Esta
mañana (25 de octubre) leí en la página web del Nouvel Observateur (que por
cierto se llama L’OBS desde hace algunos días) un artículo cuyo título,
traducido al español, seria “Partir para
vivir en Marte? Un día mis hijos me alcanzaran”.
Artículo
en el cual se informaba que una compañía holandesa, llamada Mars One, se proponía
¿seriamente? fundar la primera colonia humana en el planeta Marte, en el año
2024.
Siempre
según este articulo la “comunidad científica se encuentra dividida, entre quienes
apoyan (en cierta medida y con cautela) este proyecto y quienes piensan
abiertamente que se trata de una “tomadura de pelo”, por ser técnicamente irrealizable
y éticamente inaceptable.
Sin
embrago, según la citada empresa neerlandesa, ya son varios los candidatos a
una salida hacia Marte que se han mostrado interesados y están dispuestos a colonizar
el planeta rojo en caso de que se confirme su viabilidad.
No
creo… más bien dicho, estoy seguro (aun sin poseer los suficientes conocimientos
para poder asegurarlo científica y objetivamente)… de la inviabilidad de este
proyecto a tan corto plazo.
Sin
embargo… para mi… lo interesante no es el plazo que se requiera para su
viabilidad… estoy convencido que, tarde o temprano, este proyecto (¿sueño?) se hará
realidad.
Simplemente
porque viendo la actual tendencia hacia la paulatina destrucción de nuestro planeta
y la paralela evolución hacia una cada día mayor “separación” entre la ínfima minoría
de quienes disponen del conocimiento, la riqueza y el poder… y la inmensa mayoría
de quienes carecen de estos… la humanidad se dirige hacia la existencia, de
hecho, de dos “especies” de seres humanos.
Los
que… se quedaran atrapados para siempre en lo que fue su cuna y seguirá siendo rara
ellos su hábitat… y los que, ante el “insoportable” deterioro de esta… saldrán de
ella para salir a la conquista de otros planetas en los cuales puedan fundar
una nueva civilización.
Quizás en un principio, todavía dependiente de la Tierra, pero a largo plazo autosuficiente y autónomo, sin necesidad de relación alguna con lo que fue su cuna. Para de ahí, entonces sí, partir a la conquista de algún otro planeta en el cual establecer una nueva especie humana.
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