Ayer domingo, una vez más, el inoxidable AMLO, reunió
sus huestes (cada día más menguadas) en un determinado punto de la ciudad de
México, para invitarlos a caminar a su lado unos cuantos kilómetros y llegado
al final del recorrido, darles la buena
nueva.
Esta vez se trataba de invitarlos a oponerse, con toda
la energía de la que fuesen capaces, a la reforma energética que no es más que
la disfrazada privatización de PEMEX… y de paso a la reforma educativa y la
reforma fiscales… que, igual a la anterior, no son más que las “reformas
estructurales” exigidas por quienes, es este país como en todos los demás (al día
de hoy ya ni alcanzo a distinguir las “honrosas excepciones”) ejercen la
dominación y encomiendan a sus escribanos redactar las Leyes que las incluyen
en el Estado de Derecho que expresa y rige esta dominación.
Una vez más a esto se reduce la estrategia de
ocupación de LA CALLE (o callejera) de López Obrador… que quienes, de antemano,
comparten su “visión” de cuál es la naturaleza de las políticas
gubernamentales, caminen con el un rato para luego invitarlos a que se le unan
a su exigencia de que quienes gobiernan o aparentan gobernar (Presidente de la
Republica en turno como máximo exponente de esta simulación), de favor, reconsideren su posición y den marcha atrás a
su pretensión de redactar las nuevas Leyes.
Dicho de otro modo… más explícitamente… LA CALLE solo
sirve para exigir que se rectifique la política en su ámbito INSTITUCIONAL.
Me sigo preguntando… cuando estos señores se
percataran que el recurrir a LA CALLE solo para marchar y escuchar encendidas arengas…
a lo que mas puede servir…es a que quienes mandan se mofan (a escondidas o
abiertamente, dependiendo de la coyuntura política del momento) y se digan… con
toda razón… que lo único que logran tales opositores es a que se fortalezca la
creencia de la inmensa y apática minoría silenciosa en el Estado de Derecho al
tiempo de que acrecienta exponencialmente la frustración de quienes solo viven
derrotas tras derrotas… antes de terminar engrosando las filas de los apáticos
desencantados.
Esta mañana, alguno de mis allegados comentaba (con
algo de rabia) no entender porque AMLO no aprovechaba los ”Foros” que el Gobierno
abrirá para que cada quien (todos) pueda libremente expresar su punto de visto
respecto a estas irrenunciables reformas estructurales… y así exponer su
oposición ante la opinión publica.
A lo cual conteste, un poco molesto, que “no servía de
nada”, que tal como el mismo AMLO lo reconocía… solo se trataba de una maniobra
destinada a “legitimar” una decisión tomada de antemano… y con mayor razón,
sabiendo la cuantía de los intereses en juego.
Lo siento profundamente… pero ¿cuánto pueden valer una
marcha, un discurso, una manifestación, una opinión, cualquier expresión de
inconformidad… ante cambios delas reglas del juego que se traducirán, para sus
beneficiarios, en billones de dólares? ¿Cuánto?
Además ¿cual seria esta “opinión pública”? (que sea
dicho de paso es una de las más eficaces “tomadura de pelo” de la nueva
“ciencia política”… pues nada más ni nada menos que quienes tuviesen la voluntad
(o el despiste) de ver y escuchar en Canal del Congreso.
No quiero parecer perico o cotorro… pero el UTILIZAR
LA PRESIÓN DE LA CALLE PARA INFLUIR SOBRE LA POLÍTICA INSTITUCIONAL… es
simplemente hacer prueba de una grandísima ingenuidad… salvo si esta no es más
que una de las numerosas estrategias de la ACCION DIRECTA destinada a la
paralización de “la marcha del país”… sola capaz de “intentar” (nada garantiza tampoco
su éxito) la transformación de las relaciones sociales sobre una base distinta
a la del binomio dominación/sumisión.
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