Hay el silencio que se
oye cuando el ruido producido por el hombre se desvanece, deja de
existir.
El silencio de la
riqueza sonora de todos los animales, las plantas, los elementos de la
naturaleza, el agua, el viento, la lluvia, el trueno, los animales que caminan,
corren o se arrastran sobre cualquier superficie terrestre… lo que llamamos el
silencio, cuando el hombre y sus máquinas enmudecen y el aire se llena del eco
del mundo.
Sin embargo, hay otro
silencio, reservado al hombre, un silencio vacío, muerto. El silencio del
desprecio del hombre para con el hombre.
Un silencio
ensordecedor… que muy pocos oyen.
La pared de silencio que el poderoso levanta contra las demandas del débil, que quienes dominan levantan contra los reclamos de los avasallados, que quienes siempre tienen la razón levantan contra quienes hacen suya la duda, que quienes monopolizan la palabra levantan contra quienes callan (por obligación o voluntad propia.)
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