Primera reacción, en
caliente, a la ¿inesperada o no tanto? elección de Donald Trump.
Al levantarme y leer
las versiones digitales de los medios que acostumbro leer, tres me llamaron de
inmediato la atención.
Una, el artículo
escrito por John Carlin en el portal de El País, titulado “Un loco a cargo
del manicomio.”
Dos, el video, también
en El País, de Iñaki Gabilondo, titulado “La rebelión de las masas.”
Tres, el artículo de
Juan Carlos Monedero, publicado en su blog Comiendo tierra, albergado
por el diario digital Publico, titulado “Cuando apostaste por Clinton,
elegiste a Trump (o socialismo y barbarie)”.
A mi parecer, la
relevancia implícita de los dos primeros radica en que nos obliga a
interrogarnos… uno, sobre lo que se esconde detrás del vocablo
“manicomio”… y dos, que se esconde
detrás del vocablo “enfermedad” cuando en su video Iñaki Gabilondo expresa que “Trump
es el síntoma y no la enfermedad."
Cuestionamiento al
cual responde, a mi parecer con bastante acierto, la argumentación desarrollada
por Juan Carlos Monedero en su artículo antes mencionado.
El cual, a continuación,
me permito copiar y pegar.
Cuando
apostaste por Clinton, elegiste a Trump (o socialismo y barbarie)
Y, claro,
salió Trump.
No es que
lo hubieran contado los posos del café leídos al anochecer. Bastaba mirar con
la cabeza fría el abandono que sufren millones de norteamericanos a los que les
prometen diariamente una dieta de sueño americano y apenas llegan a meterse en
la boca la sensación de ser uno más de esos loser de las peores series. Una vez
que sacaron a Sanders del juego -con trampas y desde dentro de las filas
demócratas-, todas las papeletas apuntaban a Trump. Los trucos parlamentarios
se están agotando en muchos sitios. Los perdedores se cansan de que les vean
todos los días la cara de pendejos.
Entre una
amiga de los banqueros y un rico, la gente escogerá al rico. Porque saben que
es el jefe. Aún más si es hombre. Porque la estructura laboral, los anuncios,
los cuidados, el ejército, los salarios y la violencia recuerdan a cada paso
que los que mandan son los hombres. Y los ricos. Lo que pasa en nuestras
sociedades es estructural. ¿O crees que si le das a la gente de desayunar miedo
y Gran Hermano, Sálvame y Hormiguero va a recitarte por la noche a César
Vallejo y a reflexionar como Aristóteles? Y si no emprendes es que eres un
perdedor de mierda.
No se
puede seguir haciendo trampas, reforzando el modelo neoliberal y esperar que la
ciudadanía golpeada crea que los de siempre les van a solventar algún problema.
El negro Obama tenía el alma laboral blanca. Y Hillary Clinton es, además de
una mentirosa y una tramposa, una burócrata de Washington y una lobista de Wall
Street. Las mejoras con Obama, han sido mínimas. Los ricos son infinitamente
más ricos y los pobres son más y más pobres. No es tan extraño entender que, al
final, la gente golpeada tendrá la tentación de preferir engañarse y apostarlo
todo a una identidad convertida en el único plato que te vas a comer ese día. Y
si encima les ayudas a identificar un enemigo al que le eches la culpa de lo
mal que te va en la vida, miel sobre hojuelas. Y los Trump felices porque
mientras hablan de los excesos del sistema para parecer tus amigos, tú nunca
vas a echar la culpa al sistema sino a tu vecino de infortunios. Como decía
Rábago: ¡Los inmigrantes te quieren quitar tu trabajo de esclavo!
Se puso a
la ciudadanía norteamericana, una sociedad saturada audiovisualmente, delante
de un dilema difícil de digerir: elegir a alguien que va a mandar todo a la
mierda (y ya saldrá el sol por donde quiera), o más de lo mismo. Y, como en los
años treinta, en una situación de desempleo, de precariedad laboral, de
impunidad política, de violencia estructural y guerra, de miedo y amenaza, los
fantoches de la extrema derecha emergen. La única posibilidad de frenarlos es
con consciencia. El 1º de mayo de 1933, la izquierda tenía 14 millones de votos
y Hitler 11. Pero los sindicatos decidieron marchar ese día del trabajo junto a
las camisas pardas, a ver si así los frenaban. Frenar la consciencia es lo más
terrible que sucede todos los días.
Decía Hillary Clinton que el socialismo de Sanders era un terrible
peligro. Pues ahí tienes. Lo dijo la Luxemburgo y me lo recuerda Jaume:
socialismo o barbarie.
También, y sin querer
vanagloriarme, me permito copiar y pegar la entrada que publique en este
blog, con fecha 26 de julio 2016, no por presumir de algún poder de
premonición, sino porque de alguna manera puede ser una lectura que, en parte y
por mínima que sea, puede representar una posible aproximación a la pregunta
¿Por qué gano Trump?
