RESISTENCIA y ACCION DIRECTA
Desde hace décadas, muchas décadas, sabemos que la pretendida Democracia y su compinche el Estado de derecho, no son mas que dos falacias, destinadas a legitimar y perpetuar ad infinitum la dominación de la elite aristocrática (hoy en día el poder de quienes desean ejercerlo, los políticos), económica (quienes detentan el poder que les otorga la riqueza, y lo ejercen) y tecnocratica (quienes detentan el poder que les confiere un pretendido conocimiento, científico a veces, técnico la mayoría de las veces) sobre las multitudes informes cuyo destino manifiesto es el de la sumisión y la obediencia.
Por eso hace décadas que nos rehusamos a ejercer nuestro derecho al voto (y a ser votado), porque sabemos que al hacerlo no haríamos mas que reconocer, y tácitamente aceptar, nuestra posición de individuo cuyo único poder es el de intentar procurarse los bienes materiales (mencionar los demás ya seria una exageración y/o una provocación de mal gusto) necesarios a su supervivencia.
Renuncia que, además de tener por consecuencia el no reconocimiento de las autoridades supuestamente “elegidas”, no implica desistimiento alguno de nuestro derecho (no otorgado o reconocido por dichas autoridades sino ejercido de hecho por voluntad y decisión propias) a expresar y manifestar (de la manera que mas nos convenga) nuestras inconformidades u oposiciones, así como a luchar (por lo medios que mas nos convengan) por una organización social otra que la que nos imponen.
Sabemos, que en los hechos, solo una muy diminuta minoría se atreve a ejercer este derecho autoproclamado y que la mayoría de la “minoría silenciosa” nos contentamos con manifestar nuestra inconformidad mediante marchas pasivas y ordenadas convocadas por quienes se autoproclaman como nuestros lideres opositores del momento (pudiendo llegar a algunas pintas o lanzamiento de algún inofensivo proyectil las veces en que una incontrolada locura se apodera de nosotros).
En cuanto a lo que constituye mas del ochenta por ciento de nuestra actividad diaria destinada a garantizar nuestra supervivencia biológica… el trabajo… recuremos (muy contadas veces y con el temor haciendo trizas nuestro sistema nervioso simpático) a la organización de alguna huelga pasiva (consistiendo en dejar de acudir al espacio en donde vendemos nuestro “saber hacer”) que sabemos de antemano que se terminara con el retorno al redil sin haber conseguido mas que algunas migajas y (esto si que es gratificante) el orgullo de habernos atrevido a decirle un ¡hasta aquí! al amo y señor que (en el mejor de los casos) nos emboba con el cuento (quizás real para el) de la dura realidad de la competencia y su lucha a muerte por defender su propia permanencia en el mercado… y por lo tanto la salvaguarda de nuestra fuente de trabajo… o sea nuestra perpetua enajenación… en busca del sustento diario.
Pues resulta que ahorra hasta esto nos quieren quitar… nos están quitando.
México: Ante el temor a un posible desbordamiento (iluso ya que los lideres de la oposición se han siempre encargado, y lo seguirán haciendo, de apagar todo brote de sublevación) y como parte de la campaña de criminalización de las protestas y militarización, el gobierno panista y sus voceros han emprendido una intensa campaña mediática para restringir a su mas mínima expresión el derecho de manifestación. Al punto de que es con toda seriedad que se habla de que toda manifestación debería de ser autorizada por las autoridades después de que los organizadores de las mismas hubiesen solicitado el correspondiente permiso… y que esta debería de llevarse a cabo en un espacio y un horario tales que no estorbaran el diario quehacer de los buenos ciudadanos que se dedican a cumplir con sus deberes… sin broma… se habla de posibles “manifestodromos”.
México, otra vez: Desde mucho tiempo atrás las autoridades tienen la facultad legal de declarar una huelga “inexistente” (como si pudiesen declarar inexistente el calor o la lluvia cuando estos les molestan). Facultad de la cual hacen uso a su entera conveniencia y discrecionalidad… la cual a últimas fechas es casi siempre en el sentido de una declaratoria de inexistencia. Aquí también se pretende legislar en el sentido de un mayor margen de discrecionalidad de las autoridades… suprimiendo prácticamente en los hechos el derecho de huelga… al fin y al cabo que se trata de que se respete el derecho al trabajo de quienes si quieren trabajar.
