octubre 25, 2008

LA CIRCUNSTANCIA Y LO CENTRAL


¿Luchar en las instituciones o en la calle?

Finalmente el mayor impugnador de la reforma energética que pretendía la privatización de Pemex ha sido derrotado por quienes la promovían.

El discurso oficial y el de los medios afines a los intereses de la elite política y económica (que son la casi totalidad) es, como debe de ser, doble.
Por un lado, se congratulan de la aprobación de una reforma que transformara en profundidad a Pemex (la mayor y mas relevante desde 1938, dixit Calderón) y por el otro lado se quejan amargamente de que la iniciativa del señor Presidente se haya visto reducida a su minima expresión, llegando a afirmar que “el peje” ha salido victorioso en estas vencidas.

La verdad es que Andrés Manuel López Obrador ha sido derrotado, y diría yo que por Knock Out.

Uno, porque las leyes, todas, están hechas para salvaguardar los intereses de quienes mandan (incluso las que aparentemente son favorables a los dominados, tienen como finalidad ultima la salvaguarda de los intereses “bien entendidos” de la elite) y solo los súbditos tienen la obligación de respetarlas (so pena que al no hacerlo les caiga encima “todo el peso de la ley”) siendo que quienes las idearon, armaron, promovieron y votaron, tienen el suficiente poder real (no el formal de los poderes dizque “legalmente constituidos”) para pasársela por el arco del triunfo.
En las altas esferas de este poder real se tomo la decisión de privatizar Pemex… y con cualquier ley, la que sea, en los hechos esto será lo que ocurrirá… sin la menor duda.
Si hoy se dio un paso atraso, este es únicamente táctico, por conveniencia política y sobre todo económica.
Obviamente, confrontado a una crisis económica mayor, de alcance mundial y no solo nacional, cuya profundidad y duración son hoy imprevisibles, hubiese sido suicida para el Estado matar, a la voz de ya, la gallina de los huevos de oro (negro) cuando esta le proporciona mas del 40% de sus ingresos fiscales. Además, con mayor razón si esta misma crisis, como una de sus consecuencias, se traduce por el desplome de los precios de este mismo oro negro.
Cuando el temporal haya amainado y las condiciones económicas sean mas propicias ya abra tiempo para proceder a una privatización de hecho… al fin que las leyes siempre se pueden interpretar como mas convenga y que con los suficientes pantalones y el respaldo del uso legitimo de la violencia (esencia de todo Estado) las condiciones políticas son lo de menos.

Dos, porque la reforma energética no es mas que la circunstancia, siendo lo central la respuesta que se de a la interrogante de saber si la lucha política tiene que darse en los espacios institucionales o en la calle.
Los espacios institucionales (esencialmente los poderes que conforman el sistema representativo y partidista) son espacios controlados por todos los que conforman la elite que, para su exclusivo provecho, ejerce la dominación; a saber, la clase política, los dueños del capital, la tecnocracia, la mediocracia (dueños de los medios de comunicación), etc., etc.
En el lado opuesto, la calle es el espacio donde se expresa, de múltiples formas, la plebe, o sea todos los que padecemos la sumisión y a quienes se nos niega la condición de ciudadanos, es decir de individuos con el real poder de tomar directamente las decisiones que involucran el presente y el porvenir de la comunidad a la cual hemos decidido pertenecer.

Sobre esta base, no hay la menor duda de que AMLO ha sido duramente derrotado. La batalla que el pretendía que se diera en la calle termino (como era mas que previsible) dándose en el Parlamento, donde (salvo honrosas excepciones, como el mismo acostumbra decir) los miembros de su mismo partido no tuvieron el menor empacho en aprobar una ley redactada por sus adversarios. Se dice que estos incurrieron en una “traición”, nada mas equivocado. Como buenos políticos que son no hicieron mas que respetar las reglas básicas de su oficio, que son, uno, mentir y engañar descaradamente (la principal virtud de todo “buen político” consiste en saber disfrazar la mentira de verdad), y dos, procurar por sus propios intereses en tanto que miembros del aparato que institucionaliza la dominación.

El meollo de su derrota queda perfectamente ilustrado por el hecho de que el señor siga siendo miembro de este partido mal llamado de la “Revolución Democrática”.
No se atreve a decidirse de una vez por todas entre la lucha dentro del espacio institucional y la lucha en la calle, sino que ha optado por tener siempre los dos fierros en la lumbre. Pretende mezclar el agua y el aceite, hacer uso de la gasolina y el fuego pero sin que se declare y propague el incendio.
No se atreve a dar el paso, abandonar la lucha institucional a los políticos y adentrarse decididamente a la lucha en la calle, porque sabe, intuye, que una vez dado este paso no hay marcha atrás posible, solo puede ser una lucha frontal, ahorra si hasta sus ultimas consecuencias, es decir enfrentarse a la fuerza represora del Estado, tanto para el en lo personal como para quienes estén dispuestos a seguirlo por este camino. Aunque por lo del verbo “seguir” (con todo lo que este implica) lo ideal seria poder escribir “quienes tomen, de acuerdo con su propia consciencia, la decisión de ir por este mismo camino”… para lo cual falta que pase todavía mucha agua por debajo del puente.

De hecho, esta ambigüedad no se dio en ocasión de esta “lucha” contra la privatización de Pemex, sino desde mucho antes… desde el famoso “Plantón de Reforma”.
Haciendo un poco de memoria nos acordaremos que después de la mezcla del refinado fraude electrónico con el burdo fraude a la antigüita en las elecciones presidenciales del 2006, quienes se sintieron defraudados salieron a la calle por centenas de miles, durante varios fines de semana. El movimiento iba in crescendo cuando, en su momento mas álgido, cuando los participantes estaban esperando que se les llamara a dar un paso que fuese decisivo, el “guía” (escudándose detrás de la legitimación de la farsa de un voto a mano alzada) tomo la decisión de detener todo, parar el movimiento, inmovilizarlo. Durante largas semanas lo que era dinámica se transformo en plantón.
Plantón que le dio un certero tiro de gracia a todo intento posterior de movilización. Si bien, por un tiempo, en algunas ocasiones, el guía logro reunir alguna muchedumbre en el Zócalo, quienes asistían a las “reuniones informativas” (el nombre lo decía todo) habían perdido toda veleidad de combatir, solo asistían piadosamente a la misa donde su Mesías les destilaba un discurso cada vez mas conformista, derrotista.
El mal estaba hecho, el soleado domingo 30 de julio (día del llamado al plantón) se había escogido la derrota… con tal de no transitar por el camino que podía llevar a la violencia, al derramamiento de sangre (dixit López Obrador en la película documental de Luis mandoki “Fraude. México 2006”).

Lo que siguió, la derrota de la lucha contra la privatización de Pemex no es mas que “lodos de aquel polvo”.

Me parece que más claro ni el agua… esta lucha, como cualquier otra, tenia que haberse dado en la calle… en el ámbito institucional… siempre nos fregaran… ¡para esto existe!
Que abra que pagar un precio… alto, quizás muy alto… tampoco hay la menor duda.
¿Estamos dispuestos a pagarlo?... la respuesta no nos la tiene que dar algún guía o Mesías… sino nosotros mismos. Estamos en libertad de contestar que no… pero entonces no nos lamentemos… no culpemos al que quiso pero no se atrevió.
Desde que la plebe es plebe (es decir desde los tiempos mas remotos de la historia) todos los “alzamientos” de esta se han terminado en su derrota… por darse guías, jefes o caudillos que la traicionaron… por confiar en fuerzas o personajes (ajenos a su esencia como plebe) que supieron utilizar sus “revueltas” para sus propios fines.
Fue el caso del “retiro” de la plebe romana en el monte Aventino en 494 antes de Cristo, la revuelta de los Ciompi en la Florencia de fines del siglo XIV, los “Sans culotte” y los “Enragés” de la Revolución francesa de 1790 a 1793, la sublevación y organización del pueblo de Paris en la Comuna de 1871, los “Soviets Makhnovistas” en la Rusia leninista, los “consejos obreros” alemanes después de la primera guerra mundial, los anarquistas españoles (sobre todo catalanes) que hicieron realidad el sueño libertario en el periodo del “corto verano” de 1936 hasta mayo de 1937.

Algunos libros tratando del tema y cuya lectura es altamente recomendable:
« La revolución traicionada » de Miguel Amorós.
« L’expérience plébéienne » de Martin Breaugh.
« La grande mêlée des utopies » de Regis Gayraud.
« Le rêve en armes » de Julius Van Daal.
« La révolution mise à mort par ces célébrateurs même » de Jean Paul Musigny.


PD: No soy politólogo ni sociólogo y mucho menos economista, simplemente me limito (dentro del alcance de mis facultades de entendimiento) a ser un atento espectador de este mundo...
y es en esta calidad que me parece que la magnitud de la crisis (a la cual, a mi entender, le faltan todavía muchos peldaños por escalar) y las muy graves consecuencias de esta sobre la ¿vida? de la gran mayoria de los mexicanos (particularmente los mas pobres) van a ser tales que en poco tiempo la pradera sera tan seca que cualquier chispa podría provocar un incendio de proporciones mayúsculas... ¿alguien se atreverá a prender el cerillo?.

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