Cuando, hace más de una década, empecé este blog, lo
introducía con estas palabras:
La violencia y miseria institucionalizadas, sin
reconocer ni nombrar. La falacia del poder, la realidad de la dominación y la
servidumbre voluntaria. La mercantilización de la vida toda. La dictadura de la
Razón Económica y el Utilitarismo. Todo nos impide "ser al mundo",
dejándonos como única posibilidad ¿por cuánto tiempo? la de tratar de entender
este mundo en el cual vivimos nuestra ausencia.
Desde entonces, con la
irregular redacción del mismo, plasmo mis ocurrencias (en el idioma castellano)
en entradas que no más de una decena de personas leen cuando, de repente, por
alguna desconocida razón, se topan con él.
A la par de este blog,
desde mi adolescencia, escribo (en el idioma francés) relatos, que, por
supuesto, tampoco nadie jamás ha leído.
Dos ejercicios de
escritura que… al procurarme un real placer, ocasionalmente un verdadero gozo (con
algo de sufrimiento y perenne insatisfacción en cuanto a los relatos, que
siempre terminan en el basurero), que no solo nadie lee, sino que me esfuerzo
para que así sea… califico, con una cierta dosis de lucidez y acierto, de
“masturbación neuronal”.
Escribir para uno
mismo, sin esperar que alguien lea lo expresado, procurando el anonimato (la
publicación del blog en internet teniendo como único fin mi propia satisfacción
visual, estética), no solo incrementa y potencia, mi ausencia, sino que me
convierte en una especie en franca (¿y definitiva?) extinción.
Me sitúa,
inequívocamente, al margen, al exterior, de la actual vorágine comunicativa por
ser un “yo para los demás”. Un ente
viviente cuyo ser se construye esencialmente a partir de la mirada de los
demás. Sin reparar, siquiera, en que esta sea aprobatoria o desaprobatoria…
importando solo el ser visto y oído… ni siquiera mirado o escuchado.
No ser más un
“individuo”, sujeto autónomo dotado de plena conciencia de su ser, sino una
parte, un átomo, de un Todo.
Un Todo que cada día
se representa menos como colectividad, se vive menos como comunidad, sino como
un continuo flujo de datos que conforman una realidad que nadie entiende ni
comprende. “Realidad totalitaria” que ni siquiera los muy pocos que participan
de su concepción matemática son capaces de conocer e interpretar como
Totalidad.
Totalidad cuya
“existencia propia” es la misma incesante creación y el perpetuo caudal del
flujo de la infinidad de datos que la constituyen.
Realidad cuya
incomprensión deja al individuo, como único “sentimiento de ser”, el integrarse
a este flujo, ser parte del mismo.
Las experiencias (en
tanto que actividades corporales o intelectuales, sentimientos y emociones) no
son vividas como tales… no existen… si no son parte de este flujo. Carecen de
sentido si no son compartidas. Lo único que les dota de existencia… y por lo
tanto dota al individuo de existencia y sentido… es la posibilidad, hecha
obligatoriedad, de compartirlas.
Esto son Facebook,
Twitter, Instagram, Youtube y demás “plataformas sociales”, herramientas,
instrumentos, medios que permiten transformar nuestras experiencias,
sentimientos y emociones en datos que podemos compartir, con propios y
extraños… siendo los “likes” la nueva expresión -y medición- del reconocimiento
que todo ser humano necesita de sus semejantes.
Apenas ayer, se podía
ser, siendo actor o espectador… hoy, esencialmente, dándose a ver y mirando,
mostrándose y viendo.
Ayer, la búsqueda del
ser, del sentimiento de existir, era esencial… hoy solo lo es, la apariencia,
el parecer.
Ayer importaba el
espejo y su reflejo… hoy, la foto compartida.
Hasta hace poco era
consciente de mi “esencial” ausencia al mundo, hoy me siento, me sé, parte de
una especie en vía de extinción.
Lo que me preocupa es
que hasta hace poco se trataba de mi personal, y consentida, ausencia… cuando
creo que, como especie, humana, hemos empezado a andar el camino de nuestra extinción.
Si, desde hace poco
tiempo, la extinción de la humanidad era considerada como la consecuencia de la
destrucción del medio natural que permite la vida… estoy convencido que, a
partir de ahora, debido al imparable, acrítico y simultaneo desarrollo de la “datificación
algorítmica”, la nanotecnología, la bioingeniería, la inteligencia artificial, etcétera,
cobijadas bajo el manto del transhumanismo… la especié humana, se extinguirá
(¿también o ante todo?) debido a la pérdida de su humanidad.
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