octubre 31, 2008

DE CONTRADICCIONES, MASTURBACIONES Y ULCERAS


¡Obrador aguanta, el pueblo se levanta!

¡Magnifico!
¡Estupendo!
¡Maravilloso!
¡Grandioso!
¡Formidable!
¡Fantástico!
¡Cojonudo!
También hay otro sinónimo… ¡Increíble!

¿De cuantas personas se compone este Pueblo dispuesto a levantarse… decenas, centenas, miles, decenas de miles, centenares de miles, millones?

Seamos optimistas y supongamos que son centenares de miles, o hasta millones… este Pueblo ¿realmente se levanta o solo acompaña?

¡Ya!... no seas tan cínico… no ves que no se trata de un movimiento insurreccional, sino solo de su alumbramiento… del cual Obrador no es el “líder”, sino la comadrona… ya veras cuando el niño crezca y camine solo. Antes de correr hay que caminar, y antes de caminar hay que gatear… paciencia… paciencia.
Además… las condiciones objetivas (vieja reminiscencia del lenguaje marxista leninista) no son propicias.
Además… tampoco existe tal contradicción (que te place tanto señalar) entre la lucha en el espacio institucional y la lucha en la calle… entiende, de una vez por todas, que son complementarias, ¡complementarias! (separando muy bien las silabas, para su mejor entendimiento) ¡Ya entendiste!, o a poco no sabes que complementar significa “añadir un complemento a una cosa para hacerla mejor, más completa, efectiva o perfecta.“

¡Derrotista!
¡Provocador!

No… de hecho, solo cuido mi ulcera.

De sensibilidad antiautoritaria y formación libertaria (anarquista debería decir si no tuviese el temor de caer en la trampa lingüística de quienes tienen el poder de dar sentido a las palabras y conceptos), con toda sinceridad y convicción “pienso” (digamos que siento y no fabulo) lo que escribo… lo malo es que al tiempo que redacto estos textos cargados de rabia y resentimiento contra un sistema construido sobre la dominación (y también quienes la ejercen y quienes se someten a ella… lo que hago, e incrementa mi rabia) me plegó a la lógica contable empresarial, y en base a simples cálculos de costo/beneficio (¿para quién?, para la empresa obviamente) participo del despido de decenas de trabajadores (y esto porque la empresa es mediana, que de ser grande serian centenas o miles) sin hacerme demasiadas preguntas sobre lo que significa para una persona quitarle su empleo, cuando la gran mayoría de las veces es humilde y jefe de familia. Suerte que (también con toda sinceridad y convicción) pienso que el trabajo es lo peor de la condición humana (esta condición humana, en este sistema)… y que en cierta medida, quizás, le hago un favor… siempre y cuando el así lo sienta y viva (en cuyo caso, ¿su familia también lo sentirá y vivirá como tal?).

Por lo cual lo que hago cuando escribo estos textos es en realidad masturbarme. Por el placer de escribir (que para mi es el mayor de los placeres) y porque así (de paso, como sin querer) me compro, a buen precio, una buena consciencia.
En fin, que para cuidar mi ulcera, tomo diario una capsula de Losec 20… y escribo… estos desvaríos.

Atreviéndome, me permito abrir un paréntesis para especular (nada mas por la gente que me ha tocado cruzar cuando yo también me uno) que muchos de quienes participan de las marchas, mítines informativos y otras manifestaciones, convocadas por López Obrador… además de asistir a la misa que oficia su guía espiritual… también se masturban… y también se compran a buen precio una cierta “paz interior” que su diario actuar abolla con pertinaz frecuencia (con todo y lo tautológico de la expresión).

Puede ser que todo movimiento insurreccional requiera de quien lo alumbre, lo ayude a ver la luz… pero no seremos ni yo ni muchos de quienes, como yo, acompañan a López Obrador en sus misas (bueno… manifestaciones para que no nos enfrasquemos en mas estériles enfrentamientos que no hacen mas que dividirnos) quienes seremos parte de esta insurrección… tenemos todavía demasiado que perder… la rutina de nuestra pequeña (pero insustituible) vida nos ocupa todavía demasiado… para ir mas allá de una placentera masturbación… y contentarnos con ver el espectáculo del mundo… comentándolo con la sonrisita socarrona de quienes pueden darse el lujo de discurrir de la violencia y la miseria que no padecen en su cuerpo sino únicamente en su intelecto.

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