PORQUE PUEDE
GANAR DONALD TRUMP
Hoy la política no es
la actividad en virtud de la cual una sociedad libre, de personas libres,
resuelve los conflictos que le plantea su convivencia colectiva, en pos del
bien común.
La política es la
actividad que permite el ejercicio del poder de quienes dirigen sobre los
dirigidos, quienes gobiernan sobre los gobernados, quienes ejercen la
dominación sobre quienes padecen la sumisión.
Hoy en día, en el
sistema de dominación mundialmente hegemónico, conocido como capitalismo
oligárquico (en su fase de mundialización neoliberal) y cuya expresión política
formal más habitual es la democracia representativa, la actividad política se
reduce esencialmente, cada cierto tiempo, en la elección de los miembros que
integran los órganos que supuestamente ejercen la dominación en representación
del conjunto de los miembros de una determinada colectividad.
La “actividad política”
entre una y otra elección, es solo un espectáculo destinado al entretenimiento
de los mirones, y sobre todo la preparación de la próxima elección, con sus
batallas de posición, reales y/o fingidas, entre los futuros competidores,
tanto entre los partidos como en el seno mismo de estos.
Elección precedida de
lo comúnmente llamado periodo electoral, de variable duración, durante el cual
los contendientes (miembros de unas organizaciones constituidas ex profeso para
estas justas electorales en pos del poder) hacen “campaña” para atraer el voto
de quienes depositaran en una urna una papeleta con el nombre del partido o la
persona en quien depositaran el poder de representarlos en los órganos
constituidos para el ejercicio del poder político… el cual no detenta ni ejerce
el real poder, siendo su verdadera función, la de legitimar las decisiones que
toman quienes detentan y ejercen los verdaderos y ocultos medios de la
dominación.
Campaña electoral, que
no es una batalla en la cual los contendientes pugnen por la supremacía de un
determinado modelo de relaciones sociales, ni siquiera algún programa político
especifico… sino una vulgar campaña de marketing que, como todo marketing, se
dirige más al corazón y las emociones de sus blancos que a sus mentes y raciocinio.
Estrategias
electorales que descansan, básicamente, sobre dos emociones primarias: el miedo
y la esperanza… la imperiosa necesidad… de culpar y creer… del chivo expiatorio
y el salvador.
El primer paso es
preparar el terreno (labrar, abonar) sobre el cual se sembrará para después
cosechar.
Un terreno propicio
para recibir la semilla del miedo y, en forma simultanea o posterior, la
esperanza, es evidentemente un escenario de crisis y si posible de caos. Crisis
varias y simultaneas, pero principalmente económica, siendo que, de esta, casi
en forma automática se generaran las de orden social y político.
La crisis económica no
requiere ser inducida. En la actual etapa de desarrollo del capitalismo, esta
surge por generación espontánea y se ha tornado crónica, sin posibilidad de ser
erradicada, puesto que no es consecuencia sino esencia, principal engrane,
quizás hasta motor mismo del funcionamiento de este capitalismo financiero
depredador, generador de una desigualdad y exclusión, de una profundidad y
extensión pocas veces visto (por lo menos desde el fin de la segunda guerra
mundial.)
En cuanto al caos este
es una consecuencia natural de la situación de crisis que con el tiempo no cesa
de ahondarse, basta como botón de muestra citar a la inmigración. Sin contar
que el caos, si puede ser inducido de formar relativamente fácil, basta crear
las condiciones propicias a la aparición del tan temido terrorismo.
Si a los ingredientes
básicos del empobrecimiento y la exclusión, se le agrega una incontrolable e
incontrolada invasión de seres todavía más pobres que, por el simple hecho de
su presencia, arrastran a los ya pauperizados hacia una fosa sin fondo, más
algunos oportunos (para no decir, bienvenidos) atentados terroristas… les
aseguro que el MIEDO se apoderara, cada día, de una mayor proporción, de una
población que se siente vulnerable e indefensa antes estos repetidos y
simultáneos ataques, no solo a su lugar en la pirámide social sino incluso a su
integridad física. Si, a la pauperización y exclusión vividas como un ataque a
la integridad social (que, según el nivel, puede asemejarse a la integridad
física), le agrega usted uno que otro indiscriminado atentado… entonces es
prácticamente una certeza que una gran parte de la población será emocionalmente
presa de miedo, (o peor todavía, miedos) un miedo cuyo verdadero origen es
incapaz de aprehender, responsabilizando de este a cualquier chivo expiatorio
con una apariencia física y una cultural, distintas a la suya… a la vez que
culpara a los representantes (que no detentores) del poder, más cercanos y
visibles, los políticos, la clase política como tal. Con, a más largo plazo, la
sospecha puesta no solo en la clase política, sino en “las elites.”
