En las
elecciones legislativas españolas del 20 de diciembre 2015, el partido PODEMOS,
junto con lo que se llamó “las Confluencias” (partidos regionales que hicieron
alianza con Podemos) obtuvo 5,189,333 votos, los cual representaba el 20.66% de
la votación total, traduciéndose en 69 diputados.
En estas
mismas elecciones, UNIDAD POPULAR (nueva apelación de Izquierda Unida, heredera
del PCE) obtuvo 923,105 votos, los cuales representaba el 3.67% de la votación
total, traduciéndose en 2 diputados.
Por lo que
PODEMOS (y sus Confluencias) más UNIDAD POPULAR sumaban 6,112,438 votos, los
cuales representaban el 24.33% de la votación total, traduciéndose en 71 diputados.
En las
elecciones legislativas españolas de este pasado 26 de junio 2016, UNIDOS
PODEMOS, alianza de Podemos (y las Confluencias) e Izquierda Unida, obtuvo
5,049,734 votos, los cuales representaban el 21.10% de la votación total,
traduciéndose en 71 diputados.
Por lo que
comparando el resultado de 2015 de PODEMOS más UNIDAD POPULAR, con el resultado
de 2016 de UNIDOS PODEMOS, que, a pesar de las diferentes apelaciones
representan las mismas fuerzas políticas, las cuales podríamos “etiquetar” de
“izquierda radical”, vemos que la diferencia entre 2015 y 2016, representa una pérdida
de 1,064,326 votos, los cuales representan una disminución de 17.4% y una
pérdida del 3.22% de la votación total, si bien el número de escaños es el
mismo 71 diputados.
Ahora bien,
considerando únicamente las 4 principales fuerzas políticas (o si prefieren,
las 4 más votadas), el resultado de la votación del 26 de junio 2016, fue el
siguiente: PARTIDO POPULAR 7,906,185 votos, 33.03%, 137 diputados; PARTIDO SOCIALISTA
OBRERO ESPAÑOL 5,424,709 votos, 22.66%, 85 diputados UNIDOS PODEMOS 5,049,734
votos, 21.10%, 71 diputados; CIUDADANOS 3,123,769 votos, 15.05%, 32 diputados.
Esto cuando,
a unos escasos dos días antes de la votación del 26 de junio 2016, todos los
sondeos de opinión, absolutamente todos, daban como vencedor al PP, con Unidos Podemos
llegando en segunda posición, pisando los talones del PP y distanciando por un
buen margen al PSOE. Adelantamiento de Unidos Podemos respecto al PSOE, que se
conocía como el “sorpasso”. Situación que muchos analistas políticos, con o sin
razón, calificaban como el “verdadero objetivo” de Unidos Podemos y la
“pesadilla” del PSOE… jugándose en ello la hegemonía en el tablero de la
izquierda.
Lo cual no se
dio, llenando el PSOE de “alegría y orgullo”, cuando en realidad, respecto a
las elecciones del 2015, había sufrido una importante pérdida tanto en votos
como escaños, y una honda “decepción y perplejidad” en el seno de Unidos
Podemos.
Al día
siguiente de estas últimas elecciones, vistos estos resultados, la mayoría de
los “analistas políticos” se hacían esencialmente tres preguntas: Una, ¿cuáles
serían las alianzas y pactos entre partidos susceptibles de formar un Gobierno
y evitar así una tercera ronda de elecciones? Dos, ¿por qué un error de tal
magnitud de parte de los encuestadores? Tres, ¿cuál explicación dar a la tan
inesperada como amplia “derrota” de Unidos Podemos?
La respuesta
a la primera pregunta, dependiendo de la aritmética y la pericia ajedrecista de
cada partido, siendo por lo tanto, de momento, imposible de ser contestada, y
la segunda pareciéndome sin mucho interés (salvo quizás para los mismos
encuestadores, los cuales sospecho de conocer acertadamente la respuesta),
dedicare mi tiempo y espacio de esta entrada, a tratar de contestar la tercera
pregunta… quizás no mediante un sesudo análisis político, dado que no tengo el
suficiente conocimiento de “la política española”… pero si exponiendo lo que me
parece poder ser una respuesta plausible, ya no considerando la “política
española” como tal, sino el marco más “restringido” de la estrategia electoral,
en este caso de Unidos Podemos (esencialmente de Podemos, siendo este el macho
alfa)
Lo primero
que ciertos dirigentes de los dos partidos que conformaron (¿siguen
conformando?) Unidos Podemos cuestionan, es evidentemente el principio mismo de
esta “alianza” que, bien a bien, nunca quedo claro si se trataba de una alianza
“oportunista” y meramente electoral cuya finalidad no iba más allá de sumar los
votos de uno y otro (un “matrimonio de conveniencia” como lo calificaron
algunos dirigentes de Podemos), o si se trataba de una alianza de más largo
plazo y alcance destinada a transformarse, en un mediano plazo, en una alianza
“estratégica” y no solo “táctica”.
Esta
incertidumbre sobre la “real” finalidad de esta alianza, que nunca se aclaró
durante toda la campaña electoral, amén de la oposición a la misma de un
importante sector de Izquierda Unida, a mi modo de ver, se tradujo en que una
parte, de desconocida amplitud, de los militantes y posiblemente votantes de
Izquierda Unida, decidieran abstenerse el día de la elección.
Por lo tanto,
primer punto, una falta de transparencia y de debate interno, sobre la
finalidad de tal alianza. Es cierto que las cúpulas sometieron dicha “alianza”
a la anuencia o rechazo de las bases a la misma, pero como simple trámite
necesario a la legitimación de una decisión tomada de antemano por las
“dirigencias” sin un verdadero debate previo al nivel de las bases.
Como lo dijo
el mismo Iñigo Errejón (segundo de a bordo de Podemos): “la alianza con IU fue
una decisión colectiva de la dirigencia de Podemos.”
Podemos,
nacido del movimiento horizontal del 15M, se partidizó, se institucionalizo, y
una decisión de tanta importancia no fue sometida a debate entre la “militancia”
sino producto de una decisión de la dirigencia. Decisión colectiva... pero un
colectivo reducido a los dirigentes.
Segunda
explicación, también retomada por una parte de la cúpula, es la de un error de
marketing, tanto en su forma como en su contenido.
Así Juan
Carlos Monedero, uno de los mentores de Podemos, expuso en su columna “Comiendo
tierra”, titulada “A la primera no va la vencida”, que Podemos peco de
infantilismo (sin una lectura crítica de los sondeos de opinión que le eran
favorables) y se entregó en demasía al marketing en lugar de plantear una
alternativa clara y elaborar un discurso de “confrontación” con el adversario, “De
nada sirve la idea brillante de hacer un catálogo de IKEA si eso no sirve para
dejar claro cuál es tu modelo de país… de
nada sirve una campaña de sonrisas si no estás con las víctimas. Y si no le
muestras los dientes a los culpables concretos de los dolores concretos.”
Desde mucho tiempo atrás he sostenido que en estos tiempos la
política se limita a las campañas electorales y que estas son más una campaña
de marketing que la exposición de un proyecto de sociedad… por lo que no me
convence del todo esta argumentación como causa primordial del descalabro
sufrido por Unidos Podemos.
Una tal causalidad solo podría considerarse como tal, en la
medida en que la organización hubiese sido capaz de llevar una práctica y un
discurso contrario a estas premisas… dar la pelea en su propio terreno y con
sus propias armas y no él y las del adversario.
Pelea que, para tener alguna mínima oportunidad de salir
vencedor de la misma, requiere de un “accionar político” dirigido al cambio de
las “atrofiadas mentalidades” de los votantes, que estos tomen conciencia de su
rol de real ciudadano y no de mero espectador del “circo electoral”… cosa que
no se logra en ocasión de unas cuantas campañas electorales, sino en la práctica
de una “praxis política” que considere a las personas como actores y no
espectadores, forjadores de su particular destino y el de su comunidad, en
ocasión de su “vivencia diaria” (la calle, el trabajo, el barrio, etc.) y no
únicamente al momento de depositar una papeleta en una urna cada cierto número
de años para ¿escoger? quien gobernara su vida y la de su comunidad. Todas
cosas estas que, en el primer momento de su nacimiento, Podemos consideraba
como “el camino a seguir”, pero que, al abandonar las diarias vivencias de la
gente como tiempo y espacio de la Política, por la conquista del poder
institucional mediante la vía electoral se fue dejando de lado, concentrando
todo su “trabajo político”, recursos y energía… en ganar unas elecciones. En un
discurso pronunciado en 2014 en ocasión de un congreso de Podemos, Pablo
Iglesias, retomando lo expresado por Karl Marx al describir las aspiraciones de
la insurrección de la Comuna de Paris de 1871, pronuncio el viral “el cielo no
se toma por consenso sino por asalto.” Lástima que, poco tiempo después, se
haya considerado que el asalto al cielo se lograba, sino por consenso, si por
la colocación de unas papeletas en unas urnas… quedando la viral frase en un
perfecto oxímoron.
Consecuencia directa, y prácticamente obligada, de lo
anterior, fue lo que considero la principal razón del descalabro sufrido… que
el lobo se haya disfrazado de oveja.
