Hasta hace unos cuantos días, un “problema” carotideo
(que no se resolvió, pero mostro ¿indudables? signos de mejoría) me hizo pensar
que (para el pesar de algunos, el regocijo de otros… y…. esto sí que es triste
y trágico… la indiferencia de la gran mayoría) podría llegar el momento de
dejarlos definitivamente sin mi presencia.
Esto al punto de redactar y mandar a mis allegados más
próximos mis “últimas voluntades”… incompletas ya que me falto agregar la de no
publicar esquela alguna (siempre me pregunte cual era la real finalidad de una
esquela… bueno no me lo pregunte en serio, dado que de lo contrario creo que
habría encontrada alguna respuesta), y en caso de hacerlo contraviniendo mis
instrucciones (nunca tendrá uno la certeza de que sabiéndolo muerto, respetaran
las “ultimas voluntades” del difunto), hacerme el favor de publicarla
respetando en su integralidad el siguiente texto.
IN MEMORIAM
De las comas mejor no opino
De los puntos
Me fastidiaban los exclamativos
Me encantaban los suspensivos
Me parecían imprescindibles los interrogativos
Lástima que también existiera el mal llamado punto final
(el único singular… que únicamente muy de vez en cuando es realmente final, la
gran mayoría de las veces solo fingiendo serlo.)
Antes de fenecer, esto pensó quien ¿en vida? decía llamarse RAYMOND TORRENT XAUS
Quienes quieran llorar que se rían
Quienes quieran reír que lloren
Que la vida vida es (y más vale no hacerse demasiadas
preguntas al respecto) y la muerte quien sabe lo que sea… PUNTO FINAL
Posdata
de circunstancial circunstancia: esto pensaba hasta que me morí… y a partir de
entonces muy poco me importo la puntuación… al igual que muchas otras cosas.
En Francia (al fin y al cabo y sin enorgullecerme de
ello soy de cultura francesa) existe la expresión “la mort, la grande niveleuse”,
lo cual traducido al español vendría significando “la muerte la gran niveladora”…
¿será cierto?... lo impresionante es como la muerte relativiza lo que en vida
nos parecía importante, fundamental, sustancial y para algunos hasta
trascendental… empezando por la vida misma… que como todos sabemos (o por lo
menos hasta donde creemos saber) no es más que producto del azar y la necesidad…
consta que no lo digo yo, sino que fue un tal Demócrito tres siglos antes de un
tal Jesucristo que tuvo la insignia suerte de ser hijo de un tal Dios y así
poder resucitar y convivir un ratito entre ciertos testigos que dieran fe del
acontecimiento, antes de alcanzar a su Padre (supongo que celestial)
Quizás haya más de un Dios… tenga yo la suerte de ser el hijo de uno de
estos… y ustedes la de verme paseando por la Alameda del brazo de la Catrina… pero,
eso sí, sin tantos acompañantes (famosos o anónimos) a nuestro alrededor… solo
yo y ella… camino al… "quatrième ciel"
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