noviembre 07, 2017

PRESOS POLÍTICOS… de quienes ejercen la dominación.

Los soberanistas catalanes y muchos actores políticos españoles “no soberanistas” han expresado que consideran a los miembros del Govern de Catalunya y los líderes de las organizaciones civiles independentistas que fueron encarcelados estos últimos días, unos PRESOS POLITICOS. Mientras el gobierno de Rajoy, y los tres grandes partidos “constitucionalistas” (PP, PSOE y C’s) recusan esta cualidad, diciendo que son “políticos presos” porque al intentar (de hecho, no lo lograron) poner en práctica sus ideas, cometieron una serie de delitos contra la Constitución española.

Claro que son PRESOS POLITICOS y no políticos presos.

Para mí, un preso político es cualquier persona a la que se mantenga en la cárcel o bajo arresto, porque sus ideas suponen un desafío o una amenaza para el sistema político establecido, sea este de la naturaleza que sea, independientemente de cuales hayan sido las modalidades de expresión de sus ideas y las acciones emprendidas para llevar a la práctica (materializar) sus ideas.

Resulta más que obvio que los señores Oriol Junqueras (vicepresidente de la Generalitat), Jordi Turull (consejero de Presidencia), Josep Rull (consejero de Territorio), Meritxell Borràs (consejera de Gobernación), Joaquim Forn (consejero de Interior), Raül Romeva (consejero de Asuntos Internacionales), Dolors Bassa (consejera de Trabajo) y Carles Mundó (consejero de Justicia), así como los dirigentes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Omium Cultural, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, fueron encarcelados porque sus ideas suponen un desafío o una amenaza para el sistema político establecido.

Por lo cual, aun sin ser partidario de la independencia de Catalunya, al ser hijo de padres catalanes exiliados en Francia al final de la Guerra Civil Española, emocionalmente, simpatizo con este anhelo

Condeno, en su totalidad, las acciones llevadas a cabo por el gobierno de Rajoy para enfrentar las aspiraciones independentistas de una gran parte de los catalanes, mediante políticas represivas (disfrazadas de decisiones tomadas por el poder judicial, cuando las decisiones de este responden a la “orientaciones”, por no decir ordenes, del poder ejecutivo) propias, no de un poder que se pretende democrático, sino de cualquier dictadura.
Rectifico, no de cualquier dictadura, sino una “dictadura soft” que es la digna heredera de la dictadura franquista. No olvidemos que el Partido Popular (PP), fundado en 1986, tiene su origen en Alianza Popular, (fundada en 1976,prácticamente a la muerte de Franco surgida en 1975) liderada por antiguos dirigentes del franquismo, siendo su líder más destacado un tal Manuel Fraga Iribarne, quien fue diputado, senador y ministro bajo el régimen de Franco, y nada menos que ministro del interior y vicepresidente del Gobierno de España bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro (Presidente de Gobierno de diciembre 1973 a julio 1976) conocido como “el carnicero de Málaga” por la feroz represión que se produjo en Málaga tras su conquista por las fuerzas franquistas en 1937.

Algunos, pocos, han destacado, o por lo menos mencionado, el carácter manifiestamente punitivo y vengativo de la actuación del gobierno Rajoy, aderezado de una clara intención de humillar.
Una apreciación con la cual concuerdo… pero que, sin embargo, creo que tiene unas raíces mucho más profundas, que, de plano, se remontan a la guerra civil. El PP y el gobierno que emana de este es profundamente reaccionario y nacionalista (en el sentido de “españolista”). También ya hemos destacado el origen franquista de este partido, sus miembros son los herederos directos del franquismo, los hijos legítimos del franquismo. ¡¡Son los vencedores, se sienten los vencedores, se viven todavía como los vencedores!! Para ellos la ¿democracia? no puede, no debe, ser otra cosa que la continuación del disfrute del poder y los privilegios que algún día (a la muerte del padre) tuvieron que compartir con unos bastardos. No solo bastardos, sino los antiguos enemigos, derrotados. A partir de ahí… ¿qué representa, que puede representar Catalunya, y principalmente Barcelona, para estos “hijos de Franco”? Una Catalunya que se resistió a SU victoria hasta el final, que tuvo la osadía de aprovechar la debilidad y complacencia de la odiada Republica para proclamarse, aunque solo por unas cuantas horas, Republica catalana, libre e independiente.  Una Barcelona que fue la cuna de la mayor peste habida y por haber, el anarquismo; en la cual estos bandidos fomentaban huelgas y sublevaciones, ajusticiaban a los patrones y sus pistoleros, al igual que los héroes del naciente fascismo, y que, para colmo, mataban curas y violaban monjas. Una Catalunya que quiere subvertir el orden representado durante tantos años por el lema franquista de una España “UNA, GRANDE y LIBRE”. Estos “hijos de Franco”, no solo desprecian a Catalunya, sino que le tienen rencor y odio… y si la ocasión se presenta de poder castigarla, humillarla, hacerle pagar el precio más alto posible por su insensato atrevimiento de romper la sacrosanta UNIDAD, además de pretender implícitamente que es más grande y libre que la grande y libre España… entonces no dejaran pasar la ocasión de aplicarle castigo y humillación (que son los recursos de quienes se saben ser moralmente los más débiles pero físicamente los más fuertes.)
Para estos “hijos de Franco”, simplemente… la guerra no ha terminado. Los comandantes en jefe, los soldados y las armas son otros y otras, pero los enemigos siguen siendo los mismos…. y tienen que ser derrotados… es la hora de pagar las facturas pendientes