Francia: Una de las primeras medidas que implemento el nuevo gobierno derechista del señor Sarkozy fue también de corte legislativo (es muy importante que todos los actos y todas las políticas de un gobierno se sustenten en la Ley)… implementando la obligatoriedad de un “servicio mínimo” cuando una huelga afecta los transportes públicos. El mismo gobierno ya advirtió que este es solo el primer paso y que dicho concepto de servicio mínimo se hará en breve extensivo a la totalidad de las huelgas en los servicios públicos. No dudamos de que el tercer paso será hacerlo extensivo a la totalidad de las huelgas, se den estas en los servicios públicos o en la industria privada… para el bien del país que no puede ser rehén de unos cuantos huelguistas, y exponerse a ver mermada su competitividad.
Alemania: En estos días las autoridades competentes (menos mal que son competentes), siempre de acuerdo con la Ley, prohibieron (por las graves afectaciones económicas que el hecho supondría) lo que se anunciaba ya como la mayor huelga de los ferrocarrileros de los últimos quince años.
Tómense la molestia de revisar los periódicos y verán que no hay un día sin que en algún país del orbe (hasta… sobre todo… los que se dicen democráticos) se restrinjan los derechos a disentir e inconformarse mediante alguna acción que vaya mas haya del derecho a la libre expresión. ¡Pueden decir lo que gusten…mientras se queden quietos!. Derechos que no fueron “regalados” por gobierno alguno sino arrancados después de años y años de lucha… y que se están (eso si legalmente) restringiendo hasta dejarlos en una mera virtualidad despojada de toda efectividad.
Si se fijan un poco mas, también se darán cuenta que en casi todos los casos esta ofensiva se dirige en prioridad en los campos que se relacionan con la comunicación y la energía. Dos de los puntos neurálgicos del actual momento del capitalismo.
Y si se fijan todavía un poco mas, se darán cuenta que la argumentación es siempre la misma. La defensa de los derechos de las mayorías silenciosas contra las minorías vociferantes, de quienes si quieren trabajar por el bien del país contra quienes solo piensan en sus mezquinos intereses individuales y/o corporativos. En resumen de quienes se agachan y arrodillan contra quienes se yerguen y plantan cara, de quienes se someten calladamente contra quienes manifiestan sus desacuerdos e inconformidades, quienes siempre dicen SI a todo contra quienes se atreven a decir NO, aunque sea de vez en cuando.
En esas condiciones que camino nos dejan para poder… ya no digamos luchar por un mundo diferente, mas libre y solidario, en el cual las relaciones con los objetos, la naturaleza y los seres humanos no sean de compra/venta ni se basen en el binomio dominación/sumisión, mando/obediencia… sino simplemente no dejarnos avasallar… RESISTIR.
Décadas atrás, la lucha armada (refiriéndonos a la guerrilla y de ninguna manera al terrorismo) podía ser una respuesta, porque esta tenia, aunque escasas, posibilidades de éxito militar… hoy en día el desarrollo de la tecnología del armamento hace impensable esta posibilidad. Amen de que el recurso a las armas con el objetivo de una derrota militar del enemigo, significa de manera implícita (y las mas de las veces explicita) una lucha por el poder utilizando la lógica del poder… lo cual, obviamente, rechazamos.
Lo primero que el "RESISTIR" puede significar, es (al nivel de cada individuo o en forma organizada y coordinada) rehusarse a someterse a la servidumbre voluntaria en todos los tiempos y espacios posibles de la “vida social”. Rehusarse a participar, a ser participes de la farsa macabra. No retirándose de la vida, viviendo en anacoreta dedicado a la contemplación, sino oponiéndonos, con actitudes y hechos, a rendir pleitesía a los valores que rechazamos y a las respuestas que esperan que demos de acuerdo a estos mismos valores. Rehusémonos a competir, rehusémonos a obedecer ciegamente. Podríamos seguir enlistando un sin numero de verbos después del “rehusémonos a…”, pero todos los importantes se concentran y sintetizan en estos dos, derivan de estos dos “primarios”: competir y obedecer.
