Hace algunos años… me enamore por quinta vez… a destiempo… de Ada… fallecida
mucho antes de descubrir su rostro en una vieja fotografía sepia.
Hace unas cuantas noches… por sexta vez… me enamore… esta vez de “A”.
Puede ser que haya sido Ana, Alicia, Angelina, Antonia, Alba, Amelia, Adela,
Alma, Aurora, Aida, Anaïs, Adriana, Amanda, Abril, Amapola o Afrodita… no tengo
preferencia alguna, pero lo más congruente seria que fuese Amapola o Afrodita…
o si fuese posible, mejor todavía, una fusión de ellas dos.
.
Enamoramiento… apenas menos virtual que el que en su momento sentí por Ada…
el que estas noches… quiero sentir (siendo
imposible vivirlo)… por “A”.
Quizás mas etéreo, quizás menos… quizás menos presente, quizás mas.
A pesar de no saber quién es ella… después de haber matado el tiempo
diurno… llegada la soledad de la noche en la cama…en los primeros vértigos del
sueño que quiere engullirme… pienso en “A”… ni siquiera la sueño… la visito.
A pesar de su inexistencia corporal… su ausencia me es cercana, su lejanía
me es próxima… tristes ojos azules, largo y rubio pelo ensortijado, sonrisa que
invita al tiempo que marca distancia.
Inaccesible… inasible… casi invisible… como en el añorado Medievo del
“amour courtois”... por
las noches… “A” es simplemente “la dame de mes pensées à laquelle je
pense “
Horizontal, en la oscuridad, escuchando la música, los textos, las voces
que gozo… “A” me acompaña…los latidos de un corazón sombrío y melancólico se
desbocan haciéndose perceptibles… mientras me invade el antiguo y demasiado
bien conocido sentimiento de la ausencia… del vacío… de la nada.
Si bien no he advertido todavía el fétido aliento de la huesuda sobre mi
nuca… si percibo a mi espalda la cada día mayor proximidad de sus pasos.
Y aun si “la flaca” tomara la acertada decisión de demorarse todavía un
tiempo razonable antes de llevarme a su cama… hace ya un cierto tiempo que este
mismo tiempo dispuso acelerar su paso… dejando en mi cuerpo y mente, marcas
cada día más indelebles y heridas siempre más profundas.
Negar la vejez es vano… ni siquiera un sueño… solo quizás espantarla,
ahuyentarla… sabiendo que aquí se queda, aquí esta, cada día más presente, persistente,
insistente, cada día más inhóspita, más insoportable.
Entonces… ante el desasosiego de la decrepitud del cuerpo y las dudas de
una mente más vulnerable e incierta… ¿por qué no acudir al aliento y el gozo de
la juventud de un corazón enamorado?
Quizás por esto… “A” sea la nocturna fantasmagórica expresión de mi
enamoramiento del enamoramiento.
Joven… podría enamorarme de Ana, Alicia, Angelina, Antonia, Alba, Amelia,
Adela, Alma, Aurora, Aida, Anaïs, Adriana, Amanda, Abril, Amapola o Afrodita…
hoy… solo puedo enamorarme del enamoramiento… e imaginar “A”… y una que otra
noche invitarla a que se aloje… no en mi cama… sino en mi mente.
La noche se muere… el día renace… el enamoramiento del enamoramiento se
desvanece…por un día mas… regresa el diario vivir… en espera de la próxima
noche…del próximo enamoramiento.
Posdata: Hace poco tiempo leí… ¿dónde?... que había quedado científicamente
comprobado… ¿por quienes?... que la testosterona era la hormona que desencadena
el deseo, la dopamina la responsable del romance y la oxitocina la del apego.
Vale por el deseo… pero me pregunto si estos estudiosos se habían previamente
puesto de acuerdo sobre la científica definición de lo que es el romance y el
apego, o solo lo intuían.
¿Cuál de estas tres hormonas será la que desencadena el enamoramiento?...
quizás una combinación de las tres o de dos de ellas… o quizás alguna otra que
este todavía por descubrirse… o inventarse.
Quizás tenga poco que ver con las hormonas y mas con la imaginación… y el
difícil, pero sumamente común, arte del autoengaño… que nos permite seguir viviendo
(a ratos hasta existir) a pesar de sabernos… ausentes… incompletos… mortales.
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