He aquí un video que me parece ser uno de los análisis
más acertados de la actual temática de la “reforma educativa” y el conflicto
entre los “maestros disidentes de la CNTE” y el Gobierno federal.
A mi modo de ver, lo esencial de lo expresado por el
discurso de este video es la eterna vigencia del recurso al GATOPARDISMO por
parte de los detentores del Poder y sus celosos guardianes, para que bajo la
apariencia de un ficticio e inocuo cambio “estético” todo siga igual… como dice
la sabiduría popular, por mucho que el lobo se disfrace de oveja, lobo sigue
siendo.
Nada más que el “gatopardismo”, como todo, ha
mejorado… no se trata solo de que todo siga igual… sino de que con cada cambio
las modalidades de la dominación se perfeccionen y sean más eficientes.
Tengo que decir que me “sorprendió gratamente” que,
para ilustrar (hacer más comprensible) su discurso, el sociólogo del Colegio de
México, Manuel Gil Antón, recurriera a la metáfora del “camión y el chofer”…
metáfora que yo mismo había empleado con mucha anterioridad para referirme,
primero a la sustitución del PRI por el PAN (por allá del año 2000) y el
posterior regreso del PRI (en este reciente 2012).
No pretendo con esto insinuar que este eminente
profesor haya incurrido en un plagio… uno, porque es evidente que nunca leyó
mis dos textos al respecto, por la simple razón de que nadie lee este blog, que
como lo he expresado en múltiples ocasiones solo es el sano ejercicio de una
masturbación neuronal… dos, porque se trata de una metáfora que carece de
derecho de autor, seguramente empleada en decenas o centenas de ocasiones, por
las más diversas personas en las más diversas ocasiones.
NO… lo interesante del asunto no es la metáfora como
tal…como “recurso discursivo”…sino el GATOPARDISMO como tal… como “recursos político”.
Por lo que en estos tiempos “agitados” (de tantas
reformas pretendidamente estructurales y trascendentales) y de su consiguiente
(quizás también pretendida) “zozobra política”… me parece oportuno reproducir,
a continuación, los dos textos que, recurriendo a la metáfora del “camión y su
chofer” ilustran el siempre vigente… por su comprobada eficiencia política… recurso
al GATOPARDISMO.
Hago el ahorro de las correspondientes introducciones
y comentarios de cada texto, para simplemente enlistar las dos metáforas (que
en aquel entonces calificaba de fabulitas).
EL CUENTO DEL "CAMBIO".
Había una vez unos cuantos señores, invisibles para el común de los
mortales, que eran dueños de un camión al cual le habían puesto el nombre de
"MEXICO".
Como dueños, detentaban el poder de manejar dicho camión a su antojo.
Ellos habían fijado la ruta del mismo, el punto de partida como el de llegada,
así como las paradas en el trayecto y los caminos por los cuales transitaba.
Decidían, solos, quienes viajaban en el piso superior con todas las comodidades
y quienes lo hacían de pie en el piso inferior hacinados hasta el fondo, a proximidad
del ruido y calor del motor.
Como dueños que eran, ellos habían contratado al conductor, al cobrador,
al mecánico y demás acólitos, agrupados todos en una organización a la que
habían denominada "PRI".
Quienes utilizaban el servicio de dicho camión nacían, vivían y morían
en él, sin posibilidad alguna de opinar sobre el estado del mismo, el desempeño
del conductor, o la ruta fijada. Solo unos cuantos malagradecidos, locos o
traidores, cansados de tener que empujarlo cuando el motor fallaba, lo abandonaban
para subirse a otro, arriesgando su vida al saltar por las ventanas cuando en
una subida el camión disminuía en demasía su velocidad. También solía suceder
que algunos de los de la plataforma superior lo hicieran en alguna de las
paradas después de haber retribuido al conductor con la suma acordada y sin
olvidar de llevarse con ellos todas sus pertenencias.
Dado que el tiempo no pasa en balde para nadie, después de sesenta años
de haber fielmente servido a sus dueños los empleados ya se habían hecho demasiado
viejos y mañosos. El conductor equivocaba a menudo el camino llevando al camión
por brechas cada vez más intransitables y cayéndose al barranco con asombrosa
regularidad cada seis años. Al ver el creciente número de muertos y heridos que
dejaba cada nuevo accidente, llego un día en que hasta los pasajeros del piso
superior amenazaron con abandonar masivamente el camión. En cuanto al cobrador,
este se quedaban con una parte cada día mayor del monto del pasaje y para colmo
estaba en contubernio con los asaltantes que desvalijaban a los pasajeros, sin
siquiera respetar, a últimas fechas, a quienes viajaban en la parte superior.
Además, cuando los dueños decidieron cambiarle el motor al camión y
llevarlo por una nueva ruta, sin avisar y mucho menos pedirles su opinión a los
pasajeros, resulto que el chofer y sus acólitos se mostraron incapaces de
mantener el nuevo rumbo, llegando incluso en algunas ocasiones a preguntarse si
esta nueva ruta era la más indicada para sus propios intereses. Viéndose en alguna
ocasión en la penosa necesidad de recurrir a la eliminación física de un
candidato a chofer en demasía indeciso y escéptico, lo que lo hacía sospechoso
(quien sabe de qué) y poco confiable.
Así que después de más de sesenta años, al ver el lamentable estado en
el que sus empleados habían dejado el camión así como su falta de pericia y su
poca fe en el nuevo rumbo, los dueños llegaron a la conclusión que de seguir
así las cosas este dichoso camión ya no sería negocio para ellos. En este
momento tomaron la decisión de despedir a sus viejos empleados, sustituyéndoles
por unos más jóvenes, quizás menos experimentados pero menos amañados, más
dúctiles, y sobre todo con mucha fe en el nuevo rumbo y muchas ganas de dejar
su condición de simples pasajeros para sentir la ilusión de poder que
proporcionaba el ponerse al volante.
Tomada la decisión de proceder a dicha sustitución o cambio, faltaba a
los dueños decidir cómo llevarlo a cabo para que sus fieles empleados aceptasen
presentar su renuncia voluntaria sin oponerse de una u otra forma a lo que en
realidad no era más que su despido por incompetentes y corruptos.
Después de estudiar concienzudamente los procederes de sus competidores
de otras latitudes, llegaron a la conclusión que la mejor manera (la más aséptica
y menos traumática) era la que estos aplicaban bajo el nombre de
"democracia", la cual consistía básicamente en que el cambio no
apareciera como impuesto y producto de su única voluntad sino que fuesen los
pasajeros mismos del camión quienes tomaran formalmente tan delicada y quizás
peligrosa decisión, escogiendo de entre los pasajeros del piso superior quienes
pensaban ellos que eran los más capacitados para componer y manejar el camión.
Sobra decir que los diversos pasajeros candidatos a tan alta responsabilidad
habían sido previamente seleccionados por los dueños en función de sus
probabilidades de salir avante en esta particular carrera. Siendo que, de entre
todos ellos, el candidato escogido para vencer y quedarse con tan alta
responsabilidad lo había sido en función no tanto de sus destacados servicios
como su probada fidelidad. En fin... que se podía decir que era uno de ellos
disfrazado de mosquetero al servicio de la Democracia o bufón del Cambio.
Hoy los pasajeros ya eligieron al nuevo conductor del camión en que
todos viajan... el anterior, sin siquiera esperar al resultado de la carrera
(amañada de origen aunque se pretenda y celebre su pulcritud), ungió a su
sucesor... los dueños, felices de que tal sustitución se haya dado sin que se
interrumpiera el provechoso viaje, dan las gracias a quien deben de dárselas
congratulándose de lo bien que les salió... soñando en los beneficios de la
operación "CAMBIO"... preparándose para la siguiente después de jurar
que no volverán a cometer el mismo error de mantener a sus empleados en el
puesto mas allá del momento en que la curva ascendente de sus ganancias empiece
a revertirse poniendo en peligro al negocio... al no ser que, cansados de
transitar por caminos cada día más inseguros, les resulte más rentable vender
el camión a la competencia (en su totalidad en una sola vez o en partes poco a
poco), con todo y sus pasajeros, dedicándose a administrar la rentabilidad del
producto de la operación.
A menos que, hartos de escoger el enésimo conductor capaz de llevarlos
al destino escogido por los dueños... por la ruta que a ellos les convenga...
los pasajeros decidan adueñarse del camión para ir por donde ellos quieren...
al destino que ellos escojan... pudiendo cambiar de camino y meta las veces que
se les pegue su real gana.
EL
REGRESO DEL QUE NUNCA SE FUE.
Después de haber puesto consecutivamente, a lo largo de doce años, dos
choferes escogidos de entre los integrantes de la antigua organización llamada
PAN, rival de la todavía más vieja conocida como PRI, los dueños del camión
“MEXICO” tomaron la decisión (siempre democráticamente) de abandonar a su
suerte los empleados del viejo PAN, para poner en el puesto de chofer (con
todos sus “ayudantes”) a un integrante del dinosaurico PRI… que habían tenido el
cuidado y la precaución de mantener vivo y coleando… por lo que pudiese
ofrecerse… y se ofreció.
En efecto, dos hechos, que les quitaban el sueño, les hicieron tomar la
decisión de sacar de su guarida (de hecho, guaridas “estatales”) al viejo
dinosaurio para instalarlo al volante de MEXICO.
El primero de los dos “nuevos choferes”… les había hecho pasar el susto
de su vida… el temor a la posible pérdida de la propiedad de su camión.
Resulto que un advenedizo populista, amparado por una relativamente joven
organización llamada PRD, pero apoyándose básicamente en la fuerza del número
de los desdichados pasajeros que viajaban en el piso inferior o como moscas
adheridas a la carrocería, pretendía contender por el puesto de chofer. En
efecto, cansados de ver que, lejos de cambiar de ruta y destino, cada nuevo
chofer seguía llevándolos por profundos baches y peligrosas curvas hacia el
despeñadero… encontraron a su “mesías” (un tal Andrés Manuel López Obrador que
se había labrado un cierto respecto, como chofer de un más pequeño camión
llamado este “Ciudad de México” pero también por su reputación de hombre simple
y honesto”) para disputarle el puesto al candidato al chofer designado por los
dueños, y por lo tanto seguro ganador de la contienda.
Resulto que este “hombre providencial” se gano el puesto… pero este le
fue malamente arrebatado por el candidato perdedor apoyado por los dueños a
quienes este “redentor” les producía urticaria. Ante este robo en
despoblado el ganador rebajado a perdedor, se inconformo y llamo a los
pasajeros mas jodidos (apoyado por una importante porción de la casta que se
autonombra como “intelectuales”) a la rebelión… y ¡ho sorpresa! estos se
echaron a la calle, no uno o dos días, sino durante largas semanas… logrando
poner en entredicho y casi revertir la decisión de los dueños (que con mayor
inteligencia que por el pasado, decidieron no hacer uso de la fuerza bruta
represiva, sino únicamente de la manipulación propagandística televisiva que,
sabiendo emplearla con la suficiente destreza, mata mas certeramente que las
balas)… cuando, sorpresivamente, aparentemente asustado por la magnitud de la
fuerza que había echado a andar y temeroso de perder el control de la misma, en
el momento más álgido de la batalla, el nuevo mesías, tomo la decisión de parar
las movilizaciones, ordenando acampar durante semanas en una estratégica y
simbólica avenida de la capital… matando así la esencia misma de todo
movimiento relativamente autónomo… el movimiento mismo.
Como previsto, inmovilizado, sin el oxigeno y el alimento que
proporciona el movimiento mismo (como el tiburón que dejara de nadar), este
murió de muerte natural por inanición.
Pero fueron largos meses durante los cuales los dueños del camión
experimentaron el temor de verse despojados del control de lo que era suyo, y
de nadie más… jurándose que después de salir victoriosos de esta batalla…
harían lo necesario para que esto nunca más sucediera… lo que equivalía a la
condena a muerte de los ineptos cuya impericia los habían llevado al borde del
desastre.
Quedaba la pregunta de siempre… con quien y como sustituir a esta bola
de inútiles.
Para el cómo, la pregunta no era ni pertinente ni necesaria… ahí estaba
el método largamente comprobado, y con éxito garantizado, a lo largo de la
historia de numerosas otras naciones… el viejo truco de las elecciones
democráticas… solo era cuestión de saber cómo usarlo, el no caer en la anterior
equivocación.
En cuanto al quien… haciendo memoria… se acordaron que ahí estaba el
viejo dinosaurio que, inteligentemente habían mantenido medio escondido pero
vivo, bien alimentado, y con excelente salud… y también se acordaron que este
si sabia como hacerlo.
Pero para respetar las reglas de la tan útil Democracia… era requisito
imprescindible… dejar que el chofer que acababa de hacerse cargo del camión… lo
manejara durante seis largos e inciertos años.
Seis años (un sexenio dicen) durante los cuales el nuevo chofer… si bien
resulto ser menos inepto que su antecesor para llevar el camión por una ruta
más transitable…atormentado por la falta de legitimidad (condición sine qua non
del ejercicio del poder en toda Democracia que se respeta… y el ¡quería ser
respetado!) resultando de su imposición a la mala… cometió el pecado originario
de querer comprarse una legitimidad… nada más que emprendiendo una guerra. O sea…
ya que no podía sentarse en la silla presidencial soportado por los votos mal
habidos… lo haría soportado por las bayonetas.
Pero… ¿contra quién librar esta guerra, contra cual enemigo? Contra un
enemigo externo… de no ser contra Costa Rica, la empresa tendría sus riesgos…
la victoria no estaría asegurada… y definitivamente…se vería mal, muy mal… si
la opinión pública mundial había señalado de su dedo reprobatorio a los USA en
su intervención contra Irak… ¡¿cómo le iría al Goliat mexicano invadiendo el
David costarricense?!
Si resultaba imposible guerrear contra un enemigo externo… porque no
hacerlo contra uno interno… ¡porque no, ahí estaba la solución!... pero ¿contra
quién?... unos estudiantes hábilmente manipulados, las huestes del Nuevo
Mesías… no, definitivamente no… no contra el pueblo indefenso… impensable,
imposible… la reprobación seria todavía mayor.
Y… quien sabe cuándo, quien sabe si aconsejado por alguien o si salió de
su propia mente… se le prendió el foco… ahí estaba el crimen organizado… los
malos de la película…. de toda película… los que envenenan nuestra juventud…
los que secuestran nuestras madres, hijas, esposas y amigos… los que matan para
robarse un maldito reloj o un celular…los… los… los.
Y… de un día para otro… sin decir “ahí va”, o diciéndolo… a patear el
panal para que las abejas enfurecidas… primero lo abandonaran para esfumarse
por todo el país… y después, aprovechando la confusión, se disputaran las
plazas y los territorios “descontrolados” a base de matanzas, ejecuciones en
masas, decapitaciones y desmembramientos, colgados, y un sinfín de atrocidades
cada día mas atroces unas que otras.
Al principio, obviamente, el decidido apoyo de los medios comprados
ensalzando la valentía del comandante en jefe, los aplausos del respetable para
quien “este sí que las tiene bien puestas”.
A lo cual se puede agregar la no menor ventaja de que, como en todo conflicto
armado, se puede dividir al adversario entre enemigo de verdad y aliado
circunstancial… aprovechando esta división para quedarse con una no
despreciable parte del botín incautado al enemigo, la generosa retribución de
los aliados de circunstancia, y las ganancias que genera toda guerra…. negocio
redondo.
Pero, la guerra se eterniza… los muertos que se contaban por centenas,
empezaron a contarse por millares y hoy por decenas de miles… muchos de los
cuales ya no son delincuentes que se matan entre sí o mueren en enfrentamientos
con las valerosas fuerzas armadas, sino inocentes civiles que se encontraban
donde no debían en el momento equivocado.
Además, está ocurriendo algo muy grave, extremadamente preocupante, para
los dueños. Uno, los enfrentamientos y las matanzas, el clima de inseguridad
que se extendió por todas las rutas, empiezan a ser contraproducentes para la
buena marcha del camión, afectando los intereses económicos, en claro las
ganancias, de los dueños (si bien algunos de ellos, como siempre, también se
benefician de ello.)… además de que con la propagación desbocada y anárquica de
la violencia corren el riesgo de que esta les alcanza a ellos también en sus
propias personas No hay duda de que una parte bastante sustanciosa de los
beneficios del crimen organizado, irriga la “economía formal”, representa un
valioso aporte para esta, quizás incluso sea el que la mantenga en relativa
buena salud… pero siempre ha sido así… ¿no habría manera de que siguiera siendo
así, pero sin necesidad de tantos muertos y tanta violencia?
Dos, en última instancia, el último recurso del que disponen los dueños
para llegado el caso, garantizar el mantenimiento del orden, SU orden…
siempre han sido y seguirán siendo las fuerzas armadas (siempre
indefectiblemente leales a la Nación… SU Nación)… que pasa cuando estas se ven
infiltradas por el crimen… y pueden en todo momento (por lo menos en cierta
parte y en cierta medida) cambiar su lealtad… respondiendo ya no al llamado de
los dueños del camión, sino de quienes se dedican a asaltarlo. ¿Qué no habría
manera de que los cuantiosos recursos del crimen organizado siguieran irrigando
la economía… pero sin tomar el riesgo de ver los garantes de las leyes que
aseguran la permanencia de la propiedad y el orden, cambiar sus lealtades?
Para resolver este transe… también se acordaron que el viejo dinosaurio…
el si sabia como hacerlo… lo había hecho durante lustros… y a la perfección… no
como este inepto que pensando primero en su propio interés… había desencadenado
una dinámica guerrera que estaba poniendo en riesgo la sobrevivencia misma del
camión.
¡¡Eureka!!.., la solución estaba ahí, al alcanzo de la mano… bastaba con
acercarse al dinosaurio, entablar un provechoso intercambio de puntos de
vista… hacerle alguna propuesta difícil de rehusar, llegar a acuerdos
provechosos para todos.
Pero… ¿y el todavía chofer, la organización de donde procedía?
¡No problem!... bastaba hacerle ver que se trataba de un acuerdo a largo
plazo… en el cual él estaba obviamente incluido… provechoso para todas las
partes (bueno, las tres… tu, él y nosotros… tampoco hay que exagerar e incluir
a los pasajeros)… hoy te toca a ti manejar el camión… mañana me toca a mi… y
todo el mundo contento.
Provecho adicional y mayor sofisticación… los pasajeros mismos,
apoyarían sin duda alguna, gustosos, el acuerdo (obviamente sin que este fuese
de su conocimiento, lo cual es relativamente fácil con todos los medios de
manipulación al alcance de la mano y manejados por expertos en la materia)…
bastaba con hacerles creer que ellos eran quienes escogían y elegían al chofer…
que cada cierto tiempo estaría en sus manos decidir de quien sería el próximo
chofer que llevaría al camión, con todos ellos en el, hacia el bienestar
y la felicidad.
Quizás, alguno que otro, podría oler la trampa… algún descarriado líder
carismático y populista (a la usanza del último en fecha, el persistente e
impertinente AMLO) podría surgir… pero sabiendo utilizar como debe de ser las
numerosas artes de la manipulación y, de ser necesario, las infinitas
modalidades del fraude (mas considerando que pronto será sin duda posible que
la electrónica y la computación sustituyan a las obsoletas urnas y papeletas
así como el antediluviano conteo manual voto por voto), no representaría un
mayor problema.
¿Entendieron?... ¡Cómo no!... ¿Cuándo empezamos?... hoy mismo (porque
esperar a mañana), en estas próximas elecciones.
Y todos vivieron felices para siempre… este cuento se acabo… hasta el
próximo… cuya primera pagina leeremos dentro de seis años… con un extraño pero
conocido olor a recalentado… diciéndonos, como que esta película ya la vimos.
Para entonces ya veremos… si me toca a mi… o si te toca a ti… pero eso
sí, sin que jamás le toque a él.
PD: como se habrán podido dar cuenta, la actualización perdió mucho de
sus visos de cuento… es que, hoy, la realidad es demasiado abrumadora para que
me resultara posible seguir a la letra con este artificio.
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