Supongo que nunca he
dejado de soñar (dormido se entiende… soñar despierto es un asunto de la mayor
importancia, pero que no viene al caso en este momento), pero hace mucho tiempo
que al despertarme no tengo el más mínimo recuerdo de lo que, con toda
seguridad, he soñado.
Extrañamente, esta
mañana, al despertarme tuve un recuerdo bastante preciso de lo que soñé.
Un sueño que espero no
sea premonitorio.
Temporalmente y
espacialmente mi sueño se situaba el día de las próximas elecciones
presidenciales, en tanto que espectador dotado del don de ubicuidad, frente a
la pantalla a la vez que presente en un centro de votación.
Habiendo pasado el
zenit del día,… ¿quién sabe en base a que datos (pero en los sueños la lógica
cartesiana no tiene vigencia) todos ya sabíamos que AMLO era el próximo
Presidente de México.
Entonces se presenció,
físicamente y a través de la pantalla, que muchos centros de votación se
encontraban bajo el fuego de unas bandas armadas, de origen desconocido. Asalto
que se saldaba con decenas de muertos y heridos.
Al poco tiempo de
estos ataques, alguna institución gubernamental (quizás la secretaria de
gobernación) con el beneplácito del INE, declaraba que, ante la gravedad de
tales hechos, se daba por terminada la jornada electoral… sin precisar el
futuro de esta, si se cancelaba por tiempo indefinido o si solo se posponía
para une fecha todavía por conocer.
En concreto… se
desconocía, de antemano, los resultados que llevaban a Andrés Manuel López
Obrador a ser el próximo Presidente.
No creo, espero, que
este desconocimiento no sea producto de tales ataques armados… sin embargo, si
creo que, mediante triquiñuelas legaloides, podría darse el desconocimiento del
resultado, si el fraude no se traduce en el resultado esperado, y AMLO gana las
elecciones.
De ser así, ojalá mi
sueño (este sí, despierto) se realice… y se desate el tigre… esperando que
López Obrador, cumpla con su “amenaza” y no emprenda ninguna acción para
retenerlo… sino todo lo contrario.
Ojalá, en esta
ocasión, no se le ocurra inmovilizar una dinámica de movilización, como lo hizo
con su plantón en Reforma, dos sexenios atrás.
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