junio 26, 2014

TIEMPO DE MUNDIAL... anecdotario del segundo medio tiempo.


Antes que nada, quiero subsanar un olvido en el Primer medio tiempo de mi muy particular partido:
Encontrándome en la unidad coronaria… cada noche o cada vez que me sentía francamente mal… advertía, al médico de turno o a la enfermera presente, no con voz de suplica, sino con la fuerza de una orden (toda la fuerza que me permitía mi estado)… que en caso de un segundo infarto, nadie intentara reanimarme, que me dejaran partir con la mayor paz posible. Claro esta que dudo mucho que en este supuesto caso algún miembro del personal medico hiciera caso de mi deseo… por su posible religiosidad o por la ética profesional de cualquier medico (el famoso juramento de Hipócrates)… cualquiera, todos, se hubiesen empeñado en tratar de salvarme la vida una vez mas.
Aprovecho para afirmar (reafirmar por enésima vez), mi convicción al derecho de toda persona de decidir poner fin a su vida si tal es su soberana decisión… lo que en el campo de la medicina se conoce como el derecho a la eutanasia.


Si en el precedente texto, a mi manera, conté, el primer medio tiempo de este particular partido entre la Ciencia Médica y la Parca (definitivamente, entre “La Faucheuse” francesa, la “Huesuda” mexicana y la “Parca” griega, me decanto por esta última)… porque no seguir contando el partido… el segundo medio tiempo.

No hay duda que el primer medio tiempo fue, por mucho, el más dramático, el más emocionante, el más épico, el realmente vital… en el cual en una lucha a muerte, esta quedo provisionalmente vencida, por un estrecho marcador de uno a cero.

Después llego el medio tiempo, el del retorno a los vestidores, para descansar de esta lucha titánica… y en vista del resultado, cambiar la estrategia, que por lo pronto ya no consiste en morir o vencer, sino mas simplemente en como consolidar este resultado favorable a la vida y contrario a la muerte.

He aquí el desarrollo… casi en tiempo real, casi en vivo, de este segundo medio tiempo… insufrible para los espectadores, aburrido y tedioso hasta más no poder.
Que se juega despacito, sin ganas, sin emoción, con total apatía (para los futboleros, como Messi en sus últimos partidos de esta pasada temporada en el Barça)
Además, con un único jugador de este lado de la cancha, atado las veinticuatro horas del día a un aparato que le proporciona oxigeno y cuyo tubo no le permite ir más allá de quince metros.

Claro que podría aprovechar este tiempo para leer la docena de libros que, bien colocados en su estantería o regados por toda la casa, esperan a que alguien los abra.
Escuchar la música que le agrada… ver las películas que le complacería mirar por primera vez o ver nuevamente las que mas le gustaban antes de entrar en esta cancha… pero ni eso… solo el aburrimiento, el tedio… y la intoxicación de los numerosos partidos de fut que se juegan en otras canchas… allá por Brasil.

Es casi una tragicomedia… decenas y decenas de partidos que atrapan su atención y lo dejan prácticamente todo el día clavado en su sillón frente a la pantalla… cuando la lectura, la escritura y el oír su música era lo que más gozaba… pero hoy (salvo la escritura por pequeños momentos como estos) paradójicamente no puede disfrutar porque se siente sin la fuerza mental que esto demanda.
 Si tiempo atrás ( no tanto) Marx dijo que la religión era el opio del pueblo… hoy que Dios ha muerto… sin pretender ser el Marx de hoy… afirmo que las pantallas de toda índole (TV, Ipad, Smartphone, etcétera) son una parte más que relevante del opio del pueblo, de su atomización, individuación, pérdida del sentido de pertenencia, extravió de la tan importante significación e vivencia del “Bien Común”, de las libertades y los deberes que implica ser un verdadero “ciudadano” (miembro de una comunidad de la cual por decisión propia, en igualdad de condiciones que todos los demás miembros, participa en las decisiones que marcan su presente y construyen su porvenir, tanto el suyo propio como el de la comunidad) y no un apático espectador (en 1967 el filosofo y teórico situacionista Guy Debord, publico el libro “La Sociedad del Espectáculo”… dentro de 3 años este libro cumplirá 50 años… y sigue siendo uno de los más relevantes para entender nuestra actual sociedad.)

Así que después de este paréntesis pseudosociológico, ante la pobreza del espectáculo en mi particular cancha… solo contare algunos de los raros momentos más relevantes… anécdotas.


La comida.
Empezaremos con una generalidad… pero que tiene gran importancia… quizás la mayor… la comida (el acto de comer) antes era un placer, incluso en algunas ocasiones especiales un verdadero gozo… ahora es solo una obligación fisiológica mas… la ingurgitación, a disgusto, de algo insípido… solo variando el grado de esta insipidez (lo siento por Marina que se esfuerza y pone todo su empeño en tratar de cocinar algo que me guste, o por lo menos no me disguste.)


Los buitres capitalistas.
Desde mi primer día de internamiento en la unidad coronaria, mi esposa Marina tuvo que soportar un sin número de llamadas telefónicas, a todas horas del día e incluso en alguna ocasión de la noche. Llamadas de un tal Despacho Muñoz que nos ordenada pagar un adeudo de alrededor de 340 pesos de una tarjeta bancaria (Banamex para no nombrarla) que el mismo banco había cancelado desde el 13 de octubre del 2013 (por gastos sospechosos que habían detectado y que efectivamente no había yo realizado)… esto, evidentemente sin dar razón alguna del porque… simplemente ordenando y amenazando de las repercusiones legales en caso de no proceder a tal pago.

Encontrándome ya en casa me toco contestar una primera.de estas llamadas, a la cual intente explicar mi estado de salud y que fueran un poco mas explícitos en cuanto al supuesto adeudo… obviamente sin tener en consideración mi estado de salud ni obtener aclaración alguna. Unos cuantos minutos después, nueva llamada del dicho despacho con los mismos mandamientos y amenazas… imposible de establecer un dialogo con alguien (cuesta trabajo emplear el término “alguien” en lugar de “algo”) que no esta dispuesto a escuchar y establecer un dialogo… asi que me exalto muchísimo… le grito, ya no me acuerdo que, con toda la fuerza de la cual soy capaz… terminando diciéndole “mire terminare con solo tres palabras DEJE  DE CHINGAR.

Evidentemente que siguieron chingando, hasta que haciendo intervenir el Banco, el asunto se aclaro  (para ellos, no para mí) y… para poner fin a este injustificado e insoportable acoso se  pago el inexistente adeudo con todos y sus intereses y recargos por el tiempo transcurrido.
Lector… quizás no entiendas el porqué de la integración de  esta “anécdota” en la historia de este segundo medio tiempo… simplemente porque encontrándome como me encontraba y con la exaltación con la cual conteste, esta anécdota bien hubiera podido transformarse en algún tipo de arritmia… y de ahí para adelante.

Sabía desde siempre que, como parte del sistema financiero actual que obtiene enormes ganancias especulativas, simplemente moviendo un dinero que no le pertenece de un lado a otro… se empeña en acosar, anónimamente y sin dar explicación alguna, durante más de una semana un simple tarjetahabiente por una suma de 340 pesos que no debe (consultando el Buro de Crédito, este retorta que la tarjeta en cuestión fue cancelada y con un saldo de cero.) Concluyendo, sabia que estas instituciones financieras eran una plaga que vivía de la especulación, unos “chupa sangre”… hoy se que también son UNOS BUITRES.


El pato.
Padeciendo de un cierto grado de incontinencia urinaria desde la total extirpación (o prostatectomia radical) de mi próstata cuando se detecto un cáncer en la misma… me veo en la obligación de vaciar mi vejiga cada tres o cuatro horas en la noche (en realidad lo mismo durante el periodo diurno)
Convaleciente, para no levantarme en la noche,  he decidió hacer uso del recipiente conocido en el ambiente hospitalario como “pato”, cuyo contenido vacio en una cubeta que se encuentra al lado de mi cama.

Todo marcha bien… hasta que una noche, al querer alcanzar el pato, este se cae… ¡¡¡mierda!!! Sin bajarme de la cama me estiro lo más que puedo para llegar al suelo buscándolo a tiendas… sin encontrarlo.
¿Qué hago… llamo a Marina que dúreme en la cama contigua? Ni pensarlo… está agotada y necesita dormir.
Entonces me estiro todavía más… y lo encuentro, mejor dicho lo toco. Pero no alcanzo a atraparlo… se resbala. Un último esfuerzo… milagro… encuentro la asa del famoso pato y logro subirlo a mi cama.
Lo uso… pero siento que mi corazón de desboca… ¿a cuántas pulsaciones latera?... ¿no hare una arritmia (lo más temido en esta época de recuperación)?... antes de que la posibilidad se vuelva temor… me quedo dormido. En la mañana siguiente… todo queda en un mal recuerdo.


