel. Como lo expresan con tanta perspicacia, Jacques Rancière: “el gobierno de los que no desean gobernar” y el sub Marcos: “mandar obedeciendo”.
Democracia directa ateniense, que (al circunscribirse al genero masculino y los “hombres libres”) no era tal, y que solo se ha dado en algunas circunstancias historicas de finales del siglo XIX y principios del XX (la Comuna de París, el movimiento de los Consejos en Alemania, el Maknovismo ucraniano y el Colectivismo Libertario durante la guerra civil española) y que siempre se tilda de utópica y combate encarnizadamente hasta su total liquidación.
La única democracia que se considera como tal por ser la única “razonablemente” posible, realista, viable… es la “representativa”. El soberano sigue siendo el pueblo, pero los seres de carne y hueso que conforman esta abstracción, no ejercen dicha soberanía, sino que se limitan a elegir, cada cierto tiempo, unos representantes que serán quienes, en su nombre, gobernaran, detentando el poder de normar y gestionar la convivencia, o sea, hacer las leyes y hacerlas cumplir.
Se nos presenta el concepto de “democracia representativa” como si esta yuxtaposición de los términos “democracia” y “representativa” fuese un pleonasmo… cuando en realidad es un oxímoron. Los supuestos representantes no representan a quienes supuestamente los eligieron, sino a los intereses de la elite política y económica.
Elite política conformado por un puñado de profesionales de la política que se disputan el poder desde unas estructuras conocidas como “partidos” que bajo la apariencia de agrupaciones dotadas de una ideología y un programa de gobierno, son en realidad meros instrumentos que, mediante la utilización de las mas elementales reglas de la mercadotecnia, se disputan los votos de los individuos que con cierta regularidad son llamados a expresar su preferencia entre quienes les solicitan su “apoyo” para constituirse en la maquinaria que los gobernara, administrara la convivencia.
Elite económica que detenta el verdadero poder… la propiedad, administración y gestión de los medios (el capital, bajo todas sus formas materiales, virtuales y simbólicas) que producen y distribuyen la riqueza… en función de su propio interés (de clase dirían los marxistas).
Notación al margen… o mención especial… merecen quienes conforman la elite del poder mediático, o sea, quienes poseen y administran los medios que permiten la mediación “interna” entre los diversos segmentos de la elite, y “externa” entre estos y los individuos que integran la masa amorfa. Sin olvidar su invaluable aportación a la creación y gestión de las necesidades y deseos que sustentan la producción y consuno de la riqueza.
Dicho de otro modo, la democracia representativa es el medio (mecanismo) mediante el cual la elite (las elites) consigue (consiguen) su legitimación como tal… quienes ejercen la dominación obtienen el consentimiento de quienes padecen la voluntaria sumisión.
En términos meramente políticos (politiqueros), la democracia representativa es el mecanismo mediante el cual el “pueblo soberano” se despoja voluntariamente de su soberanía para instrumentalizar la convivencia pacífica, alcanzar el “consenso”, o sea, otorgar a la mas fuerte minoría el poder de crear una mayoría y una oposición que siempre estarán de acuerdo sobre lo esencial… que se resume a la administración, defensa y permanencia ad eternum de los intereses de quienes ejercen la dominación.


En última estancia, lo que las elites (quienes detentan y ejercen la dominación) pretenden con la democracia representativa es gobernar sin el pueblo… que el titulo para gobernar no sea la democracia sino la plutocracia (el gobierno de los ricos) en combinación con la tecnocracia (el gobierno de los sabios, quienes saben) o al amparo de esta.
En lo que respecta a la plutocracia… no hay problema… de facto, siempre ha sido así, esta siempre ha gobernado, igual ayer que hoy… solo ha cambiado la traducción política de esta dominación… en función de la caracterización (económica y social) del momento histórico en el cual esta se da.

Hasta hace muy poco, durante aproximadamente los últimos doscientos años (para algunos un poco mas, para otros un poco menos, con sus “necesarias” interrupciones), en la mayoría de los Estados modernos y desarrollados, la democracia representativa ha sido la formula mas acorde con los intereses de las elites. Esto en su modalidad de “partidocracia”, es decir una lucha pacifica por ocupar el gobierno, mediante elecciones (mas o menos democráticas), entre políticos profesionales que se distribuyen en diferentes organizaciones partidistas supuestamente dotadas de un ideario y programa de gobierno diferenciado. Los hay conservadores, progresistas, de derecha, de izquierda (con sus correspondientes extremos), de centro (centro derecha y centro izquierda)… pero, eso si… todos jugando con las mismas reglas del juego (evidentemente democráticas)… siendo la primordial, esencial, fundamental, sustancial… la aceptación, explicita (por lo general del arco parlamentario situado a la derecha) o tacita (por lo general del arco parlamentario situado a la izquierda) del modelo económico… de todos conocido como… el capitalismo. De ahí que se decía (sigue diciendo) que la democracia era consubstancial al capitalismo y este a la democracia. Lo cual, sea dicho de paso, fue desmentido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, la ultima siendo la del Estado chino que ya no se sabe si es comunista y/o capitalista, siendo posiblemente un engendro de los dos sistemas, una criatura nacida de la copulación contra natura del uno y el otro, guardando en su material genético una extraña mezcla de lo peor de los dos… eso si, y como siempre, para el mayor beneficio de la(s) elite(s).

En la vieja Europa occidental (a la cual, desde la caída del muro de Berlin se fueron sumando los antiguos Estados ¿comunistas? de la Europa del este), hasta hace unos cuantos meses (o semanas) la formula en boga fue la de la complementaria y exitosa alianza entre la clásica democracia representativa partidista y un capitalismo, no tan clásico (de hereje lo califican los verdaderos clásicos), en el cual la convivencia social pacifica se logro mediante el llamado “estado de bienestar”, el cual suponía (sin que esto representara un mayor inconveniente, una mayor disfuncionalidad) que el “capital” aceptaba una cierta redistribución de la riqueza en beneficio del “trabajo”, bajo la forma de prestaciones sociales y ciertas mejoras en las condiciones de trabajo. Producto de la “heroica lucha de los trabajadores”… pero también (y ante todo diría yo) porque así lo había requerido en su momento un capitalismo que para salir de un perceptible “estancamiento” había encontrado su regeneración mediante el consumo de masa… el cual a su vez requería de unas condiciones sociales y económicas propicias al mismo.
Todo estaba de lo mejor en el mejor de los mundos posibles… hasta que por ahí de los años setentas, el capital se dio cuenta que la (su) plusvalía decrecía mas alla de lo que sus integrantes consideraban como aceptable… dando entonces un secundo air al liberalismo mas “clásico” (hoy llamado neoliberalismo) y poniendo manos a la obra para recuperar lo que (por derecho) les pertenecía… empezando a poner en practica toda una batería de medidas (legales y de facto) destinadas a poner paulatinamente fin a este “estado de bienestar” que les había ido despojando de lo suyo.
Un poco más tarde, medianos de los ochenta, principio de los noventa, se puso en marcha una nueva etapa del capitalismo, con la “aparición” de una nueva era tecnológica (esencialmente en el campo de las comunicaciones y hace menos tiempo la biología), la libre circulación de los capitales, las empresas multinacionales, la globalización (tanto de los procesos productivo como del consumo, tanto de los bienes materiales como de los padrones culturales)… siendo la cereza del pastel, la “financiarizacion” de la economía… la cual supone que un conjunto de bancos de inversión, compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos: divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados) “mueven” cada año, a escala planetaria, capitales por un valor de 3,450 billones de euros, cuando, en el mismo tiempo, la economía real (las empresas de bienes y servicios) crea una riqueza (PIB) estimada en 45 billones de euros… o sea setenta y cinco veces más (Ignacio Ramonet en la versión española de Le Monde Diplomatique del mes de noviembre).


Llegado a este punto, es de sentido común, que el capital, y su actual representación genérica y simbólica, “los mercados”, lleguen a la conclusión de que el desmantelamiento del anacrónico Estado de bienestar tiene que acelerarse y que si las viejas y contraproductivas estructuras políticas representan un obstáculo para tal fin, llego la hora de sustituirlas, o por lo menos adaptarlas a las nuevas exigencias de los nuevos tiempos.

Así es como, lo mas naturalmente del mundo, se llego a la conclusión de que donde la democracia representativa era un impedimento para la implementación de las necesarias políticas económicas de recortes y austeridad (que son un medio y no el verdadero fin)… había llegado el momento de reemplazar esta por el gobierno de la tecnocracia… obviamente, guardando las apariencias.
Es así que (por ejemplo y como caso más paradigmático) ante la crisis de las deudas soberanas y el euro, hábilmente alimentadas por los siempre muy útiles “mercados” y sus comparsas las agencias de notación, los primeros ministros elegidos en las urnas Yorgos Papandreu, en Grecia, y Silvio Berlusconi, en Italia fueron sustituidos por los “tecnócratas” Lucas Papademos y Mario Monti. Entrecomillando el termino de “tecnócratas”, dado que si bien estos señores, que no fueron elegidos por nadie, mas si designados (presentados como los adecuados, porque ellos si poseen los conocimientos financieros que la situación requiere) por los poderes económicos, pueden ser calificados de tecnócratas,… no son unos tecnócratas cualesquiera… no… Papademos sumaba ocho años de vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) y otros ocho como gobernador del Banco Central griego… y Monti, que aterrizó en Roma tras seis años asesorando a Goldman Sachs, coloco al frente de su equipo económico a Conrado Passera, máximo ejecutivo del banco Intesa Sanpaolo, y a Vittorio Grilli, ex directivo del Credit Suisse y el First Boston Group. A lo cual podemos agregar que Mario Draghi quien llego unos cuantos dias antes a la cúspide del Banco Central Europeo (BCE) fue un ex directivo de Goldman Sachs. Como dato adicional representativo de esta tendencia, se puede mencionar que 14 de los 27 países que integran la Unión Europea han situado a ex banqueros o gestores de fondos al frente de los ministerios de Economía, Finanzas o del Banco Central… mas los que seguirán por el mismo camino.

Ha llegado la hora para la elite económica de hacerse cargo, directamente (sin unos fastidiosos intermediarios de dudosa lealtad) de las riendas del poder político… ha llegado la hora de la sustitución de los políticos profesionales por los tecnócratas… la paulatina transformación de la democracia (aun siendo representativa) en tecnocracia… la sustitución de quienes fueron (supuestamente) elegidos por los individuos que dan cuerpo a la abstracción conocida como “pueblo”, y así dotados del consentimiento legitimador… por quienes tienen su legitimidad no de unas obsoletas y hoy disfuncionales elecciones, sino del conocimiento, del saber… que en estos tiempos se requiere para poder afrontar los retos que plantean las crisis… que por ser económicas, requieren de técnicos en economía… con obviamente la experiencia que da el haber previamente asumido altas responsabilidades técnicas en el mundo de la finanza, hoy corazón de la economía. Aunque también se da el movimiento inverso, en el que algunos técnicos que tuvieron a su cargo la gestión de estructuras estatales, una vez finalizado su periodo como “servidores públicos” y cumplida su misión, regresan a su alma mater, las empresas y compañías de donde saltaron a la palestra política.


Que el conocimiento y el saber sean fuente de legitimación para el ejercicio del poder se remonta quizás a la prehistoria en la que el dominar alguna técnica era presumiblemente de vital importancia para la sobrevivencia misma del grupo, y por lo tanto el dominar una cierta técnica era presumiblemente fuente de alguna forma de autoridad.
Incluso hoy en día el saber, no tanto como dominio de alguna técnica o aplicación de algún conocimiento, sino simplemente como un mayor grado de educación o formación académica, es motivo suficiente para que muchos individuos (de la clase y condición que sean, pero preferentemente “bien educados”) acepten no solo una legitimación de orden técnico para el gobierno de alguna sociedad, sino para la “natural” exclusión de los “ignorantes”, del acto democrático por excelencia en una democracia representativa, el derecho al voto en el que cada persona detenta un voto teniendo todos estos el mismo valor, sean cuales sean las posiciones sociales de cada votante (único momento en el que se supone que se expresa y respeta la premisa igualitaria de la democracia). Me acuerdo muy bien de la diatriba del papa de un amigo de mi hijo que, un día de elección, defendió con mucha convicción que no todos los votos debían de tener el mismo valor, que no podía ser, era sumamente injusto, que el voto de un campesino analfabeto (solo le falto agregar indígena o indio) tuviese el mismo valor que el de un profesionista y el de este el mismo valor que el de alguien con un doctorado obtenido en los Estados Unidos… en fin… que los gobiernos tecnocráticos tienen mucho porvenir, tanto por la actual relación de fuerzas en la estructura económica base de toda dominación, como por la aceptación cultural de la “natural superioridad” que otorgan el conocimiento y el saber, la cual legitima el gobierno por parte de quienes poseen esta ventaja social que reviste tintes de virtud.
Obviamente que esta tendencia nos lleva a una dictadura tecnocrática (sobre la base de la propiedad de la riqueza y la filiación), dado que si bien puede existir una cierta herencia genética de la propensión a ser mas “inteligente”, no hay la menor duda de que la formación intelectual está íntimamente ligada a la posición social que favorece la reproducción “por división celular” de una elite cuyos integrantes frecuentan las mismas escuelas, de donde salen los mismos expertos, que tienen las mismas soluciones para los mismos problemas (que ellos mismos se han encargado de definir como problemas).

