Antes que nada,
quiero subsanar un olvido en el Primer medio
tiempo de mi muy particular partido:
Encontrándome en
la unidad coronaria… cada noche o cada vez que me sentía francamente mal… advertía,
al médico de turno o a la enfermera presente, no con voz de suplica, sino con
la fuerza de una orden (toda la fuerza que me permitía mi estado)… que en caso
de un segundo infarto, nadie intentara reanimarme, que me dejaran partir con la
mayor paz posible. Claro esta que dudo mucho que en este supuesto caso algún miembro del
personal medico hiciera caso de mi deseo… por su posible religiosidad o por la ética
profesional de cualquier medico (el famoso juramento de Hipócrates)… cualquiera, todos, se hubiesen empeñado en tratar de salvarme
la vida una vez mas.
Aprovecho para afirmar
(reafirmar por enésima vez), mi convicción al derecho de toda persona de
decidir poner fin a su vida si tal es su soberana decisión… lo que en el campo de
la medicina se conoce como el derecho a la eutanasia.
Si
en el precedente texto, a mi manera, conté, el primer medio tiempo de este
particular partido entre la Ciencia Médica y la Parca (definitivamente, entre
“La Faucheuse” francesa, la “Huesuda” mexicana y la “Parca” griega, me decanto
por esta última)… porque no seguir contando el partido… el segundo medio
tiempo.
No
hay duda que el primer medio tiempo fue, por mucho, el más dramático, el más
emocionante, el más épico, el realmente vital… en el cual en una lucha a
muerte, esta quedo provisionalmente vencida, por un estrecho marcador de uno a
cero.
Después
llego el medio tiempo, el del retorno a los vestidores, para descansar de esta
lucha titánica… y en vista del resultado, cambiar la estrategia, que por lo
pronto ya no consiste en morir o vencer, sino mas simplemente en como
consolidar este resultado favorable a la vida y contrario a la muerte.
He
aquí el desarrollo… casi en tiempo real, casi en vivo, de este segundo medio
tiempo… insufrible para los espectadores, aburrido y tedioso hasta más no
poder.
Que
se juega despacito, sin ganas, sin emoción, con total apatía (para los
futboleros, como Messi en sus últimos partidos de esta pasada temporada en el
Barça)
Además,
con un único jugador de este lado de la cancha, atado las veinticuatro horas
del día a un aparato que le proporciona oxigeno y cuyo tubo no le permite ir
más allá de quince metros.
Claro
que podría aprovechar este tiempo para leer la docena de libros que, bien
colocados en su estantería o regados por toda la casa, esperan a que alguien
los abra.
Escuchar
la música que le agrada… ver las películas que le complacería mirar por primera
vez o ver nuevamente las que mas le gustaban antes de entrar en esta cancha…
pero ni eso… solo el aburrimiento, el tedio… y la intoxicación de los numerosos
partidos de fut que se juegan en otras canchas… allá por Brasil.
Es
casi una tragicomedia… decenas y decenas de partidos que atrapan su atención y
lo dejan prácticamente todo el día clavado en su sillón frente a la pantalla…
cuando la lectura, la escritura y el oír su música era lo que más gozaba… pero
hoy (salvo la escritura por pequeños momentos como estos) paradójicamente no
puede disfrutar porque se siente sin la fuerza mental que esto demanda.
Si tiempo atrás ( no tanto) Marx dijo que la
religión era el opio del pueblo… hoy que Dios ha muerto… sin pretender ser el
Marx de hoy… afirmo que las pantallas de toda índole (TV, Ipad, Smartphone,
etcétera) son una parte más que relevante del opio del pueblo, de su
atomización, individuación, pérdida del sentido de pertenencia, extravió de la
tan importante significación e vivencia del “Bien Común”, de las libertades y
los deberes que implica ser un verdadero “ciudadano” (miembro de una comunidad
de la cual por decisión propia, en igualdad de condiciones que todos los demás
miembros, participa en las decisiones que marcan su presente y construyen su
porvenir, tanto el suyo propio como el de la comunidad) y no un apático
espectador (en 1967 el filosofo y teórico situacionista Guy Debord, publico el
libro “La Sociedad del Espectáculo”… dentro de 3 años este libro cumplirá 50
años… y sigue siendo uno de los más relevantes para entender nuestra actual
sociedad.)
Así
que después de este paréntesis pseudosociológico, ante la pobreza del
espectáculo en mi particular cancha… solo contare algunos de los raros momentos
más relevantes… anécdotas.
La comida.
