Hace
¿exactamente? 489 días… me cruce con doña Átropos, la menos joven de la familia
Moira… no sé si caminaba hacia ella… o ella hacia mí.
Hoy
no reviste mayor importancia.
Lo
que si se… es que salude esta todavía apuesta doña… pero que ella, indiferente
a mi lasciva mirada… después de un breve instante de vacilación… me ignoro… siguiendo de
largo… sin cortar el hilo de mi vida.
Si
bien se porque no corto el hilo de mi vida… ni se paro para tomarme gentilmente
de la mano y llevarme a sus aposentos… sigo preguntándome si fue para bien o
para mal… si algún día volveremos a cruzarnos… y en esta ocasión… fortuita o
no… abusando quizás de mi notable predisposición… me llevara a su cama sin mi
previo consentimiento.
Posibilidad…
que si bien no me genera temor… si una honda inconformidad.
Por
lo que he decidido… que en cualquier caso y circunstancia… seré yo quien entre…
voluntariamente… en sus dominios… forzándola… si no a compartir su cama… si a
cortar el hilo de mi vida.
Con la finalidad de
hacer un poco mas inteligible este “relato” (para quienes lo ignoren) me
permito transcribir algunas partes del articulo “MOIRAS” de la enciclopedia
Wikipedia.
En la mitología griega,
las Moiras eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología
romana eran las Parcas.
La palabra griega Moira
(μοῖρα) significa literalmente “parte” o “porción”, y por extensión la porción de
existencia o destino de uno. Controlaban el metaforico hilo de la vida mortal
desde el nacimiento hasta la muerte.
En la mitología griega,
las Moiras eran tres:
Cloto
(Κλωθώ, hilandera) hilaba la
hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romano era Nona,
originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) media con su
vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romano era Décima, análoga
a Nona.
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