He aquí, en caliente, el “sainete” en dos actos… a la espera del tercero.
Acto uno.
Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, se dirije al
Parlament de Catalunya anunciando que asume el mandato del referéndum del
pasado 1 de octubre para que Cataluña se convierta en un Estado independiente
en forma de república.
Acto dos.
Apenas pasan unos cuantos (muy pocos) segundos, y el mismo
Puigdemont anuncia que, de inmediato, se suspenden los efectos de la misma
DUI (Declaración Unilateral de Independencia), para llegar a una solución
acordada para avanzar en las demandas del pueblo de Cataluña.
Acto tres… todavía por llegar, pero desde ya puesto a andar.
Ni tarde ni perezoso, Rajoy asume de inmediato que el presidente de la
Generalitat ha proclamado la independencia en forma unilateral, y convoca para este
mismo miércoles, un Consejo de Ministros para ultimar su respuesta.
Puigdemont y sus apoyos institucionales, simplemente, han pasado la
soga al cuello del anhelo independentista, mediante una vergonzosa simulación.
Han despertado y alentado el odio anti catalán, junto a la llegada sobre
la escena. y a descubierto, de la extrema derecha.
Han roto toda posible aproximación con los potenciales apoyos externos
e internos, de buena fe o interesados. Así como han echado por la borda, buena
parte de las simpatías que había sabido ganarse Catalunya, los catalanes, y quizás,
en cierta medida, la causa independentista.
Han traicionado a quienes, ingenuos, se habían creído que era posible
proclamar unilateralmente una Catalunya republicana, por parte de la élite política
catalana más reaccionaria… sin que se diera una respuesta contundente (amparada legalmente por
el poder judicial e instrumentada, en la sombra, por el poder político) de las
élites españolas que detentan y ejercen el Poder con el apoyo (explicito o implícito)
de sus representantes políticos institucionales que son los dos grandes partidos
defensores de sus intereses y el estatuó quo… azuzados por el partido catalán más
anti catalán y “españolista” que cualquier otro.
Antes de que baje el telón… puede ser que esta representación dada por
los primeros actores catalanes y españoles hermanados en sus estrategias
destinadas a la conservación del Poder, sea una tragedia para algunos (o
muchos), pero por lo pronto… y duele reconocerlo… ha sido una inmensa farsa.
Posdata: claro que muchos españoles y catalanes se alegraran de que así
sea… quizás hasta yo mismo podría alegrarme de que finalmente la sangre no
llegue al rio… pero me apena profundamente constatar que todo resultó ser una representación,
en forma de farsa, bien puesta en escena y dirigida de mano de maestro por los “Directores”
de siempre, valiéndose de la ingenuidad de unos actores que se creyeron serlo
cuando no eran más que comparsas, así como de unos espectadores que durante
unos días creyeron ser actores.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario