junio 29, 2018

¿“DE ESTE ARROZ YA SE COCIÓ” A “EL ASALTO AL CIELO”?




Si las encuestas de opinión no mienten (no son más que una herramienta de la batalla electoral) y si la magnitud del fraude anunciado es incapaz de cambiar el ganador que estas predicen…este próximo domingo “la tercera será la vencida”… y Andrés Manuel López Obrador (AMLO para su partidarios, el señor López para sus adversarios) será Presidente electo de México. Faltando, obviamente, que esta victoria sea oficializada por los organismos institucionales encargados de cumplir con esta tarea.

Esta noche ¿histórica?, muchos súbditos mexicanos (nadie, ni aquí ni en ninguna parte del orbe, es ciudadano) tendrán la esperanza de que la política mexicana cambiará, que este nuevo tlatoani hará realidad su dicho “primero los pobres” (nótense que este slogan electoral que era primordial en sus dos anteriores candidaturas… ¿extrañamente? desapareció en esta ocasión).

Ojalá la esperanza depositada en este nuevo “gobernante máximo” se haga realidad… pero estoy convencido de que no será así, que no será más que otro sueño guajiro.

¿Por qué?

Uno, porque quienes mandan (toman las decisiones que determinan la naturaleza de las relaciones sociales en un ámbito geográfico determinado) no son los políticos profesionales (jamás lo han sido, pero hoy menos que nunca)  cuya verdadera función consiste en proveer de legitimidad el real gobierno de las elites de la economía capitalista mediante sus instrumentos de toda naturaleza e índole (economicismo y mercantilización de todas las relaciones sociales, empresas e instituciones multinacionales y supranacionales, financiarizacion de la economía, y un muy largo etcétera) y la imposición de su “modo de vida” (no pasemos por alto, que todos, absolutamente todos, en mayor o menor medida, vivimos de acuerdo con los valores y las practicas del sistema capitalista.)

Dos, porque así será mientras todos vivamos (en tanto que individuos o como miembros de la colectividad) ejerciendo (conscientemente o no) la dominación y aceptando (voluntariamente o no) la sumisión.




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