abril 29, 2015

De la Nada... al Todo... para regresar a la Nada. VIRTUAL PRESENCIA... REAL AUSENCIA.



Primero, lo primero.
Primero… ¿fue, hubo? la NADA… ¿Cómo rendir cuenta de la existencia de lo inexistente, con cual verbo?

Después… el principio de TODO… el inexplicable, inconcebible, Big Bang… el surgimiento  del Universo (algunos prefiriendo recurrir a la palabra creación en lugar de surgimiento, de la misma manera que prefieren el sereno Dios a la temible Nada.)

Pasa el tiempo (si es que este existe)… el Cosmos se desarrolla, se expande… en algún lugar de una galaxia nombrada la Vía Láctea, ¿nace? el planeta Tierra… cuya  azarosa pero precisa proximidad a su estrella hace posible la ¿aparición? del agua en su estado liquido.

Del lo inanimado nace lo animado… la vida.
El azul del oxigeno… el verde de la clorofila.
Las plantas… los animales… ocupan todo el planeta.
En un lugar de un continente hoy llamado África… fruto de la incesante evolución… hace su aparición el Hombre.

Adans y Evas que saldrán de su cuna para conquistar la totalidad del planeta. No conviviendo con la naturaleza sino haciéndola suya, domesticándola, explotándola. ¡Depredadores!... sabiéndose depredadores… escogiendo, queriendo serlo.

Mortales todos… pero capaces de perpetuar la especie… hasta llegar a soñar con dejar de ser lo que son… humanos… humanos y por su naturaleza propia mortales.
Minúsculo conglomerado de células… eso sí, dotado de consciencia… en busca del Infinito… la inmortalidad.

Mientras obran para alcanzar este sueño… los ellos se encuentran con las ellas, las ellas con los ellos… los ellos con los ellos… las ellas con las ellas.

Yo contigo.

Posiblemente varios “contigos”… varias ellas y varios ellos… pero siempre… cada El y cada Ella, sin alcanzar superar su unicidad… su esencial soledad.

Parte del Mundo, parte del TODO… pero… incapaces de habitar El Mundo, extraños al Mundo, ausentes del Mundo.


Sabedores que somos de nuestra finitud, conscientes de nuestra temporalidad, de que nuestra involuntaria llegada al TODO nos lleva inexorablemente a la NADA… nos embarga un hondo, profundo, sentimiento de inexistencia, de vacío, de ausencia… necesitados de quien nos acompañe en este camino que no lleva a ninguna parte, más que a la Nada… necesitados de compartir nuestra AUSENCIA con alguna PRESENCIA.



Sea quien sea yo… seas quien seas tú… sé, sabes, que necesito de tu presencia para soportar (vencer seria una utopía) mi propia ausencia.
También sé, sabes, que tu presencia es cada día más virtual… que tu ausencia es cada día más real.
Sé, sabes, que con el tiempo, la distancia que separa tu virtual presencia de tu real ausencia… se ensancha o se estrecha (según lo interprete cada quien) cada día un poco más.
                                 
No puedo resignarme por más tiempo al dolor de que tu presencia sea ausencia… mi realidad, virtual.

Gracias por lo que me diste… y lo que no supe pedirte.
Perdón… por lo que no supe darte.

Esta es mi condición… esta es tu condición… humana condición.

Ninguna relación de “cercanía emocional” nunca perdura… cuanto más intensa y profunda, peor… porque… YO soy, y siempre seré YO… TÚ eres, y siempre serás TÚ.

El convivir puede ser duradero… el afecto sincero… la estima inestimable… el COMPARTIR... solo pasajero, ilusorio, falaz, evanescente… quimérico.

Cercanos… pero solos… acompañados pero solos.
Extranjeros desde siempre, extraños para siempre.
Yo y tu… yo y ellos.
Sufrimiento y dolor… emocional y corporal… sempiterno e incesante.

Tú sigues… yo me quedo.

Solo YO… solo.






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