Faltan muy pocos días, para que los catalanes vayan a las urnas para
votar SI o No a la pregunta: VOLEU QUE CATALUNYA SIGUI UN ESTAT INDEPENDENT
EN FORMA DE REPUBLICA? ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en
forma de república?
Referéndum que el gobierno y la judicatura españoles han declarado
ilegal, amenazando a quienes lo organicen y participen en su puesta en práctica
con toda una serie de sanciones penales, e interviniendo las finanzas
catalanes, poniendo así en riesgo las prestaciones de los servicios más básicos
como la educación y la salud.
El Govern catalán, los partidos independentistas y las poderosas
organizaciones civiles (Asamblea Nacional Catalana, Omnium Cultural, etcétera) que
lo apoyan ya han contestado que harán caso omiso de la legalidad del Estado
español y llevaran a cabo dicho referéndum, pase lo que pase. El Parlament catalán
ya ha votado las “leyes de desconexión” y se ha declarado de facto, en rebeldía
e insumisión.
Como dicen los comentaristas… nos vamos hacia el tan temido (para
algunos) choque de trenes.
Siendo, como dicen, “catalán por los cuatro costados”, sentimental y
emocionalmente me inclino por la independencia de Catalunya.
Si bien, haciendo uso de la razón, y tomando en consideración mi “internacionalismo”
(me declaro apátrida y considero que los Estados nacionales deberían de
desaparecer para deja lugar a una sola humanidad, por cierto, sin necesidad de
Estado alguno) este entusiasmo se disipa en una gran medida.
Prisionero de esta insoluble contradicción, me contento con seguir de
cerca la actualidad, leyendo todo lo que encuentro publicado.
Ejercicio del cual quiero destacar un artículo de opinión y un video
que me parecen particularmente interesantes… y que me permito agregar a continuación.
Primero, el artículo de Ana Pardo de Vera, directora del periódico digital
PUBLICO, publicado en este mismo medio el pasado 14 de septiembre.
La revolución catalana
ANA PARDO DE VERA
"Puedes encarcelar a un
revolucionario, pero no puedes encarcelar la revolución",
Huey Newton.
Huey Newton.
Según las estadísticas de las
investigadoras Maria Stephan y Erika Chenoweth, citadas por
Jesús Castañar en Teoría e historia de la revolución
noviolenta, durante el siglo 20, las revoluciones ídem han triunfado en un
60% mientras que las violentas lo han hecho sólo en un 30%.
En todas las revoluciones que en
el mundo han sido y son desde la calle, con éxito y sin él, hay un denominador
común que consiste en una reivindicación social a un sistema de leyes y poderes
que ya no responden ni -mucho menos- satisfacen a realidades cambiantes y
evolucionadas. De grandes revoluciones han salido grandes leyes; recuérdense
los precedentes del voto femenino interruptus del siglo
pasado y el matrimonio homosexual de éste, a pesar del Partido
Popular.
La revolución que respira del
pueblo, de la gente, se nutre también de sus anhelos y necesidades, crece con
ellos y se manifiesta con una contundente llamada de atención a sistemas,
instituciones y poderes que ya no representan a esa sociedad. Piden al sistema
atención y ayuda, porque su nueva realidad necesita su ordenamiento
institucional correspondiente para que el cambio fluya por cauces organizados.
Por eso, tribunales y fuerzas de seguridad del sistema, del Estado, nunca
estarán con las revoluciones y sus impulsores y seguidores, sino con aquello
-el sistema- de lo que forman parte. No esperen, pues, los revolucionarios
o defensores de democracias al servicio de la gente el apoyo de un sistema
que trata de perpetuarse por puro reflejo acomodaticio y, en el caso que nos ocupa,
por interés partidista y/o personal, enfrente del sentir legítimo de la
revolución.
De grandes revoluciones han
salido grandes leyes: el voto femenino 'interruptus' del siglo pasado y el
matrimonio homosexual de éste, a pesar del PP
¿Son entonces más democráticos
los sistemas instaurados caducos o las revoluciones que los cuestionan
amparadas en una base social incuestionable, a su vez, en su magnitud? ¿Es más
democrático votar libremente el 1 de octubre en Catalunya o no hacerlo sin
libertad porque lo ordena -bajo amenaza- un sistema sordo, ciego y mudo? La
reivindicación de una aplastante mayoría en Catalunya (80%) pidiendo ese
voto, esas urnas, ha adquirido ya el estatus de una de las grandes revoluciones
del siglo 21 en España, muy similar a la inconclusa del 15-M.
