Hoy, en su reapertura, la bolsa de
Atenas se ha desplomado un 16%... los “cuatro hombres de negro” ya se
encuentran en la capital griega para hacerse cargo del monitoreo de la política
económica de Grecia… y lo primero que hicieron, recién llegados, fue pedir
mayores medidas de austeridad que las acordadas en la última negociación entre
Tsipras y el Eurogrupo (la cual se supone era la definitiva para el otorgamiento
de un tercer y definitivo rescate)… un día
sí y otro también el ministro de finanzas de Alemania, Wolfang Schäuble,
insiste en que la verdadera solución del problema griego pasa por el “Grexit”.
Primeras señales de que lo afirmado
por Alexis Varoufakis, en la entrevista acordada al periódico El País, y que
reproduzco a continuación, es cierto.
“El tercer rescate de
Grecia está diseñado para fracasar”
“El despotismo sádico de la ideología dominante”.
“La lectura moral de esta crisis”. “El abrazo mortal de la deuda”. Yanis Varoufakis(Atenas, 1961) recibe a EL
PAÍS en su céntrica casa de la capital griega, con su famosa moto aparcada en
la esquina. En las distancias cortas, el ya exministro se muestra amable y
desenvuelto. Acerca al periodista una taza de café, se sirve otra y al asomar
la grabadora demuestra por qué se le considera una de las lenguas más afiladas
de la izquierda europea. 45 minutos después, duele dejar fuera de este texto un
puñado de frases como las que sirven para arrancar el párrafo.
De su cabeza perfectamente rasurada no dejan de
brotar ideas y alguna que otra contradicción. Eltercer rescate a Grecia, vaticina,
no va a funcionar; “está diseñado para fracasar” y es el punto final a una
especie de “golpe de Estado” de los acreedores. Berlín tiene un plan para
llevar a la troika hasta París, “el premio gordo”. Y la Europa que atemoriza
con la salida de Grecia del euro, sostiene, va camino de convertirse en una
idea siniestra, con fuertes dosis de prejuicios morales y un pésimo diagnóstico
de la crisis que ha llevado a recetar políticas profundamente equivocadas una y
otra vez.
Pregunta. Dejó
el ministerio hace poco. ¿Cómo es su día a día?
Respuesta. Los
periodistas sospechan que estoy desanimado, pero no entré en política para
hacer carrera. Entré para intentar cambiar las cosas. Y hay que pagar un precio
por tratar de hacerlo.
P. ¿Cuál
es ese precio?
R. El
desdén, el profundo odio del establishment. Si uno llega a la política sin
querer hacer carrera acaba metiéndose en problemas.
P. ¿Tiene
la sensación de haber logrado cambiar las cosas?
R. Por
supuesto. ¿Por qué si no ha venido usted a verme? El Gobierno griego fue
elegido para negociar duro, con argumentos que no eran aceptables para la
eurozona. El mandato de Syriza era claro: conseguir un pacto con Europa con la
idea de decirles a los socios que no podían seguir ahogando a Grecia de esa
forma inhumana. Los griegos nos lanzamos con una fuerza imparable contra un Eurogrupo
con una lógica inamovible e irracional. El resultado ha sido un montón de
ruido. Y espero que también algo de luz.
P. En
su último libro, Economía
sin corbata, le explica la crisis a su hija. Con
el tercer rescate, Grecia seguirá bajo tutela de la extroika hasta mediados de
siglo; hasta que su hija tenga más o menos su edad. ¿Cómo lleva eso?
R. Se
equivoca. No es la antigua troika: la troika ha vuelto.
P. ¿Y
qué le parece que los hombres de negro vayan a seguir
en Atenas hasta que sus nietos sean adultos?
R. No
lo harán. El acuerdo no tiene futuro. Se basa en proseguir con la farsa de la
patada hacia adelante: prorrogar la crisis con nuevos préstamos insostenibles,
y fingir que eso resuelve el problema.
P. ¿Qué
espera entonces de los próximos meses? ¿Nada bueno?
R. El
tercer rescate está diseñado para fracasar. Seamos sinceros: el ministro
alemán, Wolfgang Schäuble, nunca estuvo interesado en pactar nada que pueda
funcionar. Su plan es rediseñar la eurozona: parte de ese rediseño es echar a
Grecia. Creo que está completamente equivocado, pero tiene
mucho poder. Una de las falacias de estos días es presentar el pacto entre
Atenas y los acreedores como una alternativa al plan de Schäuble. No es así: el
acuerdo es parte del plan de Schäuble.
P. ¿Da
por seguro el Grexit?
R. Ojalá
no sea así. Pero habrá mucho ruido, retrasos, incumplimiento de objetivos, más
recesión, problemas políticos. Cuando llegue el momento se verá si Europa
quiere o no seguir adelante con el programa de Schäuble.
P. Berlín
acaba de sugerir un plan para aplicar las reglas del euro aún con más dureza.
R. Schäuble
quiere dejar de lado a la Comisión y crear una especie de autoridad fiscal con
capacidad para echar abajo los presupuestos nacionales, incluso en países que
no estén bajo programa. Es como poner a todos los socios bajo programa. El plan
Schäuble es imponer la troika en todas partes. En Madrid y en Roma. Pero
especialmente en París.
P. ¿París?
R. París
es el premio gordo, el destino final de la troika. El Grexit se usará para crear el miedo necesario en Madrid,
Roma y París.
P. ¿Sacrificar
Grecia para cambiar la fisonomía de Europa?
