julio 30, 2011

De crisis sistémica en crisis sistémica... CREDITO, DEUDA, INTERESES... la esencia del capitalismo

Después de la crisis sistémica, de alcance mundial, de los años 2008 y 2009 (de la cual no se ha salido y posiblemente nunca se salga)… he aquí que, apenas dos años después, varios países europeos se ven sumergidos en una nueva crisis financiera… en realidad consecuencia y prolongación de la anterior… y por lo tanto ella también sistémica.
Consecuencia y prolongación de la anterior crisis sistémica porque no se han resuelto (ni siquiera mínimamente combatido) las causas de fondo de la anterior… las cuales eran, son, intrínsecas (constitutivas) al sistema capitalista como tal.


Hoy la expresión más aguda de esta inacabable crisis es la de la deuda soberana de los país del sur, o periféricos (si no se omite Irlanda) de la Unión Europea… pero también de casi todos los países del orbe, incluyendo los mismos Estados Unidos… dado que la crisis de la deuda, que se potencializa por el fenómeno (hoy corazón del nuevo capitalismo financiero) de la especulación, encuentra su origen en el mecanismo de la mancuerna del crédito y los intereses… fundamentos del capitalismo.

Hoy se considera que naciones como Grecia, Portugal e Irlanda ya se encuentran técnicamente quebradas, se especula en que España e Italia no tardaran en unírseles, poniendo en riesgo la supervivencia misma del euro, los más pesimistas augurando la desagregación de la misma comunidad europea a mediano o largo plazo. En todos los continentes, una parte creciente de Estados de todos los tamaños, incluidos los mismos USA, padecen severos problemas con sus deudas soberanas (publicas) que representan una parte cada día mas importante en relación a su producto interior bruto (la riqueza que generan): 125.7% para Grecia, 81.8% para Portugal, 81% para Francia, 73.2% para Gran Bretaña, 59.3% para España, 117.5% para Italia (con un promedio de 80% para la Unión Europea), pero también 59.7% para los USA y un sorprendente 195.3% para Japón. Datos tomados de la pagina web de la revista “The Economist”, la cual lleva, en tiempo real y actualizándose en continuo cada fracción de segundo, el incremento de la deuda pública total de la casi totalidad de los Estados del orbe (current global public debt clock), siendo esta, en este preciso momento (02:26 pm del 27/07/2011 y actualizándose esta cada segundo) de 039,930,078,549,382 dólares (no tengo ni idea de cómo se lee y escribe en letras).

¿Pero porque se ven los Estados en la obligación de endeudarse?
La respuesta más inmediata y sencilla es la del puro sentido común… porque los Estados como cualquier otro ente (institución, organización o persona) que participa del circuito económico, gasta más de lo que percibe… no le alcanza… y por lo tanto recurre al crédito, o sea al endeudamiento.
Lo que es cierto para usted como para cualquiera, lo es también para el Estado… pero con algunas diferencias… que hacen toda la diferencia.
Usted (nosotros los ciudadanos de a pie, súbditos y rehenes) cuida los intereses de su familia, de dos a cinco o seis personas… el Estado tiene que velar por los intereses de sus millones de súbditos (en teoría, porque en la realidad todos sabemos cuáles y de quienes son los intereses que protegen y fomentan).
Para equilibrar el Estado puede actuar tanto sobre las entradas como las salidas, los ingresos como los egresos… usted no, usted solo puede decidir gastar menos, apretarse el cinturón (de forma voluntaria o forzada) o cuando mucho trabajar más (mas horas, tener un secundo empleo, formal o no), lo cual por los tiempos que corren, con su caudal de desempleados,  resulta una hazaña más que imposible.
Pero en su afán por tener unas finanzas “equilibradas” no todo es diferencia entre usted y el Estado… hay algo en lo que tanto él como usted se parecen, están sometidos a la misma contingencia… la especulación, que juega y apuesta en su contra aprovechándose de sus necesidades (reales o fomentadas) y debilidades (estas si deliberadamente promovidas).

¿Por qué será que los Estados (que se supone disponen del poder para llevar a cabo las políticas y acciones que mas convengan a sus intereses) terminan percibiendo, siempre y en todos los casos, menos de lo que gastan y se ven por lo tanto en la obligación de recurrir al endeudamiento?
Precisamente porque es una falacia que dispongan del poder… en un sistema capitalista, con toda lógica, no son ellos quienes gobiernan, sino el capital… por algo el modelo económico en el cual hoy día todos vivimos, se llama capitalista.
En última instancia, quienes gobiernan son los detentores del capital, las finanzas (que se ocultan tras la cómoda virtualidad de los mercados que los dota de la lejanía y evanescencia propia de los dioses), es decir, los bancos y los fondos de inversión que gestionan y buscan siempre crear las condiciones más óptimas para hacer dinero a través del propio dinero y obviamente con la mayor envergadura y celeridad posibles.


La deuda, cualquier deuda, la de los particulares como la de las instituciones, organismos o Estados, es un negocio para la banca. Creándola crea dinero y al crear dinero obtiene beneficios y poder.
Empezando por la “estatización” de la deuda privada, cuando se trata de salvar o rescatar el sector financiero mediante la inyección de centenas o miles de miles de millones de dólares (mas de 700 000 millones de dólares para los solos Estados Unidos) como fue el caso en la pasada crisis de las “subprime” de 2008. La muy famosa y siempre muy útil modalidad conocida como la privatización de los beneficios y socialización de las perdidas.
En parte derivado de lo anterior, pero habitualmente parte de una política económica que responde a los intereses de la clase capitalista, la implementación de una política recesionista que se traduce en un decrecimiento de la demanda, merma la recaudación fiscal del Estado (tanto en lo tocante a las empresas como a los particulares) llevando este a tener que recurrir al endeudamiento. Esto muy a pesar de los recortes en el gasto social del Estado que siempre acompañan estas políticas favorables a las altas rentas.
En una situación de crisis global (o parcialmente global) son muchos los Estados que se ven en la obligación de recurrir al endeudamiento, por lo que la competencia de los demandantes por los supuestamente escasos capitales, se recrudece… llevando en automático a una alza de las tasas de interés de los prestamos, lo cual incrementa sustancialmente el servicio de la deuda contraída, lo cual a su vez se traduce en un incremento simultaneo de los precios (es bien sabido que alguien tiene que terminar pagando todos los incrementos), profundizando la recesión por la baja demanda, cuya consecuencia es una mayor falta de liquidez que se compensa con un mayor endeudamiento… y así ad eternum.

Consecuencia, más que conocida… pierden los particulares, pierden las empresas, el sector productivo y los consumidores en general… ganan los bancos, los fondos de inversión, el sector financiero en general… y los especuladores. Unos señores o unas instituciones financieras que tales como vampiros succionan la sangre de los más débiles… mediante mecanismos financieros que llevan países enteros (obviamente con sus habitantes) a la ruina… per, eso sí, perfectamente legales… faltaba más, si todos ellos respectan los elementales y sacrosantos principios de la economía de mercado.
Uno de los más novedosos y más eficaces en cuanto a su fin (que no es otro que el de incrementar la rentabilidad del dinero mediante operaciones financieras que no impliquen para nada el circuito productivo, sino única y exclusivamente el circuito financiero… lo que se conoce como hacer dinero con dinero… el principio capitalista por excelencia) es el conocido por sus siglas como CDS (Credit Default Swaps).

El CDS es un instrumento financiero que funciona como una prima de seguro contra el riesgo que asume quien consiente un préstamo (compra deuda) a un Estado cuya situación financiera es juzgada (generalmente por unas agencias calificadoras estrechamente ligadas a poderosas instituciones financieras, las cuales a la vez fungen como prestamistas, con los “conflictos de interés” que esto supone) precaria… o sea, el sobreprecio  que el solicitante de un préstamo tiene que pagar para que alguien acepte otorgarle dicho préstamo a pesar de su “delicada” situación financiera.
En teoría, los CDS funcionan como un seguro. Un banco o una compañía de seguros asegura el impago de unos títulos que otro banco o un fondo ha comprado en el mercado. Si se produce el impago, el banco asegurador paga una indemnización al que compró ese CDS. Ahora bien, resulta que estos CDS cotizan también como acciones por lo que los especuladores lucran comprando y vendiendo constantemente estos títulos… siendo “naturalmente” de su interés que estos mismos CDS se encarezcan (lo que sea dicho de paso, encarecerá la deuda de los países que se ven en la obligación de recurrir al mercado de dinero para financiarse).
Los grandes bancos que copan los CDS (a finales de 2088, el Goldman Sachs, Citibank, JPMorgan Chase, Bank of America y el HSBC copaban entre ellos cinco el 99% de las compras y ventas de los CDS en el mundo) ganan, así, con todas las operaciones posibles. Por un lado, actúan como intermediarios de estos seguros y cobran por ello. Por otro, ellos mismos también compran y venden los CDS y deuda y, además, también pueden hacerlo poniéndose cortos (apostando a la baja) y sin tener los títulos (ventas en descubierto), dos prácticas altamente especulativas.
Al final, los bancos, fondos y aseguradoras que venden los seguros de impago aseguran un riesgo que a todas luces les conviene fomentar… ¿usted cree que no lo hacen, que su tan probada ética, inquebrantable sentido de responsabilidad, solidaridad y justicia… se los impide?



Finalmente, no hacen más que atenerse a las reglas (escritas o no), los principios mismos del funcionamiento del capitalismo, su esencia.
El capitalismo descansa sobre la apropiación particular de la ganancia generada por una colectividad, constituida por grupos o actores socioeconómicos (el concepto de “clase” siendo hoy en día demonizado) los cuales se reparten, en función de la relación de fuerza existente entre estos (relación de fuerza dependiente del tipo de capital propio de cada grupo), el excedente o “riqueza económica nuevamente creada” en el marco de la división del trabajo.
Grupos o actores sociales que en el sistema capitalista son principalmente dos, uno de ellos subdividiéndose a su vez en tres.
Una inmensa mayoría de asalariados que (en forma primaria) obtiene sus recursos y tiene acceso al consumo, única y exclusivamente mediante el trabajo (aunque algunos con una cierta capacidad de ahorro puedan invertir en productos financieros)… y una muy pequeña minoría que obtiene sus recursos, o por lo menos la gran mayoría de estos, poniendo “a trabajar”… su dinero, es decir obteniendo ganancias no de su trabajo sino de las rentas y beneficios que les procura su capital (no forzosamente monetario) al ponerlo a disposición de quienes lo requieren y cobrando para ello los correspondientes intereses o de manera más general la plus valía resultante. Lo cual, resulta importante insistir, significa que quienes integran este grupo se apropian de una parte de la riqueza (real y material transmutada en virtual y monetaria) generada por los del primer grupo mediante el trabajo.

Grupo capitalista (que posee el capital y obtiene de la utilización o “alquiler” de este sus recursos o ganancias) que se subdivide en tres.
El capitalista, propiamente dicho, (bancos, aseguradoras, fondos de inversión, accionistas, etcétera… que en última instancia son personas de carne y hueso) es decir el que posee el capital y lo presta (se decía antes) o invierte (se dice hoy) a quienes les hace falta y donde hace falta. Quien recibe a cambio un interés y/o una parte de la ganancia generada en el proceso económico de producción y distribución como plus valía. Proceso “prestamista” generador de una concentración de riqueza de tal magnitud que, ante la perspectiva de una ganancia lo suficientemente “atractiva” en el espacio y las actividades de la economía productiva, lleva (de forma natural) a la financiarización de la economía (creación de capital mediante la sola actividad financiera sin intervención alguna de proceso productivo o distributivo de mercancía “palpable”) y a la especulación, súmmum de este capitalismo exclusivamente financiero, que no es más que el apostar sobre la variación de los precios de lo que sea (llevando a la deformación de los mismos así como a la desviación de enormes cantidades de capital de actividades y finalidades socialmente necesarias).
En segundo lugar, el empresario, propietario de una empresa (es decir de los medios de producción físicos o materiales, así como de la mano de obra que en ella labora) que se dedica a la producción y/o comercialización de bienes y servicios mercantiles.
Así como los comerciantes cuya actividad económica se limita a la compra venta de las mercancías producidas por los empresarios.
Por sus implicaciones, es menester hacer notar el cambio que a últimas fechas se dio en el equilibrio de las fuerzas entre los capitalistas, los empresarios y ciertos asalariados de alta jerarquía con funciones de dirección… con la creación del sistema conocido como “stock-options”… cuyas consecuencia y finalidad emparentan los intereses de los empresarios y directivos asalariados con los de los capitalistas.

Por todo lo anteriormente expuesto resulta bastante claro que los “mecanismos” del crédito, la deuda y los intereses que estos generan, no solo se encuentran en el corazón del sistema capitalista… sino que son su esencia misma. Con ellos nació el capitalismo en los siglos XIV y XV, con exponentes como la familia Medicis en Florencia, las familias Fugger y Welser en Augsburgo o Jacques Coeur en Brujas… y mientras estos perduren, perdurara el capitalismo… y su actual tendencia a una frenética e incontenible financiarización de una economía en la que los bienes “tangibles”, la mano de obra y por lo tanto la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano… salen sobrando. Obviamente sin pretender que las necesidades del ser humano se limiten al disfrute de bienes materiales, de la misma manera que el trabajo asalariado sea considerado como la única manera que tiene el ser humano para proveerse de los medios necesarios a su supervivencia (que no existencia).