Empezaremos
con una generalidad… pero que tiene gran importancia… quizás la mayor… la
comida (el acto de comer) antes era un placer, incluso en algunas ocasiones
especiales un verdadero gozo… ahora es solo una obligación fisiológica mas… la
ingurgitación, a disgusto, de algo insípido… solo variando el grado de esta
insipidez (lo siento por Marina que se esfuerza y pone todo su empeño en tratar
de cocinar algo que me guste, o por lo menos no me disguste.)
Los buitres
capitalistas.
Desde
mi primer día de internamiento en la unidad coronaria, mi esposa Marina tuvo
que soportar un sin número de llamadas telefónicas, a todas horas del día e
incluso en alguna ocasión de la noche. Llamadas de un tal Despacho Muñoz que
nos ordenada pagar un adeudo de alrededor de 340 pesos de una tarjeta bancaria
(Banamex para no nombrarla) que el mismo banco había cancelado desde el 13 de
octubre del 2013 (por gastos sospechosos que habían detectado y que
efectivamente no había yo realizado)… esto, evidentemente sin dar razón alguna
del porque… simplemente ordenando y amenazando de las repercusiones legales en
caso de no proceder a tal pago.
Encontrándome
ya en casa me toco contestar una primera.de estas llamadas, a la cual intente
explicar mi estado de salud y que fueran un poco mas explícitos en cuanto al
supuesto adeudo… obviamente sin tener en consideración mi estado de salud ni
obtener aclaración alguna. Unos cuantos minutos después, nueva llamada del
dicho despacho con los mismos mandamientos y amenazas… imposible de establecer
un dialogo con alguien (cuesta trabajo emplear el término “alguien” en lugar de
“algo”) que no esta dispuesto a escuchar
y establecer un dialogo… asi que me exalto muchísimo… le grito, ya no me acuerdo
que, con toda la fuerza de la cual soy capaz… terminando diciéndole “mire
terminare con solo tres palabras DEJE DE
CHINGAR.
Evidentemente
que siguieron chingando, hasta que haciendo intervenir el Banco, el asunto se
aclaro (para ellos, no para mí) y… para
poner fin a este injustificado e insoportable acoso se pago el inexistente adeudo con todos y sus
intereses y recargos por el tiempo transcurrido.
Lector…
quizás no entiendas el porqué de la integración de esta “anécdota” en la historia de este
segundo medio tiempo… simplemente porque encontrándome como me encontraba y con
la exaltación con la cual conteste, esta anécdota bien hubiera podido
transformarse en algún tipo de arritmia… y de ahí para adelante.
Sabía
desde siempre que, como parte del sistema financiero actual que obtiene enormes
ganancias especulativas, simplemente moviendo un dinero que no le pertenece de
un lado a otro… se empeña en acosar, anónimamente y sin dar explicación alguna,
durante más de una semana un simple tarjetahabiente por una suma de 340 pesos
que no debe (consultando el Buro de Crédito, este retorta que la tarjeta en
cuestión fue cancelada y con un saldo de cero.) Concluyendo, sabia que estas
instituciones financieras eran una plaga que vivía de la especulación, unos
“chupa sangre”… hoy se que también son UNOS BUITRES.
El pato.
Padeciendo
de un cierto grado de incontinencia urinaria desde la total extirpación (o
prostatectomia radical) de mi próstata cuando se detecto un cáncer en la misma…
me veo en la obligación de vaciar mi vejiga cada tres o cuatro horas en la
noche (en realidad lo mismo durante el periodo diurno)
Convaleciente,
para no levantarme en la noche, he
decidió hacer uso del recipiente conocido en el ambiente hospitalario como “pato”,
cuyo contenido vacio en una cubeta que se encuentra al lado de mi cama.
Todo
marcha bien… hasta que una noche, al querer alcanzar el pato, este se cae…
¡¡¡mierda!!! Sin bajarme de la cama me estiro lo más que puedo para llegar al
suelo buscándolo a tiendas… sin encontrarlo.
¿Qué
hago… llamo a Marina que dúreme en la cama contigua? Ni pensarlo… está agotada
y necesita dormir.
Entonces
me estiro todavía más… y lo encuentro, mejor dicho lo toco. Pero no alcanzo a atraparlo…
se resbala. Un último esfuerzo… milagro… encuentro la asa del famoso pato y
logro subirlo a mi cama.
Lo
uso… pero siento que mi corazón de desboca… ¿a cuántas pulsaciones latera?...
¿no hare una arritmia (lo más temido en esta época de recuperación)?... antes
de que la posibilidad se vuelva temor… me quedo dormido. En la mañana siguiente… todo queda en un mal recuerdo.
