¿Por qué, como buenos
occidentales que somos, nos indignamos cuando unos terroristas de Daesh matan a
algunos inocentes turistas… y en cambio nos quedamos sordos, ciegos y mudos
cuando millares de desamparados que huyen del hambre y la muerte se ahogan en
el Mare Nostrum que arroja a muchos sobre las playas mediterráneas, porque la
pudiente y muy democrática Europa no solo se rehúsa a acogerlos, sino que
criminaliza y enjuicia a quienes se atreven a rescatarlos y darles cobijo?
¿A poco estos
gobiernos europeos son menos criminales que los yihadistas, porque matan con
leyes y decretos y no con armas o aventando coches sobre los paseantes?
¡ No lo creo ¡
Ambos son unos
desalmados asesinos, solo que unos matan arriesgando su vida u ofertándola,
cuando los otros se contentan de estampar su firma (eso si con plumas fuentes
de 18 quilates) al final de las ordenes de ejecución. Ejecución, porque
detentan el poder ejecutivo, pero también porque tales leyes o decretos condenan
a muerte a millares de estos desamparados.
Es más, me atrevo a
afirmar que tengo un mayor respeto por los terroristas que por todos estos
gobernantes de opereta, cuya función primordial es ser los garantes del orden,
su orden, un orden asesino.
Contestando la
pregunta con la cual abrí este texto.
Porque estos inocentes
turistas se nos parecen, nos son cercanos, somos turistas… cuando los hambrientos
desamparados nos son extranjeros, demasiado lejanos y alejados de lo que
orgullosamente somos.
Porque, en el fondo,
sabemos o intuimos, que, si podemos ser hijos de la opulencia, es precisamente
porque ellos son lo que son. Empleo el pronombre “lo” y no “quienes”, porque estas
personas que no vemos ni oímos, para nosotros, son más “algo” que “alguien”.
¿Cuándo tomaremos
consciencia que quienes nos gobiernan (todos, los Macron, Merkel, Rajoy,
May, Peña Nieto, Trump, pero también, y sobre todo, el tan alabado Obama,
todos) son unos desalmados asesinos de “guantes blancos”, cuya patente de demócratas
guardianes del orden (pretendidamente democrático) les asegura la perenne
impunidad?
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