En este aspecto, lo básico es NO VOTAR. Ser participe, pero no de la farsa que son las elecciones en el sistema viciado de origen de la democracia representativa (hoy en día mucho mas que antaño por su inclusión en la dinámica del espectáculo y la corrupción de los inmensos recursos financieros que se movilizan), sino de la “huelga de los votantes” (titulo de uno de sus libros) propugnada por el gran periodista, panfletista y escritor francés Octave Mirabeau. Ni siquiera depositar en la urna un “voto en blanco”, como ocurre en la novela de José Saramago “Ensayo sobre la lucidez”. Numerosos estudios de opinión (que forman parte del bien aceitado sistema de control) revelan que la gran mayoría de quienes votan blanco no dan a su voto la connotación de un rechazo al sistema de la democracia representativa en si sino al conjunto de los candidatos que se presentan a la elección, no tienen de donde escoger, se rehúsan a escoger “el menos mal”, como se rehúsan a dar “un voto de castigo”. Lo que debemos de rechazar no es a los candidatos sino al sistema mismo que supone la delegación de nuestra capacidad de autogobernarnos en manos de unos señores que jamás nos “representaran” porque no saben cuales son nuestras necesidades ni nuestros anhelos y porque a quienes si representan no son a quienes los eligieron sino a quienes detentan el verdadero poder y los “eligieron” desde antes de la elección. En este sentido, y aunque el hecho responda a una situación muy particular (nacimiento y desarrollo de un “movimiento popular autónomo” orientado hacia la autogestión y el autogobierno), es sumamente alentador que en las ultimas elecciones legislativas en el estado de Oaxaca, el 70% de los votantes no hayan acudido a las urnas.
Este es el sentido de lo que desde finales del siglo XIX y los albores del siglo XX, los anarquistas y el sindicalismo revolucionario teorizaron y practicaron bajo la apelación de ACCION DIRECTA.
La acción directa supone pasar de una resistencia pasiva e inofensiva a una resistencia activa y ofensiva.
Para el individuo o el grupo que la practica, la acción directa presupone una ruptura, violenta o no, con la trampa de la representación, el derecho y la negociación.
La acción directa supone... el actuar por si mismo, sin ninguna intermediación política o dirección burocrática… no preocuparse por reglas… liberarse de las cortapisas de las ideologías… decidir por uno mismo lo que es justo y a lo cual es imperioso oponerse y resistir… que uno este dispuesto a luchar para tomar el control de su vida e intentar actuar directamente sobre el mundo que lo rodea.
La acción directa no es tanto (o no es para nada) una estrategia larga y pacientemente elaborada resultante de unos presupuestos ideológicos o filosóficos sino, ente todo y simplemente, una necesidad, la manifestación de una “fuerza interior”, de una voluntad… con cierto grado de espontaneidad y creatividad.
Desde hace algunos años, a raíz del incremento de las luchas altermundialistas y con el clásico argumento de que hay que cuidarse de no caer en la trampa de las provocaciones organizadas por el enemigo y no “hacerle el juego”, se ha desarrollado una corriente que propugna una acción directa no violenta.
Lo cual es un contrasentido. No es que la acción directa pueda o no ser violenta, deba o no ser violenta. La acción directa ES violencia… ejercicio de la violencia. No es posible oponerse (resistir) a la oculta y omnipresente, invisible pero cotidiana, violencia del sistema o a la mas esporádica pero infinitamente mas brutal violencia de las fuerzas represivas, sin recurrir a la violencia. Desde la violencia contra las instituciones, las estructuras o los instrumentos de la dominación… hasta la violencia contra quienes encarnan, ordenan o ejecutan la violencia del sistema.
La acción directa que podríamos calificar de menos violenta (si se otorga a este vocablo la connotación de violencia física) es la que consiste en la “reapropiación” de todo aquello a lo cual todos los miembros de una comunidad deberían de tener derecho en forma igualitaria, pero del disfrute de lo cual algunos o muchos han sido despojados. Es por ejemplo la ocupación y acondicionamiento de los espacios públicos o las propiedades privadas en situación de abandono sin la previa autorización de las autoridades o propietarios por parte de quienes carecen de vivienda. El cierre, temporal o permanente, de ciertas calles a la circulación de los medios de transporte privados y/o públicos, dependiendo del objetivo buscado y el uso que se les quiera dar (reuniones de convivencia, eventos festivos, etc.) La calle, al igual que cualquier otro espacio publico, es de toda la población y no únicamente de quienes disponen de los recursos para comprar un medio de transporte particular y usarlo para su propio beneficio.
