Toda comunidad organizada… desde la familia, hasta el
Estado, pasando por las diversas estructuras que conforman el “tejido” económico,
político y social de una determinada entidad… requiere, para su funcionamiento
y su perpetuación como tal… de que quienes detentan el poder y ejercen la dominación,
puedan CONTROLAR a quienes “aceptan” vivir bajo su dominio, o sea su sumisión al
orden imperante constitutivo de la comunidad en cuestión.
Papa y mama controlan a sus hijos… el maestro controla
a sus alumnos… el carcelero controla a sus presos… el psiquiatra controla a sus
enfermos mentales… etcétera… etcétera… hasta la parte mas alta de la pirámide…
conformada por quienes detentan el poder económico y quienes recibieron de este
el encargo de representarlos en los diversos órganos del poder
institucionalizado… y ejercer el tan necesario e indispensable CONTROL de la población
para que esta se dedique… en ORDEN… a su función básica… producir y consumir.
Como ya es harto sabido, pero jamás se insistirá en demasía.
estos señores que nos gobiernan disponen para tal fin de dos medios.
Uno… sobre los cuerpos.
El uso de la “violencia legítima” mediante la represión
ejercida por los cuerpos encargados del mantenimiento del orden… principalmente
a cargo de las diversas policias, pero también, de ser necesario, el ejercito.
Dos… sobre las mentes.
El uso del poder mediático que formatea las
conciencias… principalmente a través de los medios masivos de ¿comunicación?...
sin olvidarse de las estructuras dedicadas a la enseñanza.
He aquí dos muy buenos artículos de opinión que este
dia, 26 de septiembre del 2012, publica el periódico digital PUBLICO… e
ilustran lo dicho.
David
Torres
Querido policía, déjame
felicitarte por lo de ayer. Te portaste como un hombre, te ganaste a base de
porrazos la paga extra que te habían quitado y cumpliste a la perfección el
encargo de apalear al pueblo. Es cierto que para otras cosas, la verdad, no
vales, por ejemplo, eres incapaz de distinguir un hueso de pollo de un hueso de
niño, con lo cual una simple investigación por asesinato acaba transformándose
en un circo mediático y un pobre paleto te chulea durante meses, pero es que tú
no estás para eso, querido policía, a ti no te pagan para pensar ni para sumar
dos y dos siquiera. Lo tuyo es intimidar, montar follón, colarte dentro de una
pacífica multitud y caldear los ánimos, manejar la porra y pegar hostias. Y lo
cierto es que para eso no tienes precio, aunque el despliegue militar de ayer
(con casi 1.500 efectivos, carretadas de lecheras, helicópteros, caballos,
vallas, pelotas de goma) le haya salido por un pico al contribuyente. Con lo
que te pagaron ayer a ti y a tus colegas por acojonar y romper huesos, se podía
haber construido un colegio.
Da la casualidad de que
ayer pasé frente al Congreso, no por Neptuno, sino por la Carrera de San
Jerónimo, y vi la tremenda multitud a la que tenías que hacer frente: muchos
jubilados, algunos con bastón, una señora armada de un silbato, otra con una
camiseta contra los recortes, un montón de jóvenes de ambos sexos, unos cuantos
fotógrafos, e incluso una pareja de ciegos que paseaba de arriba abajo tentando
el aire. Aunque para ciego tú, querido policía, ciego y sordo, blindado de
arriba abajo, envuelto en tu escudo y tu casco pretoriano para demostrar una
vez más que no estás ahí para defender al pueblo sino para todo lo contrario.
Al verte, tan chulo, tan orgulloso de tu fuerza, recordé a aquel
anti-disturbios que me tropecé ventitantos años atrás, en una manifestación
universitaria, un tipo grande como una montaña al que oí gruñir mientras
acariciaba la porra: “Qué ganas tengo de repartir hostias”.
Querido policía, sigues
siendo la misma bestia sin ojos y sin alma de toda la vida, la misma máquina de
golpear de hace veinte años y de hace cincuenta años. Te conocemos ya porque te
hemos visto antes, te hemos visto muchas veces, vestido con ese o con otro
uniforme, el perro de presa del dinero, el esbirro imprescindible de todo poder
y toda época: el mismo cosaco a caballo que golpeó al pueblo hambriento hasta
la muerte en la Plaza Roja, el policía gordo que apaleaba negros en Mississipi,
el tanquista ruso que entró a sangre y fuego en las calles de Praga.
Querido policía, debes de
sentirte muy hombre sabiendo que enfrente sólo tienes manos desnudas y
palabras, debes de sentirte justificado en tu violencia cuando hasta tú te
tragas tus propias mentiras y acabas por creer que estabas haciendo frente a
tácticas de guerrilla urbana cuando allí sólo había gente que no venía ni a
tomar el Congreso ni a secuestrar diputados sino a expresar su rabia, a gritar
que ya están hartos de tanta mentira y tanto expolio. El Congreso ya está
tomado por una banda de cuatreros que ha incumplido todas sus promesas, unos
sicarios del poder financiero al que sirven con la misma devoción que vosotros
a ellos. Ya sé que lo tuyo no es pensar, pero piensa por un momento que si la
muchedumbre de ayer hubiera ido con ganas de bronca, probablemente no habrías
salido tan bien parado. A veces me pregunto cómo será eso de llegar a casa con
el deber cumplido cuando tu deber consiste en agarrar del cuello a una mujer,
en abrirle la cabeza a un señor indefenso, en reventar a palos a un joven
tirado en el suelo. Ya sé que te pagan a tanto por hostia y a doble por cabeza
abierta, pero te advierto que la gente se está empezando a hartar de que la
traten como a ganado, de que la ordeñen cada cuatro años y la aporreen siempre
que les apetezca.
