Este sábado, 30 de
junio, como todos los sábados, se cumplió “religiosamente” con el ritual de la
sabatina comida familiar.
Por tradición familiar
todos los presentes se dicen de izquierda (reformista, socialdemócrata) y en la
elección presidencial de este domingo primero de julio, votaran, como un solo
hombre (mujer también, respetemos lo políticamente correcto), por el “candidato
de izquierda” Andrés Manuel López Obrador.
Asumiendo mi papel de
oveja negra, en un momento, solté (con la suficiente discreción y prudencia):
“López Obrador es el candidato mas conveniente para el sistema” (no me acuerdo
si agregue el calificativo capitalista).
Nadie recogió el
guante, por lo que tratare de explicarme brevemente.
Si dejamos de ver el
suelo “patrio”, y levantamos la vista para tener una visión más sistémica… ¿qué
vemos?
Que, en cualquier
elección institucional, en una determinada situación histórica, los candidatos
postulados por los partidos de la izquierda institucional son, por mucho, la
mejor opción para el sistema vigente. Su llegada al poder es no solo deseable,
sino imperativa. Los ejemplos abundan en los cuatro rincones del mundo
occidental capitalista.
Cuando en un
recipiente herméticamente cerrado, la presión no cesa de incrementarse, es de
la mayor importancia, que exista una válvula de seguridad que permita que esta
presión disminuya, antes de que se produzca la explosión de dicho recipiente.
Esta es la función que
cumple a la perfección la victoria electoral de un candidato de izquierda y su
pretendida llegada al poder. Con estas, la ilusión de su ejercicio del poder,
obviamente en favor de “las mayorías de este país”, la presión social que el
mismo sistema venia generando en su interior, encuentra una salida, una vía de
escape.
La inconformidad, el
resentimiento y la ira, de los jodidos y sumisos de siempre, se apaciguan, se
disuelven, se desinflan, cuando el odiado Presidente saliente, entrega la banda
presidencial al nuevo ungido, quien se supone que gobernara por ellos y para
ellos.
Pretendida llegada al
poder, pretendido ejercicio del poder… dado que, como ya todos sabemos (o
deberíamos de saber) el verdadero poder es ejercido (con mano de hierro en un
guante de seda, o sin este si hace falta) por otros actores que no son los
políticos profesionales, simples mascaras detrás de las cuales se esconden
quienes si jalan los hilos de estas marionetas.
No olvidemos, tengamos siempre presente, que la política “polítiquera”
es siempre un teatro de sombras, un espectáculo.
Para no hacerlo mas
largo… la victoria electoral de
cualquier López Obrador responde al “interés bien entendido” de cualquier
sistema hegemónico.
Como dijo el escritor
italiano Lampedusa, en boca del aristócrata Don Fabrizio, en su obra El
Gatopardo: “a veces es necesario que todo cambie, para que todo permanezca
igual.”
Históricamente, en
cualquier nación o Estado, así ha sido y así seguirá siendo. La izquierda
institucional (respetuosa de las reglas del juego dictadas por quienes ejercen
la real dominación) cree llegada su hora (cree llegar al poder y estar en
condiciones de ejercerlo), cuando las presiones sociales y las contradicciones
generadas por el sistema son de tal magnitud que ponen en riesgo este mismo
sistema, y, por lo tanto, le resulta a este imprescindible abrir alguna
válvula de escape que permita que la presión
cese de acumularse con el riesgo de una
posible explosión, por definición incontrolable (por lo menos en un
primer momento.)
Al fin y al cabo, que:
Uno, los detentores
del verdadero poder seguirán ejerciéndolo de hecho,
Dos, disponiendo así
de un cómodo chivo expiatorio a quien culpar de todos los malos por ellos
propiciados.
Tres, el cual, podrán,
fácil y democráticamente, sustituir por otro cuando juzguen que este ya no les es
funcional.
A modo de conclusión…
si de verdad quieren que los jodidos y sumisos de toda la vida puedan, algún
día, dejar de serlo… absténganse de
activar la válvula de escape… dejen que la presión siga acumulándose…
que la explosión se produzca… que de estas nazcan y se desarrollen las fuerzas
que dotándose de su propia organización… intenten ejercer su propio poder, por
y para ellos mismos.
Ahora bien… claro que
para quienes vivimos en simbiosis con este sistema y sacamos provecho del
mismo… esta perspectiva puede representar un riesgo para nuestra propia
posición de poder y sus intereses… y por lo tanto preferimos activar a tiempo
la válvula de escape… que representa la ¿elección? de un gobernante que con
“una manita de gato” por aquí y algún remozamiento por allá, permitirá que
estos jodidos y sumisos, se sientan cobijados por un nuevo tlatoani que, por
fin, los entiende, los ve y los oye… se
olviden de su ira… hasta que, con el regreso de la paz y la harmonía, los
“dueños de siempre” decidan que llego la hora de cambiar este, necesario, pero
al fin y al cabo estorboso, tlatoani por una nueva marioneta más dúctil y más
consciente de cuáles son los “palpables” intereses de quienes representa.
Posdata: No olvidemos
quien es AMLO.
En 2006, después de
haber sido victima de un mega fraude, mas que probado, mediante el cual se le
robo su victoria en la elección presidencial de este año, organizo una muy
extensa y exitosa campaña de movilización para denunciar el fraude y reclamar
su victoria.
Sin embargo, llegado
está a su punto más álgido, fue el mismo AMLO quien paro en seco esta dinámica
de movilización al decretar un plantón en Reforma.
Un plantón, de meses,
que no solo fue aprovechado por el gobierno y sus adversarios para denostarle,
sino que tuvo por efecto, terminar de tajo con una dinámica de movilización
nunca antes vista en el “México moderno”… en toda consciencia, INMOVILIZO LAS
MOVILIZACIONES.
Tan fue así que años
después (creo acordarme de que fue en 2011) declaro públicamente: “Nos costó
mucho esa decisión, nos han cuestionado mucho por eso, pero hay que decir (a quienes
aún tienen dudas sobre él) que si no hubiésemos tomado esa decisión hubiese
habido muertos, y que nosotros sinceramente queremos el cambio por la vía
pacífica, no queremos la violencia”.
No hay duda de que
para muchos de quienes en esta nueva elección votaran por él, fue una decisión
acertada, loable… pero queda que un político que había “mandado al carajo las
instituciones” termino sosteniéndolas… ya fue anteriormente la válvula de
escape del sistema… como lo es en esta ocasión.
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