En muchas circunstancias lo que la legalidad vigente califica de robo puede ser considerado como expropiación y reapropiación de bienes públicos o privados en beneficio de la comunidad en su conjunto o algunos de sus miembros en particular. Basta para esto que el bien “recuperado” haya sido sustraído por alguna institución, persona moral (empresa u otra) o persona física, en forma particular o colectiva, a los miembros de la comunidad. Siempre y cuando el producto del robo no sea para el disfrute particular de quien lo haya decomisado sino devuelto a su legitimo propietario, la comunidad que lo genero mediante su trabajo. A titulo de ejemplo, considerando que la casi totalidad de los bienes de cualquier institución financiera (banco u otra) son legalmente propiedad de instituciones y/o empresas que se hicieron de estos mediante la plus valía extraída de la explotación del trabajo (ya sea en forma directa por medio de una remuneración inferior al valor creado tratándose de las empresas, o en forma indirecta por medio del impuesto tratándose del Estado), no hay la menor duda de que cualquier robo en una institución financiera se considera como una reapropiación por parte de su legitimo propietario que es quien, mediante su trabajo, genero el valor de cambio del bien sustraído.
Sin embargo la acción directa mas apropiada, en el sentido de la que puede causar el mayor daño posible al sistema, es sin duda la que se desarrolla en el campo del trabajo.
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde cada uno puede oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.
La base de la economía es hoy en día la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.). Principal base (tanto operativa como “valorativa”) que se acompaña de una segunda (tan importante como la primera del punto de vista operativo, aunque carezca del elemento “valorativo”) que se puede caracterizar como el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión.
Características que al constituir su esencia misma al tiempo que son las fuerzas motrices que aseguran su óptimo desempeño, son también su talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera mas apropiada su nombre). Se trata de obstaculizar, inmovilizar, detener, bloquear, congelar, frenar… el movimiento, las comunicaciones… como tales, en tanto que tales, y en forma particular de la producción y transporte de la energía.
Desde la simple acción individual, hasta la acción llevada a cabo por “organizaciones de masa”, pasando por la mas efectiva la de los pequeños grupos o células clandestinas. Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales tienen lugar el movimiento y la comunicación (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.) Desde el mas simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de huelga, pasando claro esta por la joya de 18 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades).
Queda la medida mas extrema. No por su “efectividad” al nivel del aparato productivo y la economía en general, pero si en cuanto a su efecto propagandístico y su carga simbólica… la cual es quizás igualmente o mas importante.
El ajusticiamiento (por parte de algún individuo “aislado” o algún grupo o célula creados ex profeso) de quienes idean, forjan, proyectan, ordenan, conducen o ejecutan a un cierto nivel de responsabilidad, las políticas y decisiones que van conformando este sistema que nos niega nuestra existencia y no nos deja mas opción que la de ir “administrando” nuestra ausencia y nuestra supervivencia: “nuestros” (o no tan nuestros) políticos, empresarios, lideres de opinión, etc. Pero también los integrantes de la fuerzas del orden coercitivo y el aparato represor… que el poder sabe muy bien disfrazar de garantes o defensores del Orden y la Ley… nada mas que son SU Orden y SU Ley… y no los nuestros.
Cabe finalizar este llamado a la resistencia, precisando e insistiendo en que todas estas medidas, que podemos reagrupar bajo el concepto de ACCION DIRECTA, desde las mas anodinas e inofensivas hasta las mas sofisticadas y brutales, desde el negarse a participar de la farsa que es todo proceso de elección (en este sistema) hasta el ajusticiamiento, pasando por el sabotaje… son medidas y acciones de autodefensa y resistencia frente al orden impuesto por los detentores del poder… y de ninguna manera lo que estos mismos señores calificaran de actos terroristas. Por muchas razones conceptuales y políticas (que podremos desarrollar en un próximo texto), pero por una básica que consiste en que el terrorismo tiene por medio y/o finalidad el inducir terror mediante el asesinato de “inocentes”, mientras la acción directa, en su diversas modalidades afecta bienes materiales o inmateriales que legítimamente deberían de pertenecer a los integrantes de la comunidad o a la misma como tal pero que unos individuos, organizaciones o instituciones se apropiaron… y en su modalidad mas extrema del ajusticiamiento, solo ejecuta los responsables.
Por eso hace décadas que nos rehusamos a ejercer nuestro derecho al voto (y a ser votado), porque sabemos que al hacerlo no haríamos mas que reconocer, y tácitamente aceptar, nuestra posición de individuo cuyo único poder es el de intentar procurarse los bienes materiales (mencionar los demás ya seria una exageración y/o una provocación de mal gusto) necesarios a su supervivencia.
