diciembre 29, 2016

PORQUE SEGUIR DANDO VUELTA A LAS PAGINAS.



El pasado 29 de noviembre 2016, la entrada titulada SUICIDIO EN CAMARA LENTA, terminaba con una doble pregunta, a la cual contestaba no tener respuesta.

Resulta que hoy, creo haber encontrado, por lo menos en forma parcial, la respuesta.

Para poner esta respuesta en su contexto, me veo con la necesidad de, primero, copiar y pegar la entrada en la cual formulaba la doble pregunta, para posteriormente enunciar la respuesta.

Por lo tanto, primero, ahí les va la entrada en cuestión.

Como bien lo saben los poquísimos lectores de este blog… desde mi adolescencia, la muerte ha sido EL principal tema de todas mis divagaciones filosóficas.
Fundamentalmente sobre dos “vertientes”, el Cuándo y el Cómo, así como el suicidio como único acto pudiendo dotar de sentido la muerte de todo ser humano. Siendo que la muerte de un ser carente de consciencia no requiere de sentido, sucede y punto… infranqueable ley de la naturaleza (con la esperanza de que los transhumanistas nunca alcancen su explicito propósito de vencer la muerte.)

Después de haber sufrido, hace dos años y medio, mi mega infarto, “resuelto” con la colocación de 3 stents… así como la posterior y reciente colocación de un stent más para corregir una oclusión, de un 70%, en una arteria coronaria (en otra no colocaron un stent a pesar de encontrarse obstruida en un 30%)… se pertinazmente, que el estrés, al igual que la ingesta de ciertos alimentos, perjudican en exceso mi corazón.
Sin embargo, no estoy dispuesto a renunciar a las actividades que me procuran el estrés (principalmente seguir con la escritura del relato que había suspendida por expresa recomendación de mi cardiólogo después de mi infarto), ni a la ingesta de estos alimentos.
Simplemente porque los dos, son, hoy en día, las únicas fuentes de real placer y gozo que me quedan.

Necedad que, con toda certeza, acorta le tiempo de espera de mi próximo, y con toda probabilidad fatal, infarto.

¿Podría entonces decirse que, en toda consciencia, se trata de un suicido diferido, “en cámara lenta”?

Por una parte, sin duda alguna… pero entonces… ¿Por qué no dejo de tomar la medicación recetada por mi cardiólogo? Lo cual haría que este suicidio en cámara lenta no fuese tan dilatado en el tiempo, la Huesuda apresurara su paso.

Quizás, porque, a pesar de considerar el suicidio como el único acto capaz de dar sentido a la muerte, mi muerte, toda muerte… porque a pesar de importarme en extremo el cómo y ya no el cuándo… “algo” hace que me aferre todavía a la vida.
¿Qué?
¿Por qué?

Si alguien tiene la respuesta… este tendría que ser yo, nadie más… y no la tengo.



Por lo tanto… ¿Por qué seguir viviendo, cuando se nos presenta la opción de dejar de vivir?
Mi muy personal y muy desesperanzadoramente sencilla respuesta (la cual no es ninguna novedad, de hecho, ya venía enunciada en la “presentación” del relato que empecé a escribir “Pourquoi pas demain”) es la siguiente:

Por curiosidad, para saber que seguirá pasando a partir de ahora… lastimosamente hasta el día de mi muerte.

Que seguirá pasando en el mundo exterior, en los círculos concéntricos que rodean, desde la más cercana proximidad hasta la más remota lejanía, mi YO… pero también, que seguirá pasando en esa centralidad, la simultánea y contradictoria presencia del gozo y la insatisfacción, la excitación y la ansiedad… obviamente con una abrumadora presencia de displicencia y sin sabores.

Aunque también tengo que asumir, admitir, que el vértigo no es el temor a caer en el fondo del precipicio, tal como nos gusta creerlo con tal de tranquilizarnos… sino, al contrario, la muy fuerte tentación de saltar en el… permanente combate, en el seno de nuestros cuerpo y mente, entre la pulsión de vida, Eros, y la pulsión de muerte, Tánatos.


Somos, esencialmente, espectadores… lo soy.
Ante nuestra esencial imposibilidad de edificar nuestro propio destino, dotar nuestra vida de sentido, reducidos a vivir nuestra ausencia, nuestra inexistencia… somos espectadores.
De nuestra propia vacuidad, pero ante todo del destino de la especie en este tan exiguo espacio/tiempo de un universo que nos es incomprensible, coo lo es nuestra “ficticia presencia” en el mismo

Sabedores de la esencial insignificancia de la vida, toda vida, incluida la nuestra… solo nos queda observarla.
Sumando a la tragedia de nuestra inexistencia, la ignorancia del porvenir de la especie, de los que vendrán después de nosotros y de los cuales no sabremos nada.




No hay comentarios.: