noviembre 29, 2016

La lucha por un nuevo proyecto de civilización: la hermandad de todas nuestras relaciones con nosotros mismos, los demás, la naturaleza.


Por parecerme tener un enfoque poco común y muy interesante, me atreví traducir, de la mejor manera que pude, un artículo del filósofo Abdennour Bidar tomado de la revista semanal francesa L’OBS, para poder “subirlo” a este blog. Lo cual hago a continuación.


Donald Trump electo: nuestras iras merecen algo mejor.

 Para el filósofo y ensayista, Abdennour Bidar "cuando se alcanza una sensación de malestar demasiado alta, la masa humana no reflexiona más", reacciona por instinto y responde a la violencia experimentada con otra violencia.

Que nos sirva de lección. Los Estados Unidos pagaron el precio de la ira popular. En concreto de esta rabia cuando para escucharla, y recuperarla no hay más que los líderes populistas que la traducen en intolerancia, el repliegue sobre sí mismo, el rechazo del otro - Trump allí, Le Pen aquí.

Desde hace algunos días he oído mucho departir sobre esta ira, pero poca gente para expresar lo que me parece una evidencia: no es inevitable que la ira del pueblo se exprese así de la manera más catastrófica; podemos evitarlo siempre y cuando propongamos a esta ira algo distinto al regreso al pasado, la exaltación de una identidad o una grandeza desaparecidas, algo más que las tristes y peligrosas pasiones de la nostalgia, el temor al presente y el porvenir, el odio hacia el extranjero y el resentimiento contra los poderosos.

Lo que ha ocurrido en los Estados Unidos., es la desgracia de la ira abandonada a sí misma, en momentos de gran vacío ideológico, de ausencia de cualquier horizonte o ideal colectivo digno de ese nombre, terrible travesía del desierto de la esperanza y el sentido. En el contexto de un vacío tan abismal, la ira de un pueblo no tiene casi ninguna posibilidad de alumbrar algo positivo. Dado que no se presenta nada con la capacidad de levantarla más allá de ella misma en una "gran pelea" por ideales humanistas, es inevitable que se hunda en lo peor ... Y por lo tanto acaba por entregarse a quienes terminaran la tarea, los sepultureros que precipitaran a todos en el caos.

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Después de la disolución de toda cohesión social bajo los golpes combinados de las desigualdades, las discriminaciones, el individualismo, el relativismo, el comunitarismo, el multiculturalismo, el liberalismo, la última etapa de la descomposición sobreviene cuando todo esto ha engendrado un sufrimiento, una angustia, un rencor, que se perciben sin remedio y sin salida.

Cuando se alcanza una sensación de malestar demasiada elevada, la masa humana no reflexiona más. Entonces reacciona por instinto, tal un animal perseguido que se siente acorralado. Responde a la violencia experimentada con otra violencia.

Aquí en Francia, todavía hay tiempo para tomar otro camino. Para escuchar la ira antes de que degenere. De ofrecerle no invertir en otras violencias y “guerras contra" sino en "luchar por". Para recrear un triple enlace crucial: el vínculo de la solidaridad, la equidad, el intercambio y la tolerancia con el otro; la relación de respeto y armonía con la naturaleza y los animales; el enlace del conocimiento de sí mismo con nuestra propia interioridad. Porque la madre de todas nuestras crisis es sin duda el gran desgarramiento de todos estos vínculos que nutren nuestra humanización, nuestra marcha hacia el “ser consciente”, personal y colectivo.

He aquí, a mi juicio, la lucha más noble y positiva en la cual invertir nuestra ira. Hay un riesgo enorme en la ira de un pueblo cuando se levanta sin que nada logre apaciguarla. Pero también se encuentra en ella una tremenda energía cuando se logra sublimarla dándole un real horizonte real de esperanza y acción. Trump ? Unas “uvas de la ira” que se dejaron pudrir. Nuestras iras se merecen algo mejor. Ofrezcámosles la lucha por un nuevo proyecto de civilización: la hermandad de todas nuestras relaciones con nosotros mismos, los demás, la naturaleza.








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