Como se expuso con anterioridad, el sueño de toda oligarquía es el de poder gobernar sin el estorbo del pueblo (la plebe)… que la gestión sustituya a la política… los expertos a los políticos… en función de leyes científicas, matemáticas, ineludibles… mientras al pueblo, ignorante por principio, se le pide reemplazar la política por la fe en la racionalidad instrumental, la utopía por el utilitarismo, la manifestación de su ser existencial por el consumo.
Expertos que obtienen su legitimidad de un supuesto conocimiento científico… por lo tanto supuestamente neutro, apolítico, apartidista, que obedece únicamente a sus propias leyes… cuando en realidad han sido escogidos y designados por quienes detentan el poder económico… los cuales se esconden bajo la incorpórea abstracción de los “mercados”… haciendo uso del poder otorgado para gestionar y administrar las “decisiones correctas” implementando una batería de “dolorosas pero imprescindibles” medidas favorables a los intereses de sus representados.

Puede ser que ciertos políticos (especialmente los que se autonombran de izquierda) se rehúsen por un tiempo a cavar su propia tumba, se resisten a su extinción… pero de que servirá este combate de retaguardia, si en los hechos los gobiernos supuestamente democráticos (sea cual sea su color político) actúan (de muto propio) o se ven obligados a actuar como si fueran tecnocráticos.
Puede ser que por un tiempo los ciudadanos de a pie, desilusionados y desencantados por la traición de sus políticos, acepten lo inevitable (incluso posiblemente considerado como acertado) de un tal despotismo ilustrado.
¿Pero que pasara cuando las políticas de los tecnócratas (aplicadas por ellos mismos o por los políticos) aparezcan, en toda su nitidez, como lo que son: medidas destinadas a incrementar el desigual reparto de la riqueza, con su cuota de sufrimiento, y exclusión… cuando se percaten que las leyes del mercado, a las cuales no queda de otra que rendir pleitesía, solo se traducen en miseria… física pero también existencial?
¿Recurrirán a la violencia?
¿En qué grado?
¿Se echaran en brazos de algún mesiánico salvador?
¿Cómo contestaran los centros de poder?
¿Se quitaran (o arrancaran) las mascaras de la libertad “bajo caución” para que aparezca, como último recurso del mantenimiento del estatus quo, el rostro del autoritarismo más extremo y brutal?



¿Qué hacer?

Actuar (¿cómo?) para que la democracia deje de ser esta forma de gobierno que permite a la oligarquía reinar en nombre del pueblo, esta forma de sociedad que regula el poder de la mercancía.
Arrancar (¿cómo?) a los gobiernos oligárquicos (que se presenten con el rostro de la democracia representativa o con la máscara del gobierno de la razón técnico-instrumental) el monopolio de la vida pública… y a la riqueza el poder absoluto sobre nuestras vidas.
Luchar (¿cómo?) por la existencia de formas de organización social que se aparten de la lógica capitalista de la ganancia privada y la competencia… por la existencia de espacios en los cuales priven los intereses de la colectividad, del bien común, de la solidaridad.

¿Cómo?

octubre 19, 2011

EL FUEGO



De visita en la casa de un pariente de Marina (el tío Luis), este, orgulloso (y con toda razón, al haber construido la totalidad de su casa de sus propias manos) me enseño una chimenea (también por el construida).

Hace mucho tiempo que no me acuerdo, en lo mas mínimo, de lo que sueño en las noches (supongo que sigo soñando, ya que parece científicamente comprobado que si dejáramos de soñar, no viviríamos… a pesar de que la mayoría de los que conozco hace mucho tiempo que dejaron de soñar… despiertos) sin embargo, extrañamiento, al día siguiente, al despertarme me acorde de que esta noche había soñado con la estufa de la casa que mi padre, el también, había construido de sus propias manos, durante los domingos, a lo largo de varios meses (eso sí, quizás con menos meritos que el tío Luis… siendo que mi padre era albañil de profesión, lo que no fue nunca el tío Luis).
Era una estufa de leña y/o carbón, que mi padre era el único en tener la facultad de oficiar a su “alumbramiento”… hasta que un día me dijo que yo lo hiciera… parado el detrás de mi… vigilando cada uno de mis gestos… aprobando o desaprobando con un simple movimiento de cabeza (casi nunca hablaba… no hacía falta que lo hiciera)… el cual (los cuales)… buscando su asentimiento… percibía sin necesidad de voltearme.

Más tarde, tendría la oportunidad de prender el fuego de alguna chimenea (acordándome de la vieja estufa esmaltada) y pasar largo tiempo, en silencio, a ver bailar las flamas y consumirse la leña… teniendo la “misión” de procurar que el fuego no se extinguiera… hasta llegada la hora de irnos a la cama… para soñar… aunque a la siguiente mañana no me acordara de esta vida prestada.

Quedarse… inmóvil y en absoluto mutismo… viendo un fuego de chimenea… es, para mí, sin duda, uno de los momentos más placenteros, misteriosos, fascinantes… por la posible comunión con lo esencial, primigenio, vital.
Lo fugaz y evanescente de las llamas que nacen y mueren en un mismo instante… el alumbramiento del fuego, su crecimiento y su lenta extinción… una metáfora, vivida, real, de la vida… el regreso a los albores de la humanidad (aunque los estudiosos de la prehistoria nos aseguren que no tanto)…y la realidad de una posible simbiosis con la naturaleza, aprovecharla sin explotarla, sin destruirla.
La vivida sensación de la fusión de los opuestos... efímero y persistente.
La agudeza de la percepción simultanea de todos los sentidos… en la nada circundante… la vista, enfocada, atrapada, en el movimiento y la luz… el oído, involuntariamente atento, al chasquido de la madera… el olfato, invadido, asaltado, por el olor del humo y las esencias… el tacto, con el llegar y la intensificación del calor sobre la piel… hasta el gusto, que parece nacer del olfato, contagiado por él, confundiéndose con él, parte de él.

El fuego…valedor de la muerte… y dador de vida.

septiembre 25, 2011

SI NO ES DEMOCRACIA. ¿QUE ES?... UNA FALACIA... UNA OLIGARQUIA DISFRAZADA DE...


Hace unos pocos días, en el blog de Arturo González “Puntadas sin hilo”, refiriéndose a la reforma de la Constitución española, se podía leer una entrada titulada “Una preguntita de nada”, la cual empezaba por: Entonces, si como afirman tantísimos comentaristas y movimientos sociales, esto no es una democracia, ¿qué es?  Y sobre todo, ¿qué hay que hacer para que lo sea?  ¿O preferimos un sistema político distinto? ¿Cuál?
No es particularmente fácil… pero intentare contestar la primera y última pregunta.


Primera pregunta: si esto no es una democracia, ¿Qué es?



Como todo sistema político institucionalizado este (que, lo sea o no, todos los que lo integran o viven inmersos en el califican de  democracia) tiene por fin declarado asegurar la convivencia pacífica en las relaciones de poder que conforman una comunidad… lo que en estos tiempos, que algunos califican de posmodernos, estos personajes posmodernos traducirían por: asegurar la gobernabilidad.

Como todo sistema político institucionalizado este tiene por fin verdadero, asegurar la permanencia (el statu quo) de la relación dominación/sumisión (o si se prefiere mando/obediencia) para el interés y beneficio (en todos los aspectos de la relación: económicos, políticos, sociales, y un largo etcétera) de quienes ejercen la dominación.

Es un sistema político institucionalizado cuya principal virtud (obviamente para quienes mandan) es la de ocultar este fin mediante el ardid de la “representación”… pretendiendo hacer creer a quienes padecemos la sumisión que, de conformidad con la  “verdad jurídica” (su verdad, hecha Ley), somos unos mandatarios que, al elegir “democráticamente” a quienes nos representan, gobernamos por interpósita persona… cuando la “palpable” realidad diariamente vivida nos grita que, sin la menor duda posible, las cartas están trucadas y los roles invertidos. Por mucho que, según la verdad jurídica, el lobo se vista de oveja… el lobo, lobo es… y la oveja, oveja es.

Es un sistema político institucionalizado que tiene la virtud de hacernos creer que quienes ejercen la dominación han sido elegidos por quienes padecemos la sumisión (y por lo tanto en esta elección descansa su legitimad) para gobernar en nombre de quienes los eligieron y defender sus intereses… cuando la realidad es que han sido elegidos por quienes detentan el único poder que cuenta (el del capital, combinado, cuando hace falta, con el de las armas) para implementar sus intereses y asegurar, ad eternum, la permanencia de esta relación de dominación/sumisión, con la consagración y legitimación, también ad eternum, de los intereses que esta conlleva.

Es un sistema político institucionalizado que tiene la capacidad de hacernos creer que su esencia democrática consiste en organizar cada cierto tiempo (generalmente de 4 a 6 años) unas elecciones en las cuales quienes obedecen tiene la oportunidad de elegir, libremente y en igualdad de condiciones, a quienes los gobernaran, hasta la próxima elección y sin posibilidad alguna de exigir la mas mínima rendición de cuentas… cuando la realidad es que, desde antes de la farsa electoral, los candidatos son designados por quienes detentan y ejercen el verdadero poder… mediante la conformación de unas organizaciones burocráticas (bien llamadas partidos) que encuadran la participación “ciudadana” y se arrojan la exclusividad de la acción política legitima, financiados por el poder económico… y pasadas las elecciones, los elegidos gobiernan a su antojo, sin que quienes supuestamente los han elegidos, tengan posibilidad alguna de exigirles la mas mínima rendición de cuentas, de no ser saliendo a la calle… donde, en concordancia con el linchamiento mediático, los esperan las fuerzas de mantenimiento del orden.

Es un sistema político institucionalizado cuya capacidad de engaño (antes, durante y después del periodo electoral) descansa sobre el poder económico de quienes los designaron (primero como candidatos y después como representantes y gobernantes legitimados por las urnas) y cuyos intereses, obviamente, representan y defienden… pero también (quizás ante todo) sobre el poder mediático que (valiéndose del monopolio de la “palabra” del que goza) formatea los cerebros participando activamente de un proceso de individuación que destruye todo sentido de pertenencia a colectividad alguna (de no ser las “acogedoras y tranquilizantes burbujas” que son las diversas bandas, pandillas y sectas) así como toda referencia al bien común… fomentando la pasividad, haciendo de cada cuerpo un espectador y un receptor, listo para expresar su existencia mediante el solo consumo de objetos e imágenes (propios, prestados o ajenos, reales o virtuales).
Poder mediático cuyo principal medio es, sin duda, todavía la televisión… pero que se ve muy eficaz y fuertemente apoyado en su función “disgregadora” por todas las nuevas tecnologías de comunicación cuyos hardware (teléfonos móviles, computadoras, etc.) y software (internet y sus aplicaciones como las famosas redes sociales facebook o twitter) por su mismo diseño y naturaleza, imponen una comunicación a distancia y virtual que desvanece no solo la presencia y cercanía físicas sino el mismo uso de la palabra, en tanto que agente de la construcción simbólica generadora del vinculo social. Con estas nuevas tecnologías de (in)comunicación (prótesis sensoriales), el individuo se construye cada día más solo, abandonado, alejado de todas las instancias colectivas de transmisión y representación.

Por lo tanto, es un sistema político institucionalizado ideal para la nueva santa trilogía del capitalismo, el mercado y la mercancía. Es el “complemento político” idóneo de una estructura económica que requiere de la imperativa necesidad de satisfacer cualquier deseo (del orden que sea) de cualquier “sujeto democrático” mediante la disposición (compra) y disfrute de algún objeto (producto o bien) que se pueda conseguir en el mercado… sistema político participe de la construcción del individuo democrático autónomo (libre de casi todo tipo de “amarre” de orden colectivo) cuya flexibilidad constitutiva de su ser e incesante búsqueda de un gozo “utilitarista” siempre insatisfecho, empata con la infinita variedad de la oferta del mercado… el sistema que tiene las mayores aptitudes y el más eficiente para combinar las categorías de la demanda y la oferta, satisfacer toda demanda, del orden que sea, mediante una oferta, del orden de la mercancía… el idóneo para el proceso de mercantilización de la vida toda.


 Es un sistema basado en la delegación de poder y legitimado mediante elecciones periódicas (viciadas ambas de origen, delegación y legitimad, por la falacia de la representación) que además de lo anterior pretende fundarse en lo que no es más que otro engaño, el tan cacareado Estado de derecho… llegando incluso a considerar los dos conceptos, democracia y Estado de derecho, como sinónimos. Se define el Estado de derecho como la situación en la cual el poder del Estado queda subordinado al orden jurídico vigente, donde los gobernantes al igual que los gobernados tienen la obligación de someterse al imperio de la Ley. Se repite hasta la saciedad, que de no existir el Estado de derecho… seria la ley de la selva, la ley del más fuerte.
Sin embargo basta con hacerse dos preguntas y contestarlas con un mínimo de honestidad, para darse cuenta de la superchería.
¿Quién hace la Ley? Se nos dice que el poder legislativo, cuyos integrantes, al ser electos mediante el sufragio universal, son los representantes del pueblo y por lo tanto los depositarios de la voluntad general. Desgraciadamente, por lo antes apuntado, ya sabemos quienes en realidad eligieron a nuestros supuestos representantes y a quienes estos representan… quienes detentan y ejercen el verdadero poder, es decir quienes poseen los instrumentos que les permiten ejercer la dominación, SU dominación, sobre quienes carecen del mismo y no tienen más opción que someterse… no (supremo engaño) a su arbitrariedad sino a la Ley, SU ley. Siendo que este poder ni siquiera se encuentra en las manos de una elite política profesional y/o burocrática, sino del anónimo, invisible, inasequible, inmaterial… Mercado… nuevo Dios todo poderoso.
¿Para quién está hecha la Ley? Se nos dice que “para todo el mundo”, desde el más humilde hasta el más poderoso. Desgraciadamente, todos sabemos que “todo el rigor de la Ley” se aplica (con o sin demora, pero con particular celo y tesón) para quien carece de poder, el ¿ciudadano? común dedicado a producir y consumir (¡cuando puede!)… y se hace invisible (inexistente) para quienes disfrutan de las mieles del poder.
El Estado de derecho no es más que lo que permite vestir de legalidad lo que, en esencia, carece de legitimidad.

Resumiendo (y ahorrándonos la fácil demostración del carácter descaradamente falaz de otros conceptos asociados como “mayoría”, “voluntad general”, “pueblo”, ciudadanía”, “interés general” y un largo etcétera) la respuesta a la pregunta ¿Qué es lo que dicen ser democracia y no lo es? es: el sistema político institucionalizado que mediante la falacia de la supuesta libre elección, por parte de una supuesta mayoría, de unos supuestos representantes, de un supuesto pueblo, expresando una supuesta voluntad general, dando origen a una supuesta legitimidad, para gobernar en función de un supuesto interés general… permite a quienes detentan el real y verdadero poder (esencialmente económico -o sea los capitalistas en general, con el capital financiero a la cabeza, inmersos en la cómoda y conveniente abstracción del Mercado-, con la complicidad del mediático, que, como su nombre indica, permite la mediación entre quienes mandan y quienes obedecen) el ejercicio y salvaguarda de la (SU) dominación sobre quienes, voluntariamente (si admiten la tal democracia) o no (si la contestan, ya sea como tal o en alguno de sus mandamientos o actos de gobierno) soportan y padecen la (su) sumisión… el todo envuelto en la otra gran falacia que constituye el supuesto Estado de derecho, que mediante la elaboración (por sus esbirros del poder legislativo) de la Ley y la aplicación de la Justicia (por sus esbirros del poder judicial) permite a quienes ejercen la dominación, hacerlo, no solo con toda legitimidad, sino también con toda legalidad… lo cual obviamente es de una extrema importancia, dado que autoriza el empleo de la coerción y la “legitima violencia” contra quienes se atreven a ir mas allá de la libertad de expresión para manifestar en los hechos, ya sea su oposición al sistema como tal, o su inconformidad con alguna expresión o acto de gobierno del mismo.

Pasemos a la última pregunta ¿O preferimos un sistema político distinto? ¿Cuál?


La respuesta es relativamente sencilla (obviamente para mi, sin poder asumir ni pretender su generalización): la democracia… pero no la que nos quieren vender engañándonos sobre la mercancía… la real.
¿Y cuál es esta?