Que duermas bien, machote.
Txema Ramírez de la Piscina
Profesor de Periodismo en la UPV/EHU
Profesor de Periodismo en la UPV/EHU
Islandia. Tierra de hielo y
fuego; y últimamente, también, referencia informativa (al menos para algunos).
El pasado 20 de enero el
conocido artista Santiago Sierra inauguró su obra First Monument to Civil
Disobedience (primer monumento a la desobediencia civil) frente al
Parlamento de Reykjavick. En la placa informativa que acompaña a la obra
aparece en islandés e inglés la siguiente inscripción: “Cuando el gobierno
viola los derechos del pueblo la insurrección es para el pueblo, y para cada
porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de
sus deberes”. La cita está extraída de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1793 que posteriormente fue incluida en la
Constitución francesa del mismo año. Corrían aires de revolución francesa. Tres
años antes de que se colocara la escultura, la Policía islandesa reprimía
violentamente en ese mismo lugar una pacífica protesta ciudadana que exigía
responsabilidades a políticos y banqueros por el caos financiero. Aquella protesta
marcó el inicio de los posteriores cambios políticos y sociales vividos en este
país nórdico. Fue la cuña de fuego que inició el deshielo.
Supresión del pensamiento
crítico
Durante los últimos tres
años todos y todas, en mayor o menos medida, hemos sufrido las consecuencias de
la crisis financiera. La presente reflexión censura la actitud cómplice
demostrada por la mayoría de los grandes medios de difusión y por la clase
intelectual ante este mega-acontecimiento informativo que nos invade.
Las noticias se suceden a
ritmo trepidante: rescates, recortes, primas de riesgo, bancos malos,
decisiones del Banco Central Europeo… engrasan una diabólica noria sin fin. No
hay tiempo para pensar. ¿Quién habló de pensamiento crítico? Hay que tomar
decisiones al momento. Poco importa que los datos de hoy contradigan los de la
semana pasada o que el Gobierno haga justamente lo contrario de lo que decía
hace tan sólo seis meses. Lo justifican: “Ha cambiado la situación”. Los
denominados expertos lubrifican a diario con sus análisis el pensamiento
neoliberal; aportan al producto el imprescindible barniz que precisa antes de
su exposición al gran público: “No se puede hacer otra cosa”. Prensa, radio,
televisión y medios electrónicos repiten por activa y por pasiva el mismo
mensaje: “Tenéis que aceptar la Apocalipsis. Habéis sido ciudadanos
irresponsables viviendo durante años por encima de vuestras posibilidades.
Sabemos que lo que os estamos pidiendo es duro, pero no queda otro remedio: jodeos”.
La ciudadanía entra en estado de shock. El pánico, el miedo y la
impotencia se generalizan: “¿Para qué hacer huelga?”. La cuadratura del círculo
aparece como algo posible… Sin embargo, alternativas, existen, por supuesto que
sí. El problema es que las ocultan miserablemente.
Uno de los deberes más
sagrados de todo medio de comunicación y por ende de todo y toda buena
periodista es situar el acontecimiento en su contexto. Antes de realizar un
diagnóstico, es preciso indagar en los antecedentes del hecho, averiguar qué o
quiénes son sus causantes, aproximarse a otros países en similares
circunstancias, mirar al futuro y plantear un pronóstico… No se trata de
ninguna revolución informativa. Es simple y llanamente periodismo de calidad.
¿Encuentran algo similar en el cansino mensaje dominante hoy en día en los
grandes medios de comunicación?
Durante los últimos tres
años estamos asistiendo a una supresión sistemática y criminal del pensamiento
crítico en los medios. Aprovechando el filón de la crisis han desaparecido
voces y plumas críticas relevantes. Se han jubilado o, han cambiado de puesto
de trabajo (cuando lo mantienen, claro). El principal responsable de esta
crisis –esa banda llamada banca? está adquiriendo cada vez más poder en los
medios de comunicación, sin que nadie diga nada, alce su voz o denuncie
semejante atentado a la libertad de expresión.
Mientras tanto se adelgazan
las noticias (pasar de 20 segundos es un anatema en televisión), se mezclan los
formatos y la frivolidad campea a sus anchas. Y si es preciso… se viste a las
presentadoras como si fueran de fiesta, luciendo pecho firme y excelente
presencia. El talento pasa a ser algo secundario. Rosa María Calaf, periodista
de acreditada experiencia, se ha mostrado muy crítica respecto a la evolución
que está teniendo la mujer en televisión: “Lo que se vende es la imagen, no el
talento, y así se va llenando la pantalla de clones, porque todas son de un
mismo estándar; mujeres que tienen que entrar en esta dinámica de ir vestidas
como si fueran a la discoteca”.
Ser libres o descansar
El pensamiento crítico,
autónomo no llega por inspiración divina. Cuesta. Hay que cultivarlo. Exige
tiempo y esfuerzo personal: buscar otras fuentes, contrastar las informaciones;
dedicar parte de nuestro tiempo libre a esa tarea. Es mucho más fácil sentarse
en el sofá y dejarse llevar, cumplir con el rito diario de las noticias y
acostarse aparentemente informado. Es pensamiento atribuido a Tucícides: “Se
tiene que escoger entre ser libre o descansar”. Sería absurdo pensar que los
medios de comunicación vayan a dar las revueltas populares en horario de máxima
audiencia.
Mientras el Parlamento de
Reykjavick homenajea la desobediencia civil, en los nuestros se glorifica la
sumisión; perdón quería decir la “paz social”. ¿Qué hace falta para despertar? La
revuelta social e intelectual empieza por uno mismo. Se predica con el ejemplo.
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