Desde antes del ¿fallido? referéndum independentista catalán,
del 1 de octubre, leí varias decenas de artículos, informativos o de opinión,
sobre el proceso independentista catalán.
Lo cual me dio pie para la publicación, en este blog, de
numerosas entradas relacionadas con esta temática.
En la última, de fecha 15 de octubre, titulada “Desconcertado,
pasmado, abrumado… y todos los sinónimos posibles” expresaba: Como me siento
todavía abrumado por el actual y provisional desenlace de las aspiraciones
soberanistas de buena parte de la sociedad catalana… en este momento no me creo
capaz de poder escribir texto alguno relacionado con estas situación y
temática… quizás dentro de algunos días, cuando los principales actores
institucionales (como se extraña la presencia y lamenta la ausencia de los
ciudadanos de a pie) hayan definido con mayor claridad su posicionamiento…
Hoy, parece ser que este momento llego y uno de estos
actores institucionales, el gobierno español encabezado por el señor Rajoy, ya definió
con toda nitidez, su posicionamiento: la aplicación, con la mayor dureza
posible, del tan mencionado, articulo 155 de la constitución española del 78.
El cual, según su particular interpretación, lo faculta para
enterrar, de facto, el estatuto de autonomía de Cataluña, deponiendo de sus
funciones al President Puigdemont (quien sería llevado a juicio por rebelión) y
el Govern, así como despojar al Parlament de casi todas sus prerrogativas,
tomando el gobierno central el control del gobierno de la Generalitat en todas
sus atribuciones.
En los hechos, el señor Rajoy será el nuevo President de
facto… con apenas el 8.5% de los votos catalanes (que fueron los que consiguió el
candidato del PP en las elecciones al Parlament de Catalunya en 2015).
Como lo expresaba en mis anteriores entradas del 4 y 5 de
octubre, a la hora de tomar posición en relación con el “proceso catalán”, me sentía
atrapado entre la Razón y la Emoción… sin embargo, después del recurso al artículo
155 por parte de Rajoy, creo que se han disipado todas mis dudas y dilaciones.
Profundamente hostil a todo lo que huele a Patria, no soy partidario
de la independencia de Catalunya, pero sintiéndome muy íntimamente catalán por
mis orígenes, considero tal medida como un Golpe de estado, o más precisamente
un GOLPE CONTRA EL PUEBLO CATALAN.
Golpe perpetrado por lo que queda del más rancio franquismo,
enquistado en el Partido Popular (como también una parte no despreciable del
pueblo español).
Lo cual, desde mi punto de vista, legitima que el Pueblo catalán
(es muy importante hacer la distinción entre el Pueblo catalán y los lideres
independentistas que solo buscan sus particulares intereses de poder y
electorales) recurra a la RESISTENCIA y DESOBEDIENCIA civiles… con el efectivo
apoyo y la activa solidaridad de las “fuerzas de izquierda progresistas”
españolas… entre las cuales, desgraciadamente no se puede incluir el PSOE que
una vez más se ha decantado por “la defensa de las instituciones democráticas”,
que, en los hechos es un apoyo al gobierno del Partido Popular.
En una multitudinaria manifestación que tuvo lugar en
Barcelona, para oponerse a la aplicación del 155 y expresar su repudio al encarcelamiento
de los líderes de Ómnium Cultural (Jordi Cuixart Navarro) y la Assemblea
Nacional Catalana (Jordi Sanchez Picanyol) por el delito de sedición, se
gritaba y podía leer en varias mantas, el lema NO PASARAN (el histórico lema
que acuñaron los Republicanos frente a las tropas franquistas).
Grito que me parece más que acertado si consideramos que la línea
que separa a Rajoy y sus secuaces, del franquismo de antaño, es bastante
delgada.
Denunciar y combatir hoy el recurso al artículo 155, es
combatir a los herederos del franquismo que entienden aprovechar el
"asunto catalán" para sentar y acentuar su política
"antipopular" y, no solo mantener el estatuó quo, sino reforzar sus
posiciones de poder.
En definitiva, lo que buscan estos franquistas de hoy, es
favorecer a toda costa el enfrentamiento entre el “nacionalismo español” y el “nacionalismo
catalán”, para auspiciar la humillación e inocular el odio (el expresivo “a por
ellos”) anclando así un punto de no retorno que les asegure una permanencia en
el poder, que, hasta hace muy poco tiempo, se encontraba más que comprometida.
Apuntalamiento al cual da su apoyo el PSOE, con tal de
salvaguardar el régimen de la Constitución del 78, con su correspondiente
reparto del poder entre los “dos grandes partidos constitucionalistas”, que son
el PP y el PSOE, y cuyo predominio se encontraba en jaque después de los
movimientos, organizaciones y partidos nacidos a raíz de lo que se conoce como
el 15M.
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