R. Es
una demostración: esto es lo que pasa si no os sometéis a la troika. Lo
ocurrido en Grecia es un golpe de Estado: la asfixia de un país a través de
restricciones de liquidez. En Bruselas nunca hubo interés por ofrecer un pacto
mutuamente beneficioso. Las ayudas no llegaban; había que hacer frente a
continuos pagos al FMI y al BCE, y al final nos quedamos sin dinero. Luego nos
dieron un ultimátum y nos vimos obligados a cerrar los bancos. El resultado es
el mismo que haber derrocado a un Gobierno o haberle forzado a derrocarse a sí
mismo.
P. ¿En
qué lugar queda Europa en ese relato?
R. Nadie
puede ser libre si una sola persona está esclavizada: esa es la paradoja de
Hegel. España y los demás socios no pueden prosperar, ser libres o cuidar de su
soberanía y sus democracias si se impide a otro socio la prosperidad, la
soberanía o la democracia.
P. Nadie
discute que la austeridad era excesiva ni la necesidad de reestructurar la
deuda: se discute su estrategia negociadora.
R. Nada
de lo relacionado con la austeridad y el alivio de la deuda era indiscutible en
enero: es indiscutible ahora, porque pusimos ese debate sobre la mesa. A todos
los que me dicen que hemos fracasado, les diría que hemos logrado abrir un
debate no solo sobre Grecia, sino sobre Europa, que vale su peso en oro.
P. ¿Le
satisface el resultado?
R. El
euro estaba mal diseñado, como se vio tras el colapso de Lehman. Desde
entonces, Europa vive en estado de negación y ha hecho lo contrario de lo que
debía. Un país como Grecia, con apenas el 2% del PIB europeo, eligió a un
Gobierno que ha puesto sobre la mesa asuntos cruciales; tras seis meses de
lucha hemos perdido la batalla. Pero ganamos la guerra: hemos cambiado el debate.
P. ¿Entonces
le basta con eso?
R. Por
supuesto. No puedo cuantificar ese resultado; no puedo decirle cuántos miles de
millones vale transformar el debate. Pero hay cosas que se miden por su valor,
no solo por su precio.
R. Vamos
a separar dos cosas. Había un esquema, denominado plan X, un plan de
contingencia para responder a los actos de agresión por parte del BCE, el
Eurogrupo y demás instituciones. Y un diseño para un nuevo sistema de pagos a
través de la oficina de impuestos. Este sistema se debería haber aplicado de
todos modos; debería aplicarse mañana. Pero el plan X ya es historia.
P. Según
Tsipras, no había alternativa al pacto. ¿Con el plan B está usted diciendo lo
contrario?
R. Desde
joven he rechazado esa idea thatcheriana de que no hay alternativa. Siempre la
hay.
P. Ha
hablado de terrorismo monetario y de
tortura fiscal. ¿Esa retórica no fue
muy nociva?
R. Esa
idea de la tortura fiscal es una descripción exacta de lo sucedido. La idea es
que al torturado se le mete la cabeza en el agua; antes de que se asfixie, se
le permite respirar para después volver a sumergírsela, y así hasta que
confiese. A Grecia se le asfixia con la falta de liquidez. Incluso tras el
rescate, los socios han dado solo 7.000 millones, lo justo para pagar al FMI y
al BCE: de esa manera el Gobierno sigue bajo absoluto control. En cuanto al
terrorismo, el 25 de junio los acreedores nos obsequiaron con una propuesta
para cinco meses, a sabiendas de que era imposible cumplir las condiciones.
Decidimos someterla a referéndum, y pedimos una extensión del rescate de dos
semanas para votar en paz. El Eurogrupo nos negó esa ampliación; nos obligó a
cerrar los bancos. En una economía moderna, cerrar los bancos es la peor forma
de terrorismo monetario. ¿Qué es el terrorismo, sino perseguir una agenda
política mediante el miedo? Eso hicieron: aterrorizar a la gente sobre los
efectos de votar no. Si en Bruselas se hubieran abstenido de asustar a los
griegos, yo no habría usado esa palabra.
P. ¿Llamar
criminal al FMI, como hizo Tsipras, favoreció en algo las condiciones del
acuerdo?
R. Seamos
precisos: Tsipras habló de un programa de negligencia criminal que impuso a los
griegos una crisis monumental, incluida una crisis humanitaria. No subimos el
nivel de nuestra retórica hasta final de junio. Hasta ahí fuimos extremadamente
corteses, pese a la increíble hostilidad del Eurogrupo. Para entonces, Tsipras
había acordado el 90% del programa. ¿Qué hicieron los acreedores? Dar marcha
atrás y volver a plantear medidas inaceptables, por ejemplo en el IVA. Ese fue
un acto de agresión: ahí hablamos de negligencia criminal.
P. Si
el acuerdo es tan malo, ¿por qué lo aceptó Tsipras?
R. Eso
debe preguntárselo a él.
P. ¿Por
qué no consiguió un solo aliado en el Eurogrupo?
R. Esa
idea de que el Eurogrupo son 18 contra uno es ilusoria. Hay una pequeña minoría
que cree en la austeridad. Hay un grupo mayor de Gobiernos que no creen en la
austeridad, pero están obligados a defenderla porque la impusieron. Y todavía
un tercer grupo, con Francia, que ni cree en la austeridad ni la practica.
P. ¿Los
griegos que votaron a un partido de izquierdas entienden las fotos en Paris
Match?
R. Dese
un paseo conmigo por las calles y verá. Aun así, me arrepiento de esa sesión
fotográfica, por lo demás estéticamente terrible. Puede que no me crea, pero
cuando acepté no conocía Paris Match. Cometí el error de aceptar la sesión de
fotos. Pido disculpas.
P. Una
vez dijo que el legado de Thatcher fue la peligrosa financiarización de la
economía y, sobre todo, Tony Blair. ¿Qué legado dejará Angela Merkel?
R. Europa
corre el riesgo de convertirse en una jaula de hierro: espero que la canciller
Merkel no quiera dejar esa herencia.
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