Primera salida…
obviamente al cardiólogo.
Hoy
tengo mi primera cita con mi cardiólogo. Ya en su consultorio… las preguntas…
la medición de la presión arterial y las pulsaciones… y el electrocardiograma.
De
entrada me advierte de que ya nunca tendré un electrocardiograma “normal”, dado
que una parte del tejido del corazón sufrió una necrosis por falta de oxigenación como consecuencia del
infarto.
Después,
frente a su escritorio intenta explicarme (por lo menos es lo que entendí) que
básicamente se puede desmenuzar un electro en tres partes, la cuales deben de
tener una cierta “longitud”. En mi caso la primera parte es más corta de lo
debido, la segunda es normal y la tercera, al revés de la primera, es más larga
de lo debido… que no hay de que preocuparse… que con el tiempo, los
medicamentos y la “rehabilitación cardiaca” (que se lleva a cabo en el mismo
hospital) estas disparidades deberían de corregirse para aproximarse mucho a la
normalidad.
¿En
cuánto tiempo?... no hay regla escrita, es distinto para cada paciente… para él
lo más importante es la “rehabilitación cardiaca”… que de momento no puedo
empezar, hasta que el neumólogo lo autorice.
Tengo
entendido que el programa de ejercicios de dicha rehabilitación, depende de una
primera prueba de esfuerzo. Estando en Terapia intermedia, me visito en dos
ocasiones el cardiólogo a cargo de esta rehabilitación… le pregunte por los
riesgos de la tal prueba de esfuerzo con
un corazón muy maltratado y convaleciente… me dijo que la prueba tiene en
consideración este hecho… que él estará presente monitoreando en todo momento
los signos vitales… que algunos pacientes van muy bien (de acuerdo al estado de
su corazón), que otros menos y que el equipo presente tiene que intervenir
(caso de posible arritmia de menor o mayor gravedad… y que algunos… simplemente
mueren en el intento (nunca supe si lo me dijo en serio o como una broma... de mal gusto)
Decididamente
no hare esta prueba de esfuerzo, no solo hasta que el neumólogo la autorice…
pero también mi cardiólogo.
La
verdad es que creo que cuando me toque… antes de empezarla…del puro temor, mi
corazón latera a mil por hora… y exigiré tener a la mano un mando que me
permita personalmente ponerle fin cuando así lo sienta necesario.
Al
término de la consulta mi cardiólogo me dice que debería de solicitar que me
trasladen a mi coche en una silla de rueda. Me niego… si en mi casa voy de una
lado a otro caminando sin problema, no veo porque la necesidad de una silla de
rueda para ir hasta mi coche. No insiste mas, recalcándome únicamente que en
este momento no puedo solicitar de mi corazón demasiados esfuerzos… y que si
salgo a la calle, tendrá que ser en silla de ruedas… definitivo… no saldré, me
quedare en mi casa.
Los familiares me
visitan.
Independientemente
de mi hijo Xavier y mi nieta Niaya…todos los días, o casi todos, tengo la
visita de mis familiares (en realidad los de Marina: mis cuñados, mis cuñadas,
mis sobrinos y sobrinas… sin olvidar mi suegra) que vienen para ver la
evolución de mi recuperación…. se quedan algunos minutos…las preguntas de
rigor…y las respuestas también de rigor… la verdad no les hago gran
caso…visitas de cortesía… que se tienen que agradecer… y agradezco. Son
Sampietro… soy Torrent… con todo lo que esto representa… ahí está toda la
diferencia. Cuando salí con Marina y me case con ella… me aceptaron y desde entonces
siempre me han respetado… los acepte y siempre los respete. Evidentemente que
hay más simpatía o cercanía (por lo menos de mi parte) para los sobrinos y las
sobrinas que conocí desde que nacieron... el ver crecer una flor en tierra,
viva, es siempre más “emotivo” que el talló de una flor que te regalan.
Hay
que admitir que la falta de un verdadero cariño… proviene también (sobre todo) de
que trabajando en sus empresas textiles (cuando mi verdadero profesión era
periodista), económicamente les debo todo… que fueron mis patrones y yo su
empleado (por lo menos siempre así lo considere, ignoro si por su parte fue lo
mismo). Relación de subordinación que para alguien cuyo ideario se resume a “no
aceptar nunca la sumisión, no ejercer nunca la dominación” supuso un cumulo de
acciones (despidos, sanciones disciplinarias, defender la posición de la
empresa en las revisiones de las condiciones contractuales, etcétera) de las
cuales no puedo enorgullecerme sino todo lo contrario… mas, si uno siempre
tiene la posibilidad (mas no la valentía) de decir NO. Es lo que elegantemente,
en el día con día, nombramos como “compromisión”… cuando, al llegar el tiempo
de la reflexión uno lo siento, como lo que es… traición… a sí mismo. En estas
condiciones de subordinación laboral y económica… se puede dar y sentir un
verdadero respeto mas no un verdadero
cariño… por lo menos no por mi parte.
