julio 22, 2006

¿HABEIS DICHO DEMOCRACIA?


A las pocas horas de que el Instituto Federal Electoral (IFE) mexicano hubiese dado por vencedor al candidato de la derecha cuando todo apuntaba a que dichas elecciones habían sido fraudulentas (en una combinación de fraude "a la antigüita" y de fraude "cibernético", el jefe del gobierno español, José Luís Zapatero, se apresuro (de hecho fue el primero en hacerlo) a felicitar al supuesto ganador Felipe Calderon por su victoria.
La primera reacción fue de estupor, ¿como podía un gobernante dizque socialista ser el primer jefe de gobierno en dar su aval a lo que a todas luces había sido una elección fraudulenta destinada a perpetuar en el poder a como de lugar a la derecha mas reaccionaria?. Pasado el asombro, la respuesta era tan clara como evidente, antes de ser un "demócrata", el señor Zapatero era el jefe de gobierno del Estado español. Estado cuyos intereses económicos en México son de tal envergadura que su arribo, expansión y consolidación se conoce como la "reconquista". Cuidar los intereses de las actuales joyas de la corona, tales como el BBVA y el Banco Santander, además de pensar en las posibles futuras piezas que se podrían sumar a dicho tesoro, como una posible participación de Repsol en el próximo proceso de privatización (abierto o disfrazado) de PEMEX, bien valía hacer a un lado la congruencia ideológica y la mas elemental "ética democrática".
El señor Zapatero es el jefe del Estado español y como tal garante de los intereses, no solo del Estado como tal, sino también (y antes que nada) del capital (nacional o no) asentado en su territorio... y no hay la menor duda que para este capital el continuador declarado de la actual política económica neoliberal (y no un populista trasnochado conocido como el "peje") es la mejor garantía para perpetuar e incrementar sus ganancias.
Pero entonces esto significa que ¿el señor Zapatero fue democráticamente elegido por el pueblo español para cuidar los intereses del capital?. Efectivamente, ¡así es!.
Por lo tanto, ¿los intereses del capital son implícitamente los del pueblo español?. Efectivamente, para quienes gobiernan, ¡así es!.
¿Pero entonces....?. Para empezar, el pueblo no existe, lo que si existe son, de un lado (o mejor dicho arriba) quienes mandan (pocos pero poderosos y "empoderados") y del otro lado (mejor dicho abajo) quienes obedecen (muchos pero sometidos y sumisos), productores, consumidores y algunos seres excluidos por prescindibles... o prescindibles por excluidos. Para terminar, ¡¡¡quien diablos a dicho que la democracia existe!!!.

Antes de seguir, recordemos que el hombre no solo es, solo o antes que nada, un individuo sino un ser social cuya individualidad se "desarrolla" en la comunidad en la cual se encuentra viviendo, como la sociedad no es una entidad abstracta, dada, perenne, inamovible, sino una comunidad formada por un conjunto de individuos que con su quehacer la van "construyendo". Por lo cual, en esta perpetua interacción entre la comunidad y los individuos (constitutiva de una y otros) la cuestión del poder es esencial. ¿Quienes toman las decisiones que dan vida y sustancia a la comunidad como tal y por lo tanto determinan las vivencias, tanto comunitarias como individuales?. ¿Quienes toman esas decisiones, mediante cuales modalidades y mecanismos?.
Es el campo de lo que se ha denominado la política: (del griego polítikos "de la ciudad"), lo relativo a la organización de las sociedades humanas, particularmente el ejercicio del gobierno del Estado. Aunque vale la pena precisar que han existido y siguen existiendo sociedades sin Estado... y sin mercado.
Hoy en día, la forma hegemónica de la organización del poder, de su “estructuración”, es la que se conoce como la democracia: (del griego demokratia, formado con dêmos “pueblo” y krateîn “gobernar”), sistema político fundado sobre la soberanía del pueblo, gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo.
Por lo tanto, la única forma de gobierno verdaderamente democrático es el de la democracia directa, en la cual todos y cada uno de los individuos de la comunidad participan directa, libremente y en igualdad de condiciones en la toma de las decisiones que gestan su propio presente y construyen el porvenir de su “estrella comunitaria”. Utopía que de julio 1936 a mayo de 1937 dejo en una muy gran medida de serlo en algunas regiones de la España libertaria que construía su sueño al tiempo que luchaba contra el fascismo y el totalitarismo comunista.

Sin embargo desde mucho tiempo atrás la “realidad” económica y la lucha por el Poder habían impuesto un sucedáneo de democracia mas acorde con sus intereses, la democracia representativa. Régimen en el que el pueblo delega su soberanía a unos representantes elegidos por el.
Democracia que conserva su nombre pero se encuentra vacía de toda sustancia. En los hechos los supuestos ciudadanos ejercen su poder de decisión en muy contadas ocasiones, por espacio de unos cuantos minutos en cada uno de estos momentos y para formalizar la entrega de este a unos señores que supuestamente serán sus representantes en las funciones y órganos de poder. Funciones y órganos en la conformación de los cuales los ciudadanos no han participado, sino que les han sido heredados y sobre el funcionamiento y la continuidad de los cuales no se les consulta jamás, salvo casos extremos de alguna “crisis institucional”. Esto siempre y cuando los origenes de esta "crisis institucuional" tengan que ver con la disputa por el poder entre las diferentes facciones de la elite, porque si el cuestionamiento proviene de los sometidos, entonces la solución al conflicto no se resuelve por la vía institucional mediante el recurso al voto sino por la aplicación de la ley mediante el empleo del "legitimo monopolio de la fuerza" del Estado.
No solo los supuestos ciudadanos no participan del poder sino que en el único momento en que supuestamente lo hacen, cuando se les llama para elegir a sus supuestos representantes, el procedimiento mismo de esta elección es tan viciado (con la casi completa ausencia de una verdadera libertad) que hace imposible calificar este ejercicio como realmente soberano. (Disculpen tanta reiteración del concepto de suposición, pero es que en esta temática todo es una falacia). Los candidatos, y por lo tanto futuros representantes, no han sido evidentemente escogidos por los electores sino por estructuras (generalmente los partidos políticos) en una muy gran medida ajenas a la vivencia de los individuos de la comunidad.
Habiéndose designados los candidatos viene el momento de las campañas electorales. Tiempo y espacio en los cuales los futuros electores deberían de adquirir los “conocimientos” básicos (de la persona, de sus propuestas, etc.) que le permitan poder elegir entre los diversos candidatos, en conocimiento de causa. ¡Utópica pretensión!. Este tiempo no es el de la razón sino el de la inducción y la manipulación de las emociones y sentimientos, ya sea para la adhesión o el rechazo. Este tiempo no es el del debate (momento medular de todo ejercicio democrático) sino el de las descalificaciones, de las mentiras, del fomento del odio y el miedo. Este tiempo no es el de una competencia regida por la igualdad de condiciones entre los candidatos sino el del poder absoluto del dinero que permitirá al mas rico “comprar” la elección, el tiempo de la videocracia que se vende al mejor postor. En una palabra, el tiempo de la mercadologia que venderá a los candidatos como cualquier otra mercancía. ¡Una elección transformada en un vulgar proceso mercantil de compra/venta regido por las leyes del mercado!. Un ciudadano relegado al rol de simple comprador timado por un vendedor que no conoce (de hecho desconoce su existencia misma) y no solo lo engaña sino que no le entrega la mercancía comprada quedándose con ella para su uso particular.
Compra fraudulenta en su origen mismo, y en muchas ocasiones fraudulenta en el momento mismo de la transacción, perdón, elección. Defraudación que si en tiempos no tan remotos se llevaba a cabo a la “antigüita” (inútil enumerar todas sus modalidades de sobras conocidas), hoy en día se ha perfeccionada, modernizada, tecnificada. Como en cualquier proceso regido por la combinación de la economía y la técnica, el progreso no se detiene. De manual y burdo el fraude ha pasado a ser refinado, cibernético y, maravilla de las maravillas, indetectable. El progreso tecnológico al servicio del inagotable perfeccionamiento de la manipulación y el engaño… el sometimiento y la dominación.

Ya hemos cumplido con nuestro deber de ciudadano, hemos democráticamente elegido a nuestros representantes o al “maestro supremo”… ¿Y ahorra que?... ¿Qué pasara a partir de ahorra hasta la próxima elección?. ¡Mucho y nada!. Mucho, porque nuestros representantes tomaran en nuestro nombre (o dejaran de tomar) muchas decisiones que orientaran, modificaran, moldearan nuestra vida. Nada, porque nuestra participación en estas tomas de decisión habrá sido nula. No las habremos tomado y ni siquiera nos habrán preguntado si estamos conformes o no con ellas. Todo muy democráticamente puesto que quienes si tomaron las decisiones lo hicieron en nuestra representación… haciendo uso del poder que les habemos delegado. Y si nos estamos conformes con estas decisiones, si ya no queremos que estos señores nos sigan representando y gobernando. ¡Pues aguántense, espérense hasta la próxima elección!. Pero es que mientras... es de nuestra vida, de mi vida, que estos señores disponen. ¡Ni modo!, lo hubiesen pensado mejor, no se hubiesen equivocado.
¡A votar y callar se ha dicho!... sin olvidarse de trabajar y consumir.