Respaldo, también en su totalidad. las acciones dichas de “resistencia”, desobediencia” o “insumisión” que puedan protagonizar los partidos independentistas y las organizaciones civiles soberanistas.
Cualesquiera que estas puedan ser, esperando que sean masivas y se doten de una cierta dosis de virulencia y contundencia… a sabiendas de que tales virulencia y contundencia serán acotadas por las dirigencias que tendrán puesta su mirada en las elecciones del 21 de diciembre, y tomaran sus decisiones en función de los posibles escenarios y resultados de dichas elecciones.
Elecciones, orquestadas por el Gobierno con la idea de que sean una trampa mortal para el independentismo. No tengo la menor duda de que para Rajoy y sus secuaces se trata de introducir una cuña en el movimiento independentista para que este se divida y desgarre.
Primero, poniéndolos en la falsa disyuntiva de participar o no en dichas elecciones. Si participan, entonces se asumirá que reconocen implícitamente la legitimidad de la autoridad y las leyes del gobierno central, y si no lo hacen, dejaran el campo libre para que las fuerzas institucionalistas se alcen con una victoria aplastante, que de bien poco servirá que la desconozcan.
Segundo, colocándolos en la disyuntiva de si se presentan a estas elecciones en orden disperso, cada quien por su cuenta (promoviendo y resaltando la división entre los integrantes del frente independentista) o si van a la batalla electoral bajo una sola bandera, unificados en una sola fuerza (coalición) que agrupe todas las organizaciones (en cuyo caso cuentan con que se dé una encarnizada batalla entre los diversos componentes para el reparto de las cuotas de poder en el seno de dicha “lista única”.
Con la obvia esperanza de que estas luchas de “aparatos” aleje a los “independentistas de a pie” de sus líderes y, asqueados por estas discordias, terminen por mostrar su reprobación quedándose en su casa el día de la votación.

A la hora en que escribo estas líneas, pareciera ser que el primer puyazo no resulto tan certero y que el independentismo, si participará en las elecciones, asumiendo que el daño que puede provocar esta contradicción es de una magnitud mucho menor al de dejar que el enemigo se lleve una victoria aplastante sin haber tirado un solo tiro. Lo cual, me parece ser la mejor elección, siempre y cuando esta no suponga que se frene y acote la participación del “pueblo catalán” en las acciones de resistencia, desobediencia e insumisión, que son la más genuina expresión del rechazo al poder de los “señores feudales de Madrid”.
En cuanto al segundo puyazo, su magnitud queda en suspenso, dado que, de momento, los partidos independentistas siguen valorando la conveniencia o no de acudir a estas elecciones en una “lista única” dado que, tal como lo esperaba el gobierno (que de esto sabe más que nadie), estos partidos siguen evaluando el costo/beneficio electoral, para cada uno de ellos. Solo piensan en términos de votos y asientos ganados o perdidos para sí mismo, de su propio peso electoral dentro del independentismo (la relación de poder vis a vis de los demás “aliados”), y de ninguna manera lo más conveniente para lograr el objetivo de la independencia de Catalunya.

Además, es muy importante considerar que el “cartel constitucionalista” desarrollara una muy intensa campaña mediática (con el apoyo sin reserva de la casi totalidad de los medios, encabezados por TVE y El País) para alabar (no solo justificar) la aplicación del 155, a la par que criminalizara el secesionismo que pretende “romper la unidad de España” en una lucha fratricida ente españoles y catalanes.
Sera una campaña que no se planteará desde lo político sino desde lo jurídico, apelando esencialmente a una muy alta carga emocional, cuya principal arma será el recurso al miedo y una descarada manipulación, sin dudar en recurrir a la desinformación, lo que, hoy en día, se conoce como las “fake news”.
Por ejemplo, esta misma mañana (5 de noviembre) el diario El País inaugura un blog del periodista catalán (virulento opositor al independentismo) Lluis Basset, titulado “Això va de democràcia. Blog contra la DUI”, cuya primera entrega se titula “¿Y si vuelve a ganar el independentismo? El cual participa de esta campaña de miedo e intimidación, a la vez que es un claro reflejo de la principal preocupación de Rajoy y el bloque constitucionalista… ¿¡¡y si gana el independentismo?!!

En este sentido, si algo queda meridianamente seguro, es que la pretensión de estas elecciones no es solucionar el “problema”, o desafío; catalán… por la simple razón de que, sea cual sea el resultado, esta misma noche, este no será asumido como “un mandato de las urnas”, con carácter vinculante, por el campo perdedor, cuando si lo será por el campo ganador.
Con mayor razón, si, como creo que sucederá (sin pretender ser pitonisa), el resultado acaba siendo extremadamente cerrado entre los constitucionalistas y los independentistas.
Al no ser decisivo, ni mucho menos, para resolver la “cuestión catalana”, estoy convencido que la finalidad (o la jugada) de Rajoy y el PP con la convocatoria de estas elecciones, va mas allá del ámbito catalán. Para estos dos actores políticos, el alcance es en realidad de orden nacional. Se trata de aprovechar la perpetuación y profundización de la “crisis catalana” para debilitar los partidos de oposición, al favorecer la aparición de fracturas en su seno, tanto en el PSOE (entre otro, para esto sirve el pretendido “acuerdo” entre el PP y el PSOE para  revisar la constitución del 78) como en Podemos (con su “indefinición” y “equidistancia” en relación al independentismo), al tiempo de favorecer los dos partido de la coalición de facto, el PP y Ciudadanos (favorecer a Ciudadanos, en detrimento del PP, no es algo que preocupe en demasía a quienes ven en estos dos partidos sus representantes, sino más bien todo lo contrario, ya es hora de que un PP carcomido por la corrupción cede un poco de su hegemonía a Ciudadanos, visto no solo como una muleta del PP, sino como su sucesor)… y, a partir de ahí, si les sale bien la jugada, llamar a elecciones, ya no autonómicas, sino generales. De las cuales, en vista de su decidida actuación a favor de la “Unidad de España (presentándose algo así como “los salvadores de la Patria”), esperan salir de las urnas notablemente reforzados, por el voto extremadamente mayoritario del “pueblo español” contra la pretendida independencia de Catalunya.

Mi conclusión, sea cual sea el resultado en la noche del 21 de diciembre, es que nada habrán cambiado estas elecciones en relación al “desafío independentista catalán”, salvo si se diera una victoria de alguno de los dos “campos” en pugna, de una magnitud tan aplastante, que obligara al derrotado, a reconocer el resultado electoral y las dos partes a buscar un ecuánime compromiso pactado. Lo cual tiene una infinitesimal probabilidad de suceder.

No se trata de aspirar a ser independientes o no… sino de sacudirse la dominación de quienes la ejercen… sean estos españoles, catalanes o chinos. Para lo cual no sirven unas elecciones, sean las que sean, organizadas por quien sea. El empoderamiento de quienes quieren dejar de obedecer para ser los verdaderos y únicos forjadores de su particular destino y el de la comunidad en la cual viven, no pasa por depositar una papeleta en una urna que fue colocada por quienes decidieron como y cuando instalarla, para los fines que a ellos les conviene en función de sus propios intereses.

El empoderamiento de quienes padecen la sumisión solo puede advenir de un vasto movimiento, auto organizado, de resistencia, desobediencia e insumisión… no contra una determinada autoridad, sino contra LA autoridad.



Digámoslo claramente. En mi muy personal opinión, la aspiración de los habitantes de Catalunya de independizarse del Estado español, para erigirse en Nación es, sin duda alguna, legitima. Sin embargo, equivocan el camino si esta aspiración pasa por la creación de una nueva frontera para desembocar en la creación de un nuevo Estado, SU Estado, el Estado catalán… pero, al fin y al cabo, un Estado.
Es solo cambiar de camisola de fuerza, deshacerse de una que les apretaba en demasía, para enfundarse en otra, que quizás, al considerarla suya, les procure la impresión de ser menos ajustada y les permita una mayor libertad de movimiento, pero camisola de fuerza, al fin y al cabo.


No se trata de cambiar una camisola de fuerza impuesta, por otra ¿libremente escogida?, sino de deshacerse de toda camisola de fuerza.
Los catalanes escogerán SU camisola de fuerza… pero… ¿quiénes se la colocarán, quienes decidirán cuando y como apretarla o aflojarla un poco más, a quienes sí y a quienes no?
El combate de los catalanes por la independencia de su tierra, una vez más, es legítimo, necesario y debe de apoyarse en tanto que a la vez significa independizarse de un Estado particularmente reaccionario, gobernado por unos “hijos de Franco” para quienes la guerra no ha terminado y quieren humillar a este pueblo hasta lo más profundo de su “alma”… la esperanza puesta en que esta independencia pueda ser solo el primer paso hacia la liberación de todo tipo de camisola de fuerza, sin importar el número de barras rojas y amarillas de esta… como tampoco si los barrotes son de acero o virtuales, encerando el cuerpo o la mente. Unos barrotes siempre serán unos barrotes. cuya finalidad siempre será la de encerramos… en una cárcel; en un territorio; en una institución impuesta (voluntariamente o involuntariamente aceptada); en un orden que separa y pone en competencia, que más que un determinado poder es un mundo en el cual vivimos, cuyo centro se encuentra en todas partes y ninguna; en nuestro propio cuerpo, en nuestra propia mente.


La secesión, no puede ser únicamente la de un territorio o un Estado, sino la de los modos de relacionarse, de los modos de producción y distribución, de los modos de percepción, de pensamiento y de vida.
La secesión de un orden en el seno del cual vivimos y actuamos, en el cual nuestra diaria actividad reproduce, a todos los niveles y en todos los ámbitos, las condiciones de la dominación.
La secesión del aire que respiramos.







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