Pero
no me quejo, no cualquier patrón trata a sus empleados (aun si estos son
parientes)… como me trataron a mi… pagándome mucho más que lo que mi labor
valía en el mercado del trabajo y siempre respetando mi persona y mi trabajo…
como dicen aquí en México “nunca se metieron conmigo”… es de agradecerse… y se
los agradezco.
No
es mi intención ni voluntad herir los sentimientos de nadie… si alguno o algunos de los aludidos, de
verdad llego o llegaron a sentir por mi algo que se parezca a un verdadero
cariño… les pido mil disculpas por haberlo puesto en duda,
Peso.
Llegue
al hospital pesando 84 kilos, lo cual para una estatura de 1.73 metros es
obviamente demasiado. No me considero obeso (la palabra o el concepto de moda
que hoy es designado como culpable de todos los malos… al tiempo que sirve para
culpabilizar individualmente a todos de su estado de salud… y, como parte del
proceso de mercantilización, constituye el perfecto pretexto para desarrollar a
gran velocidad y envergadura un nuevo “nicho de mercado” Te lavo el coco, a toda hora del día y de la
noche incitandote a comer productos chatarra, te culpo por tu obesidad, te
incito a la compra de miles de productos para bajar de peso (obviamente que
ninguno sirve) y al final de la cadena, después de sufrir decenas de
enfermedades debidas a tu obesidad (de la cual eres el único culpable) te vendo
un ataúd a tu medida para que descanses en paz sin que este te apriete por
todos lados) pero si “pasado de peso” ( o como dicen quienes saben de esto, en
“sobrepeso”)
Hoy,
después de salir del hospital y estar “recuperándome
en mi casa (“hospitalizado en casa” como dijo un médico) peso entre 75 y 76
kilos… dependiendo del momento y las circunstancias, si acabo de comer o no, si
acabo de evacuar o no. ¡¿Cuál será mi ignorancia de la lengua de Cervantes, si
antes de ingresar hospital (donde la oí por primera vez), desconocía esta
palabra, la cual para mí era simple e inequívocamente “ir al baño”.
Obviamente
mis piernas ya no son más que palitos, mis brazos se parecen a los de los
antiguos espantapájaros (que no espantaban a ningún pájaro sino únicamente a
los borrachitos que llegado la noche intentaban llegar a su casa por el camino más
corto y discreto, o sea atravesando los campos.) Mi reloj que antes me apretaba
la muñeca ahora baila en ella, contento de haber reconquistado su libertad de
movimiento.
Para
mi desgracia (¡se ve tan fea una barriga prominente!) lo único que quedo tal
cual es mi panza, su talla, su circunferencia. ¿Sera que como para los camellos
y dromedarios, esta reserva de grasa sirve (es utilizada por el cuerpo) como
ultima fuente de energía en caso de “pasar hambre”?
Me viene a la memoria que
mi madre que si había pasado mucha hambre durante la guerra civil española y
mucho mas todavía en la posguerra (no fue hasta el año 1947 que alcanzo en
Francia a mi padre, de la cual era novia desde antes de la guerra, o durante el transcurso de esta… increíble,
novios durante ocho años correspondiendo únicamente por carta. Por cierto
guardo un dibujo que le hizo mi padre a su novia desde el campo de concentración
de Argeles, también existía un magnifico porta retrato esculpido en un hueso,
pero desgraciadamente esta se ha extraviado)… cuando dejaba algo en el plato o
me rehusaba a comer algo que no era de mi agrado, me decía “¡Como se nota que
nunca has pasado hambre!”... pero nunca insistio.
Para terminar.
Falta
mucho para una total recuperación y en este segundo medio tiempo pueden suceder
todavía muchas anécdotas trágicas, cómicas o tragicómicas… pero siento que para
no seguir aburriendo al posible lector, llego el momento de suspenderlo.
Espero
que dentro de algunos días tenga la suficiente fuerza mental para seguir con mi
texto POURQUOI PAS DEMAIN, que será parte esencial de mi legado a mis hijos.
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