En ocasión del inicio de los “cursos” impartidos por el EZLN en las
“escuelitas” de diversos municipios autónomos zapatistas (denominados
Caracoles)… el 25 de agosto, bajo la firma de Ruth Martin, el diario digital
español PUBLICO publico lo que me parece ser una muy buena “panorámica” de lo
que es hoy el zapatismo, y de su actuar a lo largo de los diez últimos años…
por lo que me permito reproducir tal cual el texto del mismo.
Desde
2003, unos 65.000 seguidores de las doctrinas del EZLN conviven en comunidades
autogobernadas en las montañas mexicanas
"Servir y no servirse,
representar (al pueblo) y no suplantar (sus decisiones), construir y no
destruir...". Estos son tres de los siete principios de las comunidades
indígenas que, desde 2003, conviven bajo una forma de gobiernos
autonómos al margen del poder establecido. Son los llamados
"caracoles", municipios mexicanos donde unos 65.000 seguidores de las doctrinas del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) han celebrado
recientemente sus diez años de independencia. Mientras, su líder, Rafael
Guillén, 'el subcomandante Marcos', ha
seguido lanzando sus mensajes desde las montañas del Sureste de México al
Gobierno. ¿Sus peticiones? Las mismas de hace 20 años: "democracia,
libertad, tierra, pan y justicia para los indígenas".
Nacido el 1 de enero de
1994 en Chiapas como una plataforma en la que dar voz a las comunidades
indígenas mexicanas, el EZLN ha pasado por numerosas etapas en estos años. Las peticiones
de libertad, justicia, democracia, paz, educación, tierra, alimentación,
trabajo, techo e independencia, que durante los primeros años tomaron un
cariz de guerrilla y lucha armada frente al Gobierno Federal de la nación de
México, poco a poco han abandonado los enfrentamientos para
continuar con su trabajo de construir un gobierno autónomo.
Desde 1994 a 2001, el
movimiento ha negociado continuamente con el Gobierno Federal de México, para
lograr un acuerdo social y político que les permitiera ser reconocidos como
nación y con derecho a la autodeterminación, como se materializaba en los
Acuerdos de San Andrés, que el Congreso posteriormente no aprobaría. Un hecho
que se convirtió en detonante para el desarrollo y la puesta en práctica de los
gobiernos autónomos zapatistas.
Durante estos años de
llamada tregua, el año 2005 marcó un antes y un después en la historia del
movimiento, al emitir la Sexta Declaración de la Selva Lacondana
-conocida como La Sexta- por la que el EZLN asegura que depone las armas y
comienza a hacer política, además de ser una llamada para construir un
movimiento para combatir el neoliberalismo y, en el caso de México, construir
una nueva Constitución.
Para ellos, la política
dictada por el neoliberalismo actual no sirve como tal y organizan su propio
gobierno comprometiéndose a "no hacer ningún tipo de relación secreta
con organizaciones político-militares nacionales o de otros países y defender,
apoyar y obedecer a las comunidades indígenas que lo forman y son su mando
supremo, sin interferir en sus procesos democráticos internos y en la
medida de sus posibilidades, contribuir al fortalecimiento de sus autonomía,
buen gobierno y mejora de sus condiciones de vida."
Hoy en día el movimiento se
organiza en lo que ellos denominan caracoles (de la Realidad, Morelia,
la Garrucha, de Robertdo Barrios y de Oventik), que nacieron entre los días
8 y 10 de agosto de 2003 recogiendo lo suscrito por el EZLN y el Gobierno
federal en los Acuerdos de San Andrés, donde se reconocía -entre otras cosas-
el derecho a la autonomía. Como explica Luis Saracho desde Uníos -una de
las oficinas de apoyo al movimiento EZLN en la ciudad de México-, han creado
una estructura de gobierno en el que un conjunto de pueblos ha generado
un municipio cuyo conjunto, a su vez, conforma una región administrativa o
caracol.
Recientemente, durante los
días 12 a 16 de agosto ha tenido lugar la llamada Escuelita zapatista en
San Cristóbal, en la que no sólo se ha celebrado el décimo aniversario de la
formación del gobierno autónomo, también se ha impartido un curso bajo el
nombre de La libertad de l@s Zapatistas, en torno a una década de
gobierno autónomo. En ella, repartidos en los cinco caracoles
administrativos, más de 1.700 invitados de todo el país (acompañados cada
uno de su guardián) compartieron durante esos días la experiencia autónoma de gobierno,
poniendo en práctica el trabajo desarrollado durante los últimos años y
estudiando los materiales impartidos por las comunidades.
"Ellos no han sido
preparados para ser gobernantes", apunta Luis Saracho, "pero lo
fundamental de esta experiencia es que nos encontramos ante una sociedad
indígena, con una cultura mesoamericana, con cinco idiomas en cinco pueblos
distintos, que comulgan con una cultura local y que, a partir de siete
principios, han construido su sociedad", prosigue. Los siete principios se
resumen de la siguiente manera: servir y no servirse (los que gobiernan
viven de la solidaridad del resto), representar y no suplantar (la
decisión del pueblo), construir y no destruir (consensos), obedecer y
no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer y por
último, bajar y no subir (trabajar desde el último a los más
encumbrados).
Las dinámicas de la
Escuelita han pasado por vivir el día a día de los pueblos, alojarse en sus
casas, involucrarse en sus actividades, trabajar sus tierras, compartir sus
necesidades y vivir en igualdad hombres y mujeres, como establece la Ley de Mujeres Zapatistas, que dio
un nuevo estatus social a la mujer. Las mujeres se volvieron visibles con ésta
norma, que les permite "ser iguales ante las balas", pero también educarse,
trabajar o ser milicianas, entre otras cosas.
Alrededor de 6.000 personas
pudieron comprobar durante estos días de agosto cómo se está resistiendo frente
a los ataques sin éxito del Gobierno Federal. A pesar de sus intentos de
corromper a la sociedad indígena, no lo está consiguiendo, según
revela Luis Saracho desde DF. "Calculamos que en la actualidad el
movimiento debe estar formado aproximadamente por unos 65.000 zapatistas",
añade. En las zonas del movimiento hoy la población está creciendo, no hay
desnutrición, nadie se encuentra sin escolarizar, la salud es primordial, todos
tienen un lugar en la sociedad y en ese marco, para mantener la resistencia
autónoma, están construyendo las condiciones necesarias para sustentar las
estructuras de gobierno, algo que pudieron comprobar los asistentes a la
Escuelita.
Desde las montañas del
Sureste mexicano, donde el 'subcomandante Marcos' (en la imagen)
-convertido en asesor y puente entre los dos mundos- sigue lanzando sus mensajes y misivas, se hizo
eco del poder de las redes sociales, algo que aunque pueda suponer una
paradoja, el movimiento zapatista ha sabido utilizar eficazmente como arma para
mantenerse visible. En el 2006, junto con La Sexta Declaración
nació una iniciativa denominada La Otra Campaña, cuyo planteamiento no
iba más allá de identificar a quiénes luchan, dónde están, qué piden y cómo les
trata el Gobierno.
En esas circunstancias se
generó un movimiento mediático muy importante y nació la Red Contra la
Represión, que ha generado un
movimiento de defensa de las libertades de los presos políticos, apoyado hoy en
día por las redes sociales. A través de ellas se
lanzan los comunicados que hoy sirven para reconstituir la politización del
movimiento.
El sueño
del 'subcomandante Marcos': "¿La toma de poder? No, un mundo nuevo"
"En un primer momento
el movimiento se veía por parte de la sociedad civil como un acontecimiento
anecdótico, pero el próximo 1 de enero cumplirá 20 años y pocos movimientos
que se presupongan anecdóticos se mantienen durante tanto tiempo",
reflexiona Luis Saracho.
Habrá que esperar a ver
cómo afecta a los asentamientos zapatistas la actual Reforma Energética
propuesta por el presidente Enrique Peña Nieto, que se debate estos días
en la Cámara de Diputados en la ciudad de México, debido a la riqueza e
importancia de los recursos que allí se encuentran. De momento, los
asentamientos siguen manteniéndose al margen y caminando en sus dinámicas,
sus proyectos y circunstancias de gobiernos autónomos, tratando de generar un
movimiento social y político basado en el anticapitalismo.
Y, como resume Luis
Saracho, "la Escuelita ha sido una muestra de la determinación del
pueblo, demostrando que la autonomía es importante, que tiene un precio dispuesto a pagarla y que no hay marcha atrás, con una nueva
generación de muchachos preparados con un pie en el pasado y otro en el
futuro".
Un horizonte resumido, de
nuevo, en palabras del 'subcomandante Marcos': "¿La toma del poder? No,
apenas algo más difícil: un mundo nuevo".
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