septiembre 25, 2012

DESOBEDIENCIA CIVIL PACIFICA vs RESISTENCIA ACTIVA











En una acción de desobediencia civil pacífica, organizada por la plataforma “EN PIE”  y la “Coordinadora del 25-S” hoy tendrá lugar (tiene lugar) en Madrid el “sitio” del Congreso por ciudadanos que exigirán la demisión del gobierno y un nuevo proyecto constitucional como parte de un renovado Pacto Social.

Como siempre, el gobierno español (como todos los gobiernos) ha venido inoculando altas dosis de temor entre la población, equiparando esta acción a un golpe de Estado, el cual generara violencia callejera. También ha anunciado que, en defensa de las Instituciones y la Democracia, empleara el legitimo derecho de todo Estado al empleo de la legítima violencia (valga la redundancia) y reprimirá dicha acción con todo el peso del aparato policiaco. Incluso, en los días previos ha arrestado a muchas personas que se encontraban pacíficamente sentadas en el Parque del Retiro para debatir de las modalidades de esta acción… criminalizando así el derecho constitucional a la libre reunión, la libre expresión de sus ideas, e incluso la libertad de pensamiento.

A raíz de esto se dio un debate en la red sobre lo conveniente o pertinente de una tal acción. Habiendo básicamente cuatro posturas… sin contar quienes se oponen por las mismas razones que las del gobierno, quienes generalmente no opinan delegando en las (sus) autoridades esta tarea.
Una, los que dicen que apoyan “moralmente” la acción, la entienden… pero la condenan por no saber con toda claridad quienes son los promotores de la misma… y por juzgarla contraproducente ya que viene dándole armas al gobierno para escalar un peldaño más su política de represión y esparcimiento del miedo.
Dos, una que también la apoya moralmente y la entiende… al tiempo que la condena porque para estos la única acción política sensata y racional para cambiar el actual estado de cosas es la vía electoral.
Tres, quienes la apoyan y participaran en ella… pero con la importante reserva que consiste en advertir que la política es un asunto no de leyes, sino de relación de fuerzas, y que obviamente la fuerza (la bruta de los aparatos represores que se ejerce directamente sobre los cuerpos… pero también la que ejerce su violencia ya no sobre los cuerpos sino sobre las mentes, recurriendo a la propaganda y la manipulación mediática) se encuentra de momento del lado del gobierno.
Cuatro, quienes apoyan acríticamente la acción y participaran en ella, convencidos de que este es, sino el único camino, por lo menos si uno de los necesarios para que el gobierno sepa que existe una oposición decidida a oponerse a su política de cancelación de los derechos adquiridos por los ciudadanos a lo largo de tantos años.

¿Y… yo?

Primero… no soy español, me encuentro a decenas de miles de kilómetros de Madrid y relativamente protegido por el anonimato… por lo que no me representa un peligro muy cercano el opinar al respecto.
Dos… por la importancia, no tanto del evento en sí, sino de las posturas que este hizo aflorar… me concedo el derecho a opinar al respecto.
Tres… por lo tanto, ahí les va lo que opino.

Uno… quienes me hayan leído (que se que son muy pocos… o con mayor seguridad nadie) saben que, para mí, las elecciones organizadas desde el gobierno por el gobierno (aun bajo el disfraz de organismos teóricamente independientes de los poderes institucionales… mas no de los facticos) son una falacia y una trampa en la cual cada cierto tiempo los ¿ciudadanos? son convocados para dar legitimidad a los representantes… no del pueblo… sino de quienes realmente gobiernan… que hoy en día casi todo el mundo sabe quiénes son…  las grandes empresas, las instituciones financieras (bancos, aseguradoras, agencias de calificación, y una larga lista de etcéteras), los organismos transnacionales o supranacionales (FMI, OMC, BCE, y una larga lista de etcéteras)

Dos… me cuento entre los que dicen acertadamente que la política no es (solamente ni esencialmente) una cuestión de leyes y “estado de derecho”… sino una relación de fuerza entre quienes ejercen la dominación y quienes se someten (voluntariamente o no) a ella… y que hoy en día, esta relación es (y seguirá siendo) enormemente favorable a quienes detentan el poder sea este el formal o el real… simplemente porque disponen del “uso legitimo de la violencia” que amedrenta y de ser necesario destruye o desaparece los cuerpos… así como el de la permanente violencia sobre las mentes inoculando el miedo y el temor e inculcando el conformismo.

