Las principales figuras del independentismo catalán (encarceladas o en
el “exilio”) están justificando el fracaso de su “apuesta” y estrategia,
tejiendo un discurso que va en el sentido de: “cometimos el error de ser
ingenuos, al creer que el Estado español no emplearía este grado de violencia y
represión.”
En mi opinión, no se trata de ingenuidad, no es posible que unos
políticos pequen de tal ingenuidad.
Era más que previsible que el Estado (tanto el ejecutivo como el judicial
detrás del cual el primero se esconde) emplearía todos los medios a su
disposición, fuesen estos legales o no, recurriendo a la violencia o no (no
olvidemos que el Estado es, por definición, el depositario de la violencia
legítima, a la vez que quien decide de lo que es legal o no, importándole poco o nada la legitimidad) para impedir la independencia (aun simbólica, con mayor razón si esta
es simbólica, algunos símbolos siendo, para el establishment, más peligrosos
que ciertas “realidades”) de una región que genera alrededor de un 20% del PIB
español.
Como tampoco, y por las mismas razones lo iba a permitir “el capital”
y todos los poderes facticos.
Como también era más que previsible que los dos grandes partidos
“constitucionalistas” (entiéndase PSOE y Ciudadanos) apoyarían las decisiones
que tomara el “Poder” para llegar a su fin.
Como lo era también que Podemos, no iría mas allá de la defensa del
“derecho a decidir”, dado que, tal como sucedió, un posicionamiento contrario
(en cualquier sentido) se traduciría en una cuantiosa perdida de su “peso
electoral” a nivel nacional. Me tomo la libertad de abrir un paréntesis, para
expresar mi lamentación por el hecho de que Podemos haya dejado de ser lo que
en un principio fue (o pretendió ser) para integrarse de lleno a la lógica del “sistema
partidista”, si bien sigue teniendo más vergüenza y coherencia que los demás partidos, grandes
o chicos.
Como también era más que previsible que los Estados de la Comunidad
Europea, no podían atreverse a abrir una semejante “caja de Pandora” y en
consecuencia mirarían hacia otro lado en el mejor de los casos, cuando no
apoyarían abiertamente al Gobierno central español.
¿Entonces cuáles eran la finalidad y la estrategia de los partidos
(y organizaciones civiles) independentistas catalanes, al entrar en este pulso
con el Estado español… a sabiendas de que era de antemano condenado al fracaso?
Mas sabiendo que solo podrían contar con el apoyo del “Pueblo catalán”
si este se declaraba, en los hechos, no en las palabras, en rebeldía (haciendo un
uso efectivo de las armas de la resistencia, desobediencia e insumisión)…
cuando ellos mismos no estaban dispuestos a que esta rebeldía fuese más allá de
una que otra gran “manifestación pacífica”. Todos a reunirse, todos a marchar,
todos a llevar sus banderas y pancartas, quizás, todos a escuchar algún
discurso dado desde lo alto de algún podio, y terminado el discurso… todos a
regresar a sus casas… y ver el relato (fiel o doloso) de su participación en
la pantalla de la TV, el celular o el Ipad.
Ningún poder instituido, NINGUNO, ve con agrado que el Pueblo emprenda
acciones que vayan más allá de un nivel (tanto en su modalidad como en su
prolongación) que EL pueda controlar. No solo no lo ve con agrado, sino que, de
darse, hará todo lo posible para frenarlo y acabarlo. Así nos lo enseña la
historia de todas las rebeliones y sublevaciones emprendidas por el Pueblo como
tal, con líderes que surgen al calor de la misma lucha, y no los dirigentes
que, como su nombre lo indica, lo único que pretenden, es DIRIGIR. Recomiendo
muy ampliamente la lectura del magnífico libro, que, en francés, se titula “L’expérience
plébéienne, Une histoire discontinue de la liberte politique” del politólogo
canadiense Martin Breaugh, ignorando si existe una traducción al idioma
español, cuyo título vendría siendo “La experiencia plebeya. Una historia
discontinua de la libertad política.”
Regresando a la pregunta.
Desgraciadamente mi escaso conocimiento de la política catalana y española no me
permite, siquiera, esbozar una respuesta.
Solo ellos lo saben… y, obviamente, no nos lo harán saber… dado que la
lógica (mi lógica) me sopla al oído que responden al interés de estos mismos
partidos y no a los del “pueblo catalán” como tal.
Lógica partidista, que, en realidad, es la misma que movió a los
partidos independentistas catalanes como a los constitucionalistas españoles,
encabezados por el PP y el jefe del gobierno miembro del mismo, con el apoyo
incondicional de Ciudadanos y el “vergonzoso” del PSOE.
Lógica, que me atrevo a calificar de electorera. Es decir, a ver
cuántos votos gano y cuantos pierdo en función de la aplicación de una
determinada política.
Votos que son los que les permitirán acceder al Poder o conservarlo… poder
del cual solo serán prestanombres, dado que, en realidad, este se encuentra en
otras manos e instancias… pero cuyo ejercicio (aun ficticio, siendo solo para
el espectáculo y la galería) siempre es muy importante para unos políticos
profesionales, dado que es su razón de ser y modo de existencia.
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