Hasta antes de las elecciones, tanto Podemos como Izquierda
Unida, pero sin duda con mucho mayor grado Podemos, siempre habían, con razón o
equivocadamente, proyectado la imagen de unas organizaciones que por su
discurso (quizás menos por su actuar) se consideraban como parte de lo que el
lenguaje dominante calificaba como “izquierda radical.”
Posicionamiento que, con toda seguridad llenaba de temor a
una gran parte del electorado, esta masa pasiva y conservadora para quien la política
consiste simplemente en depositar su voto en una urna cada cierto tiempo, en
contadas ocasiones, no tanto para elegir a quien los representara y gobernara
en su nombre, sino para impedir “democráticamente” que ejerzan esta función
quienes consideran como el lobo que se meterá en el gallinero, SU gallinero, para despojarlos de una parte de sus haberes y
ahorros, así como privarlos de la tranquilidad y confort de su pequeño capullo
que los protege de la conflictividad y furor de la vida que se asoman por sus
ventanas televisivas.
Pero posicionamiento que también llenaba de esperanza a una
gran parte de quienes sienten a diario el agravio, la explotación, la
vergüenza, la exclusión, así como quienes sueñan de una vida que, simplemente,
sea un poco más suya.
Estoy convencido (sin prueba fehaciente e irrefutable,
simplemente como un hondo sentimiento, una “íntima convicción”) que la
principal causa del batacazo que represento para Unidos Podemos (pero
principalmente para Podemos) un resultado tan alejado de sus expectativas…
radica en que, a lo largo de toda la campaña electoral (momento en el cual se
hizo visible si bien ya estaba presente desde bastante antes) esta organización
fue, paulatinamente pero con todo rigor, haciendo a un lado las esperanzas de
los segundos, para mitigar el temor de los primeros.
Con toda consciencia, casi diría que, con toda alevosía y
ventaja, se trató de ir a la caza de los votos de quienes se suponía se
encontraban, dubitativos e indecisos, a medio camino entre la “esperanza” y el
“temor”, no incrementando la dosis de esperanza, sino disminuyendo la del
temor… no cazando en territorios lejanos y hostiles, dados por perdidos, sino
en territorios cercanos y posiblemente amigables, siempre y cuando se pusiera
un poco de agua en su vino… el lobo se disfrazara de oveja, aun si el disfraz
no era del todo convincente… al fin y al cabo que solo se pretendía atraer a
unas cuantas ovejas, las que sin reconocerlo, sentían cierto hartazgo de que se
les tratara como dóciles corderos a la vez que sentían cierta atracción por la
fiereza de unos lobos que aparentaban ya no ser unos lobos tan fieros.
Es así, con este fin, que se aparcó una cierta radicalidad discursiva
para, repentinamente, descubrirse socialdemócrata (una calificación que habían
traicionado quienes, engañando a sus huestes, todavía pretendían serlo)… y como
la culebra resultaba un poco difícil de tragar, se llegó a descubrir que él,
hasta ahora, máximo traidor a la causa socialdemócrata, un tal José Luis Rodríguez
Zapatero, pensándolo bien, había sido el mejor de todos los presidentes de
gobierno de esta, hasta hacia poco, impresentable ideología y práctica política
Un cambio de dirección tan brusco, repentino, inesperado, tan
difícil de negociar, un disfraz tan poco creíble, que ningún cordero se atrevió
a abandonar su cálido coral para irse al monte al encuentro del lobo… al tiempo
que muchos lobeznos se sintieron traicionados por la fiera manada y su macho
alfa al que ya no reconocían.
Resumiendo, me parece, que este retroceso de Podemos, que
tiene todas las apariencias de un varapalo, se debió, primordialmente, a la
falta de credibilidad, el desconcierto y la incongruencia de su discurso y
posicionamiento (de geometría variable) a lo largo de la campaña electoral.
Hasta poco tiempo antes del arranque de esta, teníamos a un
macho alfa encabezando a una manada de lobos feroces, dispuestos a comerse
crudos los corderitos con tal de ser el macho alfa, ya no de la sola manada de
lobos sino de todo el reino animal… el cual, en forma repentina y sorpresiva,
tomo la decisión de disfrazarse de oveja, dejando a todos dubitativos… ¿quién
era, un lobo, una oveja, o un lobo disfrazado de oveja?
Un disfraz tan mal elaborado, tan burdo, que, entre las
ovejas muy pocos cedieron al engaño.
Mientras en el seno de la manada, algunos de los que la
habían conformado desde su inicio siguieron por este camino más a regañadientes
que convencidos, más por disciplina y miedo a las posibles consecuencias de un
alejamiento de la manada.
