En su editorial de este sábado 6 de mayo, el periódico español EL PAIS,
abordando el tema de las próximas primarias del PSOE, termina este con la
siguiente afirmación:
“la función de las primarias de una organización es elegir A
AQUELLOS EQUIPOS MEJOR CAPACITADOS PARA LLEVAR AL PARTIDO A LA VICTORIA EN LAS
URNAS, Y DE AHÍ, AL GOBIERNO”.
Entiendo que es un posicionamiento que va en el sentido de un franco
apoyo a la candidatura de Susana Díaz, quien tiene el apoyo de la “estructura profesional”
( o el “aparato” si prefieren) del partido.
Tal postura me parece tan contraria a lo que debería de ser una organización
política (no solo ni forzosamente un partido) que desencadeno en mí y, en
forma inmediata, la necesidad de replicar a esta afirmación.
No estoy de acuerdo. La victoria en las urnas, y la consiguiente formación
de un gobierno, no son, por mucho, la principal “tarea” de un partido. Solo es
la consecuencia de una anterior tarea, mucho más importante y difícil, la de
ser capaz de crear una hegemonía política (y sobre todo no sola ni
principalmente electoral) sobre la base de principios ideológicos y políticos
bien definidos.
De lo contrario, puede ser muy factible el alcanzar el ejercicio del
poder, no sobre la base de uno principios ideológicos y políticos, guías y
fundamentos de la política puesta en práctica, sino, todo lo contrario, sobre
la base de una traición a los mismos… es decir sobre la base de un fríamente
calculado engaño. Tanto a las bases de la organización (militantes y simpatizantes)
como a quienes lo han elegido para ejercer el gobierno.
Lo cual, desgraciadamente, hoy en día, es moneda de uso común… en
TODOS los partidos políticos de cualquier geografía.
Es más, desde que empecé a interesarme en la “cosa pública” estoy
firmemente convencidos que … no se puede ser un buen político (en tato que
miembro del aparato de un partido cuya finalidad es alcanzar el poder), si no está
uno dispuesto a mentir y engañar.
La principal preocupación de una organización política que busca la
victoria electoral necesaria al ejercicio del poder político, debe ser… no COMO…
sino PARA HACER QUE.
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