Tres… entonces… ¿Para qué moverse?... ¿Qué hacer?

Una vez más… quienes me hayan leído, saben que… y quienes no lo hayan hecho y tengan la mala suerte de hacerlo hoy… expondré, una vez más mi punto de vista al respecto… el cual obviamente no pasa ni por la vía electoral… ni por la vía de la desobediencia civil pacifica… sino por la resistencia (no armada… o en tan poca medida, que ni merece este calificativo) activa.
Llegado a este punto en el cual me toca tratar de definir lo que entiendo por “resistencia activa”… visto que ya es tarde (¿para qué?)… y mi flojera para reescribir lo que ya se encuentra en esto blog… me contentare de hacer uso del (a veces) muy útil recurso del copiar/pegar.
Ahí les va… es la parte final de una entrada del 13 de agosto del 2007, titulada ¿QUE HACER?

“… En esas condiciones que camino nos dejan para poder… ya no digamos luchar por un mundo diferente, más libre y solidario, en el cual las relaciones con los objetos, la naturaleza y los seres humanos no sean de compra/venta ni se basen en el binomio dominación/sumisión, mando/obediencia… sino simplemente no dejarnos avasallar…  RESISTIR.

Décadas atrás, la lucha armada (refiriéndonos a la guerrilla y de ninguna manera al terrorismo) podía ser una respuesta, porque esta tenia, aunque escasas, posibilidades de éxito militar… hoy en día el desarrollo de la tecnología del armamento hace impensable esta posibilidad. Amén de que el recurso a las armas con el objetivo de una derrota militar del enemigo, significa de manera implícita (y las mas de las veces explicita) una lucha por el poder utilizando la lógica del poder… lo cual, obviamente, rechazamos.

Lo primero que el "RESISTIR" puede significar, es (al nivel de cada individuo o en forma organizada y coordinada) rehusarse a someterse a la servidumbre voluntaria en todos los tiempos y espacios posibles de la “vida social”. Rehusarse a participar, a ser participes de la farsa macabra. No retirándose de la vida, viviendo en anacoreta dedicado a la contemplación, sino oponiéndonos, con actitudes y hechos, a rendir pleitesía a los valores que rechazamos y a las respuestas que esperan que demos de acuerdo a estos mismos valores. Rehusémonos a competir, rehusémonos a obedecer ciegamente. Podríamos seguir enlistando un sin número de verbos después del “rehusémonos a…”, pero todos los importantes se concentran y sintetizan en estos dos, derivan de estos dos “primarios”: competir y obedecer.

En este aspecto, lo básico es NO VOTAR. Ser participe, pero no de la farsa que son las elecciones en el sistema viciado de origen de la democracia representativa (hoy en día mucho más que antaño por su inclusión en la dinámica del espectáculo y la corrupción de los inmensos recursos financieros que se movilizan), sino de la “huelga de los votantes” (titulo de uno de sus libros) propugnada por el gran periodista, panfletista y escritor francés Octave Mirabeau. Ni siquiera depositar en la urna un “voto en blanco”, como ocurre en la novela de José Saramago “Ensayo sobre la lucidez”. Numerosos estudios de opinión (que forman parte del bien aceitado sistema de control) revelan que la gran mayoría de quienes votan blanco no dan a su voto la connotación de un rechazo al sistema de la democracia representativa en si sino al conjunto de los candidatos que se presentan a la elección, no tienen de donde escoger, se rehúsan a escoger “el menos mal”, como se rehúsan a dar “un voto de castigo”. Lo que debemos de rechazar no es a los candidatos sino al sistema mismo que supone la delegación de nuestra capacidad de autogobernarnos en manos de unos señores que jamás nos “representaran” porque no saben cuáles son nuestras necesidades ni nuestros anhelos y porque a quienes si representan no son a quienes los eligieron sino a quienes detentan el verdadero poder y los “eligieron” desde antes de la elección. En este sentido, y aunque el hecho responda a una situación muy particular (nacimiento y desarrollo de un “movimiento popular autónomo” orientado hacia la autogestión y el autogobierno), es sumamente alentador que en las últimas elecciones legislativas en el estado de Oaxaca, el 70% de los votantes no hayan acudido a las urnas.

Este es el sentido de lo que desde finales del siglo XIX y los albores del siglo XX, los anarquistas y el sindicalismo revolucionario teorizaron y practicaron bajo la apelación de ACCION DIRECTA.

La acción directa supone pasar de una resistencia pasiva e inofensiva a una resistencia activa y ofensiva.

Para el individuo o el grupo que la práctica, la acción directa presupone una ruptura, violenta o no, con la trampa de la representación, el derecho y la negociación.
La acción directa supone... el actuar por sí mismo, sin ninguna intermediación política o dirección burocrática… no preocuparse por reglas… liberarse de las cortapisas de las ideologías… decidir por uno mismo lo que es justo y a lo cual es imperioso oponerse y resistir… que uno esté dispuesto a luchar para tomar el control de su vida e intentar actuar directamente sobre el mundo que lo rodea.
La acción directa no es tanto (o no es para nada) una estrategia larga y pacientemente elaborada resultante de unos presupuestos ideológicos o filosóficos sino, ante todo y simplemente, una necesidad, la manifestación de una “fuerza interior”, de una voluntad… con cierto grado de espontaneidad y creatividad.

Desde hace algunos años, a raíz del incremento de las luchas altermundialistas y con el clásico argumento de que hay que cuidarse de no caer en la trampa de las provocaciones organizadas por el enemigo y no “hacerle el juego”, se ha desarrollado una corriente que propugna una acción directa no violenta.
Lo cual es un contrasentido. No es que la acción directa pueda o no ser violenta, deba o no ser violenta. La acción directa ES violencia… ejercicio de la violencia. No es posible oponerse (resistir) a la oculta y omnipresente, invisible pero cotidiana, violencia del sistema o a la mas esporádica pero infinitamente más brutal violencia de las fuerzas represivas, sin recurrir a la violencia. Desde la violencia contra las instituciones, las estructuras o los instrumentos de la dominación… hasta la violencia contra quienes encarnan, ordenan o ejecutan la violencia del sistema.

La acción directa que podríamos calificar de menos violenta (si se otorga a este vocablo la connotación de violencia física) es la que consiste en la “reapropiación” de todo aquello a lo cual todos los miembros de una comunidad deberían de tener derecho en forma igualitaria, pero del disfrute de lo cual algunos o muchos han sido despojados. Es por ejemplo la ocupación y acondicionamiento de los espacios públicos o las propiedades privadas en situación de abandono sin la previa autorización de las autoridades o propietarios por parte de quienes carecen de vivienda. El cierre, temporal o permanente, de ciertas calles a la circulación de los medios de transporte privados y/o públicos, dependiendo del objetivo buscado y el uso que se les quiera dar (reuniones de convivencia, eventos festivos, etc.) La calle, al igual que cualquier otro espacio público, es de toda la población y no únicamente de quienes disponen de los recursos para comprar un medio de transporte particular y usarlo para su propio beneficio.
En muchas circunstancias lo que la legalidad vigente califica de robo puede ser considerado como expropiación y reapropiación de bienes públicos o privados en beneficio de la comunidad en su conjunto o algunos de sus miembros en particular. Basta para esto que el bien “recuperado” haya sido sustraído por alguna institución, persona moral (empresa u otra) o persona física, en forma particular o colectiva, a los miembros de la comunidad. Siempre y cuando el producto del robo no sea para el disfrute particular de quien lo haya decomisado sino devuelto a su legitimo propietario, la comunidad que lo genero mediante su trabajo. A título de ejemplo, considerando que la casi totalidad de los bienes de cualquier institución financiera (banco u otra) son legalmente propiedad de instituciones y/o empresas que se hicieron de estos mediante la plus valía extraída de la explotación del trabajo (ya sea en forma directa por medio de una remuneración inferior al valor creado tratándose de las empresas, o en forma indirecta por medio del impuesto tratándose del Estado), no hay la menor duda de que cualquier robo en una institución financiera se considera como una reapropiación por parte de su legitimo propietario que es quien, mediante su trabajo, genero el valor de cambio del bien sustraído.