En cuanto a los que se le habían juntado de último momento, esperando
saborear parte de la miel del éxito, casi nadie cedió al engaño, casi todos se
sintieron traicionados y prefirieron quedarse al margen de este ardid que tenía
todos los visos de una superchería, destinada únicamente a aprovecharse de su
“inocencia” para alzarse como el indiscutible macho alfa, no solo de la manada
de los lobos, sino de todo el reino animal.
Ahora, para contrastar mi “creencia” o “íntima convicción”, que
no análisis, del porqué del descalabro sufrido por Unidos Podemos, con el
“análisis” hecho por Pablo Iglesias de la principal causa que llevo a este
resultado, tan inesperado… me permito transcribir la parte medular de la
explicación que dio, hoy 1 de julio, en el programa “Fort Apache”: "Éramos
una fuerza política que provocaba mucha simpatía y que podía recibir el voto de
personas que, sin embargo, no pensaban que pudiéramos gobernar, pero que veían
con simpatía nuestra irrupción y que pusiéramos en apuros a los grandes
partidos… creo que esos votantes han sido la clave para entender lo que nos
pasó en las últimas elecciones. Tienen simpatía por nosotros, agradecen el
meneo que le hemos dado a la política española, responden a un encuestador que
nos van a votar, pero ante la evidencia de que podíamos gobernar deciden
finalmente no votarnos"
A mi parecer, las dos explicaciones (mi hipótesis y la de
Pablo Iglesias) no son fundamentalmente antagónicas. Las dos tienen como
“principio rector” EL MIEDO… con, sin embargo, la importante diferencia
consistiendo en que para mí la respuesta a este “miedo” por parte de Podemos no
fue la adecuada (sino todo lo contrario), cuando Pablo Iglesias, en ningún
momento reconoce error alguno.
Lo cual deja pendiente la pregunta: Si Unidos Podemos,
Podemos o el mismo Pablo Iglesias, sabían de la existencia de este “miedo”
¿cuál fue su respuesta para superar este miedo?...¿no será la que me parece que
fue?... poner mucha agua en su vino, arrogarse (en flagrante contradicción con
su discurso anterior) la cualidad de único y verdadero socialdemócrata, en
otras palabras, el disfrazarse de cordero… un disfraz nada convincente, bajo el
cual se notaban demasiado sus largos y afilados dientes de lobo… con lo cual
termino como “el perro de las dos tortas”, cuya moraleja es “Pierde
merecidamente lo propio quien apetece lo ajeno”
Queda una pregunta por contestar.
¿Después de este trago amargo, Podemos se quitará del todo el
disfraz para ser nuevamente lo que fue cuando vio la luz… tratará de mejorar su
disfraz, con tal de alejar de manera más efectiva el miedo que provoca en el
sector del electorado que quiere un profundo cambio, pero no se atreve a dar el
paso … seguirá con la misma piel de oveja, pretendiendo que no pasó nada de
mayor relevancia y que van por el camino correcto?
Posdata: En una conferencia dada este domingo (mientras subía
esta entrada) en el marco de unos cursos de verano de la Universidad Complutense,
la cúpula de Podemos se ha planteado esta pregunta, sin dar una respuesta… contentándose
de resaltar las dificultades y riesgos que encierran los tiempos por venir…
insistiendo, en mi opinión, con razón, sobre la disyuntiva y/o el “equilibrio
inestable” entre el trabajo parlamentario que tendrá que desarrollar y su presencia
en la calle.
Labor de equilibrista que Iglesias plantea así:
"El desafío me impresiona, incluso me acojona, porque
pasar de ser partisano a ser un ejército regular no va a ser fácil y nadie
garantiza que nos vaya a salir bien. Después de cuatro años de oposición
parlamentaria, o de tres o de dos, puede pasar que nos consolidemos como
alternativa de Gobierno o que Unidos Podemos no funcione como ejército regular…
entramos en una fase en la que nos tenemos que convertir en un partido normal y
eso tiene enormes riesgos… el trabajo parlamentario puede ser maravilloso y
puede ser el camino al cretinismo político".
Mientras Errejón no sabe cuál será el futuro de Podemos, pero
tiene claro que el de ayer no será el de mañana: "No queda ni mucho
menos excluida la posibilidad de que Podemos gobierne en España, pero va a ser
otro Podemos, otra cosa. Más predecible, menos sexy, y que genere menos miedo,
menos incertidumbre"… augurando así un Podemos decidido a ser cada día
mas oveja y menos lobo, más institucional, menos radical.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario