Los soberanistas catalanes y muchos actores políticos españoles “no
soberanistas” han expresado que consideran a los miembros del Govern de
Catalunya y los líderes de las organizaciones civiles independentistas que
fueron encarcelados estos últimos días, unos PRESOS POLITICOS. Mientras el
gobierno de Rajoy, y los tres grandes partidos “constitucionalistas” (PP, PSOE
y C’s) recusan esta cualidad, diciendo que son “políticos presos” porque al
intentar (de hecho, no lo lograron) poner en práctica sus ideas, cometieron una
serie de delitos contra la Constitución española.
Claro que son PRESOS POLITICOS y no políticos presos.
Para mí, un preso político es cualquier persona a la que se mantenga
en la cárcel o bajo arresto, porque sus ideas suponen un desafío o una amenaza
para el sistema político establecido, sea este de la naturaleza que sea,
independientemente de cuales hayan sido las modalidades de expresión de sus
ideas y las acciones emprendidas para llevar a la práctica (materializar) sus
ideas.
Resulta más que obvio que los señores Oriol Junqueras (vicepresidente
de la Generalitat), Jordi Turull (consejero de Presidencia), Josep Rull (consejero
de Territorio), Meritxell Borràs (consejera de Gobernación), Joaquim Forn (consejero
de Interior), Raül Romeva (consejero de Asuntos Internacionales), Dolors Bassa
(consejera de Trabajo) y Carles Mundó (consejero de Justicia), así como los
dirigentes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Omium Cultural, Jordi
Sánchez y Jordi Cuixart, fueron encarcelados porque sus ideas suponen un
desafío o una amenaza para el sistema político establecido.
Por lo cual, aun sin ser partidario de la independencia de Catalunya,
al ser hijo de padres catalanes exiliados en Francia al final de la Guerra
Civil Española, emocionalmente, simpatizo con este anhelo…
…Condeno,
en su totalidad, las acciones llevadas a cabo por el gobierno de Rajoy para
enfrentar las aspiraciones independentistas de una gran parte de los catalanes,
mediante políticas represivas (disfrazadas de decisiones tomadas por el poder
judicial, cuando las decisiones de este responden a la “orientaciones”, por no
decir ordenes, del poder ejecutivo) propias, no de un poder que se pretende
democrático, sino de cualquier dictadura.
Rectifico, no de cualquier dictadura, sino una “dictadura soft” que es
la digna heredera de la dictadura franquista. No olvidemos que el Partido
Popular (PP), fundado en 1986, tiene su origen en Alianza Popular, (fundada en
1976,prácticamente a la muerte de Franco surgida en 1975) liderada por antiguos
dirigentes del franquismo, siendo su líder más destacado un tal Manuel Fraga
Iribarne, quien fue diputado, senador y ministro bajo el régimen de Franco, y
nada menos que ministro del interior y vicepresidente del Gobierno de España
bajo la presidencia de Carlos Arias Navarro (Presidente de Gobierno de
diciembre 1973 a julio 1976) conocido como “el carnicero de Málaga” por la
feroz represión que se produjo en Málaga tras su conquista por las fuerzas
franquistas en 1937.
Algunos, pocos, han destacado, o por lo menos mencionado, el carácter
manifiestamente punitivo y vengativo de la actuación del gobierno Rajoy,
aderezado de una clara intención de humillar.
Una apreciación con la cual concuerdo… pero que, sin embargo, creo que
tiene unas raíces mucho más profundas, que, de plano, se remontan a la guerra
civil. El PP y el gobierno que emana de este es profundamente reaccionario y
nacionalista (en el sentido de “españolista”). También ya hemos destacado el
origen franquista de este partido, sus miembros son los herederos directos del
franquismo, los hijos legítimos del franquismo. ¡¡Son los vencedores, se
sienten los vencedores, se viven todavía como los vencedores!! Para ellos la
¿democracia? no puede, no debe, ser otra cosa que la continuación del disfrute
del poder y los privilegios que algún día (a la muerte del padre) tuvieron que
compartir con unos bastardos. No solo bastardos, sino los antiguos enemigos,
derrotados. A partir de ahí… ¿qué representa, que puede representar Catalunya,
y principalmente Barcelona, para estos “hijos de Franco”? Una Catalunya que se
resistió a SU victoria hasta el final, que tuvo la osadía de aprovechar la debilidad
y complacencia de la odiada Republica para proclamarse, aunque solo por unas
cuantas horas, Republica catalana, libre e independiente. Una Barcelona que fue la cuna de la mayor
peste habida y por haber, el anarquismo; en la cual estos bandidos fomentaban
huelgas y sublevaciones, ajusticiaban a los patrones y sus pistoleros, al igual
que los héroes del naciente fascismo, y que, para colmo, mataban curas y
violaban monjas. Una Catalunya que quiere subvertir el orden representado
durante tantos años por el lema franquista de una España “UNA, GRANDE y LIBRE”.
Estos “hijos de Franco”, no solo desprecian a Catalunya, sino que le tienen
rencor y odio… y si la ocasión se presenta de poder castigarla, humillarla,
hacerle pagar el precio más alto posible por su insensato atrevimiento de
romper la sacrosanta UNIDAD, además de pretender implícitamente que es más
grande y libre que la grande y libre España… entonces no dejaran pasar la
ocasión de aplicarle castigo y humillación (que son los recursos de quienes se
saben ser moralmente los más débiles pero físicamente los más fuertes.)
Para estos “hijos de Franco”, simplemente… la guerra no ha terminado.
Los comandantes en jefe, los soldados y las armas son otros y otras, pero los
enemigos siguen siendo los mismos…. y tienen que ser derrotados… es la hora de
pagar las facturas pendientes
…Respaldo,
también en su totalidad. las acciones dichas de “resistencia”, desobediencia” o
“insumisión” que puedan protagonizar los partidos independentistas y las
organizaciones civiles soberanistas.
Cualesquiera que estas puedan ser, esperando que sean masivas y se
doten de una cierta dosis de virulencia y contundencia… a sabiendas de que
tales virulencia y contundencia serán acotadas por las dirigencias que tendrán
puesta su mirada en las elecciones del 21 de diciembre, y tomaran sus
decisiones en función de los posibles escenarios y resultados de dichas
elecciones.
Elecciones, orquestadas por el Gobierno con la idea de que sean una
trampa mortal para el independentismo. No tengo la menor duda de que para Rajoy
y sus secuaces se trata de introducir una cuña en el movimiento independentista
para que este se divida y desgarre.
Primero, poniéndolos en la falsa disyuntiva de participar o no en
dichas elecciones. Si participan, entonces se asumirá que reconocen
implícitamente la legitimidad de la autoridad y las leyes del gobierno central,
y si no lo hacen, dejaran el campo libre para que las fuerzas
institucionalistas se alcen con una victoria aplastante, que de bien poco
servirá que la desconozcan.
Segundo, colocándolos en la disyuntiva de si se presentan a estas
elecciones en orden disperso, cada quien por su cuenta (promoviendo y resaltando
la división entre los integrantes del frente independentista) o si van a la
batalla electoral bajo una sola bandera, unificados en una sola fuerza
(coalición) que agrupe todas las organizaciones (en cuyo caso cuentan con que
se dé una encarnizada batalla entre los diversos componentes para el reparto de
las cuotas de poder en el seno de dicha “lista única”.
Con la obvia esperanza de que estas luchas de “aparatos” aleje a los
“independentistas de a pie” de sus líderes y, asqueados por estas discordias,
terminen por mostrar su reprobación quedándose en su casa el día de la
votación.
A la hora en que escribo estas líneas, pareciera ser que el primer
puyazo no resulto tan certero y que el independentismo, si participará en las elecciones,
asumiendo que el daño que puede provocar esta contradicción es de una magnitud
mucho menor al de dejar que el enemigo se lleve una victoria aplastante sin
haber tirado un solo tiro. Lo cual, me parece ser la mejor elección, siempre y
cuando esta no suponga que se frene y acote la participación del “pueblo
catalán” en las acciones de resistencia, desobediencia e insumisión, que son la
más genuina expresión del rechazo al poder de los “señores feudales de Madrid”.
En cuanto al segundo puyazo, su magnitud queda en suspenso, dado que,
de momento, los partidos independentistas siguen valorando la conveniencia o no
de acudir a estas elecciones en una “lista única” dado que, tal como lo
esperaba el gobierno (que de esto sabe más que nadie), estos partidos siguen
evaluando el costo/beneficio electoral, para cada uno de ellos. Solo piensan en
términos de votos y asientos ganados o perdidos para sí mismo, de su propio peso
electoral dentro del independentismo (la relación de poder vis a vis de los
demás “aliados”), y de ninguna manera lo más conveniente para lograr el
objetivo de la independencia de Catalunya.
Además, es muy importante considerar que el “cartel constitucionalista”
desarrollara una muy intensa campaña mediática (con el apoyo sin reserva de la
casi totalidad de los medios, encabezados por TVE y El País) para alabar (no
solo justificar) la aplicación del 155, a la par que criminalizara el
secesionismo que pretende “romper la unidad de España” en una lucha fratricida
ente españoles y catalanes.
Sera una campaña que no se planteará desde lo político sino desde lo
jurídico, apelando esencialmente a una muy alta carga emocional, cuya principal
arma será el recurso al miedo y una descarada manipulación, sin dudar en
recurrir a la desinformación, lo que, hoy en día, se conoce como las “fake
news”.
Por ejemplo, esta misma mañana (5 de noviembre) el diario El País
inaugura un blog del periodista catalán (virulento opositor al independentismo)
Lluis Basset, titulado “Això va de democràcia. Blog contra la DUI”, cuya
primera entrega se titula “¿Y si vuelve a ganar el independentismo? El cual
participa de esta campaña de miedo e intimidación, a la vez que es un claro
reflejo de la principal preocupación de Rajoy y el bloque constitucionalista…
¿¡¡y si gana el independentismo?!!
En este sentido, si algo queda meridianamente seguro, es que la
pretensión de estas elecciones no es solucionar el “problema”, o desafío;
catalán… por la simple razón de que, sea cual sea el resultado, esta misma
noche, este no será asumido como “un mandato de las urnas”, con carácter
vinculante, por el campo perdedor, cuando si lo será por el campo ganador.
Con mayor razón, si, como creo que sucederá (sin pretender ser
pitonisa), el resultado acaba siendo extremadamente cerrado entre los
constitucionalistas y los independentistas.
Al no ser decisivo, ni mucho menos, para resolver la “cuestión catalana”,
estoy convencido que la finalidad (o la jugada) de Rajoy y el PP con la
convocatoria de estas elecciones, va mas allá del ámbito catalán. Para estos
dos actores políticos, el alcance es en realidad de orden nacional. Se trata de
aprovechar la perpetuación y profundización de la “crisis catalana” para
debilitar los partidos de oposición, al favorecer la aparición de fracturas en
su seno, tanto en el PSOE (entre otro, para esto sirve el pretendido “acuerdo”
entre el PP y el PSOE para revisar la constitución
del 78) como en Podemos (con su “indefinición” y “equidistancia” en relación al
independentismo), al tiempo de favorecer los dos partido de la coalición de
facto, el PP y Ciudadanos (favorecer a Ciudadanos, en detrimento del PP, no es
algo que preocupe en demasía a quienes ven en estos dos partidos sus
representantes, sino más bien todo lo contrario, ya es hora de que un PP
carcomido por la corrupción cede un poco de su hegemonía a Ciudadanos, visto no
solo como una muleta del PP, sino como su sucesor)… y, a partir de ahí, si les sale
bien la jugada, llamar a elecciones, ya no autonómicas, sino generales. De las
cuales, en vista de su decidida actuación a favor de la “Unidad de España (presentándose
algo así como “los salvadores de la Patria”), esperan salir de las urnas
notablemente reforzados, por el voto extremadamente mayoritario del “pueblo
español” contra la pretendida independencia de Catalunya.
…Mi
conclusión, sea cual sea el resultado en la noche del 21 de diciembre, es que nada
habrán cambiado estas elecciones en relación al “desafío independentista catalán”,
salvo si se diera una victoria de alguno de los dos “campos” en pugna, de una
magnitud tan aplastante, que obligara al derrotado, a reconocer el resultado
electoral y las dos partes a buscar un ecuánime compromiso pactado. Lo cual
tiene una infinitesimal probabilidad de suceder.
No se trata de aspirar a ser independientes o no… sino de sacudirse la
dominación de quienes la ejercen… sean estos españoles, catalanes o chinos.
Para lo cual no sirven unas elecciones, sean las que sean, organizadas por
quien sea. El empoderamiento de quienes quieren dejar de obedecer para ser los
verdaderos y únicos forjadores de su particular destino y el de la comunidad en
la cual viven, no pasa por depositar una papeleta en una urna que fue colocada
por quienes decidieron como y cuando instalarla, para los fines que a ellos les
conviene en función de sus propios intereses.
El empoderamiento de quienes padecen la sumisión solo puede advenir de
un vasto movimiento, auto organizado, de resistencia, desobediencia e
insumisión… no contra una determinada autoridad, sino contra LA autoridad.
Digámoslo claramente. En mi muy personal opinión, la aspiración de los
habitantes de Catalunya de independizarse del Estado español, para erigirse en
Nación es, sin duda alguna, legitima. Sin embargo, equivocan el camino si esta
aspiración pasa por la creación de una nueva frontera para desembocar en la
creación de un nuevo Estado, SU Estado, el Estado catalán… pero, al fin y al
cabo, un Estado.
Es solo cambiar de camisola de fuerza, deshacerse de una que les
apretaba en demasía, para enfundarse en otra, que quizás, al considerarla suya,
les procure la impresión de ser menos ajustada y les permita una mayor libertad
de movimiento, pero camisola de fuerza, al fin y al cabo.
No se trata de cambiar una camisola de fuerza impuesta, por otra ¿libremente
escogida?, sino de deshacerse de toda camisola de fuerza.
Los catalanes escogerán SU camisola de fuerza… pero… ¿quiénes se la colocarán,
quienes decidirán cuando y como apretarla o aflojarla un poco más, a quienes sí
y a quienes no?
El combate de los catalanes por la independencia de su tierra, una vez
más, es legítimo, necesario y debe de apoyarse en tanto que a la vez significa
independizarse de un Estado particularmente reaccionario, gobernado por unos
“hijos de Franco” para quienes la guerra no ha terminado y quieren humillar a
este pueblo hasta lo más profundo de su “alma”… la esperanza puesta en que esta
independencia pueda ser solo el primer paso hacia la liberación de todo tipo de
camisola de fuerza, sin importar el número de barras rojas y amarillas de esta…
como tampoco si los barrotes son de acero o virtuales, encerando el cuerpo o la
mente. Unos barrotes siempre serán unos barrotes. cuya finalidad siempre será
la de encerramos… en una cárcel; en un territorio; en una institución impuesta (voluntariamente
o involuntariamente aceptada); en un orden que separa y pone en competencia,
que más que un determinado poder es un mundo en el cual vivimos, cuyo centro se
encuentra en todas partes y ninguna; en nuestro propio cuerpo, en nuestra
propia mente.
La secesión, no puede ser únicamente la de un territorio o un Estado,
sino la de los modos de relacionarse, de los modos de producción y
distribución, de los modos de percepción, de pensamiento y de vida.
La secesión de un orden en el seno del cual vivimos y actuamos, en el
cual nuestra diaria actividad reproduce, a todos los niveles y en todos los
ámbitos, las condiciones de la dominación.
La secesión del aire que respiramos.