Hoy la
política no es la actividad en virtud de la cual una sociedad libre, de
personas libres, resuelve los conflictos que le plantea su convivencia
colectiva, en pos del bien común.
La política
es la actividad que permite el ejercicio del poder de quienes dirigen sobre los
dirigidos, quienes gobiernan sobre los gobernados, quienes ejercen la
dominación sobre quienes padecen la sumisión.
Hoy en día,
en el sistema de dominación mundialmente hegemónico, conocido como capitalismo oligárquico
(en su fase de mundialización neoliberal) y cuya expresión política formal más
habitual es la democracia representativa, la actividad política se reduce
esencialmente, cada cierto tiempo, en la elección de los miembros que integran los
órganos que supuestamente ejercen la dominación en representación del conjunto
de los miembros de una determinada colectividad.
La “actividad
política” entre una y otra elección, es solo un espectáculo destinado al
entretenimiento de los mirones, y sobre todo la preparación de la próxima
elección, con sus batallas de posición, reales y/o fingidas, entre los futuros
competidores, tanto entre los partidos como en el seno mismo de estos.
Elección
precedida de lo comúnmente llamado periodo electoral, de variable duración,
durante el cual los contendientes (miembros de unas organizaciones constituidas
ex profeso para estas justas electorales en pos del poder) hacen “campaña” para
atraer el voto de quienes depositaran en una urna una papeleta con el nombre del
partido o la persona a quien otorgaran el poder de representarlos en los
órganos constituidos para el ejercicio del poder político… el cual no detenta
ni ejerce el real poder, siendo su verdadera función, la de legitimar las
decisiones que toman quienes detentan y ejercen los verdaderos y ocultos medios
de la dominación.
Campaña
electoral, que no es una batalla en la cual los contendientes pugnen por la
supremacía de un determinado modelo de relaciones sociales, ni siquiera algún programa
político especifico… sino una vulgar campaña de marketing que, como todo
marketing, se dirige más al corazón y las emociones de sus blancos que a sus
mentes y raciocinio.
Estrategias
electorales que descansan, básicamente, sobre dos emociones primarias: el miedo
y la esperanza… la imperiosa necesidad… de culpar y creer… del chivo expiatorio
y el salvador.
El primer
paso es preparar el terreno (labrar, abonar) sobre el cual se sembrará para
después cosechar.
Un terreno
propicio para recibir la semilla del miedo y, en forma simultanea o posterior,
la esperanza, es evidentemente un escenario de crisis y si posible de caos.
Crisis varias y simultaneas, pero principalmente económica, siendo que, de
esta, casi en forma automática se generaran las de orden social y político.
La crisis
económica no requiere ser inducida. En la actual etapa de desarrollo del
capitalismo, esta surge por generación espontánea y se ha tornado crónica, sin
posibilidad de ser erradicada, puesto que no es consecuencia sino esencia,
principal engrane, quizás hasta motor mismo del funcionamiento de este
capitalismo financiero depredador, generador de una desigualdad y exclusión,
de una profundidad y extensión pocas veces visto (por lo menos desde el fin de la segunda guerra mundial.)
En cuanto al
caos este es una consecuencia natural de la situación de crisis que con el
tiempo no cesa de ahondarse, basta como botón de muestra citar a la
inmigración. Sin contar que el caos, si puede ser inducido de formar
relativamente fácil, basta crear las condiciones propicias a la aparición del
tan temido terrorismo.
Si a los
ingredientes básicos del empobrecimiento y la exclusión, se le agrega una
incontrolable e incontrolada invasión de seres todavía más pobres que, por el
simple hecho de su presencia, arrastran a los ya pauperizados hacia una fosa
sin fondo, más algunos oportunos (para no decir, bienvenidos) atentados
terroristas… les aseguro que el MIEDO se apoderara, cada día, de una mayor
proporción, de una población que se siente vulnerable e indefensa antes estos
repetidos y simultáneos ataques, no solo a su lugar en la pirámide social sino
incluso a su integridad física. Si, a la pauperización y exclusión vividas como
un ataque a la integridad social (que, según el nivel, puede asemejarse a la
integridad física), le agrega usted uno que otro indiscriminado atentado…
entonces es prácticamente una certeza que una gran parte de la población será
emocionalmente presa de miedo, (o peor todavía, miedos) un miedo cuyo verdadero
origen es incapaz de aprehender, responsabilizando de este a cualquier chivo
expiatorio con una apariencia física y una cultural, distintas a la suya… a la
vez que culpara a los representantes (que no detentores) del poder, más
cercanos y visibles, los políticos, la clase política como tal. Con, a más
largo plazo, la sospecha puesta no solo en la clase política, sino en “las
elites.”
