Que friegue otro
Gerardo Tecé
Tengo un amigo que lo hace a
menudo. Dejarle el marrón al yo del futuro, llama él a este juego. Lo hace con
plena consciencia, casi gustándose por la putadita temporal que le va a hacer
al otro, que no deja de ser él mismo dentro de un rato. La operación es
sencilla. Consiste, por ejemplo, en que se le junte un fregado de platos sucios
en la cocina con las ganas de salir a la calle a tomarse unas cañas. ¿Cocina y
luego calle o directamente calle? Con la respuesta clara, mi amigo toma una
actitud solemne, casi institucional, diría yo: declaro este fregado cosa del yo
de mañana, suele comentar, y se va de cervezas con la tranquilidad y la
conciencia limpia –en contraste con su fregadero- porque la paternidad de esa
pila de platos oficialmente ya no es suya, sino del que está por venir. Cuando
el día siguiente llega y con él la obligación de solucionar aquello, el fregado
que podría haberse resuelto ayer se convierte en algo mucho más duro, por
tamaño aumentado de la pila y por la compañía de un ligero dolor de cabeza. Qué
hijo de puta mi yo del pasado, dice entonces mi amigo con el estropajo en la
mano, esta vez sin solemnidad, sino con tono de queja porque las leyes
temporales permitan este tipo de jugarretas de las que hoy es víctima.
Rajoy se ha ido de cañas con
Pedro Sánchez y Albert Rivera, que pide que la cosa acabe en chupitos.
Enunciase como enunciase Puigdemont el trabalenguas de la independencia,
algunos estaban deseando pegarse la gran fiesta de la regresión democrática
aprovechando el problema en Cataluña. Los líderes del tripartito legal han
declarado, solemnemente, que el problema de la pila independentista se limpia
yéndose de juerga de españolidad y que al asunto catalán le quedan dos
telediarios de TV3. Los que tarde en aplicarse la pócima mágica del 155,
artículo de la Constitución cuya principal virtud es que es legal. No deja de
ser divertido que el argumento para solucionar algo sea su legalidad. Podríamos
aplicarlo a un taller de coches. Le voy a colocar esta pieza en el motor,
caballero. ¿Así dejará de griparse? La pieza es legal, señor. Sería preocupante
esta respuesta en un taller, pero por algún motivo no parece serlo en política.
Quizá la clave sea que el mecánico no tiene medios de comunicación suficientes
como para hacer que sus clientes debatan sobre la legalidad de las piezas en
lugar de sobre su eficacia. Ventajas y desventajas de cada oficio. Cesar al
gobierno elegido por los catalanes que piden un referéndum, por convocar un
referéndum, es un acto tan legal para solucionar el fregao como
lo es rezarle a la virgen de la cueva como eje del plan antiincendios en
Galicia. La Constitución protege el derecho al culto religioso, así que no se hable
más: que llueva, que llueva.
No, el artículo 155, como rezarle
a la virgen de la cueva, no sirve para nada, ni sirve para nada encarcelar
líderes sociales, ni tampoco sirve para absolutamente nada poner a miles de
guardias civiles a perseguir papeletas o golpear a quienes las llevan en la
mano. No sirve para nada, excepto para dejar un problema urgente para mañana,
que por otro lado, y aquí viene la utilidad de la pieza mecánica del 155, es la
estrategia histórica de la derecha española: entre solucionar algo y pisotear
al de enfrente a costa del bien de todos, no hay duda. Vencer sin convencer,
dejando los problemas para mañana, cueste lo que le cueste. Al contrario que a
mi amigo, a la derecha española no le ha ido mal esta estrategia que nos llevará
a meses y meses por delante debatiendo sobre la españolidad de las cosas. ¿A
qué huelen las nubes españolas? Tsum-tsum. La corrupción, los
recortes en Sanidad o la deuda de la banca con los ciudadanos se irán por el
fregadero. El mañana, en este caso, será dentro de unos meses, cuando quienes
van a tomar sin votos las instituciones de Cataluña decidan que los catalanes
pueden ir a las urnas a repetir lo mismo que llevan tiempo diciendo: queremos
un referéndum y ahora con más motivos que nunca. El dolor de cabeza va a ser
histórico entonces y no sabemos cómo pasará, pero la pila de platos, con resaca
antidemocrática, la fregará tarde o temprano otro que no será el que se fue de
cañas. Me voy a meter a político, se quejará mi amigo cuando se entere.
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