Primera salida… obviamente al cardiólogo.
Hoy tengo mi primera cita con mi cardiólogo. Ya en su consultorio… las preguntas… la medición de la presión arterial y las pulsaciones… y el electrocardiograma.

De entrada me advierte de que ya nunca tendré un electrocardiograma “normal”, dado que una parte del tejido del corazón sufrió una necrosis por falta de oxigenación como consecuencia del infarto.
Después, frente a su escritorio intenta explicarme (por lo menos es lo que entendí) que básicamente se puede desmenuzar un electro en tres partes, la cuales deben de tener una cierta “longitud”. En mi caso la primera parte es más corta de lo debido, la segunda es normal y la tercera, al revés de la primera, es más larga de lo debido… que no hay de que preocuparse… que con el tiempo, los medicamentos y la “rehabilitación cardiaca” (que se lleva a cabo en el mismo hospital) estas disparidades deberían de corregirse para aproximarse mucho a la normalidad.
¿En cuánto tiempo?... no hay regla escrita, es distinto para cada paciente… para él lo más importante es la “rehabilitación cardiaca”… que de momento no puedo empezar, hasta que el neumólogo lo autorice.

Tengo entendido que el programa de ejercicios de dicha rehabilitación, depende de una primera prueba de esfuerzo. Estando en Terapia intermedia, me visito en dos ocasiones el cardiólogo a cargo de esta rehabilitación… le pregunte por los riesgos de la tal  prueba de esfuerzo con un corazón muy maltratado y convaleciente… me dijo que la prueba tiene en consideración este hecho… que él estará presente monitoreando en todo momento los signos vitales… que algunos pacientes van muy bien (de acuerdo al estado de su corazón), que otros menos y que el equipo presente tiene que intervenir (caso de posible arritmia de menor o mayor gravedad… y que algunos… simplemente mueren en el intento (nunca supe si lo me dijo en serio o como una broma... de mal gusto)
Decididamente no hare esta prueba de esfuerzo, no solo hasta que el neumólogo la autorice… pero también mi cardiólogo.
La verdad es que creo que cuando me toque… antes de empezarla…del puro temor, mi corazón latera a mil por hora… y exigiré tener a la mano un mando que me permita personalmente ponerle fin cuando así lo sienta necesario.

Al término de la consulta mi cardiólogo me dice que debería de solicitar que me trasladen a mi coche en una silla de rueda. Me niego… si en mi casa voy de una lado a otro caminando sin problema, no veo porque la necesidad de una silla de rueda para ir hasta mi coche. No insiste mas, recalcándome únicamente que en este momento no puedo solicitar de mi corazón demasiados esfuerzos… y que si salgo a la calle, tendrá que ser en silla de ruedas… definitivo… no saldré, me quedare en mi casa.


Los familiares me visitan.
Independientemente de mi hijo Xavier y mi nieta Niaya…todos los días, o casi todos, tengo la visita de mis familiares (en realidad los de Marina: mis cuñados, mis cuñadas, mis sobrinos y sobrinas… sin olvidar mi suegra) que vienen para ver la evolución de mi recuperación…. se quedan algunos minutos…las preguntas de rigor…y las respuestas también de rigor… la verdad no les hago gran caso…visitas de cortesía… que se tienen que agradecer… y agradezco. Son Sampietro… soy Torrent… con todo lo que esto representa… ahí está toda la diferencia. Cuando salí con Marina y me case con ella… me aceptaron y desde entonces siempre me han respetado… los acepte y siempre los respete. Evidentemente que hay más simpatía o cercanía (por lo menos de mi parte) para los sobrinos y las sobrinas que conocí desde que nacieron... el ver crecer una flor en tierra, viva, es siempre más “emotivo” que el talló de una flor que te regalan. 

Hay que admitir que la falta de un verdadero cariño… proviene también (sobre todo) de que trabajando en sus empresas textiles (cuando mi verdadero profesión era periodista), económicamente les debo todo… que fueron mis patrones y yo su empleado (por lo menos siempre así lo considere, ignoro si por su parte fue lo mismo). Relación de subordinación que para alguien cuyo ideario se resume a “no aceptar nunca la sumisión, no ejercer nunca la dominación” supuso un cumulo de acciones (despidos, sanciones disciplinarias, defender la posición de la empresa en las revisiones de las condiciones contractuales, etcétera) de las cuales no puedo enorgullecerme sino todo lo contrario… mas, si uno siempre tiene la posibilidad (mas no la valentía) de decir NO. Es lo que elegantemente, en el día con día, nombramos como “compromisión”… cuando, al llegar el tiempo de la reflexión uno lo siento, como lo que es… traición… a sí mismo. En estas condiciones de subordinación laboral y económica… se puede dar y sentir un verdadero  respeto mas no un verdadero cariño… por lo menos no por mi parte.