Renuncia que, además de tener por consecuencia el no reconocimiento de las autoridades supuestamente “elegidas”, no implica desistimiento alguno de nuestro derecho (no otorgado o reconocido por dichas autoridades sino ejercido de hecho por voluntad y decisión propias) a expresar y manifestar (de la manera que mas nos convenga) nuestras inconformidades u oposiciones, así como a luchar (por lo medios que mas nos convengan) por una organización social otra que la que nos imponen.
Sabemos, que en los hechos, solo una muy diminuta minoría se atreve a ejercer este derecho autoproclamado y que la mayoría de la “minoría silenciosa” nos contentamos con manifestar nuestra inconformidad mediante marchas pasivas y ordenadas convocadas por quienes se autoproclaman como nuestros lideres opositores del momento (pudiendo llegar a algunas pintas o lanzamiento de algún inofensivo proyectil las veces en que una incontrolada locura se apodera de nosotros).
En cuanto a lo que constituye mas del ochenta por ciento de nuestra actividad diaria destinada a garantizar nuestra supervivencia biológica… el trabajo… recuremos (muy contadas veces y con el temor haciendo trizas nuestro sistema nervioso simpático) a la organización de alguna huelga pasiva (consistiendo en dejar de acudir al espacio en donde vendemos nuestro “saber hacer”) que sabemos de antemano que se terminara con el retorno al redil sin haber conseguido mas que algunas migajas y (esto si que es gratificante) el orgullo de habernos atrevido a decirle un ¡hasta aquí! al amo y señor que (en el mejor de los casos) nos emboba con el cuento (quizás real para el) de la dura realidad de la competencia y su lucha a muerte por defender su propia permanencia en el mercado… y por lo tanto la salvaguarda de nuestra fuente de trabajo… o sea nuestra perpetua enajenación… en busca del sustento diario.
Pues resulta que ahorra hasta esto nos quieren quitar… nos están quitando.
México: Ante el temor a un posible desbordamiento (iluso ya que los lideres de la oposición se han siempre encargado, y lo seguirán haciendo, de apagar todo brote de sublevación) y como parte de la campaña de criminalización de las protestas y militarización, el gobierno panista y sus voceros han emprendido una intensa campaña mediática para restringir a su mas mínima expresión el derecho de manifestación. Al punto de que es con toda seriedad que se habla de que toda manifestación debería de ser autorizada por las autoridades después de que los organizadores de las mismas hubiesen solicitado el correspondiente permiso… y que esta debería de llevarse a cabo en un espacio y un horario tales que no estorbaran el diario quehacer de los buenos ciudadanos que se dedican a cumplir con sus deberes… sin broma… se habla de posibles “manifestodromos”.
México, otra vez: Desde mucho tiempo atrás las autoridades tienen la facultad legal de declarar una huelga “inexistente” (como si pudiesen declarar inexistente el calor o la lluvia cuando estos les molestan). Facultad de la cual hacen uso a su entera conveniencia y discrecionalidad… la cual a últimas fechas es casi siempre en el sentido de una declaratoria de inexistencia. Aquí también se pretende legislar en el sentido de un mayor margen de discrecionalidad de las autoridades… suprimiendo prácticamente en los hechos el derecho de huelga… al fin y al cabo que se trata de que se respete el derecho al trabajo de quienes si quieren trabajar.
Francia: Una de las primeras medidas que implemento el nuevo gobierno derechista del señor Sarkozy fue también de corte legislativo (es muy importante que todos los actos y todas las políticas de un gobierno se sustenten en la Ley)… implementando la obligatoriedad de un “servicio mínimo” cuando una huelga afecta los transportes públicos. El mismo gobierno ya advirtió que este es solo el primer paso y que dicho concepto de servicio mínimo se hará en breve extensivo a la totalidad de las huelgas en los servicios públicos. No dudamos de que el tercer paso será hacerlo extensivo a la totalidad de las huelgas, se den estas en los servicios públicos o en la industria privada… para el bien del país que no puede ser rehén de unos cuantos huelguistas, y exponerse a ver mermada su competitividad.
Alemania: En estos días las autoridades competentes (menos mal que son competentes), siempre de acuerdo con la Ley, prohibieron (por las graves afectaciones económicas que el hecho supondría) lo que se anunciaba ya como la mayor huelga de los ferrocarrileros de los últimos quince años.
Tómense la molestia de revisar los periódicos y verán que no hay un día sin que en algún país del orbe (hasta… sobre todo… los que se dicen democráticos) se restrinjan los derechos a disentir e inconformarse mediante alguna acción que vaya mas haya del derecho a la libre expresión. ¡Pueden decir lo que gusten…mientras se queden quietos!. Derechos que no fueron “regalados” por gobierno alguno sino arrancados después de años y años de lucha… y que se están (eso si legalmente) restringiendo hasta dejarlos en una mera virtualidad despojada de toda efectividad.
Si se fijan un poco mas, también se darán cuenta que en casi todos los casos esta ofensiva se dirige en prioridad en los campos que se relacionan con la comunicación y la energía. Dos de los puntos neurálgicos del actual momento del capitalismo.
Y si se fijan todavía un poco mas, se darán cuenta que la argumentación es siempre la misma. La defensa de los derechos de las mayorías silenciosas contra las minorías vociferantes, de quienes si quieren trabajar por el bien del país contra quienes solo piensan en sus mezquinos intereses individuales y/o corporativos. En resumen de quienes se agachan y arrodillan contra quienes se yerguen y plantan cara, de quienes se someten calladamente contra quienes manifiestan sus desacuerdos e inconformidades, quienes siempre dicen SI a todo contra quienes se atreven a decir NO, aunque sea de vez en cuando.
En esas condiciones que camino nos dejan para poder… ya no digamos luchar por un mundo diferente, mas libre y solidario, en el cual las relaciones con los objetos, la naturaleza y los seres humanos no sean de compra/venta ni se basen en el binomio dominación/sumisión, mando/obediencia… sino simplemente no dejarnos avasallar… RESISTIR.
Décadas atrás, la lucha armada (refiriéndonos a la guerrilla y de ninguna manera al terrorismo) podía ser una respuesta, porque esta tenia, aunque escasas, posibilidades de éxito militar… hoy en día el desarrollo de la tecnología del armamento hace impensable esta posibilidad. Amen de que el recurso a las armas con el objetivo de una derrota militar del enemigo, significa de manera implícita (y las mas de las veces explicita) una lucha por el poder utilizando la lógica del poder… lo cual, obviamente, rechazamos.
Lo primero que el "RESISTIR" puede significar, es (al nivel de cada individuo o en forma organizada y coordinada) rehusarse a someterse a la servidumbre voluntaria en todos los tiempos y espacios posibles de la “vida social”. Rehusarse a participar, a ser participes de la farsa macabra. No retirándose de la vida, viviendo en anacoreta dedicado a la contemplación, sino oponiéndonos, con actitudes y hechos, a rendir pleitesía a los valores que rechazamos y a las respuestas que esperan que demos de acuerdo a estos mismos valores. Rehusémonos a competir, rehusémonos a obedecer ciegamente. Podríamos seguir enlistando un sin numero de verbos después del “rehusémonos a…”, pero todos los importantes se concentran y sintetizan en estos dos, derivan de estos dos “primarios”: competir y obedecer.
En este aspecto, lo básico es NO VOTAR. Ser participe, pero no de la farsa que son las elecciones en el sistema viciado de origen de la democracia representativa (hoy en día mucho mas que antaño por su inclusión en la dinámica del espectáculo y la corrupción de los inmensos recursos financieros que se movilizan), sino de la “huelga de los votantes” (titulo de uno de sus libros) propugnada por el gran periodista, panfletista y escritor francés Octave Mirabeau. Ni siquiera depositar en la urna un “voto en blanco”, como ocurre en la novela de José Saramago “Ensayo sobre la lucidez”. Numerosos estudios de opinión (que forman parte del bien aceitado sistema de control) revelan que la gran mayoría de quienes votan blanco no dan a su voto la connotación de un rechazo al sistema de la democracia representativa en si sino al conjunto de los candidatos que se presentan a la elección, no tienen de donde escoger, se rehúsan a escoger “el menos mal”, como se rehúsan a dar “un voto de castigo”. Lo que debemos de rechazar no es a los candidatos sino al sistema mismo que supone la delegación de nuestra capacidad de autogobernarnos en manos de unos señores que jamás nos “representaran” porque no saben cuales son nuestras necesidades ni nuestros anhelos y porque a quienes si representan no son a quienes los eligieron sino a quienes detentan el verdadero poder y los “eligieron” desde antes de la elección. En este sentido, y aunque el hecho responda a una situación muy particular (nacimiento y desarrollo de un “movimiento popular autónomo” orientado hacia la autogestión y el autogobierno), es sumamente alentador que en las ultimas elecciones legislativas en el estado de Oaxaca, el 70% de los votantes no hayan acudido a las urnas.