La que acabe con la relación dominación/sumisión, o si se prefiere, mando/obediencia… la primera condición (y casi única, todas las demás derivando de esta) para que un sistema que se pretenda democrático lo sea.
Por lo que es primordial distinguir “el poder” de la dominación, al tiempo que se requiere distinguir entre el individuo como tal y el ser social así como considerar la relación entre ambos.
El ser humano no solo es un individuo (ser física y espiritualmente independiente y autónomo) sino, ante todo, un ser social cuya individualidad se "desarrolla", se “construye”, inmerso en la comunidad en la cual se encuentra viviendo (desde el núcleo mas próximo hasta la “totalidad” más alejada)… como la sociedad no es una entidad abstracta, dada, perenne, inamovible, sino una comunidad formada por un conjunto de individuos que con su quehacer la van "construyendo". Por lo cual, en esta perpetua interacción entre la comunidad y los individuos (constitutiva de una y otros) la cuestión del poder es esencial. ¿Quienes toman las decisiones (mediante cuales modalidades y mecanismos) que dan vida y sustancia a la comunidad como tal y por lo tanto determinan las vivencias, tanto comunitarias como individuales?
Así mismo, se acostumbra satanizarEl Poder” al dotarlo de mayúsculas, cuando antropológicamente se podría decir que este es constitutivo del ejercicio de la libertad del ser humano como individuo (en el sentido de la posibilidad de elección entre diferentes comportamientos) en sus relaciones con los otros hombres (las relaciones “secundarias” con la naturaleza y los objetos siendo determinadas por la relación cultural “primaria” con los demás seres humanos), las cuales van “dando forma” al espacio/tiempo social. El poder, sin mayúsculas, es la posibilidad para el individuo de participar en la producción de las normas y estructuras organizativas (imaginándolas, creándolas, aplicándolas, haciéndolas respetar, modificándolas, suprimiéndolas) que regulan la vida de la comunidad humana en la cual este se encuentra viviendo. Por lo cual, el ejercicio de esta libertad es el que en una muy gran medida permitirá al ser ejercer su humanidad pasando del simple vivir al existir.
Pero para que así sea, el acceso a esta posibilidad (este poder) de creación y regulación debe de ser igual para todos. Un acceso al poder y ejercicio del mismo igual para todos los miembros de la comunidad es la primera e ineludible condición de una libertad (constitutiva de su existencia) igual para todos. De no ser así se “instituye” entonces una relación de dominación, una relación de mando/obediencia en la cual quien manda detiene la posibilidad de determinar y regular, el comportamiento de quien obedece. Entonces la norma no es respetada sino impuesta por una parte, generalmente muy minoritaria, de la comunidad, en una cadena jerárquica de subordinación. Minoría privilegiada que detenta la dominación y se reserva para sí el control del proceso de producción de la sociabilidad, negándoselo a los demás. En última instancia, negándoles su existencia, su humanidad misma.
Primer punto… la imposibilidad de “describir” en sus detalles La Democracia.
Segundo… solo se pueden enumerar una serie de principios generales que constituyen el corazón (la esencia misma) de la democracia… cuya ausencia desvirtúa la misma, la hace un sistema político que quizás se parezca (mas o menos) a la misma, pero no lo es.
Tercero… porque (en mi opinión… si lo afirmara estaría negando su esencia misma) la democracia no puede ser un sistema político mediante el cual se gobierne una comunidad… sino un “estado de ánimo”, una manera de ser, de relacionarse con los demás, compartida por todos los miembros de la comunidad (son sus matices para cada uno, pero idéntica en su esencia) que estructure las relaciones sociales de todos los órdenes y, como parte de estas, asegure la gobernabilidad del colectivo.
Cuarto… por lo tanto, no puede ser un conjunto de normas, reglas, leyes, etcétera, que alguien, algunos, en algún momento, establezcan, dicten, decreten como siendo las que constituyen el “marco jurídico” en función del cual se gobernara la comunidad, con la automática integración de cada individuo al orden preestablecido… sino que la resistencia y la insurrección cívicas contra el orden existente (no democrático) desemboquen en la autoconstrucción de una comunidad cuyos integrantes detenten todos el poder por igual… que el “movimiento” que lleve a la democracia se construya sobre la base de una permanente dialéctica entre la espontaneidad y la auto organización de quienes participen en este.
Quinto… para que una comunidad pueda pretender ser democráticamente organizada, se requiere que cada miembro de esta sea el forjador de su propio destino al tiempo que participa directamente en la “construcción” de esta… que todos y cada uno de los individuos que viven en la comunidad participen directa, libremente y en igualdad de condiciones en la toma de decisiones que gestan su propio presente y construyen el porvenir de su “estrella comunitaria”. Siendo “estrella comunitaria” la representación metafórica de una estructura en la cual los diferentes niveles de autogobierno de la vida social toda (desde el mas local y/o de mayor proximidad, hasta el más elevado o alejado) se van federando, mediante la libre y voluntaria adhesión.
Sexto… debido al principio mismo de “autoconstrucción” del “autogobierno”, resulta imposible describir con alguna precisión las modalidades e instancias de dicho autogobierno… sin embargo es posible enumerar una serie de “normas” mínimas sin las cuales se desvirtuaría la esencia misma de la democracia:
Todas las decisiones, por pequeñas o importantes que sean, se debatirán y tomaran siempre en asamblea general.
Cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos podrá solicitar la celebración de una asamblea con el propósito de debatir y acordar lo que juzguen “materia de debate”, la “mecánica” de tal acción habiendo sido debatida y aprobada en alguna previa asamblea.
Las modalidades y mecanismos de las asambleas serán debatidos y acordados en alguna asamblea previa convocada para tal efecto.
En el caso de que se haya acordado el necesario nombramiento de algunos mandatarios, para todas y cada una de sus “encargos” estos tendrán un mandato expresamente vinculante y deberán rendir cuenta de las mismas ante sus mandantes, teniendo estos la facultad de retirarles su confianza y destituirlos en todo momento, de acuerdo con las normas previamente acordadas.
Séptimo… y a modo de resumen… en democracia, el poder de decisión (proponer, debatir, votar, implementar) es igualmente repartido entre todos los miembros de la comunidad considerada… sin que nadie ejerza la dominación ni acepte la sumisión.


 ¡Utopía!... ¡Sueño guajiro!... ¡Quimera!... ¡Disparate!... ¡Desvarió!... definitiva, total y terminantemente ¡irracional!

Quizás… pero, si así lo creemos (o intuimos) entonces, por lo menos seamos honestos y llamemos al pan, pan y al vino, vino… no llamemos democracia lo que no solo no lo es, sino todo su contrario.
Aunque… considerando que gran parte de la fuerza y solidez de un sistema con la capacidad de estructurar la relación dominación/sumisión descansa sobre su aptitud para ocultar tal relación… pasara todavía mucha agua bajo este puente antes de que las “cosas” se nombren por lo que son… sin recurrir al engaño y la falacia.

Aunque… la experiencia anarquista (comunista libertaria) que se vivió, no solo pero principalmente, en Aragón y Cataluña de julio de 1936 a junio de 1937 (antes de ser asesinada y enterrada por el comunismo estalinista y las “condiciones objetivas” de la guerra, pero también la “burocracia anarquista”) hace que pueda seguir soñando… con cierta amargura.
Resulta bastante difícil apostar a la lucha por el sueño libertario… contra la pesadilla de la lucha por el poder.




NEOLIBERALISMO… DESINSTITUCIONALIZACION… TRANSGRESION DE LA LEY… Y TRAFICO.



Hasta aquí, particularmente en la caracterización del sistema político, se ha enfatizado el término “institucionalizado”… quizás acertadamente tratándose de calificar lo que fue y sigue siendo… pero equivocadamente si se toma en consideración la evolución de estos últimos años hacia una “economía del crimen”.
Desde los albores de la “modernidad”, la institucionalización ha sido necesaria para dotar de “cuerpo”, coherencia (cohesión) y sentido de racionalidad el sistema de dominación fundado cobre el control y la coerción (mediante el uso de la fuerza y/o el formateo de las mentes)… pero con el advenimiento del neoliberalismo (como reinado sin cortapisa alguna del mercado y la mercancía) este sistema disciplinario se ha tornado contraproducente… lo verdaderamente importante es la movilidad y la flexibilidad… indispensables a la libre circulación y disposición de la mercancía para un optimo funcionamiento del mercado que debe estar en posibilidad de proveer, a quien sea, en todo lugar y en todo momento, el producto que sea, para satisfacer los deseos que sean (desde hace tiempo que el mercado se ha encargado de transmutar cualquier necesidad en deseo como cualquier deseo en necesidad) con la inmediatez que requiere la circulación del capital… por lo que resulta imprescindible, esencial (propio de su esencia) que se derriben todos los obstáculos, todas las rigideces, todas las barreras que puedan contrarrestar la libre circulación de la mercancía, por lo tanto todos los controles, todas las reglamentaciones, todas las normativas, todos los ordenamientos.


 De ahí la imperiosa necesidad de la desinstitucionalización… y de paso la transgresión (pretendidamente libertaria) de todas las “interdicciones” (mayormente culturales pero también  legales)… para dejar el campo abierto a la única legitima Ley… la del mercado.
Lo cual es bien sabido (y así nos lo demuestra la perenne crisis del sistema financiero que padecemos desde el 2008) favorece la ley de la selva, del más fuerte… obviamente la más apreciada por quienes detentan el poder en exclusividad.
Lo cual a su vez auspicia, natural y espontáneamente, el surgimiento y exponencial crecimiento del recurso a la ilegalidad y la violencia… bajo la forma genérica del “trafico”.
Trafico de toda especie, en todos los espacios y todas las dimensiones.
Desde la formación de las pequeñas bandas que se hacen cargo de la distribución al menudeo y los menudos crímenes (por su envergadura y la cuantía de sus ganancias, que no por el “tamaño” de la violencia)… hasta los carteles y las mafias quienes haciendo uso de la violencia mas extrema y una inconmensurable corrupción se reservan la parte del león de todos los tráficos habidos y por haber, de drogas y demás sustancias ilícitas, de personas (prostitución, inmigración, trabajo ilegal, etcétera), de órganos, de armas, hasta de influencia… para desembocar en la también natural e imprescindible industria del “lavado de dinero” de las colosales sumas de dinero negro que se generan… reciclándolo mediante toda una serie de actividades económicas y financieras, algunas en el pantanoso e indefinido espacio que separa (cada día menos) lo legal y moral de lo ilegal e inmoral (como los paraísos fiscales, los centros de juego y apuestas, etcétera), otras ancladas (soportadas) a la economía financiera “tradicional”, pero perfectamente encubiertas y disimuladas (solo visibles para los conocedores y comprensibles para los especialistas) como los cada día mas numerosos “instrumentos financieros basura”, en complicidad (activa o pasiva, por acción u omisión) con las elites económicas y políticas que se benefician de ellas.


 Resumiendo, el reino cada día mas extendido de la mercancía y el mercado, que de manera “natural” (consecuencia lógica de sus propias leyes) busca su optimización y maximización… lleva a la desinstitucionalización y transgresión de la Ley, lo cual a su vez genera, de forma casi espontanea, la aparición de las practicas y estructuras propias del “trafico”… para el más grande provecho de las cómplices elites económicas y políticas

septiembre 13, 2011

11-S ... la democracia necesita de un enemigo.


En días pasados se conmemoro el decimo aniversario de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, cuyo evento más emblemático (simbólico) fue el colapso o (auto)derrumbe de las torres gemelas del World Trade Center (símbolo del capitalismo financiera).

Me acuerdo que iba al trabajo, en coche escuchando el radio, cuando el primer avión impacto una de las torres. Desde este primer momento supuse que se trataba de un atentado (¿cómo un avión podía impactar accidentalmente una torre?) y en lugar de seguir camino a la empresa, empecé a dar vueltas en el coche para poder seguir las noticias por el radio. No me acuerdo con exactitud cuánto tiempo estuve dando vueltas por la ciudad, pero creo que fueron más de tres horas.
Al dejar el trabajo y llegar a mi casa, esta misma tarde sentí la necesidad de escribir el texto que reproduzco a continuación.

EL BIEN Y EL MAL
Génesis del Enemigo.



No tengo ninguna duda de que los aparatos de inteligencia de los Estados Unidos identificaran los supuestos autores materiales de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono y que castigaran brutalmente a los supuestos autores intelectuales y sus "protectores", alcanzado de paso algunos objetivos geoestratégicos, secundarios o no. Sin embargo, tampoco tengo la menor duda de que estos no serán los verdaderos responsables... siendo que estos son... ellos mismos.
¿Cómo puede ser posible que un Estado planee y lleve a cabo fríamente la matanza de varios miles de sus propios ciudadanos? Cuando se trata de una decisión que tiene que ver con los fundamentos mismos de un sistema de poder, este, sin duda alguna, es capaz de esto... y de mucho mas. De hecho la pregunta no es como, la cual ya ha sido contestada este 11 de septiembre, sino porque.
En la supuestas Democracias occidentales, la adhesión a la colectividad de los individuos que la conforman ya no es vivida como integración voluntaria de estos a una comunidad cuyo interés es percibido como preeminente al de cada uno de sus miembros (primacía del interés general sobre el de los individuos), sino como una integración pasivamente aceptada e incluso muchas veces impugnada. En estas condiciones, resulta sumamente difícil para el aparato político del Poder "legitimar" la necesidad de su propia existencia.
De ahí, ante esta carencia de un apoyo activo ("en favor de"), la imperiosa necesidad de recurrir a la búsqueda de un apoyo reactivo ("en contra de") y, por lo tanto, la absoluta necesidad de un Enemigo. Enemigo que no solo legitimara la existencia del Estado sino que favorecerá la cohesión y control de los miembros de la colectividad, quienes estarán dispuestos a ceder parte de sus autonomías y libertades individuales, aceptando la "militarización" de la vida cotidiana como parte del precio a pagar para llevar a cabo una eficiente lucha contra el enemigo de todos y cada uno de ellos.
Notemos que esto no es verídico únicamente al nivel de un determinado Estado-nación (por ejemplo Estados-Unidos) con relación a "sus ciudadanos" sino también al nivel de la estructura de dominación política y jurídicamente preponderante con respecto al conjunto de los individuos que viven bajo su yugo. Tanto más que el control del "Todo" sobre cada uno de sus "miembros" es mucho mas aleatorio y menos eficaz, dado que las estructuras político jurídicas del "Todo" son todavía en gran parte estatales (en cuanto a su origen y campo de aplicación) cuando sus "miembros" tienden, ellos, debido esencialmente a su imparable tendencia al proceso de individuación y movilidad, a escapar cada día más a su esfera de influencia.
Cuando (de acuerdo con los cánones liberales) un Estado repite a los ciudadanos hasta ella saciedad que su principal y casi única razón de ser es su protección, resulta primordial e indispensable identificar al Enemigo del cual dichos ciudadanos requieren ser protegidos. Desde la noche de los tiempos este enemigo había sido el "otro", el que no pertenecía al clan, la tribu, la raza o la Nación. Desaparecida la URSS, y con ella la amenaza del comunismo (en tanto que sistema político-económico e ideología), se esfumo el ultimo Gran Enemigo, el único supuestamente capaz de poner en real peligro la supervivencia de la "civilización" capitalista y judeocristiana. Momentáneamente se encontró un sustituto que se definió como "la guerra contra las drogas", sin embargo, al revelar en su actuar mismo demasiadas contradicciones propias al sistema y perder así rápidamente su credibilidad, este dejo de ser funcional. Aunque hoy en día, diez años mas tarde (al momento de agregar este complemento) y viendo la realidad de la “guerra contra el crimen organizado” emprendida por el señor Calderón, presidente (ilegitimo) de México, resulta posible una tal estrategia… pero únicamente para el uso interno de un Estado periférico, mas no para el actual espacio multinacional y transnacional de naturaleza eminentemente económica, desprovisto de cualquier instancia de gobernación efectiva y eficiente.
En los tiempos de la globalización, que niega de hecho la razón de ser del Estado-nación, escoger o designar a uno de estos como el enemigo a vencer sería también particularmente contradictorio y poco funcional (salvo cuando su "eliminación" o sumisión obedeciese a poderosos intereses geoestratégicos y/o económicos). El Enemigo del "sistema" y la "civilización", encarnados los dos en la comunidad económica y militarmente dominante, y ya no mas en un Estado-nación propiamente dicho, tiene que ser el también global y encarnarse en alguna estructura supra nacional y supra estatal.
Que mejor Enemigo para un sistema cuyo verdadero Poder es invisible e inasequible que el terrorismo ciego y sin rostro. Para ser fácilmente reconocido y asumido como tal, el MAL, en su "apariencia", tiene que ser lo opuesto al BIEN, pero en su "esencia" tiene que ser lo más parecido posible.
Encontrado el concepto del mejor Enemigo posible, falta darle vida. Hacer de este concepto abstracto una amenaza real, la más cruenta, repulsiva y maligna posible. Una amenaza mortífera, no solo para las estructuras del Poder y la "representación política" que la comunidad "se dio", sino para cada uno de sus miembros como individuos... que en cualquier momento y en cualquier lugar pueden ser... sus inocentes víctimas.
Este 11 de septiembre los representantes políticos más poderosos del Poder globalizado, encarnación del BIEN, parieron a su mortífero enemigo… el terrorismo, encarnación del MAL.


Hoy 10 años después...
A pesar del paso del tiempo y de toda la cauda de informaciones, análisis y libros que se han escrito al respecto (me parece que hasta la fecha, el libro mas interesante que se haya escrito sigue siendo “Power Inferno” de Jean Baudrillard, editado por la editorial Galilée, en 2002)… mi convicción sigue siendo la misma que la que exprese en este texto, a las pocas horas de haberse dado el suceso.

En este decimo aniversario todos los medios de (in)comunicación (prensa escrita, televisión, radio, redes sociales) se han llenado de centenas de evocaciones del evento mas mediático de la historia… de todas estas “exposiciones”, lo que más me ha sorprendido es la virulencia con la cual algunos medios han disparado contra lo que llaman la teoría de la conspiración que pone en duda la verdad oficial… en particular el articulo de Laurent Joffrin (recientemente nombrado Director del  prestigiado semanario francés “Le Nouvel Observateur”, portavoz de una social democracia humanista, de un rosa cada día mas desteñido) titulado Por que los “complotistas” son enemigos de la democracia. Diez años después, el único complot que emerge del asunto del 11 de septiembre, es el de los “conspiracionistas” que envenenan la menoría de este cruel evento.
Como todos los que atacan con acrimonia a quienes se atreven a poner en duda la versión oficial de los hechos, este articulista emplea el recurso fácil que consiste en tachar los argumentos de los incrédulos de carecer de verdaderos y objetivos  argumentos considerando esta postura como una mera diatriba que descansa sobre unas elucubraciones sospechosas y turbias que no son más que insinuaciones… cuya única función no es más que la de negar la legitimidad de las investigaciones. Investigaciones que se dan por irrefutables, acusando a los escépticos de ignorar las pruebas evidentes e incontrovertibles, centrándose en algunos elementos extraños, inexplicados o sospechosos. O sea que, como el mismo lo escribe, reconoce la existencia de unas ciertas zonas oscuras, pero sin darle ninguna importancia dado que siempre las ha habido en todos los grandes eventos históricos. Para alguien que centra su critica en la falta de unos argumentos que se apoyen en la objetiva  racionalidad… me atrevería a decir que este periodista (como muchos otros) es muy presto en ver la paja en el ojo ajeno, guardándose bien de ver la viga en el suyo.

Después de este esfuerzo para desacreditar cualquier versión de los hechos que ponga en duda la versión oficial de estos, viene la parte medular de su artículo que consiste en afirmar que estos personajes no son nada menos que los enemigos de la democracia.
Su argumentación es sencilla y tautológica. Se denuncia que quienes sostienen la tesis del complot afirman con insistencia que el gobierno norteamericano se encuentra en el origen de los atentados… lo que equivale a afirmar que las autoridades electas de la más grande democracia del mundo hayan decidido asesinar a mas de tres mil compatriotas para justificar una lejana e incierta guerra… esto con tal de acreditar la idea que las grandes democracias son teatros de sombras manejados por fuerzas oscuras, en las que el ciudadano es un simple peón de un juego que lo rebasa por mucho. La función política de estas delirantes tesis es obvia: destruir la confianza de los ciudadanos en sus propias instituciones, acreditando la idea de que, al fin y al cabo, las democracias no son mas confiables o morales que las dictaduras.

Pues… con toda sinceridad… tal como se desprende del texto que escribí en la misma tarde de los atentados (y que transcribí al principio de esta entrada)… en este momento no disponía de la menor prueba de que las autoridades hubiesen perpetrado los atentados… pero en base a la lógica del Poder, esta posibilidad me parecía la mas creíble… y hoy que existen muchos elementos que siembran una “duda razonada” (como dicen los juristas) sobre la versión oficial y otorgan cierto grado de veracidad a la tesis del auto atentado… persisto y firmo… que tengo la “intima convicción” (otro termino jurídico) que efectivamente fueron ciertos actores (representantes de ciertos intereses ligados a la industria armamentista y energética) dentro del gobierno norteamericano quienes encomendaron la perpetración de estos los atentados.
Puede ser que los ejecutores hayan sido miembros de las fuerzas de seguridad del mismo Estado… como puede ser que estos hayan infiltrado y utilizado unas células terroristas. Inclinándome personalmente por la segunda de estas dos posibilidades.

En cuanto al argumento de que con esta tesis se pretendería acreditar la idea que las grandes democracias son teatros de sombras manejados por fuerzas oscuras, en las que el ciudadano es un simple peón de un juego que lo rebasa por mucho…estoy totalmente de acuerdo… no con la intencionalidad… mas si con la idea expuesta. Como también, como lo expresa Laurent Joffrin, no dudo un instante en afirmar que las autoridades electas de la más grande democracia del mundo hayan decidido asesinar a mas de tres mil compatriotas para justificar una lejana e incierta guerra. Como lo plasme en su momento en mi texto “EL BIEN Y EL MAL. Génesis del Enemigo”… Cuando se trata de una decisión que tiene que ver con los fundamentos mismos de un sistema de poder, este, sin duda alguna, es capaz de esto... y de mucho mas.
Termino concluyendo una vez más como hace una década… El 11 de septiembre del 2001, los representantes políticos más poderosos del Poder globalizado, encarnación del BIEN, parieron a su mortífero enemigo… el terrorismo, encarnación del MAL.