Supongamos, sin conceder, (como dice la gente de leyes, mancuerna indispensable de todo sistema de control que se jacta de democrático) que los hayamos elegidos… pero ¿son estos señores nuestros representantes?.
La respuesta es sencilla si podemos contestar otra pregunta. ¿A quien o a quienes rinden cuentas?. Con toda seguridad no a los ciudadanos como tales. Quizás a otros representantes integrantes de otras instancias institucionales destinadas a normar y procesar la toma de decisiones en nombre de los miembros de la comunidad (en caso de que exista una efectiva “separación de poderes”, lo cual se puede asimilar a la disputa de un partido de tenis entre jugadores profesionales mientras el publico cumple con su rol de espectador) o, ahorra si con toda seguridad, a la estructura burocrática de la cual proceden y forman parte, los partidos.
Una vez mas el diccionario nos permite entender de lo que estamos hablando. Partido: “asociación de personas constituida para la defensa de intereses comunes, la puesta en practica de una ideología, mediante medios legales, y que busca ejercer el poder”. Mas claro que el agua no puede ser, ejercer el poder para la defensa de unos intereses. ¿Cuales intereses, de quienes?. De conformidad con el discurso democrático, la respuesta es simple: del pueblo… por supuesto… los intereses del pueblo.
Desgraciadamente, por lo dicho hasta aquí resulta mas que difícil creer este supuesto, para decirlo con todas sus letras, estas pamplinas.

Hasta hace algunas décadas, la política como tal (la toma de las decisiones que orientan y organizan la comunidad) era el oficio de los políticos. Como dicen algunos en este tiempo en el cual este oficio es altamente desprestigiado, “la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos”. Sentencia a la cual quizás muchos ciudadanos adherirían gustosos si significara que ellos fueran quienes tomaran en sus manos la política (aunque aquí se plantea la cuestión de la servidumbre voluntaria), desgraciadamente no es el caso. Hoy en día la política se encuentra secuestrada por la economía… a su merced.
El pueblo ¿elije? a sus gobernantes pero estos ya no gobiernan. Bajo el impulso del nuevo capitalismo, el poder ha migrado, este ya no se encuentra en los gobiernos, los parlamentos, el Estado. El verdadero poder, el único que cuenta se encuentra en los salones de los consejos de administración de las grandes corporaciones multinacionales, las juntas directivas de las instituciones supranacionales de carácter financiero como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, la Banca Mundial, etc, así como los estudios donde se producen la nueva ideología, la nueva moral, los nuevos valores, el espectáculo que día con día engullen por igual el mísero campesino africano y el potentado europeo. Son estos dirigentes de estas estructuras privadas, que no han sido elegidos por nadie (sino sus pares), que toman, de acuerdo con sus propios intereses, las decisiones que conforman una política que nadie ha aprobado o rechazado.
Una aparente democracia para ocultar una oligarquía de hecho. Una muy reducida elite que detenta y ejerce el poder que se reparten con cierta regularidad sus distintas facciones, encomendando a sus representantes políticos (disfrazados de representantes populares) establecer el marco legal y la conducción del Estado que aseguraran la defensa de sus intereses y su permanencia como tal ad infinitum. Un poder que se reproduce a si mismo, que se hereda como antes se heredaba la corona.
Y si de casualidad algunos de estos representantes mostrasen signos de una cierta independencia olvidándose de quienes los pusieron donde están y a quienes le deben fidelidad (en una palabra quienes son sus maestros y a quienes deben de servir), entonces las fuerzas del mercado y las voces de los emporios audiovisuales forjadores de las conciencias se encargarían de presionarlos lo suficientemente fuerte para que recobren la memoria, rectifiquen a tiempo, se olviden (para su propio bien y el de la comunidad) de estas indebidas, aberrantes y condenables pretensiones. Quienes no lo entiendan así verán como, mas rápido que el rayo, les caerán los anatemas de populistas, demagogos, arcaicos, premodernos, etc, etc, al tiempo que tendrán que enfrentar la fuga de capitales, las devaluaciones, la inflación desbocada y otras plagas por el estilo mandadas por el Dios todo poderoso de la economía que castiga a quines se atreven a desafiar las sacrosantas leyes del mercado dictadas por El. En este mundo cuyo principal valor es el de la competencia y la eficacia serán catalogados de incompetentes, acusados del peor crimen, el de atentar contra la modernidad y el progreso, poner en peligro el futuro de sus hijos y de la nación. Y si hace falta la voz del amo no solo juzgara la incompetencia des descarriado condenado de antemano, sino que se encargara gustosa de propagar con toda regularidad y la debida insistencia, la mentira, el odio y el miedo.

No hay mas democracia que la que permite a cada miembro de una comunidad ser el forjador de su propio destino al tiempo que participa directamente en la "construcción" de esta… por lo tanto favor de no llamar democracia lo que no es mas que una falacia, una modalidad “civilizada” y tramposa del ejercicio (y la conservación) del poder por parte de las elites, en particular de la oligarquía económica, por interpuestas personas.