Que
venga la muerte, Dios sabrá reconocer los suyos.
Aplicada
a la actual situación política española, esta sentencia bíblica podría
traducirse en… que vengan las elecciones, el electorado sabrá reconocer los
suyos.
Desgraciadamente
dudo mucho que los electores poseen la omnisciencia de alguna Divinidad, sea
esta la que sea.
Simplemente,
porque, si bien en la Democracia el juicio de los votantes es supuestamente “palabra
divina”, definitiva, inapelable… resulta que la Democracia no es tal, que los
electores no son quienes eligen a sus autoridades y menos aún sus
representantes… ellos solo son quienes, con su voto, legitiman una elección que
otras instancias y poderes ya han llevado a cabo con mucha antelación.
También
se dice que Dios no juega a los dados.
La
Democracia tampoco, todo está de antemano previsto… y si cada cierto tiempo, se
ponen a rodar los dados, estos están de tal suerte trucados que siempre caerán
del lado más conveniente... obviamente para quienes se esmeraron en trucarlos.
También
se dice que Dios es benevolente con sus criaturas.
Viendo
todas las calamidades que padece la humanidad, no es de extrañarse que muchos
fervientes creyentes se pregunten si, de vez en cuando y con el único fin de
reafirmar su vital necesidad y por lo tanto su poder, no se le antoja a su Dios
disfrazarse de Satanás.
De
la misma suerte, se puede afirmar que la divinidad Democracia, ella también,
requiere de vez en cuando alejarse por un tiempo de la vida de sus mortales
seguidores (dejando su lugar a cualquier espantapájaros, o simplemente un
cierto vacío), para así mejor hacerse desear.
Es
lo que se está dando en España… nada más que con un indeseable matiz.
Después
de un impasse de varios meses, durante los cuales la Democracia no dio los
resultados que se esperaban de ella (formación de un nuevo gobierno después de
las elecciones generales del 20 de diciembre del año pasado)… los electores tendrán
que ir nuevamente a depositar su voto (por allá del mes de junio)… esperando
que esta vez los resultados sean más propios para la formación de un Gobierno.
De
no ser así, mucho me temo que la Democracia pierda mucho de su divinidad… y
muchos de sus adeptos (lo cual, posiblemente, sea lo que ocurra en ocasión de
la repetición de las anteriores elecciones).
Lo
cual, al fin y al cabo, no tendrá mucha importancia… dado que, como ya se apuntó,
la cita de los electores con las urnas, no tiene la relevancia que se le quiere
dar… por la sencilla razón que, en última instancia, solo es el medio mediante
el cual se legitima el sistema de dominación… el cual seguirá en pie, sea cual
sea el número de votantes, sea cual sea el resultado de las elecciones y sea cual sea la composición del nuevo gobierno.
Sea este de centro derecha o de centro izquierda (lo mas probable) o pueda este calificarse de derecha o de izquierda... todos sabemos quienes en realidad seguirán gobernando.
El cambio, si cambio hay, sera solo de matiz (sin negar lo que esto pueda representar para quienes seguirán aceptando o soportando su sumisión), no de fondo (su inalterable condición de sumisos.)
Sea este de centro derecha o de centro izquierda (lo mas probable) o pueda este calificarse de derecha o de izquierda... todos sabemos quienes en realidad seguirán gobernando.
El cambio, si cambio hay, sera solo de matiz (sin negar lo que esto pueda representar para quienes seguirán aceptando o soportando su sumisión), no de fondo (su inalterable condición de sumisos.)
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