Pero no me quejo, no cualquier patrón trata a sus empleados (aun si estos son parientes)… como me trataron a mi… pagándome mucho más que lo que mi labor valía en el mercado del trabajo y siempre respetando mi persona y mi trabajo… como dicen aquí en México “nunca se metieron conmigo”… es de agradecerse… y se los agradezco.

No es mi intención ni voluntad herir los sentimientos de nadie…  si alguno o algunos de los aludidos, de verdad llego o llegaron a sentir por mi algo que se parezca a un verdadero cariño… les pido mil disculpas por haberlo puesto en duda,


Peso.
Llegue al hospital pesando 84 kilos, lo cual para una estatura de 1.73 metros es obviamente demasiado. No me considero obeso (la palabra o el concepto de moda que hoy es designado como culpable de todos los malos… al tiempo que sirve para culpabilizar individualmente a todos de su estado de salud… y, como parte del proceso de mercantilización, constituye el perfecto pretexto para desarrollar a gran velocidad y envergadura un nuevo “nicho de mercado”  Te lavo el coco, a toda hora del día y de la noche incitandote a comer productos chatarra, te culpo por tu obesidad, te incito a la compra de miles de productos para bajar de peso (obviamente que ninguno sirve) y al final de la cadena, después de sufrir decenas de enfermedades debidas a tu obesidad (de la cual eres el único culpable) te vendo un ataúd a tu medida para que descanses en paz sin que este te apriete por todos lados) pero si “pasado de peso” ( o como dicen quienes saben de esto, en “sobrepeso”)

Hoy, después de salir  del hospital y estar “recuperándome en mi casa (“hospitalizado en casa” como dijo un médico) peso entre 75 y 76 kilos… dependiendo del momento y las circunstancias, si acabo de comer o no, si acabo de evacuar o no. ¡¿Cuál será mi ignorancia de la lengua de Cervantes, si antes de ingresar hospital (donde la oí por primera vez), desconocía esta palabra, la cual para mí era simple e inequívocamente “ir al baño”. 

Obviamente mis piernas ya no son más que palitos, mis brazos se parecen a los de los antiguos espantapájaros (que no espantaban a ningún pájaro sino únicamente a los borrachitos que llegado la noche intentaban llegar a su casa por el camino más corto y discreto, o sea atravesando los campos.) Mi reloj que antes me apretaba la muñeca ahora baila en ella, contento de haber reconquistado su libertad de movimiento.

Para mi desgracia (¡se ve tan fea una barriga prominente!) lo único que quedo tal cual es mi panza, su talla, su circunferencia. ¿Sera que como para los camellos y dromedarios, esta reserva de grasa sirve (es utilizada por el cuerpo) como ultima fuente de energía en caso de “pasar hambre”? 
Me viene a la memoria que mi madre que si había pasado mucha hambre durante la guerra civil española y mucho mas todavía en la posguerra (no fue hasta el año 1947 que alcanzo en Francia a mi padre, de la cual era novia desde antes de  la guerra, o durante el transcurso de esta… increíble, novios durante ocho años correspondiendo únicamente por carta. Por cierto guardo un dibujo que le hizo mi padre a su novia desde el campo de concentración de Argeles, también existía un magnifico porta retrato esculpido en un hueso, pero desgraciadamente esta se ha extraviado)… cuando dejaba algo en el plato o me rehusaba a comer algo que no era de mi agrado, me decía “¡Como se nota que nunca has pasado hambre!”... pero nunca insistio.


Para terminar.
Falta mucho para una total recuperación y en este segundo medio tiempo pueden suceder todavía muchas anécdotas trágicas, cómicas o tragicómicas… pero siento que para no seguir aburriendo al posible lector, llego el momento de suspenderlo.

Espero que dentro de algunos días tenga la suficiente fuerza mental para seguir con mi texto POURQUOI PAS DEMAIN, que será parte esencial de mi legado a mis hijos.


 


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