“Llevare
la repugnancia de los acreedores con orgullo”
He aquí la traducción (quizás con ciertos involuntarios errores) del artículo publicado este 14 de julio 2015, en su blog, por el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis.
En
las próximas horas y días, voy a estar sentado en el Parlamento para evaluar la
legislación que es parte del reciente acuerdo de la Cumbre del Eurogrupo sobre
Grecia. También estoy esperando oír en persona mis camaradas, Alexis Tsipras y
Euclides Tsakalotos, que han pasado por momentos muy difíciles en estos últimos
días. Hasta entonces, me reservare ni juicio respecto a la legislación que
tenemos ante nosotros. Mientras tanto, les comparto algunos primeros
pensamientos e impresiones suscitadas por la declaración de la Cumbre del Euro.
Un nuevo tratado
de Versalles recorre Europa. Usé esa expresión anteriormente en la primavera de
2010 para describir el primer “rescate” griego que se estaba preparando en ese
momento. Si esa alegoría era pertinente entonces es, por desgracia, demasiada
valida ahora.
Nunca
antes la Unión Europea tomó una decisión que socava de manera tan fundamental
el proyecto de integración europea. Los líderes de Europa, en la forma como
trataron Alexis Tsipras y nuestro gobierno, asestaron un golpe decisivo contra
el proyecto europeo.
El
proyecto de integración europea ha resultado fatalmente herido en estos últimos
días. Tal como le expreso con toda razón Paul Krugman, se piense lo que se piense
de Syriza o Grecia, no fueron los griegos o Syriza que mataron el sueño de una
sociedad europea democrática.
Ya
en 1971 el economista de Cambridge Nick Kaldor, había advertido que forjar la
unión monetaria antes de una unión política llevaría no sólo a una unión
monetaria fallida sino también a la deconstrucción del proyecto político
europeo. Más tarde, en 1999, el sociólogo alemán-británico Ralf Dahrendorf
también advirtió que la unión económica y monetaria dividiría Europa en lugar de unirla. Todos
estos años espere que estuviesen equivocados. Ahora, los que mandan en
Bruselas, Berlín y Frankfurt han conspirado para darles la razón.
La
declaración de la Cumbre del Eurogrupo de ayer por la mañana se lee como un
documento comprometiendo a Grecia bajo los términos de una rendición. Se
entiende como una declaración confirmando que Grecia acepta convertirse en
vasallo del Eurogrupo.
La
declaración de ayer de la Cumbre del Eurogrupo no tiene nada que ver con la
economía, ni con ninguna preocupación por un programa de reformas capaces de
levantar a Grecia de su postración. Es simple y llanamente la manifestación de una
activa política de humillación. Incluso si uno detesta nuestro gobierno puede
darse cuenta que la lista de las demandas del Eurogrupo representa una
importante negación de la decencia y la razón.
La
declaración de la Cumbre del Eurogrupo de ayer por la mañana marca una total
anulación de la soberanía nacional, sin poner en su lugar un supranacional y
paneuropeo, cuerpo político soberano. Los europeos, incluso los que no les
importa un comino la suerte de Grecia, deben tener cuidado.
Gran
parte de los medios dedican sus espacios en preguntarse si los términos de la
rendición serán aprobados por el Parlamento griego, y en particular si los
diputados, como yo, se plegaran a la línea votando a favor de esta relevante
legislación. No creo que esta sea la más interesante de las preguntas. La
pregunta crucial es: ¿Tiene la economía griega alguna posibilidad de
recuperarse bajo estas condiciones? Esta es la pregunta que me va a preocupar
durante las sesiones parlamentarias que seguirán en las próximas horas y días.
La mayor preocupación es que incluso una total sumisión de nuestra parte a este
programa dará lugar a la profundización de una crisis que nunca terminara.
De
hecho, la reciente Cumbre del Eurogrupo no es nada menos que la culminación de
un golpe de Estado. En 1967 fueron los tanques que potencias extranjeras
utilizaron para derrocar la democracia griega. En mi entrevista con Philip
Adams, de ABC Radio Nacional, afirmé que en 2015 otro golpe de estado fue escenificado
por potencias extranjeras utilizando, en lugar de tanques, los bancos de
Grecia. Tal vez la principal diferencia económica es que, mientras que en 1967
las propiedades públicas de Grecia no fueron atacadas, en 2015 los poderes
detrás del golpe de Estado exigieron la entrega de todos los bienes públicos
que quedan, para ser puestos al servicio de nuestra insostenible e impagable
deuda.
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