agosto 28, 2014

PERDI EL TREN.


UNO…como muchas personas lo saben… por lo menos todas las por las cuales siento respeto, y cariño… algunas de las cuales espero que también sientan lo mismo hacia mi persona… hace aproximadamente tres meses sufrí un infarto agudo del miocardio, de gran magnitud (de haberse tratado de un terremoto habría, sin duda rebasado los 9 grados Richter, y quizás alcanzado los 10)… llegando a urgencias de un hospital del sur de la ciudad, con paro cardiorespiratorio… mismo que la celeridad y pericia del personal que me atendió, bajo la supervisión de mi cardiólogo y su equipo, logre superar después del “clásico” protocolo de resucitación (doble sesión de masaje cardiaco y empleo del desfibrilador) y la colocación de un primer stent, seguido de la colocación de tres mas apenas dos días después (lo cual según algunos cardiólogos fue una hazaña muy pocas veces (quizás nunca) vista en México (la cual incluso ameritara la redacción de un artículo en una prestigiosa revista de cardiología e incluso la presentación del caso en un congreso de cardiología que tendrá lugar en Chicago).

DOS… muchas de estas mismas personas saben que la muerte (en general, pero obviamente la mía en particular) ha sido un tema recurrente de mis reflexiones.
Como también saben que, en cuanto a la mía, hace ya bastante tiempo que el cuándo ha dejado de tener la importancia que en un tiempo ya lejano tuvo,  quedándome con él solo como… temiendo el dolor, innecesario y carente de sentido… pero también (y quizás con mayor importancia) la perdida de las facultades mentales y/o físicas cuya carencia aniquilan la digna humanidad… además de resultar un calvario para quienes tienen que cuidar diariamente y hasta en sus mas mínimos detalles la física supervivencia del enfermo…en resumen, un verdadero calvario, o peor, infierno… tanto para el enfermo que para quienes se sienten con la obligación de cuidarlo.
Obviamente que en este caso, para mí, la opción largamente madurada, es, sin duda alguna, el suicidio… de mi propia mano (si me encuentro todavía en posibilidad de hacerlo) o asistido (en caso de no poder llevarlo a cabo yo mismo). Ya se que en caso de ser necesario puedo contar con la efectiva comprensión de algunas personas.

TRES… desde mucho tiempo atrás, casi de toda la vida he tenido la suerte de poder disponer de una “muda confidente”… una hoja de papel en blanco que voy rellenando con las letras del alfabeto, que forman palabras y frases que van constituyéndose en relatos… así como también, en algunas muy contadas ocasiones seres humanos, de preferencia del género femenino, que están dispuestos a escucharme o leerme.
Aun que tengo que reconocer que, por mi desgracia, la hoja de papel siempre me ha sido más fiel que los seres humanos en cuestión… que comprensiblemente no deben de gozar demasiado el género de discursos o de textos que suelo relatar (pesimistas o incluso macabros, dirán algunos… cuando para mí no son más que la expresión de unos sanos, esenciales y necesarios escepticismo y lucidez… un escepticismo lucido… o un lucido escepticismo… lo cual no es precisamente lo mismo.)

CUATRO… he aquí, para terminar,  el perfecto ejemplo de lo antes dicho… desde que la medicina y los médicos me regresaron a este mundo (que dicen ser el de los vivos… que por suerte pocos se atreven a calificar como el de seres dotados de “existencia”… el ingrediente más escaso que germina en esta tierra) no puedo dejar de pensar… que quizás perdí el tren… la oportunidad de tener la muerte “soñada”, casi instantánea, casi sin dolor, sin verdadero temor, sin consciencia de su llegada (perdí el conocimiento en la ambulancia y solo la recobre a la hora en que me internaban en la unidad coronaria, con una total pérdida de memoria de lo sucedido entre mi pérdida de conocimiento y el regreso de este)

CINCO… me consuelo diciéndome que así, quizás, evite un cierto dolor a los seres que me quisieron o siguen queriéndome, en calidad de lo que sea… y poder seguir disfrutando (a veces gozar) del masoquista placer de llenar algunas páginas blancas de signos… que supuestamente otorgan un cierto sentido a lo ahí vertido… y lo que me queda de vida… sea poco o mucho.

SEIS… por esta vez se me fue el tren… pero regresara… de esto no tengo la menor duda…esperando tomar uno similar en la misma estación.


Todos los dias se van hacia la muerte:  el ultimo llega. Michel de Montaigne

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