Entonces sumidas en el
miedo, personal y colectivo (por lo menos entre los de su misma condición),
inseguras, desprotegida, con temor a la mañana siguiente… en la cual pueden
despertarse sin empleo, sin saber si no les quitaran las pocos pertenencias que
aún les quedan, temerosas frente al espectáculo de la violencia que día con
día, inocula el veneno de la duda y la incertidumbre de que será hecho el
mañana… estas personas están dispuestas, predispuestas, a escuchar cualquiera
que les prometa terminar con su pesadilla… que les regresara el empleo perdido,
hará lo necesario para que no les quiten lo poco que les queda, los protegerá
de la violencia… se presenta como el gentil pero fierro caballero defensor de
la Ley y el Orden…lo más importante, les regresara su dignidad, les hará
sentirse de nuevo orgullosos de lo que son, incluyéndolos nuevamente en este
todo, del cual podrán sentirse orgullosos de pertenecer… los rescatara, los
salvara de esta caída sin fin al infierno… su personal infierno… he aquí su
salvador… el salvador… Donald Trump.
Portador de un
discurso… que, en un pasado no tan remoto, probo su eficacia.
El más conocido y
quizás más emblemático… un tal Adolfo Hitler. Como también un tal Benito de
apellido Mussolini… del cual (pero es puramente anecdótico) Donald Trump
(seguramente sin saberlo) adopta a menudo el mismo porte.
No sé si, en este
próximo noviembre, Donald Trump será elegido como el cuadragésimo quinto
presidente de los USA… pero, creo que por todo lo expuesto hasta aquí… son
muchas las probabilidades de que así sea… o por lo menos (poniéndonos menos
dramático) sus posibilidades de logarlo no son tan escasas como quisiéramos.
Este pasado 25 de
julio, un sondeo de opinión de CNN nos decia que Donald Trump “recogía” 48% de
los votos contra 45% de Hillary Clinton… y esta diferencia se incrementaría
hasta un 44% contra 39%, si se toma en consideración los otros dos candidatos,
el “libertariano” Gary Johnson con 9% y la ecologista Jill Stein con 3%.
Obviamente falta
mucho, pero Donald Trump ya dio muestras de no ser tan malo debatiendo (por la
importancia de los debates televisivos en la cultura política norteamericana),
al igual que sabemos que Hillary Clinton, además de ser todo menos carismática,
tiene mucha cola que le pisen (y Donald Trump no tendrá ningún escrúpulo en
utilizar una campaña de desprestigio, por nauseabunda que sea, sino todo lo
contrario.)
Queda, por saber por
quién se decantará Wall Street… quien, siempre provisorio, tiene los dos
fierros en la lumbre… hasta que opta por el futuro ganador (si bien desde antes
ya hizo su elección, la cual, a pesar de todo su poder, no garantiza que
acierte.)
Quienes piensan que
Donald Trump no es más que un payaso… más vale que empiecen a tomarlo por lo
que es… un candidato a la presidencia de los USA que tiene reales posibilidades
de ser electo.
¡Ojalá me equivoque!
Porque si bien es
cierto que Donald Trump no es ningún payaso (como tampoco lo era en su momento
el actor de quinta Ronald Reagan), también es cierto que no es ningún salvador
o valiente caballero decidido a luchar contra los malvados en defensa los
pobres y desprotegidos.
Porque, si bien es
cierto que no pertenece al mundo de los “políticos profesionales corruptos”, si
es miembro del 1% (si no es del 1% si del 10%) vilipendiado por el movimiento
“Occupy Wall Street”… que lo único que, de ser electo, si hará, es “darles por
culo” a los desclasados que lo hayan encumbrado… porque como buen capitalista
que es, está en su naturaleza ser un depredador, un lobo que se disfraza de
oveja para mejor comerse a los incautos corderitos.
Porque si bien es
cierto que impondrá “la Ley y el Orden”, será su ley y su orden, la ley y el
orden de los más fuertes, para beneficio de quienes mandan y explotan.
Si resultara ser electo presidente de
los USA, como dicen en México “¡que Dios nos agarre confesados!”
Posdata: ¿casualidades?
Leído esta misma tarde
en el número del 14 al 20 de julio 2016, del semanario francés, L’OBS, en una
entrevista al “especialista” de la economía numérica, Nicolas Colin.
¿Qué es el fenómeno
Trump?
Tanta tensión
política en tantos países del mundo, recuerda lo sucedido en los años 1930.
El fascismo ha
hecho su aparición por todos lados al mismo momento, bajo diversas formas, como
reacción uniforme de la sociedad a la inadaptación de las instituciones.
Cuando los
individuos no se sienten protegidos contra los excesos de la economía de
mercado, sienten la tentación del fascismo.
El fascismo es la
pasión por la restauración de un viejo orden y una mítica prosperidad. Es el
sobrepaso de la separación derecha/izquierda. La tentación autoritaria frente a
las limitaciones de los regímenes democráticos. Ya hemos llegado a este
momento.
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