Sólo la ceguera, cerrazón e
ineptitud política de quienes nos gobiernan y de quienes manejan los mismos
intereses del ordeno-y-mando propios de un poder fosilizado,
tan alejados de la seducción, la empatía y la Política con mayúsculas, niegan
una realidad que por cambiante debería ser abordada con la forma exquisita del
que trata de entender y acaba entendiendo y/o compartiendo porque pone todo de
su parte; cuerpo y alma, noche y día, que eso y no otra cosa es la
vocación política, de servicio público. Y del entendimiento a la solución,
nunca definitiva, naturalmente, porque las sociedades son cambiantes y hay que
darles respuestas de continuo.
¿Es más democrático votar
libremente el 1 de octubre en Catalunya o no hacerlo sin libertad porque lo
ordena -bajo amenaza- un sistema sordo, ciego y mudo?
La única certeza que tenemos
ahora no es que Catalunya quiera ser independiente, sino que quiere votar y
frente a ese anhelo legítimo, el Estado capitaneado por Rajoy ha respondido a
parte de su pueblo con una guerra sucia (operación Cataluña) con el dinero
de todos, bloqueos, amenazas, denuncias, cárcel, boicots, multas, veto de actos
y la promesa de las Diez Plagas bíblicas sobre Catalunya, generando, además,
una gigantesca ola de simpatía del resto de España hacia el pueblo catalán. No
busquen, por cierto, la plasmación de esa simpatía en los medios de
comunicación deudores del Ibex que mueve los hilos del Gobierno: búsquenla en
la calle, en los bares, en las redes, en los supermercados, en las puertas de
las guarderías, en los exteriores de los colegios, interior de universidades o
en las plazas de los pueblos.
Fue Pepe Bono quien en
Castilla-La Mancha, cuando la presidía y colaboraba yo con él empotrada para
un libro de cara a sus siguientes elecciones, se plantó ante uno de sus
consejeros, que insistía en que no podía hacer algo que le había pedido una
asociación de vecinos porque "la ley [autonómica] lo impide", y le
espetó (como era aquel Pepe): "No me vengas con la ley, la ley... Las
leyes se cambian cuando se demuestra que no sirven a la gente; son para
resolver la vida de la gente, no la tuya". No sé que pensará Bono ahora,
es posible que dijera esto porque había una periodista delante y el exministro
nunca ha dado puntada sin hilo, pero es un hecho que me consta que aquel
presidente pasaba más tiempo en las calles de los pueblos que en un coche
oficial. Pongo este ejemplo, además, porque podría apelar a otro previsible y
más ajustado al imaginario colectivo sobre el político revolucionario, pero la
realidad es menos romántica que todo eso.
La única certeza que tenemos
ahora no es que Catalunya quiera ser independiente, sino que quiere votar
Un político (no una burda réplica
con barba) está para resolver problemas, no para crearlos; y en Catalunya hay
un problema porque la ausencia intencionada de voluntad política, el desprecio
por la voluntad popular y sus representantes, el autoritarismo de la derecha
más rancia, los métodos delictivos y fascistas ejercidos desde las cloacas
de Interior y una propaganda excluyente del que piensa distinto han creado
el caldo de cultivo de una revolución no violenta (salvo cuatro tarados/as, de
momento) que ya no tiene marcha atrás. Y es una revolución hermosa porque
pide ejercer un derecho hermoso: votar. Nada más y, sobre todo, nada
menos.
Segundo, el video en el cual Julio Anguita, ex coordinador federal de
Izquierda Unida, analiza las causas por las cuales, desde la tan cacareada “transición”,
se vislumbraba el muy probable “choque de trenes”.
Video ¿premonitorio?, parte de la grabación del mismo, en noviembre
del 2015, en ocasión de la presentación de su libro “Atraco a la memoria”.
La única “equivocación” de Julio Anguita se refiere a la posición de
la CUP, pero exceptuando este “error”, la totalidad del análisis es
excepcionalmente certero.
Solo son 10 minutitos… tómense el tiempo de verlo y disfrutarlo… vale
la pena.
Como dice Xavier, mi hijo mayor ¡¡ BRUTAL !!
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