Sin embargo la acción directa más apropiada, en el sentido de la que puede causar el mayor daño posible al sistema, es sin duda la que se desarrolla en el campo del trabajo.
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde cada uno puede oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.

La base de la economía es hoy en día la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.). Principal base (tanto operativa como “valorativa”) que se acompaña de una segunda (tan importante como la primera del punto de vista operativo, aunque carezca del elemento “valorativo”) que se puede caracterizar como el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión.
Características que al constituir su esencia misma al tiempo que son las fuerzas motrices que aseguran su óptimo desempeño, son también su talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera más apropiada su nombre). Se trata de obstaculizar, inmovilizar, detener, bloquear, congelar, frenar… el movimiento, las comunicaciones… como tales, en tanto que tales, y en forma particular de la producción y transporte de la energía.

Desde la simple acción individual, hasta la acción llevada a cabo por “organizaciones de masa”, pasando por la más efectiva la de los pequeños grupos o células clandestinas. Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales tienen lugar el movimiento y la comunicación (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.) Desde el más simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de huelga, pasando claro está por la joya de 18 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades).

Queda la medida más extrema. No por su “efectividad” al nivel del aparato productivo y la economía en general, pero si en cuanto a su efecto propagandístico y su carga simbólica… la cual es quizás igualmente o más importante.
El ajusticiamiento (por parte de algún individuo “aislado” o algún grupo o célula creados ex profeso) de quienes idean, forjan, proyectan, ordenan, conducen o ejecutan a un cierto nivel de responsabilidad, las políticas y decisiones que van conformando este sistema que nos niega nuestra existencia y no nos deja más opción que la de ir “administrando” nuestra ausencia y nuestra supervivencia: “nuestros” (o no tan nuestros) políticos, empresarios, líderes de opinión, etc. Pero también los integrantes de la fuerzas del orden coercitivo y el aparato represor… que el poder sabe muy bien disfrazar de garantes o defensores del Orden y la Ley… nada mas que son SU Orden y SU Ley… y no los nuestros.

Cabe finalizar este llamado a la resistencia, precisando e insistiendo en que todas estas medidas, que podemos reagrupar bajo el concepto de ACCION DIRECTA, desde las más anodinas e inofensivas hasta las más sofisticadas y brutales, desde el negarse a participar de la farsa que es todo proceso de elección (en este sistema) hasta el ajusticiamiento, pasando por el sabotaje… son medidas y acciones de autodefensa y resistencia frente al orden impuesto por los detentores del poder… y de ninguna manera lo que estos mismos señores calificaran de actos terroristas. Por muchas razones conceptuales y políticas (que podremos desarrollar en un próximo texto), pero por una básica que consiste en que el terrorismo tiene por medio y/o finalidad el inducir terror mediante el asesinato de “inocentes”, mientras la acción directa, en su diversas modalidades afecta bienes materiales o inmateriales que legítimamente deberían de pertenecer a los integrantes de la comunidad o a la misma como tal pero que unos individuos, organizaciones o instituciones se apropiaron… y en su modalidad más extrema del ajusticiamiento, solo ejecuta los responsables directos.”

Ya sabrán… o habrán adivinado… que solo se trata de una posición teórica… que en este momento y en estas condiciones no soy personalmente en condiciones de “hacer realidad” en mi vida… salvo el no participar de la farsa del voto… falacia de la cual afortunadamente para mí nunca he participado.
Por lo que los lectores juzgaran de la validez de lo aquí expuesto como respuesta al siempre actual ¿Qué HACER?... así como de la congruencia de quien esto escribe… una cosa son las ideas (o los ideales), y otra muy distinta el vivir de acuerdo con ellas y ellos… y no solo en el campo de la política…. y quien esto escribe tiene que admitir que en su caso “del dicho al hecho hay un larguísimo, larguisisimo, trecho”… y que lo mas seguro (porque lo mas seguro… lo seguro) es que deje este mundo sin haber tenido el valor de acortar este trecho.










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