enero 07, 2009
PROFUNDA TRISTEZA
Emilio…
es mi hijo (nuestro hijo, de Marina y mío)…
hasta el día de hoy ha vivido 22 años…
cursa su licenciatura y maestría…
en la occitana, pequeña y fascinante ciudad de Montpellier…
del reino de Francia, por las estrechas y tortuosas callecitas de su casco medieval…
de la Republica francesa, por sus anchas y largas avenidas del moderno bario de Antigone…
en esta tierra conoce…
por vez primera…
los placeres del enamoramiento…
y sus goces…
pero también las hieles del desamor…
con el año nuevo llega un intenso dolor…
en pecho, brazo y cuello…
la ciencia diagnostica pericarditis…
pero es incapaz de determinar el origen del mal…
viral, bacteriano, fúngico…
hasta el temible VIH.
Xavier…
es mi otro hijo (también de Marina y mío)…
al día de hoy ha vivido 29 años…
al igual que yo…
piensa…
sabe…
que en esta civilización regida por la dominación y el utilitarismo…
el trabajo es un verdadero castigo de los dioses…
sapiencia que hace de el…
un ser no apto…
se hace preguntas…
para colmo, existenciales…
su entorno es notoriamente incapaz…
de darle las respuestas esperadas…
solo la “Tradición Maya” lo hace…
evidentemente…
la familia racionalista y atea hasta la médula…
no entiende…
condena en silencio…
a veces en voz baja…
definitivamente no apto.
Una tarde Xavier plantea a Roberto…
algo así como su mentor…
la pregunta del origen del padecimiento de su hermano Emilio…
la respuesta…
una profunda tristeza.
Mi lado de ser…
racional…
formateado por la ciencia…
se inclinaba por el origen viral…
mi lado de ser…
simplemente humano…
se inclina por la tristeza.
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