septiembre 25, 2011

SI NO ES DEMOCRACIA. ¿QUE ES?... UNA FALACIA... UNA OLIGARQUIA DISFRAZADA DE...


Hace unos pocos días, en el blog de Arturo González “Puntadas sin hilo”, refiriéndose a la reforma de la Constitución española, se podía leer una entrada titulada “Una preguntita de nada”, la cual empezaba por: Entonces, si como afirman tantísimos comentaristas y movimientos sociales, esto no es una democracia, ¿qué es?  Y sobre todo, ¿qué hay que hacer para que lo sea?  ¿O preferimos un sistema político distinto? ¿Cuál?
No es particularmente fácil… pero intentare contestar la primera y última pregunta.


Primera pregunta: si esto no es una democracia, ¿Qué es?



Como todo sistema político institucionalizado este (que, lo sea o no, todos los que lo integran o viven inmersos en el califican de  democracia) tiene por fin declarado asegurar la convivencia pacífica en las relaciones de poder que conforman una comunidad… lo que en estos tiempos, que algunos califican de posmodernos, estos personajes posmodernos traducirían por: asegurar la gobernabilidad.

Como todo sistema político institucionalizado este tiene por fin verdadero, asegurar la permanencia (el statu quo) de la relación dominación/sumisión (o si se prefiere mando/obediencia) para el interés y beneficio (en todos los aspectos de la relación: económicos, políticos, sociales, y un largo etcétera) de quienes ejercen la dominación.

Es un sistema político institucionalizado cuya principal virtud (obviamente para quienes mandan) es la de ocultar este fin mediante el ardid de la “representación”… pretendiendo hacer creer a quienes padecemos la sumisión que, de conformidad con la  “verdad jurídica” (su verdad, hecha Ley), somos unos mandatarios que, al elegir “democráticamente” a quienes nos representan, gobernamos por interpósita persona… cuando la “palpable” realidad diariamente vivida nos grita que, sin la menor duda posible, las cartas están trucadas y los roles invertidos. Por mucho que, según la verdad jurídica, el lobo se vista de oveja… el lobo, lobo es… y la oveja, oveja es.

Es un sistema político institucionalizado que tiene la virtud de hacernos creer que quienes ejercen la dominación han sido elegidos por quienes padecemos la sumisión (y por lo tanto en esta elección descansa su legitimad) para gobernar en nombre de quienes los eligieron y defender sus intereses… cuando la realidad es que han sido elegidos por quienes detentan el único poder que cuenta (el del capital, combinado, cuando hace falta, con el de las armas) para implementar sus intereses y asegurar, ad eternum, la permanencia de esta relación de dominación/sumisión, con la consagración y legitimación, también ad eternum, de los intereses que esta conlleva.

Es un sistema político institucionalizado que tiene la capacidad de hacernos creer que su esencia democrática consiste en organizar cada cierto tiempo (generalmente de 4 a 6 años) unas elecciones en las cuales quienes obedecen tiene la oportunidad de elegir, libremente y en igualdad de condiciones, a quienes los gobernaran, hasta la próxima elección y sin posibilidad alguna de exigir la mas mínima rendición de cuentas… cuando la realidad es que, desde antes de la farsa electoral, los candidatos son designados por quienes detentan y ejercen el verdadero poder… mediante la conformación de unas organizaciones burocráticas (bien llamadas partidos) que encuadran la participación “ciudadana” y se arrojan la exclusividad de la acción política legitima, financiados por el poder económico… y pasadas las elecciones, los elegidos gobiernan a su antojo, sin que quienes supuestamente los han elegidos, tengan posibilidad alguna de exigirles la mas mínima rendición de cuentas, de no ser saliendo a la calle… donde, en concordancia con el linchamiento mediático, los esperan las fuerzas de mantenimiento del orden.

Es un sistema político institucionalizado cuya capacidad de engaño (antes, durante y después del periodo electoral) descansa sobre el poder económico de quienes los designaron (primero como candidatos y después como representantes y gobernantes legitimados por las urnas) y cuyos intereses, obviamente, representan y defienden… pero también (quizás ante todo) sobre el poder mediático que (valiéndose del monopolio de la “palabra” del que goza) formatea los cerebros participando activamente de un proceso de individuación que destruye todo sentido de pertenencia a colectividad alguna (de no ser las “acogedoras y tranquilizantes burbujas” que son las diversas bandas, pandillas y sectas) así como toda referencia al bien común… fomentando la pasividad, haciendo de cada cuerpo un espectador y un receptor, listo para expresar su existencia mediante el solo consumo de objetos e imágenes (propios, prestados o ajenos, reales o virtuales).
Poder mediático cuyo principal medio es, sin duda, todavía la televisión… pero que se ve muy eficaz y fuertemente apoyado en su función “disgregadora” por todas las nuevas tecnologías de comunicación cuyos hardware (teléfonos móviles, computadoras, etc.) y software (internet y sus aplicaciones como las famosas redes sociales facebook o twitter) por su mismo diseño y naturaleza, imponen una comunicación a distancia y virtual que desvanece no solo la presencia y cercanía físicas sino el mismo uso de la palabra, en tanto que agente de la construcción simbólica generadora del vinculo social. Con estas nuevas tecnologías de (in)comunicación (prótesis sensoriales), el individuo se construye cada día más solo, abandonado, alejado de todas las instancias colectivas de transmisión y representación.

Por lo tanto, es un sistema político institucionalizado ideal para la nueva santa trilogía del capitalismo, el mercado y la mercancía. Es el “complemento político” idóneo de una estructura económica que requiere de la imperativa necesidad de satisfacer cualquier deseo (del orden que sea) de cualquier “sujeto democrático” mediante la disposición (compra) y disfrute de algún objeto (producto o bien) que se pueda conseguir en el mercado… sistema político participe de la construcción del individuo democrático autónomo (libre de casi todo tipo de “amarre” de orden colectivo) cuya flexibilidad constitutiva de su ser e incesante búsqueda de un gozo “utilitarista” siempre insatisfecho, empata con la infinita variedad de la oferta del mercado… el sistema que tiene las mayores aptitudes y el más eficiente para combinar las categorías de la demanda y la oferta, satisfacer toda demanda, del orden que sea, mediante una oferta, del orden de la mercancía… el idóneo para el proceso de mercantilización de la vida toda.


 Es un sistema basado en la delegación de poder y legitimado mediante elecciones periódicas (viciadas ambas de origen, delegación y legitimad, por la falacia de la representación) que además de lo anterior pretende fundarse en lo que no es más que otro engaño, el tan cacareado Estado de derecho… llegando incluso a considerar los dos conceptos, democracia y Estado de derecho, como sinónimos. Se define el Estado de derecho como la situación en la cual el poder del Estado queda subordinado al orden jurídico vigente, donde los gobernantes al igual que los gobernados tienen la obligación de someterse al imperio de la Ley. Se repite hasta la saciedad, que de no existir el Estado de derecho… seria la ley de la selva, la ley del más fuerte.
Sin embargo basta con hacerse dos preguntas y contestarlas con un mínimo de honestidad, para darse cuenta de la superchería.
¿Quién hace la Ley? Se nos dice que el poder legislativo, cuyos integrantes, al ser electos mediante el sufragio universal, son los representantes del pueblo y por lo tanto los depositarios de la voluntad general. Desgraciadamente, por lo antes apuntado, ya sabemos quienes en realidad eligieron a nuestros supuestos representantes y a quienes estos representan… quienes detentan y ejercen el verdadero poder, es decir quienes poseen los instrumentos que les permiten ejercer la dominación, SU dominación, sobre quienes carecen del mismo y no tienen más opción que someterse… no (supremo engaño) a su arbitrariedad sino a la Ley, SU ley. Siendo que este poder ni siquiera se encuentra en las manos de una elite política profesional y/o burocrática, sino del anónimo, invisible, inasequible, inmaterial… Mercado… nuevo Dios todo poderoso.
¿Para quién está hecha la Ley? Se nos dice que “para todo el mundo”, desde el más humilde hasta el más poderoso. Desgraciadamente, todos sabemos que “todo el rigor de la Ley” se aplica (con o sin demora, pero con particular celo y tesón) para quien carece de poder, el ¿ciudadano? común dedicado a producir y consumir (¡cuando puede!)… y se hace invisible (inexistente) para quienes disfrutan de las mieles del poder.
El Estado de derecho no es más que lo que permite vestir de legalidad lo que, en esencia, carece de legitimidad.

Resumiendo (y ahorrándonos la fácil demostración del carácter descaradamente falaz de otros conceptos asociados como “mayoría”, “voluntad general”, “pueblo”, ciudadanía”, “interés general” y un largo etcétera) la respuesta a la pregunta ¿Qué es lo que dicen ser democracia y no lo es? es: el sistema político institucionalizado que mediante la falacia de la supuesta libre elección, por parte de una supuesta mayoría, de unos supuestos representantes, de un supuesto pueblo, expresando una supuesta voluntad general, dando origen a una supuesta legitimidad, para gobernar en función de un supuesto interés general… permite a quienes detentan el real y verdadero poder (esencialmente económico -o sea los capitalistas en general, con el capital financiero a la cabeza, inmersos en la cómoda y conveniente abstracción del Mercado-, con la complicidad del mediático, que, como su nombre indica, permite la mediación entre quienes mandan y quienes obedecen) el ejercicio y salvaguarda de la (SU) dominación sobre quienes, voluntariamente (si admiten la tal democracia) o no (si la contestan, ya sea como tal o en alguno de sus mandamientos o actos de gobierno) soportan y padecen la (su) sumisión… el todo envuelto en la otra gran falacia que constituye el supuesto Estado de derecho, que mediante la elaboración (por sus esbirros del poder legislativo) de la Ley y la aplicación de la Justicia (por sus esbirros del poder judicial) permite a quienes ejercen la dominación, hacerlo, no solo con toda legitimidad, sino también con toda legalidad… lo cual obviamente es de una extrema importancia, dado que autoriza el empleo de la coerción y la “legitima violencia” contra quienes se atreven a ir mas allá de la libertad de expresión para manifestar en los hechos, ya sea su oposición al sistema como tal, o su inconformidad con alguna expresión o acto de gobierno del mismo.

Pasemos a la última pregunta ¿O preferimos un sistema político distinto? ¿Cuál?


La respuesta es relativamente sencilla (obviamente para mi, sin poder asumir ni pretender su generalización): la democracia… pero no la que nos quieren vender engañándonos sobre la mercancía… la real.
¿Y cuál es esta?

La que acabe con la relación dominación/sumisión, o si se prefiere, mando/obediencia… la primera condición (y casi única, todas las demás derivando de esta) para que un sistema que se pretenda democrático lo sea.
Por lo que es primordial distinguir “el poder” de la dominación, al tiempo que se requiere distinguir entre el individuo como tal y el ser social así como considerar la relación entre ambos.
El ser humano no solo es un individuo (ser física y espiritualmente independiente y autónomo) sino, ante todo, un ser social cuya individualidad se "desarrolla", se “construye”, inmerso en la comunidad en la cual se encuentra viviendo (desde el núcleo mas próximo hasta la “totalidad” más alejada)… como la sociedad no es una entidad abstracta, dada, perenne, inamovible, sino una comunidad formada por un conjunto de individuos que con su quehacer la van "construyendo". Por lo cual, en esta perpetua interacción entre la comunidad y los individuos (constitutiva de una y otros) la cuestión del poder es esencial. ¿Quienes toman las decisiones (mediante cuales modalidades y mecanismos) que dan vida y sustancia a la comunidad como tal y por lo tanto determinan las vivencias, tanto comunitarias como individuales?
Así mismo, se acostumbra satanizarEl Poder” al dotarlo de mayúsculas, cuando antropológicamente se podría decir que este es constitutivo del ejercicio de la libertad del ser humano como individuo (en el sentido de la posibilidad de elección entre diferentes comportamientos) en sus relaciones con los otros hombres (las relaciones “secundarias” con la naturaleza y los objetos siendo determinadas por la relación cultural “primaria” con los demás seres humanos), las cuales van “dando forma” al espacio/tiempo social. El poder, sin mayúsculas, es la posibilidad para el individuo de participar en la producción de las normas y estructuras organizativas (imaginándolas, creándolas, aplicándolas, haciéndolas respetar, modificándolas, suprimiéndolas) que regulan la vida de la comunidad humana en la cual este se encuentra viviendo. Por lo cual, el ejercicio de esta libertad es el que en una muy gran medida permitirá al ser ejercer su humanidad pasando del simple vivir al existir.
Pero para que así sea, el acceso a esta posibilidad (este poder) de creación y regulación debe de ser igual para todos. Un acceso al poder y ejercicio del mismo igual para todos los miembros de la comunidad es la primera e ineludible condición de una libertad (constitutiva de su existencia) igual para todos. De no ser así se “instituye” entonces una relación de dominación, una relación de mando/obediencia en la cual quien manda detiene la posibilidad de determinar y regular, el comportamiento de quien obedece. Entonces la norma no es respetada sino impuesta por una parte, generalmente muy minoritaria, de la comunidad, en una cadena jerárquica de subordinación. Minoría privilegiada que detenta la dominación y se reserva para sí el control del proceso de producción de la sociabilidad, negándoselo a los demás. En última instancia, negándoles su existencia, su humanidad misma.
Primer punto… la imposibilidad de “describir” en sus detalles La Democracia.
Segundo… solo se pueden enumerar una serie de principios generales que constituyen el corazón (la esencia misma) de la democracia… cuya ausencia desvirtúa la misma, la hace un sistema político que quizás se parezca (mas o menos) a la misma, pero no lo es.
Tercero… porque (en mi opinión… si lo afirmara estaría negando su esencia misma) la democracia no puede ser un sistema político mediante el cual se gobierne una comunidad… sino un “estado de ánimo”, una manera de ser, de relacionarse con los demás, compartida por todos los miembros de la comunidad (son sus matices para cada uno, pero idéntica en su esencia) que estructure las relaciones sociales de todos los órdenes y, como parte de estas, asegure la gobernabilidad del colectivo.
Cuarto… por lo tanto, no puede ser un conjunto de normas, reglas, leyes, etcétera, que alguien, algunos, en algún momento, establezcan, dicten, decreten como siendo las que constituyen el “marco jurídico” en función del cual se gobernara la comunidad, con la automática integración de cada individuo al orden preestablecido… sino que la resistencia y la insurrección cívicas contra el orden existente (no democrático) desemboquen en la autoconstrucción de una comunidad cuyos integrantes detenten todos el poder por igual… que el “movimiento” que lleve a la democracia se construya sobre la base de una permanente dialéctica entre la espontaneidad y la auto organización de quienes participen en este.
Quinto… para que una comunidad pueda pretender ser democráticamente organizada, se requiere que cada miembro de esta sea el forjador de su propio destino al tiempo que participa directamente en la “construcción” de esta… que todos y cada uno de los individuos que viven en la comunidad participen directa, libremente y en igualdad de condiciones en la toma de decisiones que gestan su propio presente y construyen el porvenir de su “estrella comunitaria”. Siendo “estrella comunitaria” la representación metafórica de una estructura en la cual los diferentes niveles de autogobierno de la vida social toda (desde el mas local y/o de mayor proximidad, hasta el más elevado o alejado) se van federando, mediante la libre y voluntaria adhesión.
Sexto… debido al principio mismo de “autoconstrucción” del “autogobierno”, resulta imposible describir con alguna precisión las modalidades e instancias de dicho autogobierno… sin embargo es posible enumerar una serie de “normas” mínimas sin las cuales se desvirtuaría la esencia misma de la democracia:
Todas las decisiones, por pequeñas o importantes que sean, se debatirán y tomaran siempre en asamblea general.
Cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos podrá solicitar la celebración de una asamblea con el propósito de debatir y acordar lo que juzguen “materia de debate”, la “mecánica” de tal acción habiendo sido debatida y aprobada en alguna previa asamblea.
Las modalidades y mecanismos de las asambleas serán debatidos y acordados en alguna asamblea previa convocada para tal efecto.
En el caso de que se haya acordado el necesario nombramiento de algunos mandatarios, para todas y cada una de sus “encargos” estos tendrán un mandato expresamente vinculante y deberán rendir cuenta de las mismas ante sus mandantes, teniendo estos la facultad de retirarles su confianza y destituirlos en todo momento, de acuerdo con las normas previamente acordadas.
Séptimo… y a modo de resumen… en democracia, el poder de decisión (proponer, debatir, votar, implementar) es igualmente repartido entre todos los miembros de la comunidad considerada… sin que nadie ejerza la dominación ni acepte la sumisión.


 ¡Utopía!... ¡Sueño guajiro!... ¡Quimera!... ¡Disparate!... ¡Desvarió!... definitiva, total y terminantemente ¡irracional!

Quizás… pero, si así lo creemos (o intuimos) entonces, por lo menos seamos honestos y llamemos al pan, pan y al vino, vino… no llamemos democracia lo que no solo no lo es, sino todo su contrario.
Aunque… considerando que gran parte de la fuerza y solidez de un sistema con la capacidad de estructurar la relación dominación/sumisión descansa sobre su aptitud para ocultar tal relación… pasara todavía mucha agua bajo este puente antes de que las “cosas” se nombren por lo que son… sin recurrir al engaño y la falacia.

Aunque… la experiencia anarquista (comunista libertaria) que se vivió, no solo pero principalmente, en Aragón y Cataluña de julio de 1936 a junio de 1937 (antes de ser asesinada y enterrada por el comunismo estalinista y las “condiciones objetivas” de la guerra, pero también la “burocracia anarquista”) hace que pueda seguir soñando… con cierta amargura.
Resulta bastante difícil apostar a la lucha por el sueño libertario… contra la pesadilla de la lucha por el poder.




NEOLIBERALISMO… DESINSTITUCIONALIZACION… TRANSGRESION DE LA LEY… Y TRAFICO.



Hasta aquí, particularmente en la caracterización del sistema político, se ha enfatizado el término “institucionalizado”… quizás acertadamente tratándose de calificar lo que fue y sigue siendo… pero equivocadamente si se toma en consideración la evolución de estos últimos años hacia una “economía del crimen”.
Desde los albores de la “modernidad”, la institucionalización ha sido necesaria para dotar de “cuerpo”, coherencia (cohesión) y sentido de racionalidad el sistema de dominación fundado cobre el control y la coerción (mediante el uso de la fuerza y/o el formateo de las mentes)… pero con el advenimiento del neoliberalismo (como reinado sin cortapisa alguna del mercado y la mercancía) este sistema disciplinario se ha tornado contraproducente… lo verdaderamente importante es la movilidad y la flexibilidad… indispensables a la libre circulación y disposición de la mercancía para un optimo funcionamiento del mercado que debe estar en posibilidad de proveer, a quien sea, en todo lugar y en todo momento, el producto que sea, para satisfacer los deseos que sean (desde hace tiempo que el mercado se ha encargado de transmutar cualquier necesidad en deseo como cualquier deseo en necesidad) con la inmediatez que requiere la circulación del capital… por lo que resulta imprescindible, esencial (propio de su esencia) que se derriben todos los obstáculos, todas las rigideces, todas las barreras que puedan contrarrestar la libre circulación de la mercancía, por lo tanto todos los controles, todas las reglamentaciones, todas las normativas, todos los ordenamientos.


 De ahí la imperiosa necesidad de la desinstitucionalización… y de paso la transgresión (pretendidamente libertaria) de todas las “interdicciones” (mayormente culturales pero también  legales)… para dejar el campo abierto a la única legitima Ley… la del mercado.
Lo cual es bien sabido (y así nos lo demuestra la perenne crisis del sistema financiero que padecemos desde el 2008) favorece la ley de la selva, del más fuerte… obviamente la más apreciada por quienes detentan el poder en exclusividad.
Lo cual a su vez auspicia, natural y espontáneamente, el surgimiento y exponencial crecimiento del recurso a la ilegalidad y la violencia… bajo la forma genérica del “trafico”.
Trafico de toda especie, en todos los espacios y todas las dimensiones.
Desde la formación de las pequeñas bandas que se hacen cargo de la distribución al menudeo y los menudos crímenes (por su envergadura y la cuantía de sus ganancias, que no por el “tamaño” de la violencia)… hasta los carteles y las mafias quienes haciendo uso de la violencia mas extrema y una inconmensurable corrupción se reservan la parte del león de todos los tráficos habidos y por haber, de drogas y demás sustancias ilícitas, de personas (prostitución, inmigración, trabajo ilegal, etcétera), de órganos, de armas, hasta de influencia… para desembocar en la también natural e imprescindible industria del “lavado de dinero” de las colosales sumas de dinero negro que se generan… reciclándolo mediante toda una serie de actividades económicas y financieras, algunas en el pantanoso e indefinido espacio que separa (cada día menos) lo legal y moral de lo ilegal e inmoral (como los paraísos fiscales, los centros de juego y apuestas, etcétera), otras ancladas (soportadas) a la economía financiera “tradicional”, pero perfectamente encubiertas y disimuladas (solo visibles para los conocedores y comprensibles para los especialistas) como los cada día mas numerosos “instrumentos financieros basura”, en complicidad (activa o pasiva, por acción u omisión) con las elites económicas y políticas que se benefician de ellas.


 Resumiendo, el reino cada día mas extendido de la mercancía y el mercado, que de manera “natural” (consecuencia lógica de sus propias leyes) busca su optimización y maximización… lleva a la desinstitucionalización y transgresión de la Ley, lo cual a su vez genera, de forma casi espontanea, la aparición de las practicas y estructuras propias del “trafico”… para el más grande provecho de las cómplices elites económicas y políticas

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