Tomado prestado
(sin la anuencia del autor) de la excelsa columna PRINCIPIA MARSUPIA que Alberto
Sicilia (doctor en física teórica y reportero freelance) publica en el diario
digital PUBLICO, siendo está fechada del 5 de octubre de 2017.
Columna que
tiene por lema: "Descifrar lo que está delante de nuestros ojos requiere
una lucha constante" Orwell
He pasado la mayor parte de este año en Irak, pero
empiezo a estar muy preocupado por lo que está sucediendo en casa.
No sé cómo lo veréis desde allí, yo desde aquí veo
señales que me asustan.
Veo cada vez más la caricatura grotesca del que piensa
diferente.
Veo a gente a la que respeto y quiero despreciándose
mutuamente en las redes sociales.
Evidentemente que el debate, por duro que sea, es sano
y necesario. Hay pocas cosas tan interesantes en la vida como seguir un debate
argumentado y riguroso. El mundo sería un lugar horroroso si todos estuviésemos
de acuerdo en todo.
Pero una cosa es debatir ideas y otra el uso del
lenguaje con el único fin de caricaturizar, humillar, hacer daño al otro.
Sería disparatado trazar comparación alguna entre lo
que sucede en Irak y lo que ocurre en España y Cataluña. Pero veo
comportamientos que resuenan con algunas de las cosas que he visto durante
estos meses aquí.
Quizás desde lejos el mayor problema de Irak parecen
las ciudades destrozadas por los combates. Y eso evidentemente es un gran
problema. Pero es un problema que tiene solución: basta dinero para
arreglarlas. (Y sí, ojalá llegase ese dinero).
Hay un problema mucho más grave: el odio. Y cuando ha
habido invasiones, genocidios, una sucesión de guerras civiles, cuando al resto
del mundo le importan una mierda los muertos aquí, cuando todas las personas
han perdido a alguien querido, la deshumanización del otro se convierte en un
virus que se transmite de generación en generación. Y eso no hay dinero que lo
arregle.
Tenemos que debatir y discutir de política, del futuro
de España y Cataluña. Pero no podemos olvidarnos nunca de que “el otro” es un
humano, con sus miedos y obsesiones, sus grandezas, alegrías y miserias.
Como olvidemos eso, nos vamos al precipicio. Nos vamos
al puto precipicio.
Cuando acabe de escribir esto, voy a hacer la mochila.
Por un tiempo voy a cambiar Irak por Barcelona. Quiero sentarme con vosotros y
escucharos: me da igual que seáis pro-independencia, anti-independencia,
pro-referéndum, anti-referéndum, de la CUP o de Ciudadanos.
Quiero conoceros, quiero escucharos, quiero entender
qué está sucediendo.
Así que, si en los próximos días alguno de vosotros
está por Barcelona y le apetece tomarse un café conmigo, yo estaría encantado.
Aclaración: la foto que ilustra esta entrada es la que
ilustra el texto original.
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