El
prestigiado periódico francés “Le Monde”
publico ayer, miércoles 30 de septiembre, un articulo titulado: “Un estudio derriba el mito de la hormiga
trabajadora.”
Al
estudiar el comportamiento de una colonia de 255 hormigas Temnothorax rugatulus, la universidad de
Arizona descubrió que 34 de estas cumplían el rol de puericultoras, 26 ejercían
diversas actividades fuera del hormiguero, 62 se dedicaban a una multiplicidad
de actividades en el seno del “nido”… y 103 no hacían nada de nada… esto día y
noche, durante las tres semanas que duro el estudio.
Dicho
de otro modo, contrariamente a lo expresado en las fabulas de Esopo y La Fontaine,
ambas conocidas como “La cigarra y la hormiga” (sea dicho de paso, menudo
plagiario fue este afamado fabulista La Fontaine)… más del 40% de las hormigas dedicaban la totalidad de su tiempo… ¡¡¡a holgazanear!!!
Los
investigadores no fueron capaces de apuntalar hipótesis científica alguna en
cuanto a la razón de este comportamiento tan alejado de lo que se suponía ser
el carácter de “abnegado trabajador” de las hormigas.
Un
apreciable numero de comentarios, de parte de los lectores, venían al final del
artículo, tratando de adivinar o sugerir, con seriedad o burlona ironía, el
motivo de tan inusual y extraño comportamiento.
Por
mi parte… habiendo, desde que tengo uso de razón (y al presenciar la esclavitud
de mi padre que trabajaba de albañil, más de doce horas diarias de lunes a sábado,
bajo el abrasador sol, lloviendo o nevando, descansando solo algunos contados domingos
y ciertos días feriados, con tal de poder alimentar y vestir adecuadamente a su
familia) he abominado, aborrecido el trabajo… considerado este como la actividad
remunerada llevada a cabo por quienes no tienen otra fuerza que vender que la
de su cuerpo y/o mente a quienes si disponen y disfrutan de la fuerza que les
otorga el ser los poseedores, no solo de los medios de producción (como lo dijo
un tal Marx) sino, también y ante todo, del poder de dominación, sujeción y
sometimiento… me limitare a citar la célebre sentencia de un afamado libertario
(en este momento no me acuerdo de la identidad del mismo… podría investigarlo…
pero mi ociosidad me lo impide)… a saber… “L’oisiveté est un art.”
Lo
que podría traducirse como “La
holgazanería es un arte.”
Arte al cual he tratado de rendir pleitesía a lo
largo de mi vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario