El capitalismo no es
esencialmente un sistema de producción sino una cierta organización del mundo
en torno a une cierta tecnología, la más eficiente y rentable posible, que va
creando una forma de vida.
Si el proceso
productivo, el modo de producción, no conforman, por si solos, la esencia misma
del capitalismo, estos no dejan de tener una cierta centralidad en el mismo.
Sin embargo, el centro de gravedad ya no reside en las fábricas y
consecuentemente tampoco en quienes trabajan en estas. Lo cual relativiza
ampliamente el rol de estas y estos como centros y sujetos de la lucha
anticapitalista y la modalidad del sabotaje.
Las fábricas, como
cualquier centro de producción de los bienes tanto materiales como intangibles,
no son más que uno de los numerosos “centros especializados” constitutivos del
tejido social capitalista que no es otro que la dispersión a escala planetaria
de una inmensa red de “sitios” de
entrada y salida interconectados.
Lo que genéricamente
constituye el sistema productivo capitalista es el “flujo”. Entendido como interconexión entre esto diversos sitios,
pero también y ante todo como el elemento por sí mismo constitutivo del
capitalismo (su esencia misma) y no únicamente de su modo de producción.
De ahí que el modo más
efectivo (¿el único?) de combatir este tejido capitalista sea el “bloqueo”… la
parálisis de este flujo en algunos de sus puntos.
Bloqueo, del cual
cualquiera puede participar (productor, consumidor, obrero, ingeniero,
administrativo, profesor, estudiante, ama de casa, desempleado, vagabundo,
joven, anciano, etcétera, etcétera), ser participe, actor.
Como lo expresaba un
cartel, en el año 2006, en el movimiento francés contra el CPE (Contrato del
Primer Empleo): “C’est par les flux que ce monde se maintient. Bloquons tout”…
que traducido al español vendría ser:
“Es mediante los flujos que este mundo se
mantiene. Bloqueemos todo.”
Si el sujeto de la
huelga, como cesación del trabajo, es el productor, el del bloqueo puede ser
cualquiera.
El sistema de
producción es tan complejo, tan “alargado”, tan intrincado, tan
interdependiente, tan interconectado, que basta que uno de sus eslabones se
paralice para que una gran parte del conjunto también se paralice… la maquina
se detenga.
A sabiendas de que si,
hoy, el poder no se encuentra en las instituciones políticas, ni siquiera en su
economía, sino es el orden mismo de las cosas, su tecnología, su saber, su
control de las mentes y los cuerpos… este también se mantiene mediante el uso
de las fuerzas encargadas de su protección y defensa (policía y ejército) por
lo que toda acción de bloqueo contra la estructura y esencia misma de este
poder, debe de ser consciente que tendrá forzosamente que enfrentarse a estas
fuerzas encargadas del mantenimiento del orden natural… y por lo tanto ya no
solo contar con el coraje y la determinación sino hacerse del conocimiento y la
sabiduría necesarias para pretender lograrlo con un cierto margen de éxito… lo
cual pasa por el bloqueo de los flujos propios de estas fuerzas del orden y su
conexión con los demás sitios.
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