Entonces
sumidas en el miedo, personal y colectivo (por lo menos entre los de su misma
condición), inseguras, desprotegida, con temor a la mañana siguiente… en la
cual pueden despertarse sin empleo, sin saber si no les quitaran las pocos pertenencias
que aún les quedan, temerosas frente al espectáculo de la violencia que día con
día, inocula el veneno de la duda y la incertidumbre de que será hecho el
mañana… estas personas están dispuestas, predispuestas, a escuchar cualquiera
que les prometa terminar con su pesadilla… que les regresara el empleo perdido,
hará lo necesario para que no les quiten lo poco que les queda, los protegerá
de la violencia… se presenta como el gentil pero fierro caballero defensor de
la Ley y el Orden…lo más importante, les regresara su dignidad, les hará
sentirse de nuevo orgullosos de lo que son, incluyéndolos nuevamente en este
todo, del cual podrán sentirse orgullosos de pertenecer… los rescatara, los
salvara de esta caída sin fin al infierno… su personal infierno… he aquí su
salvador… el salvador… Donald Trump.
Portador de
un discurso… que, en un pasado no tan remoto, probo su eficacia.
El más
conocido y quizás más emblemático… un tal Adolfo Hitler. Como también un tal
Benito de apellido Mussolini… del cual (pero es puramente anecdótico) Donald
Trump (seguramente sin saberlo) adopta a menudo el mismo porte.
No sé si, en este
próximo noviembre, Donald Trump será elegido como el cuadragésimo quinto
presidente de los USA… pero, creo que por todo lo expuesto hasta aquí… son
muchas las probabilidades de que así sea… o por lo menos (poniéndonos menos
dramático) sus posibilidades de logarlo no son tan escasas como quisiéramos.
Este pasado
25 de julio, un sondeo de opinión de CNN nos decia que Donald Trump “recogia”
48% de los votos contra 45% de Hillary Clinton… y esta diferencia se
incrementaría hasta un 44% contra 39%, si se toma en consideración los otros
dos candidatos, el “libertariano” Gary Johnson con 9% y la ecologista Jill
Stein con 3%.
Obviamente
falta mucho, pero Donald Trump ya dio muestras de no ser tan malo debatiendo
(por la importancia de los debates televisivos en la cultura política
norteamericana), al igual que sabemos que Hillary Clinton, además de ser todo
menos carismática, tiene mucha cola que le pisen (y Donald Trump no tendrá
ningún escrúpulo en utilizar una campaña de desprestigio, por nauseabunda que
sea, sino todo lo contrario.)
Queda, por
saber por quién se decantará Wall Street… quien, siempre provisorio, tiene los
dos fierros en la lumbre… hasta que opta por el futuro ganador (si bien desde
antes ya hizo su elección, la cual, a pesar de todo su poder, no garantiza que
acierte.)
Quienes
piensan que Donald Trump no es más que un payaso… más vale que empiecen a
tomarlo por lo que es… un candidato a la presidencia de los USA que tiene
reales posibilidades de ser electo.
¡Ojalá me
equivoque!
Porque si
bien es cierto que Donald Trump no es ningún payaso (como tampoco lo era en su momento
el actor de quinta Ronald Reagan), también es cierto que no es ningún salvador
o valiente caballero decidido a luchar contra los malvados en defensa los
pobres y desprotegidos.
Porque, si
bien es cierto que no pertenece al mundo de los “políticos profesionales corruptos”,
si es miembro del 1% (si no es del 1% si del 10%) vilipendiado por el
movimiento “Occupy Wall Street”… que lo único que, de ser electo, si hará, es “darles
por culo” a los desclasados que lo hayan encumbrado… porque como buen
capitalista que es, está en su naturaleza ser un depredador, un lobo que se
disfraza de oveja para mejor comerse a los incautos corderitos.
Porque si
bien es cierto que impondrá “la Ley y el Orden”, será su ley y su orden, la ley
y el orden de los más fuertes, para beneficio de quienes mandan y explotan.
Si resultara
ser electo presidente de los USA, como dicen en México “¡que Dios nos agarre
confesados!”
Posdata: Bernie Sanders.
Posdata: Bernie Sanders.
El muy incisivo y muy aplaudido (muchos de sus seguidores llorando, quizas en una mezcla de rabia y decepción) discurso de Bernie Sanders, en la Convención del Partido Demócrata,
no fue, como lo presentan todos los medios de comunicación, de apoyo a la candidata
Hillary Clinton… sino un llamamiento a votar por el “mal menor”, con tal de
cerrar el paso de Donald Trump hacia la presidencia.
Segunda posdata: ¿casualidades?
Segunda posdata: ¿casualidades?
Leído esta misma tarde en el número del 14 al 20 de julio 2016, del
semanario francés, L’OBS, en una entrevista al “especialista” de la economía numérica,
Nicolas Colin.
¿Qué es el fenómeno Trump?
Tanta tensión política en tantos países del mundo, recuerda lo
sucedido en los años 1030.
El fascismo ha hecho su aparición por todos lados al mismo momento,
bajo diversas formas, como reacción uniforme de la sociedad a la inadaptación de
las instituciones.
Cuando los individuos no se sienten protegidos contra los excesos
de la economía de mercado, sienten la tentación del fascismo.
El fascismo es la pasión por la restauración de un viejo orden y
una mítica prosperidad. Es el sobrepaso de la separación derecha/izquierda. La tentación
autoritaria frente a las limitaciones de los regímenes democráticos. Ya hemos
llegado a este momento.
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