Este es el sentido de lo que desde finales del siglo XIX y los albores del siglo XX, los anarquistas y el sindicalismo revolucionario teorizaron y practicaron bajo la apelación de ACCION DIRECTA.
La acción directa supone pasar de una resistencia pasiva e inofensiva a una resistencia activa y ofensiva.
Para el individuo o el grupo que la practica, la acción directa presupone una ruptura, violenta o no, con la trampa de la representación, el derecho y la negociación.
La acción directa supone... el actuar por si mismo, sin ninguna intermediación política o dirección burocrática… no preocuparse por reglas… liberarse de las cortapisas de las ideologías… decidir por uno mismo lo que es justo y a lo cual es imperioso oponerse y resistir… que uno este dispuesto a luchar para tomar el control de su vida e intentar actuar directamente sobre el mundo que lo rodea.
La acción directa no es tanto (o no es para nada) una estrategia larga y pacientemente elaborada resultante de unos presupuestos ideológicos o filosóficos sino, ente todo y simplemente, una necesidad, la manifestación de una “fuerza interior”, de una voluntad… con cierto grado de espontaneidad y creatividad.
Desde hace algunos años, a raíz del incremento de las luchas altermundialistas y con el clásico argumento de que hay que cuidarse de no caer en la trampa de las provocaciones organizadas por el enemigo y no “hacerle el juego”, se ha desarrollado una corriente que propugna una acción directa no violenta.
Lo cual es un contrasentido. No es que la acción directa pueda o no ser violenta, deba o no ser violenta. La acción directa ES violencia… ejercicio de la violencia. No es posible oponerse (resistir) a la oculta y omnipresente, invisible pero cotidiana, violencia del sistema o a la mas esporádica pero infinitamente mas brutal violencia de las fuerzas represivas, sin recurrir a la violencia. Desde la violencia contra las instituciones, las estructuras o los instrumentos de la dominación… hasta la violencia contra quienes encarnan, ordenan o ejecutan la violencia del sistema.
La acción directa que podríamos calificar de menos violenta (si se otorga a este vocablo la connotación de violencia física) es la que consiste en la “reapropiación” de todo aquello a lo cual todos los miembros de una comunidad deberían de tener derecho en forma igualitaria, pero del disfrute de lo cual algunos o muchos han sido despojados. Es por ejemplo la ocupación y acondicionamiento de los espacios públicos o las propiedades privadas en situación de abandono sin la previa autorización de las autoridades o propietarios por parte de quienes carecen de vivienda. El cierre, temporal o permanente, de ciertas calles a la circulación de los medios de transporte privados y/o públicos, dependiendo del objetivo buscado y el uso que se les quiera dar (reuniones de convivencia, eventos festivos, etc.) La calle, al igual que cualquier otro espacio publico, es de toda la población y no únicamente de quienes disponen de los recursos para comprar un medio de transporte particular y usarlo para su propio beneficio.
En muchas circunstancias lo que la legalidad vigente califica de robo puede ser considerado como expropiación y reapropiación de bienes públicos o privados en beneficio de la comunidad en su conjunto o algunos de sus miembros en particular. Basta para esto que el bien “recuperado” haya sido sustraído por alguna institución, persona moral (empresa u otra) o persona física, en forma particular o colectiva, a los miembros de la comunidad. Siempre y cuando el producto del robo no sea para el disfrute particular de quien lo haya decomisado sino devuelto a su legitimo propietario, la comunidad que lo genero mediante su trabajo. A titulo de ejemplo, considerando que la casi totalidad de los bienes de cualquier institución financiera (banco u otra) son legalmente propiedad de instituciones y/o empresas que se hicieron de estos mediante la plus valía extraída de la explotación del trabajo (ya sea en forma directa por medio de una remuneración inferior al valor creado tratándose de las empresas, o en forma indirecta por medio del impuesto tratándose del Estado), no hay la menor duda de que cualquier robo en una institución financiera se considera como una reapropiación por parte de su legitimo propietario que es quien, mediante su trabajo, genero el valor de cambio del bien sustraído.
Sin embargo la acción directa mas apropiada, en el sentido de la que puede causar el mayor daño posible al sistema, es sin duda la que se desarrolla en el campo del trabajo.
Primero, porque es ahí donde los individuos pierden diariamente su humanidad durante largas horas del día, casi todos los días del año, durante casi toda su vida… y que por lo tanto resistir en su lugar de trabajo en ocasión de su trabajo, es quizás la única manera de recuperar la dignidad que van perdiendo hora tras hora, día tras día, año tras año.
Segundo, porque es ahí donde cada uno puede oponerse frontalmente a los valores que el sistema transpira por todos su poros, principalmente los de la competencia, la obediencia y la sumisión… así como romper la dinámica de la nueva economía capitalista en los dos puntos neurálgicos que son las comunicaciones y la energía.
La base de la economía es hoy en día la movilidad (en el doble sentido de movimiento y de adaptabilidad), conjuntada con la velocidad. Tanto de los bienes materiales (materias primas, bienes de producción, mano de obra, etc.) como de los bienes inmateriales (información, conocimiento, etc.). Principal base (tanto operativa como “valorativa”) que se acompaña de una segunda (tan importante como la primera del punto de vista operativo, aunque carezca del elemento “valorativo”) que se puede caracterizar como el exponencial incremento de la energía que requiere para mantener su obligada e infinita expansión.
Características que al constituir su esencia misma al tiempo que son las fuerzas motrices que aseguran su óptimo desempeño, son también su talón de Aquiles.
Por lo tanto ahí es donde se tiene que dar la resistencia (que jamás mereció de manera mas apropiada su nombre). Se trata de obstaculizar, inmovilizar, detener, bloquear, congelar, frenar… el movimiento, las comunicaciones… como tales, en tanto que tales, y en forma particular de la producción y transporte de la energía.
Desde la simple acción individual, hasta la acción llevada a cabo por “organizaciones de masa”, pasando por la mas efectiva la de los pequeños grupos o células clandestinas. Desde el lugar mismo donde el individuo, o el grupo lleva a cabo su actividad productiva (fabrica, oficina, institución… en suma el lugar de trabajo) hasta los lugares y los medios mediante los cuales tienen lugar el movimiento y la comunicación (medios y vías de transporte: aéreo, férreo, carretero, oleoductos, gasoductos, torres de alta tensión, centros de distribución de cualquier tipo de energía, etc.; así como el ciberespacio: hacking, cracking, mass mailing, electronic disturbance, etc.) Desde el mas simple tortuguismo, hasta el sin numero de las diferentes modalidades de huelga, pasando claro esta por la joya de 18 quilates que es el sabotaje (también en su infinidad de modalidades).
Queda la medida mas extrema. No por su “efectividad” al nivel del aparato productivo y la economía en general, pero si en cuanto a su efecto propagandístico y su carga simbólica… la cual es quizás igualmente o mas importante.
El ajusticiamiento (por parte de algún individuo “aislado” o algún grupo o célula creados ex profeso) de quienes idean, forjan, proyectan, ordenan, conducen o ejecutan a un cierto nivel de responsabilidad, las políticas y decisiones que van conformando este sistema que nos niega nuestra existencia y no nos deja mas opción que la de ir “administrando” nuestra ausencia y nuestra supervivencia: “nuestros” (o no tan nuestros) políticos, empresarios, lideres de opinión, etc. Pero también los integrantes de la fuerzas del orden coercitivo y el aparato represor… que el poder sabe muy bien disfrazar de garantes o defensores del Orden y la Ley… nada mas que son SU Orden y SU Ley… y no los nuestros.
Cabe finalizar este llamado a la resistencia, precisando e insistiendo en que todas estas medidas, que podemos reagrupar bajo el concepto de ACCION DIRECTA, desde las mas anodinas e inofensivas hasta las mas sofisticadas y brutales, desde el negarse a participar de la farsa que es todo proceso de elección (en este sistema) hasta el ajusticiamiento, pasando por el sabotaje… son medidas y acciones de autodefensa y resistencia frente al orden impuesto por los detentores del poder… y de ninguna manera lo que estos mismos señores calificaran de actos terroristas. Por muchas razones conceptuales y políticas (que podremos desarrollar en un próximo texto), pero por una básica que consiste en que el terrorismo tiene por medio y/o finalidad el inducir terror mediante el asesinato de “inocentes”, mientras la acción directa, en su diversas modalidades afecta bienes materiales o inmateriales que legítimamente deberían de pertenecer a los integrantes de la comunidad o a la misma como tal pero que unos individuos, organizaciones o instituciones se apropiaron… y en su modalidad mas extrema del ajusticiamiento, solo ejecuta los responsables.
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